Pesan prácticamente lo mismo que un menor. Están diseñadas a base de silicona para ser lo más reales posible. Llevan pelucas, pestañas postizas y muestran rostros angelicales capaces de simular miedo, inocencia y el resto de emociones de una niña, pero sin sufrir, ni padecer, ni respirar. Son muñecos sexuales infantiles y, en poco tiempo, evolucionarán a robots, o ‘sexbots’. ¿Debe prohibirse o permitirse su uso para que los pedófilos satisfagan sus instintos carnales? En los Estados Unidos aún no han terminado de decidirse.
La llegada al mercado de esta nueva generación de inquietantes juguetes para adultos ha abierto un debate moral y científico que Washington se apresuró a cortar de raíz con un proyecto de ley que prohibiría directamente el comercio y utilización de estas reproducciones de pequeños.
Sin embargo, los ritmos del Congreso norteamericano son lentos. Tras ser aprobada por la Cámara de Representantes, la norma se encuentra atascada desde junio del pasado año en el Comité Judicial del Senado, mientras que la entrada de estos maniquíes de plástico desde países asiáticos va acelerándose.
Muchos imaginarían que los interesados en adquirir estas reproducciones sexuales prepúberes se verían obligados a acudir a alguna suerte de mercado negro o página web oculta. Sin embargo, la sorpresa saltaba hace pocas semanas, a finales de marzo, cuando se conocía la noticia de que al mismísimo Amazon le colaron un anuncio de muñecas infantiles para adultos.
La estatura, de 165 a 170 centímetros. El peso, tres kilos (extremadamente ligero para lo que viene siendo habitual en otros maniquíes). El precio, sólo 85 dólares y sin gastos de envío.
“Perfecta para noches especiales, sexy y seductora”, “fácil de limpiar”, “ayuda a practicar el control de la eyaculación”, “se adapta a distintas posturas”, “muy flexible, no se preocupe por doblarla o romperla”, “materiales saludables y no tóxicos”. Estos eran alguno de los reclamos.
Fue una publicación online conservadora, PJ Media, la que dio la voz de alarma. La información parecía tan increíble que muchos la tacharon de bulo, pero no lo era. El portal especializado en verificación de noticias Snopes lo confirmaba. Amazon parecía haber ofrecido reproducciones a escala de niñas pequeñas para practicar sexo. La distribuidora era una compañía llamada DVKFP, que además garantizaba una entrega discreta del paquete a domicilio.
El anuncio iba acompañado de la imagen de estos ‘juguetes’, una jovencita sin desarrollar, casi sin senos, atada con cuerdas, amordazada y vestida con ropas infantiles desgarradas. La escena parecía la propia de una violación.
Tras saltar la noticia, Amazon eliminó este artículo de sus páginas, lo que no impidió que trascendieran algunas imágenes.
Un portavoz de la compañía reconoció a Snopes que las muñecas habían estado a la venta, pero habían sido suprimidas. “Todos los vendedores deben seguir nuestras pautas de venta y aquellos que no lo hagan estarán sujetos a repercusiones, incluida la posible eliminación de su cuenta. Los productos en cuestión ya no están disponibles”, se limitó a señalar la multinacional.
En teoría, Amazon prohíbe la venta de productos que representan abuso o explotación infantil, o que encarnan a niños o personajes que se parezcan a niños de una manera sexualmente sugerente. Asimismo, los artículos de carácter sexual deben estar distribuidos por un vendedor previamente aprobado por la compañía. La empresa vendedora ya no está activa, lo que no ha impedido que el debate vuelva a surgir.
Al alcance de depredadores sexuales
“En este momento, con unos pocos clics en un ordenador, un depredador puede comprar una muñeca sexual infantil. Esto no sólo es perturbador, sino que también pone en peligro a los más inocentes. Una vez que un abusador se cansa de jugar con una muñeca, el paso hacia probar con un niño real es muy pequeño”. Este fue el principal argumento que usó el representante republicano por Nueva York Dan Donovan cuando impulsó la prohibición en el Congreso el pasado año.
