Raúl Díaz, el presunto autor del asesinato de Romina Celeste, la habría matado, según recoge el sumario del caso, entre las 16:00 y las 24:00 horas del día 31 de diciembre. Un día después, habría quemado el cuerpo de la joven paraguaya en la barbacoa de su casa y, el día 4, cuando todavía no se había deshecho del cadáver, sacó dinero de un cajero y fue a un club de alterne en Arrecife (Tenerife) –un puticlub, para entendernos– para estar varias horas con una prostituta. 

 

Al club de alterne, Raúl acudió con arañazos en las costillas, la espalda, la barbilla y la frente. Mónica, la prostituta con la que pasó varias horas ese día, le preguntó por esas lesiones y él no le dio importancia. Dijo que se había golpeado en las escaleras de su casa y que, sí, en efecto, había discutido con Romina. “Como siempre”, asumió, públicamente. “Pero llevó días sin verla”, sentenció, según La Opinión de Tenerife. 

Antes de matarla, sin embargo, Raúl ya agredió a su mujer, tal y como recoge el sumario. El día 29 de diciembre, Romina tuvo que acudir al hospital de Arrecife (Tenerife) con hematomas en la mano y en varias partes del cuerpo. Pero, finalmente, se fue sin ser atendida después de que llegara su marido. Ese mismo día, ambos quedaron con unos amigos. 

“Venía quejándose de que se encontraba mal, ya que le había agredido Raúl, enseñándole los hematomas que tenía por los brazos y costillas, teniendo dificultad para andar. Le había dado fuerte, teniendo todo el cuerpo dolorido”, recoge el sumario del caso. Raúl, de hecho, reconoció haber sido el autor de la agresión. Eso sí, de rodillas, le pidió perdón, jurándole que no lo volvería a hacer. 

Raúl y Romina.

Después de aquello, discutieron. Ella, de alguna manera, se lo contó a un amiga. “Aquí está, borde como el solo. Yo creo que es peor”, le dijo, en un mensaje de WhatsApp. Y, el mismo día 31, le mandó un audio a su madre. No volvió para leer las respuestas. Entre las 16:06 y las 24:00 horas, recibió la agresión fatal. 

Al día siguiente, a las 7:30 horas de la mañana, los vecinos escucharon como se movían cosas en la vivienda como si fueran muebles. Después, la mete en la barbacoa de su casa y la intenta quemar. Raúl, en su declaración, reconoció que no podía soportarlo y se metió en su casa. De hecho, uno de sus vecinos se preocupa al ver el humo. Llama a su puerta y le pregunta si pasa algo. “Es un asadero”, le dijo él. 

Después, Raúl habría metido el cuerpo en bolsas y, en días posteriores, habría alquilado un coche para, en pedazos, una vez descuartizada, arrojarla al mar. Fue detenido y metido en prisión sin fianza por homicidio y maltrato.

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