El asesinato de Karoline K., la chica rusa de 14 años cuyo cadáver fue hallado con heridas de arma blanca en el cuello, sigue sin resolverse 12 días después de que los vecinos la encontraran en su vivienda de Mataró (Barcelona). Los investigadores, no obstante, creen haber cercado al autor del crimen en el entorno de la familia rusa, afincada en la ciudad del Maresme, según ha podido saber EL ESPAÑOL.
En este sentido, según estas fuentes, las pesquisas se sitúan principalmente sobre la propia familia y sobre aquellas personas vinculadas a su vida desde que llegaron a España, hace aproximadamente un año. La policía catalana trata de esclarecer lo que ocurrió, mientras continua buscando en la ciudad y fuera de ella a Stefan, el hermanastro de la víctima, de 16 años, en paradero desconocido desde el día que encontraron degollada a Karoline.
Él pudo ser la última persona que vio con vida a su hermana o, tal vez, pudo ser testigo de lo que ocurrió. Su desaparición es una de las principales claves del crimen, según sostienen los investigadores.
Los dos hermanos vivían junto a su madre, Olga K., en la calle de Burriac, 83, desde hacía aproximadamente un año. El viernes, 14 de junio, a media tarde, la madre tomó un vuelo a Moscú desde Girona para celebrar allí el 22 cumpleaños de su hijo mayor, que vive en la capital rusa junto a otros dos hermanos más pequeños. Karoline y Stefan, si bien, se quedaron supuestamente solos en la vivienda de Mataró.
Dos días después, Olga, intranquila, llamó a unos amigos de Calella, para que fuesen al piso para comprobar si sus hijos estaban bien, pues llevaba sin saber nada de ellos 48 horas. Cuando entraron e domingo por la noche en el domicilio, junto a un vecino, encontraron a la niña en el suelo de la habitación, boca arriba, degollada, en medio de un mar de sangre. De su hermano Stefan, en cambio, no había rastro por ningún sitio. Doce días después todavía no se sabe nada de él.
Ajuste de cuentas
Las primeras sospechas apuntaron hacia el hermanastro de la menor. Días después, cuando el joven no había dado señal alguna y la madre denunció su desaparición, la policía catalana informó de que en ningún caso se buscaba al menor para detenerlo como sospechoso, sino para "proteger su integridad" a raíz de lo sucedido.
La jueza que instruye el caso matizó que se buscaba a Stefan porque era menor y debía recibir "la protección de las autoridades", pero matizó que se había tomado esa decisión ante la falta de indicios sólidos que le incriminasen en el asesinato de su hermanastra Karoline K.
El mismo día que la policía científica catalana volvió al piso de la familia por tercera ocasión en busca de más pruebas, la comunidad rusa de Mataró, que conocía a Olga y a sus hijos, apuntó a un posible ajuste de cuentas como móvil del crímen, en una entrevista con EL ESPAÑOL. Una hipótesis que cobra fuerza entre los investigadores, y de la que esperan sacar más conclusiones cuando interroguen por segunda vez a la madre de la menor. Y puedan aclarar si realmente Olga K. tenía enemigos en la ciudad del Maresme.
La madre, que volvió a Barcelona tras conocer el suceso, se ha instalado en casa de una amiga en la Costa Brava para no tener que volver al piso de Mataró, que sigue precintado por la Policía. Mientras, su segundo exmarido y padre de Karoline, Joseph K., está en Moscú a la espera de noticias, para "viajar a España cuanto antes", según declaró a este periódico.