Como cada semana durante los últimos años, José El polvo había subido en coche desde Algeciras (Cádiz) hasta Alcobendas, en Madrid, para recibir las instrucciones de su jefe, Emilio El moro. 670 kilómetros por carretera para que el capo le señalara las playas en las que alijar, ordenar pagos o elegir a los chicos que iban a trabajar para él.
Pero este pasado miércoles, a las 07.15 de la mañana, agentes de la UDYCO de la Policía Nacional encapuchados y armados hasta las cejas irrumpieron en la casa madrileña donde Emilio, nacido en Algeciras, reside desde hace tiempo junto a una mujer de origen dominicano.
Llevaban meses tras él. Tenía tres órdenes de detención a sus espaldas. Sabían que usaba la documentación de su hermano. Lo tenían tan controlado que no quisieron detenerlo durante las Navidades pasadas, mientras sufría las consecuencias de una noche de excesos.
Emilio El moro había ingresado en estado grave en una clínica privada del Campo de Gibraltar tras una juerga con drogas y alcohol en abundancia. Los agentes prefirieron dejar que se recuperara y esperar al momento idóneo para cazarlo. Decidieron ir a por él el pasado 30 de enero, hace cuatro días.
El moro, El polvo y aquella mujer dominicana dormían sin preocupación cuando escucharon cómo echaban abajo la puerta del piso. Emilio estaba encamado con su pareja. José estaba en otra habitación. Segundos más tarde, las autoridades policiales esposaban al líder y al número dos de una de las bandas de narcos más activas del Estrecho. Con Los Castañas o Los Futbolistas entre rejas, ahora eran ellos los reyes.
Junto a Emilio y su lugarteniente cayeron después 38 personas más, todas vinculadas a la misma organización. También se imputó a otras 13 que ya estaban en prisión. Gracias a un macrooperativo en el que participaron 200 agentes de Policía Nacional y Agencia Tributaria, se intervinieron alrededor de 14 toneladas de hachís.
Fue un golpe de unos 21 millones de euros [el kilo de resina de cannabis de calidad media ronda los 1.500 euros]. Del total de imputados, 12 ingresaron en prisión este viernes tras comparecer en el Juzgado de Instrucción número 2 de Algeciras. El lunes se levantará el secreto de sumario. A la mayoría se les acusa de la comisión de los delitos de tráfico de drogas, pertenencia a organización criminal y blanqueo de capitales.
"Era un niño y ya alijaba"
Aunque sólo tiene 37 años, Emilio José Mazuelos Mesa (1981) lleva tanto tiempo en el mundo del narcotráfico que cuando se le detuvo llegó a cruzar varias frases amables con alguno de sus captores. “¿Qué tal? ¿Cómo estás”, le dijo a uno de ellos. “¿Te acuerdas aquella vez, allá por el 2005 o 2006, que os correteamos?”.
“Es un tipo que lleva media vida en esto. Era un niño y ya alijaba para otros”, explica un agente de la Guardia Civil en Algeciras que conoce bien los pasos de Emilio El moro.
En el transcurso de los últimos 15 meses -lo que va de noviembre de 2017 a enero de 2019- la Guardia Civil y la Policía Nacional, en colaboración con la Fiscalía y la Agencia Tributaria, han detenido a los principales narcotraficantes que operan en el Estrecho de Gibraltar.
Pese a que en la retina de los españoles quedan episodios como las agresiones a los agentes del orden o videoclips de narcos en busca y captura, la Justicia ha acabado poniendo sus manos encima de estos delincuentes. Con ellos han caído muchos de sus más estrechos colaboradores y han sido embargados numerosos bienes.
La lista de grandes capos caídos en poco más de un año es larga: Abdellah El Haj, alias Messi; Antonio y Francisco Tejón, los hermanos a los que apodan Los Castaña; José Antonio Cortés Merino, líder del clan de Los futbolistas, o el último en caer, Emilio Mazuelos. Todos, salvo Messi, nacieron entre La Línea de la Concepción y Algeciras, aunque Messi se instaló en esta última ciudad gaditana cuando todavía era un adolescente.
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'Messi' y 'El Moro', antiguos colaboradores
Messi y El moro son íntimos amigos y hasta hace no mucho eran fieles colaboradores. De la misma generación de narcos, Abdellah El Haj conoció a Emilio en el barrio algecireño de El Saladillo. Eran dos adolescentes casi imberbes.
Abdellah acababa de llegar junto a su familia procedente de Tánger. Emilio se había criado por las calles de una barriada de la que han salido muchos ‘niños del hachís’. Con el paso de los años, Messi lideró su propia banda y El moro trabajó codo con codo con él. Era su hombre confianza.
Pero Messi se encuentra acorralado por la Justicia. Tras fugarse a Marruecos durante un tiempo, el 29 de noviembre de 2017 se entregó en la comandancia de la Guardia Civil en Algeciras. Su abogado había negociado su entrega con el fiscal jefe de Algeciras, Juan Cisneros. Desde entonces, cada día ha de presentarse en el juzgado para fichar. Se encuentra a la espera de juicio.
Tras la captura pactada de Messi vendrían las detenciones de Antonio y Francisco Tejón, los hermanos Castaña, el arresto de Merino, jefe de Los futbolistas y quien entrenaba a sus chicos para corregir errores durante los alijos, o la de Emilio El moro. El quién es quién en el negocio del narco ha ido perdiendo protagonistas.
“Se había roto el principio de autoridad. Desde septiembre, cuando el ministro [Grande-Marlaska] reforzó la zona con más policías, guardias civiles y medios, estamos evitando una mexicanización del Campo de Gibraltar. Podrán embestirnos y creerse los reyes por un rato, pero han de saber que todos acaban cayendo. Sólo es cuestión de tiempo…”. Lo dice un Guardia Civil con décadas de experiencias en la lucha contra el narco. Que tomen nota.