Juan Rosales, pintor en Ruter (Córdoba), a primera hora de la mañana, llamó al 091 desde la parroquia Purísimo Corazón de María, en el madrileño barrio de Embajadores, para entregarse a la Policía. Metido en un coche, junto a sus dos hijos, lo confesó todo de carrerilla, sin dudar: había matado a martillazos a Piedad Cruz, su mujer, y después había huido hasta llegar a la capital. ¿Los motivos? Se desconocen, pero todo indica a que hace tiempo que la relación de pareja no iba bien. “De puertas para fuera todo parecía perfecto, pero dentro de casa nunca se sabe”, reconocía un vecino en conversación con EL ESPAÑOL.
Desde Madrid, se avisó a la Policía Local para que entrara en la vivienda de Juan y, en efecto, allí estaba su mujer, en la cama, tumbada, muerta, con claros signos de violencia. La escena, dantesca, se repetía en la provincia de Córdoba, donde es la tercera mujer asesinada en apenas un mes tras los casos de violencia de género de Ana Lucía Da Silva, en la capital, y Piedad, en Iznájar, a la que su pareja disparó antes de quitarse la vida y dejar una carta manuscrita. En concreto, es la mujer número 27 asesinada en 2019 y la 1.002 en el cómputo global, que comenzó en 2003.
“Parece mentira. Un día antes, había estado aquí pintando una casa”, se extraña un conocido de la pareja en Iznájar, el pueblo donde nacieron ambos. Allí, fueron al colegio y empezaron la relación. “Eran buena gente. Él era travieso cuando era pequeño. ¡Lo normal, vaya!”, recuerda un conocido. “Pero quién iba a pensar que fuera a ocurrir algo así”, espeta. Seguramente, nadie, pero lo cierto es que, no hace tanto, habían tenido problemas.
Juan Rosales y Piedad, pasados los 40 años, se conocían de sobra. Ambos llevaban años de relación. Se habían conocido en Iznájar, su pueblo natal, y habían empezado una relación a la que en poco tiempo se incorporaron dos hijos. El primero, lo tuvieron hace 10 años y, después, se separaron. “Tuvieron algunos problemillas, lo dejaron y después volvieron...”. Y, entonces, trajeron al mundo al segundo, de seis años. Aquellos rifirrafes, en teoría, habían terminado.
Pintor conocido en la localidad
“Se les veía contentos y felices cuando daban algún paseo”, cuentan los vecinos. Él era muy conocido en Ruter, donde tenía una empresa de pintura junto a sus dos hermanos; y ella, algo menos: había estudiado psicología, pero no había ejercido. Era ama de casa y se dedicaba a cuidar de sus dos hijos. “Eran tan majos, tan buena gente...”, se lamenta un conocido. “Es una pena”, finiquita. En principio, no había nada que indicara que fuera a pasar algo: no constaban denuncias por malos tratos y nadie los había escuchado discutir.
Pero ocurrió. Juan mató a Piedad a martillazos. Nadie sabe los motivos concretos ni el momento en qué lo hizo –eso lo dilucidará la autopsia–. Pero lo hizo. Acabó con ella a martillazos –aunque también se cree que podría haberlo hecho a cuchillazos– y después huyó. Los vecinos, según cuentan a este periódico, habrían escuchado a los niños llorar a la una de la madrugada. Después, cogió el coche y a los críos y se fue a Madrid.
“No sabemos por qué se le ha ido la pinza”, se sorprenden los vecinos. Pero así, según ha declarado él mismo, ha sido. Juan le quitó la vida a su mujer y posteriormente se entregó. Los niños, atendidos por psicólogos, están a cargo de la Fiscalía hasta que se aclaren las cosas.
Rosales, de momento, seguirá bajo vigilancia policial y el próximo jueves será trasladado, en principio, al Juzgado número 3 de Lucena, especializado en violencia de género y encargado de investigar el crimen. Una vez más, la lacra de la violencia de género aumenta sus números sin justificación de ningún tipo.
Piedad es la decimoctava mujer asesinada este año por su pareja o expareja. En España, en 2019, también han sido asesinadas Mónica, de 29 años; Piedad, de 51 años; Juana Ureña, de 47 años; Irene López; Nelea, de 22 años; María Soledad Bobet; Gloria Tornay Naranjo, de 58 años; María José Aboy Guimarey, 43 años; Estrella Domínguez, 63 años; Sheila Chazarro Moyano, 29 años;Daría Oliva Luna, 20 años; Rosa María Concepción Hernández, 60 años; Rosa Romero Rueda, 69 años;Rebeca Santamalia, de 47 años; Romina Celeste, de 28 años; Leonor Múñoz González, de 47 años; Rebeca Alexandra Cadete, de 26 años. La serie 'La vida de las víctimas' contabilizó 47 mujeres asesinadas en 2018 y 53 mujeres en 2017.