Sin embargo, al no haberse aprobado la ley en la Cámara Alta, de momento no hay delito alguno en anuncios como el de Amazon. El comercio de estas menores de silicona no está aún prohibido a escala federal, aunque ya hay estados que han empezado a legislar al respecto.
El pasado 27 de marzo, el Senado de Florida empezó a tramitar un proyecto de ley que prohibirá vender, prestar, regalar, distribuir, transmitir, mostrar, poseer o publicitar de cualquier manera “una muñeca sexual obscena” que reproduzca a un o a una menor. Tennessee le sigue los pasos.
Mientras, que Amazon haya cerrado la puerta a estos ‘sexbots’ tampoco garantiza que su venta se haya terminado. Según argumentaron los legisladores norteamericanos durante la tramitación del citado proyecto de ley en 2018, generalmente estos muñecos llegan importados de Japón y China, etiquetados habitualmente como maniquíes para evitar su detección en el correo. Esto se ha comprobado en otros países como Reino Unido, donde incluso se han realizado operaciones policiales y detenciones a cuenta de estas compras.
Ataque a la primera enmienda
En concreto, la propuesta legislativa norteamericana conocida como CREEPER (traducido como persona siniestra) veta la importación, el transporte y el uso de “muñecos, maniquíes o robots” que imiten anatómicamente a un menor “destinados a actos sexuales”.
Sus impulsores entienden que existe una correlación entre el empleo de estos ‘juguetes’ y el consumo y la producción de imágenes de abuso sexual infantil. Además, creen que potencian las prácticas pedófilas. Por contra, los críticos con la norma argumentan que poseer estos muñecos no implica la comisión automática de un delito, por lo que su prohibición sería una violación de la Primera Enmienda, el derecho a la libertad de expresión.
Luego está el debate científico. Antes de pasar directamente a su prohibición, algunos
expertos apuestan por investigar si estos niños de plástico servirían como elemento disuasorio a los pedófilos, especialmente ahora que la robótica avanza e incorporará inteligencia artificial en breve. Su idea es examinar si utilizarlos bajo supervisión médica supone una alternativa segura para las personas atraídas sexualmente por los menores.
“Todavía no conocemos las respuestas”, afirmaba a la NCB el doctor Ron Arkin, profesor de robótica en el Instituto de Tecnología de Georgia en Atlanta y experto en interacciones entre humanos y robots. “La reincidencia en los delincuentes sexuales infantiles es un problema importante en la sociedad que debe abordarse, y existe la posibilidad de que la tecnología pueda ayudar con eso”.
La doctora Kathleen Richardson, profesora de ética y cultura de robots en la Universidad De Montfort en Leicester, recuerda que los ‘sexbots’ no han frenado la demanda de prostitutas, y que la mayoría de detenidos por poseer muñecos infantiles en el Reino Unido poseían también pornografía infantil.
El psicólogo Patrice Renaud, de la Universidad de Montreal, considera que los encuentros con robots infantiles en una habitación real serían efectivos como herramienta para ayudar a los pedófilos a aprender a controlar sus impulsos frente a la tentación.
En la política, la opinión es diametralmente opuesta. “Estas muñecas se pueden programar para simular una violación. La sola idea me hace sentir náuseas”, declaró el presidente del Comité Judicial de la Cámara de Representantes, Bob Goodlatte, un republicano de Virginia.
Este debate continuará en los próximos meses, pero otros están aún por llegar. Casi la mitad de los estadounidenses creen que en los próximos 50 años mantendrán relaciones sexuales con robots, aunque todavía no existe un regulación sanitaria al respecto.
Algunos ya fantasean incluso con la posibilidad de legalizar los matrimonios con estas máquinas en 2050 y al tiempo surgen movimientos para defender sus derechos como trabajadoras sexuales, mientras en Canadá empiezan a establecerse burdeles de ‘sexbots’. Bienvenidos al futuro.