En la anterior entrega explicamos cómo un peluquero de Benicarló llamado Reinaldo Colás, alcohólico y despechado por una ruptura sentimental, manipula en 1997 a sus hijas de 5 y 3 años para que afirmen que el nuevo novio de su madre las viola. En el proceso se encuentra con un embaucador, Antonio Toscano, junto al que urde una ficción: una secta satánica que viola y asesina a niños de la Comunidad valenciana en el Bar España. Este caso llegó a los tribunales.
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El Caso Bar España llegó a contar con casi una veintena de denuncias por violación y abuso de menores. Pero el expediente llegó a la justicia en 2005. Y todos aquellos que consintieron formar parte de aquel sainete y denunciaron en su momento, se echaron atrás. Todos retiraron las demandas cuando el tema llegó ante el juez. Todos salvo Reinaldo Colás, que fue hasta el final.
Los jueces no vieron nada punible. No había caso. Los forenses que examinaron a los niños que decían haber sido violados no encontraron ningún indicio de ello, tal y como aclaró Carlos Cuadrado, Presidente de la Asociación Profesional de Criminólogos de España en una entrevista sobre el tema en Intereconomía. Los cinco menores presuntamente asesinados no fueron reclamados por ninguna familia, ni sus supuestos cadáveres encontrados jamás. No existían. Sí que se encontraron unos huesos enterrados en el patio trasero del Bar España, pero el Instituto Nacional de Toxicología concluyó que no podía ni asegurarse siquiera que fuesen restos humanos. No había una sola prueba de que aquellas ceremonias satánicas hubiesen existido nunca.
La justicia había hablado y había sido clara: el Caso Bar España nunca existió. Reinaldo Colás fue el único que entró en prisión por aquello. Lo acabaron condenando a 15 meses de cárcel por denuncias falsas, calumnias y difamaciones. “Cumplió solamente 3 o 4, pero se arruinó entre las multas y las costas judiciales. Después de eso volvió a caer en depresión y a beber mucho”, recuerda su hija T. Colás.
Antonio Toscano sí que salió limpio, porque él no denunció. Previamente había montado una fundación junto a Colás llamada AVSIC para ofrecerse a las fuerzas de seguridad con el objetivo de ayudar a destapar tramas de pederastia (su obsesión). Pero con la fundación no logró engañar a nadie. Tras intentar enredar en el caso Madeleine, Antonio Toscano fue expulsado de una ONG por impostor y actualmente está fuera del foco.
Fase 3. Difusión
El caso podría haber muerto ahí. Pero a principios de esta década, cuando parecía que el suflé había bajado, algunos conocidos internautas especializados en propagar bulos y difundir teorías conspiratorias rescataron la historia y la publicaron en conocidos foros. Montaron los vídeos que había rodado Toscano con Colás y los colgaron en sus blogs personales.
La justicia volvió a pronunciarse al respecto: todos los pseudoinvestigadores que habían dado difusión en internet al bulo fueron condenados. A cuantiosas multas de hasta 40.000 euros y a retirar los contenidos de sus páginas. El Caso Bar España fue una gran mentira y así lo dejó claro la justicia. Sin embargo, esta propagación de principios de esta década consiguió plantar el germen en el lado más oscuro de internet. Y el bulo fue creciendo hasta que se viralizó.
La Manada
Las condenas volvieron a enfriar el caso, pero lo rescató recientemente un director de documentales. Se llama Valentí Figueres y su trabajo más conocido es un documental titulado “El efecto K. El montador de Stalin”. Figueres, valenciano, escribió un guión de ficción sobre un caso parecido acerca una trama de pederastas. Dice que fue así como se encontró la historia del Bar España, se la creyó y decidió empezar a rodar un documental llamado ‘La Manada’ en el que pensaba denunciarlo todo. Se reunía con Reinaldo Colás a menudo, ya muy enfermo a causa de un cáncer de hígado.
TV3 le hizo a Figueres una entrevista para el programa 30 minuts, hablando sobre el documental y aprovecharon en ella para darle a España, explicando que "es un país en el que no dejan investigar este tipo de casos". También le hicieron una en el diario catalán ARA. Allí fueron más vivos; sabedores tal vez de que el Caso Bar España es una patraña, prefirieron curarse en salud y titularon: "Bar España: un caso demasiado atroz para ser creíble".
Anunció Figueres el documental que se estrenaría a mediados de este año. Pero ese estreno nunca ha llegado. EL ESPAÑOL se puso en contacto con él para preguntarle por qué no salía el documental. Nos atendió solo una vez porque lo llamamos sin que conociese el número y le pilló de sopetón. Visiblemente nervioso, adelantó que no iba a dar declaraciones. Pero dijo que no estrenaba por miedo, porque le habían advertido de que, por su bien y el de su familia, no sacase eso a la luz. Dejó a entender que estaba amenazado.
