“Ahora no nos podemos comer las pastillas de éxtasis con la misma alegría que en el 2000, que te metías 4 o 5 y salías de la discoteca tan fresco. Ahora te las tienes que comer de cuartito en cuartito, como en los viejos tiempos. Si no, te puedes llevar un susto”.
Lo relata Nando, un barcelonés de 41 años y consumidor ocasional de éxtasis. Ahora es tiempo de dosificar y reducir la dosis. Lo contrario es una temeridad. Un peligro. El motivo es que las pastillas de éxtasis (MDMA) que llegan a España son cada vez más potente.
Soundcloud, Tesla o Phillip Plein son los nombres más populares de esta nueva generación de pastillas. Son las herederas de las clásicas Mitsubishi o de los Corazones Azules, las de toda la vida. Y estas sucesoras han entrado en escena pegando fuerte. Las pastillas actuales son, de media, cuatro veces más potentes que hace dos décadas.
Lo relatan los consumidores habituales y lo corroboran Energy Control y la ONG Asociación Bienestar y Desarrollo (ABD). Acaban de presentar el llamado ‘Informe de sustancias’ de 2018. Un documento que recoge los resultados de todas las drogas que analizó el laboratorio de Energy Control en 2018. Los datos sobre el éxtasis son esclarecedores: “Lo habitual hace diez años era que cada pastilla llevase unos 50 miligramos de éxtasis. Las que hemos analizado este año tienen una media de 197 miligramos por comprimido”, explica Mireia Ventura, directora de los servicios de análisis de Energy Control. Casi 4 veces más.
Lo más sorprendente es que cuestan lo mismo que hace 20 años. Ni IPC, ni redondeo del euro, ni gaitas. Lo mismo. El auge de éxtasis en España llegó a finales de los 90. Entonces, una pastilla le costaba al consumidor final entre 1.000 y 2.000 pesetas. Ahora, una ‘rula’ no cuesta más de 10 euros en una discoteca. 1.663 pesetas.
El incremento de la producción y de la oferta desde Holanda (país del que procede la mayoría del éxtasis que llega a España), las tendencias de consumo, el aumento de la información e incluso (atención) la celebración de unos Juegos Olímpicos, son factores que han influido para que lleguemos a este escenario.
2018: récord de éxtasis por pastilla
Cada remesa de pastillas suele llevar un dibujo distinto que las identifica. Las más populares ahora son de color rosa y llevan el logo del diseñador de moda alemán Phillip Plein. Una doble P. “Yo esas no las probé pero las he visto. Me estoy enterando ahora de que hay una marca de ropa que se llama Phillip Plein. Nosotros, como llevan dos letras P, las llamábamos Partido Popular”, prosigue Nando entre risas.
“Pillamos una noche de diciembre cerca del Apolo. El chaval tenía MDMA en pastillas y en cristal (el otro formato del éxtasis: en polvo y se ingiere envuelto en un papel de fumar). Le hicimos la broma de que con el Partido Popular no queríamos nada, pasamos de las pastillas y pillamos cristal. En realidad fue porque nos gusta más. Pero había con nosotros una pareja de guiris que pilló pastillas y a ella la vimos bastante 'chunga' después”, recuerda ahora.
¿Significa eso que la droga viene más adulterada? Al contrario: la cantidad de éxtasis por pastilla está alcanzando unas cotas históricas. “Cada año, más del 50% de las muestras que analizamos vienen adulteradas. Este año, el 94% de las que hemos analizado viene sin adulterar”, afirman desde Energy Control, que ilustran esa nueva pureza con cifras: “De lo que analizamos en 2010, la media de extasis por pastilla era de 79mg. Este año es de casi 200mg”. Es la potencia de la droga, y no el corte, lo que provoca que los efectos puedan ser devastadores.
Estandarte del Bakalao y la Makina
Esto no siempre ha sido así. El éxtasis empezó a llegar de forma regular a España a finales de los 80. Era una de las drogas estandarte en la Ruta del Bakalao valenciana. El éxtasis es una anfetamina que produce euforia, sensación de bienestar y energía. Eso la convertía en una sustancia ideal para fiestas que se prolongaban durante toda una semana. En aquellos tiempos, cada pastilla podía llegar a valer hasta 5.000 pesetas y se tomaban, como apunta Nando al principio de este texto, “de cuartito en cuartito”. Era la época de los Soles, los Corazones y los Tacos Valencianos.
