Ángel y Maria José llevaban más de dos décadas casados, sin hijos, viajando por todos los rincones del mundo. Era una pareja de enamorados. Todo cambió cuando en 1989 la esclerosis múltiple llamó a la puerta de la pareja. Entró sin avisar. Ella, una secretaria judicial amante del deporte, se dio cuenta de que su vida ya no iba a ser igual. La enfermedad degenerativa ya estaba dentro de su sistema nervioso. La iría comiendo poco a poco. Él, preso de su amor, supo desde el primer momento que no se separaría de ella. Se perjuró que haría todo lo que estuviese en sus manos para traer un poco de sol a aquella tormenta que estaba a punto de llegar. Pero Ángel, a sus 69 años, jamás se imaginó que la única solución que pondría fin al intenso dolor de la persona que amaba sería ayudándola a morir. Maria José quiso hacer de sus últimos minutos de vida un vídeo que sirviese como testamento vital para hacer que la eutanasia volviese al debate social y político acaparando todos los titulares de este jueves 4 de abril.

"Por y para ella"

Cuando a María José Carrasco, de 61 años, le diagnosticaron la enfermedad la pareja decidió mudarse a una zona verde, tranquila y residencial en Madrid, en el distrito de Moncloa-Aravaca. Eligieron una casa situada en el número 11 de la calle Federico Carlos Sáinz de Robles. Ángel, natural de la ciudad madrileña de Alcalá de Henares, acondicionó su nuevo hogar para el bienestar de su mujer. "Tiró las paredes de tres habitaciones e hizo un gimnasio donde Maria José montaba en bici e intentaba fortalecer sus músculos. Todo era por y para ella", explica a EL ESPAÑOL José, de 71 años, amigo y vecino de la pareja. 

En la imagen, buzón de la vivienda de Ángel Hernández y María José Carrasco.

Uno de los puntos positivos de la urbanización fue que contaba con piscina. "Recuerdo a María José tan guapa y simpática como siempre nadando en la piscina. Aunque ya andaba mal se la veía muy bien en el agua", cuenta a este periódico Carmen García, otra vecina de la comunidad. El delicado estado de salud de la madrileña hizo que aquellos inolvidables viajes que se hacían tiempo atrás se quedasen en un simple recuerdo, pero "siempre que podían se escapaban a su apartamento en Alicante", confiesa José. 

La pareja, recién mudada, ya se había ganado la amabilidad de gran parte del vecindario. Ángel llegó a ser presidente de la comunidad. "A veces veía como daban paseos e iban al teatro, pero cuando la enfermedad empezó a empeorar me la cruzaba en silla de ruedas hasta que, poco a poco, dejamos de verla", explica la mujer. 

Adiós ocio

El alcalaíno es un apasionado de las nuevas tecnologías, leer y la música clásica. "Con la informática era un as. Tenía muchísimos ordenadores en casa y aparatos electrónicos muy modernos", cuenta José. "Le encantaba su trabajo", añade. Era técnico de sonido y vídeo en la Asamblea de Madrid, pero cuando vio que su mujer empezaba a debilitarse pidió la jubilación de forma voluntaria. Ahora únicamente se dedicaría a cuidarla. El poco ocio que la pareja de enamorados se podía permitir se concentró en las cuatro paredes del 5ºB. Con el fin de que María José olvidase su dolor aunque fuese durante unos minutos, Ángel ponía sus discos favoritos y leía en alto las últimas noticias. 

Ermitaños

Empezó a ser raro ver a Ángel en la calle. "Solo salía para hacer la compra. Compraba bacalao, salmón fresco y muchas frutas y verduras. Era lo único que María José podía tomar en forma de puré", explica su amigo José. "Cuando me lo encontraba en el supermercado aprovechaba y me tomaba un café con él", añade. Ahí es cuando Ángel explotaba. "Estaba desecho. Vivían como ermitaños. Su mujer tenía muchísimos dolores y ya estaba pasando por cuidados paliativos. Me contaba que los médicos lo único que hacían era aumentar las dosis de morfina. La vida que tenían era de tristeza y sufrimiento", recuerda el hombre. Siempre que José le robaba media hora a su amigo y se lo llevaba al bar Los Olmos aparecía el mismo tema: "¿Cómo es posible que los políticos no hagan nada?", se preguntaban. 

