- Yo entiendo que un abogado pueda defender a cualquiera, pero en este caso chirría mucho. Comete un acto de hipocresía increíble.
Jesús Bernabé, sevillano de 44 años, no ve a su hijo desde 2012, cuando el chiquillo tenía poco más de dos años. Ahora tiene nueve. Desde entonces, la madre del niño, con la que rompió la relación un mes antes de que naciera el bebé, le impide mantener contacto con él pese a que la justicia ha fallado en favor de Jesús en tres ocasiones. A la mujer, secretaria judicial, la defiende el despacho de abogados que el controvertido magistrado y diputado andaluz por Vox, Francisco Serrano, abrió durante los años que estuvo inhabilitado para impartir justicia. Ahora el juez se encuentra de baja laboral después de que su partido le haya dado la espalda por sus comentarios machistas a raíz de la sentencia de ‘la Manada’.
“Su falta de ética es tremenda, o quizás tendría que decir que su ética es una en la política y otra cuando hay dinero de por medio de un cliente”, continúa Jesús. “En ese caso, el juez se pone la toga de abogado y abandona su causa en favor de los padres maltratados como yo, a los que supuestamente dice defender”.
El caso de Jesús Bernabé pone de relieve la doble vara de medir del juez Serrano. Desde 2015, cuando ya había dado el salto a la política -fichó por VOX un año antes-, empuñó ante la sociedad la bandera en contra de un supuesto, e injustificado, movimiento feminista en España que, con resortes en la Justicia, estaría castigando a los hombres a través de condenas injustas.
Tres años antes, en 2012, había fundado su propio bufete, Serrano Abogados. En 2014, cuando todavía estaba inhabilitado como juez por ampliar el régimen de visitas de un menor en favor de su padre para que el niño pudiera salir en la procesión de la madrugá de Sevilla, el aún hoy diputado andaluz en los asientos de VOX puso en marcha la campaña ‘Mujer, sé honesta, denuncia cuando se deba y no cuando convenga'.
Serrano afirmaba defender “a la verdadera mujer maltratada" frente a aquella que denuncia de manera falsa “porque le conviene por distintos intereses". El dato en el que no ponía la mirada era en que sólo el 0,01% de las denuncias por maltrato son falsas, según la memoria de la Fiscalía General del Estado.
Sin embargo, de cara a la opinión pública desde entonces Francisco Serrano ha emprendido una cruzada contra un supuesto “supremacismo feminista”. Tras conocerse el fallo contra los cinco violadores de San Fermín, dijo en su muro de Facebook: “Hasta un gatillazo podría terminar con el impotente en prisión (...) Es una sentencia dictada por la turba feminista supremacista (...) Es un torpedo directo contra la heterosexualidad, contra las relaciones libres entre hombres y mujeres (...) La relación más segura entre un hombre y una mujer será únicamente a través de la prostitución”. Más tarde pidió disculpas, se retractó y aseguró que esas palabras las había escrito un afiliado de VOX que en ocasiones le gestionaba las redes sociales.
Vox anunció medidas disciplinarias de seguir el pulso. Esas palabras pueden suponer el adiós de Serrano a la política, la opción que ya dan por hecho en su propio grupo parlamentario. Pero la ideología no parece importarle tanto al juez cuando se trata de ganar un cliente para su despacho, convertido en un bufete de referencia en la capital andaluza para los “padres maltratados", a los que les dedicó su último libro, La dictadura de género.
"No puedo disfrutar del niño"
Jesús Bernabé dejó de ver a su hijo cuando el niño tenía dos años y medio. Él y la madre se conocieron en Cazalla de la Sierra (Sevilla), de donde eran los padres de ella y él tenía una casa familiar y una finca con caballos. Comenzaron una relación y la pareja de Jesús se quedó embarazada. Cuando le faltaba un mes para dar a luz, Jesús rompió con su novia, unos años más joven que él.
El hombre cuenta que nunca quiso desvincularse del niño. Decidieron abrir una cuenta en común para los gastos del bebé. El acuerdo fue que él ingresaría 250 euros mensuales. La expareja de Jesús cerró la cuenta al mes siguiente.
Jesús, desde entonces, deposita esa cantidad de dinero en una cuenta abierta a través de una notaría. “Mi compromiso como padre con mi hijo no tiene nada que ver con que se rompiera la relación con su madre”, explica este hombre que trabaja como representante de una empresa de venta de maquinaria agrícola. Vive en La Rinconada, al norte de Sevilla. “Ella ha hecho que yo no pueda disfrutar de él, ni él de mí”.
Jesús decidió demandar a su ex cuando el niño estaba cerca de cumplir cinco años. Por ese tiempo la madre ya no permitía tampoco que los abuelos paternos pudieran ver a su nieto. En marzo de 2017, el Juzgado de Primera Instancia número 17 de Sevilla fijó una hora semanal para que padre e hijo pudieran volver a establecer contacto. Ambos lo harían en presencia de la madre, quien seguiría manteniendo la guardia y custodia del nilo. El fallo judicial la obligada a permitir que su padre biológico viera al hijo que ambos tuvieron en común. “Supongo que poco a poco el juez nos habría ampliado ese tiempo para estar juntos. Pero no nos permitió ni esa hora”, se lamenta el padre.