La Ruta del Bakalao creó escuela y Cataluña cogió la estela con la popularización de la Makina: una especie de secuela del Bakalao valenciano con música más acelerada. Mismos mimbres, mismas drogas. Eran mediados de los 90, las drogas sintéticas estaban en su apogeo y el éxtasis se había convertido en la sustancia más popular para la juventud española. Hubo un incremento brutal de la demanda y mucho más brutal aún en la oferta. Las pastillas llegaron a pagarse en la discoteca ‘a talego’ y su proporción de droga era muy inferior. Fue la época de las Volkswagen, las Fido Dido o las Mitsubishi.
Los Juegos de Pekin provocan un terremoto
En 2009, la disponibilidad de esta droga tocó fondo. Las pastillas nunca había tenido unos niveles tan bajos de MDMA ni tan altos de corte. El motivo: los Juegos Olímpicos de Pekín. “Como se iban a celebrar las Olimpiadas, China cerró fronteras en 2009 por seguridad. Eso resultó clave en la producción” cuenta Mireia Ventura. La relación entre dos conceptos tan antagónicos se explica con un tercero: el precursor.
“Para hacer una droga sintética necesitas una serie de sustancias insustituibles. Eso se llama precursor. Es decir, el ingrediente que no puede faltar para producir esa sustancia. En el caso del éxtasis, el precursor era una sustancia denominada safrol que venía casi exclusivamente de China. Como los chinos cerraron fronteras, los laboratorios europeos se quedaron sin materia prima”, resume. A falta de droga, aumentaron las sustancias sucedáneas y adulterantes. En 2009, el 64% de las pastillas analizadas no contenían éxtasis.. Fue la época de dejar las pastillas y pasarse a otras drogas, hecho que agradecieron mucho los productores de cocaína.
Buscando a Heisenberg
Pero esa tendencia se ha revertido en los últimos dos años. Ya no hay problemas con los precursores y cada vez hay más laboratorios. La saturación del mercado ha provocado que los fabricantes holandeses hayan querido diferenciarse doblando la apuesta. Más droga por el mismo precio. Más calidad. Cada laboratorio busca a su Heisenberg (el protagonista de la serie Breaking Bad que fabricaba la metanfetamina más pura). Y en esta carrera han optado por la búsqueda de la pastilla perfecta. Es la época de las Tesla, las Soundcloud o las PP. Estas últimas son las únicas redondas. Las otras tienen otras figuras geométricas y colores. Es lo de menos. En eso influye el molde y el excipiente. El logo de la pastilla es como la firma de su creador.
Los laboratorios de análisis como Energy Control también han jugado su papel en este obra. “El consumidor cada vez tiene más herramientas a su alcance para obtener información. Ahora puede ir a su ‘dealer ‘a enseñarle un análisis que dice que las pastillas que le vendió tienen muy poco éxtasis”, apunta Ventura.
Soundcloud, Tesla y Phillip Plein son las tres más analizadas en Energy Control. Las más representativas de esta nueva generación. “Pero no son las únicas. Ahora son todas muy fuertes. Yo las Phillip Plein esas no las probé, pero un par de meses antes me comí un par con el logo de Audi y también me llevé un susto”, apunta Nando. Un par de pastillas actuales (400 mg de éxtasis) pueden equivaler a 8 de las antiguas (50 mg).
Información que salva
Precisamente para minimizar sustos y maximizar información publica Energy Control este informe anual. El servicio de análisis de estupefacientes es una herramienta útil que en muchos países no disponen. “En Australia, por ejemplo, no existen ni siquiera las políticas destinadas a minimizar riesgos. Eso deriva en que hay gente que se muerte de sobredosis de éxtasis”, concluye Ventura.
Taquicardias, náuseas, rigidez muscular o pérdida del conocimiento son algunos de los síntomas de la sobredosis. “Y la boca, que se te va a Pamplona”, apunta Nando, ilustrando uno de los efectos más conocidos del éxtasis: el movimiento y tensión involuntaria de la mandíbula. El bruxismo (apretar los dientes). A pesar de eso, asegura que va a seguir consumiendo: “Sabiendo que es pureza y no corte, es cuestión de tomar una dosis más pequeña y ya está. Más barato”.