Habla la familia de Andrés, el alumno suicida del Ciudad de Jaén: "Fue acoso, le tocó el malote"
Después de dejar en libertad al supuesto agresor, la Comunidad de Madrid desvincula la muerte de Andrés con un caso de acoso en el IES Ciudad de Jaén.
9 abril, 2019 20:23Andrés decidió acabar con el sufrimiento que llevaba dentro por culpa del acoso de un compañero del instituto que durante meses estuvo insultándole y robándole. Ocurrió el lunes pasado. Esa mañana, sobre las 12.00 horas, este joven de 16 años se quitó la vida arrojándose por la ventana de su domicilio en el barrio madrileño de Usera. "Mamá, me voy, me robaban, me hacen la vida imposible". Fue el mensaje con el que este joven se despidió de su familia.
Días después de que la noticia saltase a los medios de comunicación, tras la detención y puesta en libertad del supuesto agresor, en los que se habló de si se trataba de un caso de bullying o no, como sostiene ahora, en el último caso, la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid. La familia de la víctima, de origen ecuatoriano y afincada en Madrid desde hace unos meses, con la que he podido hablar EL ESPAÑOL, ha desmentido la versión de la Consejería y muchas de las informaciones que se han publicado sobre su hijo para justificar su suicidio, dejando a un lado el bullying que "sí sufrió". "Lo que se dijo al principio es la verdad, claro que fue acoso, le tocó el malote de turno, cuando él solo intentaba adaptarse al cambio de ciudad y de instituto", afirman.
Ese malote de turno es más conocido como El Bolivia. El joven de 17 años, de origen boliviano, que se metía con Andrés y le llegó a robar el móvil e incluso las llaves de su casa, al igual que hacía con otros compañeros del IES Ciudad de Jaén, situado en el distrito madrileño de Usera. "Era lo normal en él", sostenían algunos alumnos del centro, al que la víctima había llegado hacía unos meses y en el que cursaba 4º de la ESO.
Dos días después de que Andrés se quitase la vida, la Policía detuvo al supuesto agresor, siguiendo la pista del mensaje que había dejado la víctima y tras hablar con sus compañeros de clase, que identificaron a El Bolivia como autor del acoso. Si bien, el viernes pasado, este joven de 17 años quedó en libertad. Según pudo saber este diario, El Bolivia ya había protagonizado varios conflictos en el instituto y solía asistir poco a las clases, pasaba gran parte del día en el parque de enfrente del centro junto a dos amigos.
Las primeras investigaciones de la Policía apuntaron que el supuesto agresor "martirizaba constantemente" a la víctima con "comentarios xenófobos". Sin embargo, una vez que el caso pasó a la Consejería de Educación se desvinculó la muerte de Andrés con un caso de bullying, en parte, por los antecedentes de la víctima y por el hecho de que en el IES Ciudad de Jaén se le habían realizado varios test, que no habían dejado entrever que el alumno fuera víctima de acoso escolar.
Varias informaciones también apuntaron que el joven de 16 años se había quitado la vida por diversos problemas, además del acoso escolar: el cambio de residencia -la familia se había trasladado de A Coruña a Madrid hacía unos meses-, varios desengaños amorosos, la separación de sus padres, así como algunos problemas autolesivos y el intento de quitarse la vida en 2016.
Acciones legales contra la Comunidad
Versiones que la familia de Andrés ahora desmiente por completo, enfocando el problema de su hijo únicamente en el bullying que sufría por parte de "ese malote de turno" que le tocó por ir a "un colegio de pobres". Era lo que se podían permitir, "no podíamos llevarlo a un colegio de La Moraleja, claro", apunta su familia, en conversación con este diario.
El joven no se quitó la vida por la separación de sus padres, un desengaño amoroso o un cambio de residencia. "Fue acoso, todo lo que se ha dicho no es verdad. Lo único que hacía era intentar adaptarse a los cambios", indican. La familia de la víctima está indignada y, según precisó a este diario, baraja acciones legales contra la Comunidad de Madrid y el instituto en el que estudiaba Andrés, el IES Ciudad de Jaén.
En el momento en el que la víctima se quitó la vida, el instituto, en el que se producen peleas prácticamente a diario, no tenía el protocolo por bullying activado. El menor llevaba al menos tres días sin acudir a clase y desde el centro se pusieron en contacto con su familia para dar a conocer esta circunstancia, por lo que se mantuvo una reunión con la madre. En ese encuentro, la tutora le explicó que era un buen chico, "con buenas notas, sociable y que no tenía problemas en el centro".
Tampoco los tenía, supuestamente, Arancha. Una alumna que también estudiaba en el Ciudad de Jaén 3º de la ESO. El caso de esta chica fue especialmente sangrante: tenía una discapacidad motora e intelectual. Un compañero de colegio pasó tres meses seguidos acosándola, con golpes, insultos y toda clase de extorsiones. Llegaba incluso a pedirle dinero. Golpes, mensajes, con la palabra "puta". También ella tenía 16 años. También ella saltó por la ventana. Y en su caso, tampoco estaba activado el protocolo por bullying en el centro. Dos muertes en el instituto en menos de cuatro años.
Maria Dolores P. G. (48 años) ha sentido de cerca la última tragedia que ha vivido el centro educativo de Usera. El mismo día que los medios se concentraban en el IES Ciudad de Jaén, esta madre llegaba a la entrada del centro algo intranquila. Portaba en su mano dos documentos. Las dos denuncias que había interpuesto en menos de cuatro meses ante la Policía por el acoso que sufre su hija, de 13 años, en el mismo centro en el que lo sufrieron Andrés y Arancha.
Al principio, tampoco se prestó mucha atención al caso de la hija de María Dolores. Aunque parece que ahora, después de dos denuncias y de todo lo que ha ocurrido en la última semana, el centro le ha dicho que "se va a zanjar ya". Hasta ahora, poco había servido, al parecer, la insistencia de esta madre o los capítulos en los que tenía que recoger a su hija con cuadros de ansiedad o con un nivel de tensión por debajo de 30.
Después de acudir al colegio en varias ocasiones, le dijeron que no podía hacer nada por que la situación de producía fuera del aula, pero que "iban a estar pendientes". Los insultos por las redes sociales, al poco, se convirtieron en amenazas: "¡Te vamos a rajar!".
Con la mente puesta en todo lo que ha ocurrido y los antecedentes del centro, esta madre suspira y esperanzada dice: "Espero que todo esto no llegué a más. No sé que decir, es tanta la impotencia que sientes; pero ella ha sido valiente y estoy contenta, lo único que le pido es que me lo cuente todo porque así estamos a tiempo de ayudarle".