Durante el juicio previo a esa primera resolución, el por entonces juez inhabilitado y abogado en ejercicio, Francisco Serrano, fue quien ejerció la defensa de la madre del menor. Tras conocer esa primera sentencia, la ex de Jesús decidió incumplirla. Recurrió ante la Audiencia Provincial de Sevilla, que volvió a fallar en favor de Jesús. Más tarde presentó un recurso ante el Tribunal Supremo. El TS decidió su archivo. Jesús ganaba por tercera vez. “No entiendo cómo en el despacho del abogado de mi ex no tratan de hacerla entrar en razón”, dice Jesús.
Por ahora, a Jesús de nada le ha servido que la Justicia le dé la razón en su lucha por ver a su hijo, al que se acerca de lejos, cuando está en el parque o jugando a fútbol, y lo graba con su móvil desde el coche por temor a que la madre reaccione con él de manera hostil. Tras dos años sufriendo una depresión -uno de ellos de baja laboral- sigue sin poder abrazar a su único descendiente.
“Ahora sólo me queda acudir a la vía penal”, explica este padre.“Tengo miedo de que el niño cumpla los 12 años, que un juez ordene un careo conmigo y, por culpa de la madre, me diga que no quiere saber nada de mí. Soy consciente de que cada día que pasa me va a ser más complicado recuperar una relación sana y normal con él”.
Jesús, que ha contratado los servicios del despacho Garoña y Asociados, en Sevilla, nunca pensó que enfrente tendría al hombre que ha protagonizado parte de la actualidad política de las últimas dos semanas. Si, una vez se cumplan los 30 días de baja, Francisco Serrano deja el acta de diputado, podría incorporarse a su plaza en el Juzgado número 13 de Sevilla, donde tomó posesión en abril de este año e, inmediatamente, cesó para continuar con su actividad política.
Reclama medio millón de euros
En 2011, el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) inhabilitó al juez Serrano por prevaricación en una sentencia sobre la custodia de un niño al que permitió quedarse con su padre para salir en procesión de la Semana Santa sevillana. Al año siguiente el Tribunal Supremo elevó su condena a 10 años por prevaricación dolosa y por actuar de manera injusta. Finalmente, en 2016 el Tribunal Constitucional revocó ese fallo y mantuvo la inhabilitación en dos años. Ahora él reclama una indemnización de medio millón de euros por los tres años que no ejerció de juez. Serrano está a la espera del recurso que presentó en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo sobre su inhabilitación, que él considera ilegal.
Desde que recaló en Vox su discurso se hizo irreconocible. Varios compañeros de profesión y también abogados que han tratado con él cuentan que desde joven fue firme en atacar el maltrato a la mujer en el ámbito familiar, pero que cuando los legisladores pusieron el foco en la violencia psicológica, allá por 2004 -cuando se crearon los juzgados de violencia de género- empezó a cambiar su posición.
En 2009, una veintena de asociaciones de mujeres solicitaron al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) que le abriera expediente por considerar que actuaba “como altavoz” de los maltratadores. Él siempre ha sostenido que se siente “víctima del yihadismo de género”. Ahora, en cambio, defiende a una mujer que, pese a tener tres fallos en su contra, sigue impidiendo que su ex vea al hijo que ambos tienen en común.
El despacho lo gestiona su hija
Serrano Abogados, el despacho de Francisco Serrano, abrió en 2012, cuando se dio de alta en el Colegio de Abogados de Sevilla. El bufete está abierto a nombre de la mayor de sus dos hijas, María Serrano Mestre, de 24 años. El magistrado está casado desde mayo de 1991 con la abogada María José Mestre, licenciada en Derecho por la Universidad de Sevilla, donde, pese a haber nacido en Madrid, también estudió el juez-abogado-político.
El matrimonio reside desde hace años en Sevilla, aunque también vivió en Huelva hace dos décadas ya que la carrera judicial de Serrano comenzó en 1990 en los juzgados de Valverde del Camino. Durante los primeros años de la década de los 90 (1992-1998) su mujer fue secretaria sustituta en los juzgados de la capital de dicha provincia.
Serrano es un firme defensor de los toros, de la caza, de la Semana Santa, aboga por la derogación de la Ley de Memoria Histórica y por una modificación sustancial de la Ley de Violencia de Género. Suele veranear en las playas de Chipiona (Cádiz) y toda su familia es asidua a la Feria de Sevilla. Su hija Rocío pequeña, como él, se muestra contraria al aborto en sus redes sociales.
Francisco Serrano está desligado de casi todas las empresas que creó después de ser inhabilitado como juez. Su nombre sólo aparece vinculado a Marbella Law Office SL, una gestoría en Puerto Banús (Marbella, Málaga) de la que es administrador solidario.
Ahora podría dejar la política. Desde el pasado 26 de junio se encuentra de baja por depresión. Su partido, de forma interna, lo empuja a que se marche. Si decide continuar trabajando como abogado y no como juez, tal vez se vuelva a encontrar con Jesús, el hombre que ha dejado de creer en él.