Ayudar a morir por amor

La pareja perdió toda esperanza. Cuando María José empezó a ser completamente dependiente de su marido se replanteó la idea de acabar con su vida. Ángel no se imaginaba su vida sin ella, pero al final cedió. El pasado octubre Ángel se puso en contacto con algunos medios de comunicación para hacer presión y que se aprobara la ley de eutanasia. Ahora el milagro sería ese. 

"Hace un tiempo Ángel tuvo que estar ingresado porque le operaron de una hernia. Durante ocho días María José estuvo en una residencia sin él. Cuando volvió a casa estaba mucho peor", recuerda el amigo de la pareja. El tiempo pasaba y el Gobierno no hacía nada. En ese momento la mujer decidió que lo haría a su manera. "Ella le insistía muchísimo. No quería sufrir más. Quería morir, pero él jamás se lo planteó. Al final le pudo el amor hacia ella y lo hizo", confiesa José. 

Portal de la vivienda de la pareja en Madrid.

Su marido cumplió con sus deseos. Grabó la muerte y, a cara descubierta, decidió dar el paso ante el adelanto electoral y la suspensión de la aprobación de la ley de la eutanasia. Le dio a su mujer una sustancia letal en un vaso. En el vídeo, adelantado por Cuatro y Telecinco, se aprecia como ella da su consentimiento. Fue Ángel quien llamó a la Policía y pese a ello, fue detenido y este viernes pasará a disposición judicial. 

La grabación fue hecha durante los dos días previos a la muerte de Maria José. El martes 2 de abril aparece la pareja en el salón de su casa y Ángel le pregunta a su mujer si está segura de lo que iba a hacer. Un día después, María José aparece postrada en una cama frente a una pajita. Ella vuelve a confirmar la decisión de seguir adelante con el suicidio y absorbe el pentobarbital sodico que le provoca la muerte.

- ¿Sigues con la idea de que quieres suicidarte?

- Sí.

- ¿Quieres esperar a algo?

- No.

Como ha podido saber EL ESPAÑOL, el hombre grabó durante un año 30 vídeos cada 15 días aproximadamente. En ellos, la mujer reitera en todo momento la intención que tiene de querer morir.  Carmen García, vecina de la pareja, confiesa que todo el edificio está muy afectado con lo sucedido. No saben qué será de él. "Ella se quería suicidar, sino lo hacía era por él. Al final ha llegado un momento en el que no podía mas. Ahora ella ya descansa, pero ¿y él?"

Captura del vídeo en el que Ángel explica la grabe situación en la que se encuentra y mujer y el deseo que tiene de morir.

Hasta 10 años de prisión

El juez, que ha dejado en libertad sin medidas cautelares a Ángel Hérnandez, lo investigará por cooperación al suicidio. El alcalaíno, tras salir del Juzgado de Instrucción número 36 de Madrid expresó ante la prensa que la decisión la tomó recientemente: "Estos cuatro últimos meses han sido cuando lo decidí todo, me lo pedía constantemente. Lo que me importa ahora es que os dediquéis a la gente que tiene este problema porque mi mujer ya ha fallecido, en parte ya no le hace falta. Hay mucha gente que está en esa situación y hay que cuidarla".

"La cooperación al suicidio será castigada con la pena de prisión de seis a diez años si la cooperación llegara hasta el punto de ejecutar la muerte", explica a este periódico Ignacio Sanz, abogado y director del despacho Sanz Cabrejas Abogados Penalistas y añade que "en principio esa sería la pena. No veo que la voluntad de la victima pueda hacer que disminuya o excluya de responsabilidad [a Ángel]. Puede que este caso sea relevante para la concesión de un indulto". El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ya lo ha deslizado en la entrevista que ha concedido en Telecinco este jueves. Ángel se adelantó a la ley de eutanasia y dio a su mujer la posibilidad de decidir cuando poner punto y final a su vida. Ahora la decisión no está en sus manos.

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