En EL ESPAÑOL le dimos la oportunidad de denunciarlo. Y se la volvemos a dar. Que señale quién le amenaza. Que si hay una logia asesina que quiere matar a tu familia, qué mejor que denunciarlo públicamente para que todo el mundo esté advertido de lo que podría pasar, a ver si los malos desisten. Quedamos en volver a hablar más adelante, pero Figueres no ha vuelto a contestar a ni uno solo de los mensajes que le hemos enviado.
Es posible que Figueres en realidad no haya estrenado porque sabe que el Caso Bar España es un gran bulo y que se pillaría los dedos si lo sacase a la luz. Que lo que le iba a caer no es un premio sino una condena por difamación o calumnias. Tal vez, por deferencia hacia la gente que esperaba el documental, podría dar las explicaciones pertinentes. Aquí le volvemos a invitar a que lo explique en nuestras páginas.
Espectáculo macabro
“Valentí Figueres estuvo en el funeral de mi padre, se puso al fondo y lo grabó todo con su tablet, sin ningún respeto”, recuerda con rabia A. Colás. “Nos dieron unas ganas de pegarle…” reconoce su hermana T. No fue el único incidente del funeral. "Una amiga de mi padre llamada Nuria empezó a pegar gritos y a decir que ese ataúd merecía una bandera, porque Reinaldo era un héroe. Todo fue muy desagradable”, coinciden las hijas de Colás. Un espectáculo absolutamente bochornoso y macabro durante un entierro. Porque Reinaldo Colás murió el pasado 2 de diciembre de 2017, víctima de un cáncer de hígado, producto de sus excesos con el alcohol.
“Yo sí que seguí teniendo relación con mi padre después de toda la movida. En cuanto cumplí 18 años y finalizó la orden de alejamiento”, explica T. Colás. “No sé por qué. Porque es mi padre, porque sentía con 18 años, casi adolescente, tenía que estar con él… Hasta estuvimos un tiempo viviendo juntos. Siempre me he enfrentado mucho con él y le decía que si volvía a sacar aquel tema me largaba. Pero sí, sí que he tenido relación con él hasta que se ha muerto”.
“De mi padre se aprovecharon. Yo no digo que sea un santo, pero se aprovecharon. Le encantaba que lo adulasen. La gente lo sabía y le venían con el cuento a casa. Uno que decía que era abogado y que le iba a conseguir una indemnización por un tema del juicio. Que necesitaba 1.000 euros y le iba a ganar ese juicio. Le bailaban un poco el agua, mi padre se lo creía… y le levantaban los 1.000 euros”, resume T.
Reinaldo reconoce
“Mira, en sus últimos días, mi padre tuvo algunos momentos de lucidez. A mí me reconoció que había muchas cosas de aquella historia del Bar España que no le cuadraban. ¡A él, que era el que se lo había inventado! Que no le cuadraban… Él sabía que había hecho cosas mal que nos habían jodido a nosotras. Pero no sabía exactamente qué”, cuenta T.
Reinaldo ha muerto, pero su invención ha resistido al tiempo. No sólo eso, sino que se ha revitalizado a rebufo del caso Alcàsser, suceso de actualidad estos días por varios acontecimientos. El asesinato de las tres niñas fue obra, según esta perversa invención, de los mismos que violaban niños en el Bar España. Y eso provoca que siga al viacrucis de T. y A., que la gente las busque por las redes, que su nombre esté relacionado con unas violaciones que nunca sucedieron. De vez en cuando tienen que aguantar que venga algún periodista pesado a preguntarles cómo fueron aquellos abusos. “Nunca hubo tales abusos. Nosotras no hemos podido explicarnos hasta ahora. Cuando nos han contactado de los medios ha sido dándole tal credibilidad a aquella mentiras”.
No sólo eso. “A veces conocemos a alguna persona, busca nuestro nombre en internet y enseguida ya te pregunta que pasó con aquello, si éramos nosotras. Y pffff… a mí me da una pereza terrible. Pero es que mi hermana lo pasa peor. Ya no sabemos qué hacer".
De derecha a izquierda
Y aunque hasta Reinaldo Colás acabó reconociendo a su hija sus errores, el Caso Bar España tiene más vida que nunca. Es curioso cómo este bulo ha sido utilizado con fines políticos y se ha desplazado de derecha a izquierda. Cuando surgió la leyenda, su veracidad era muy defendida por sectores de la derecha más extrema y por la iglesia, que no veía mal lo de meter miedo con cuentos de sectas satánicas por Valencia. La Valencia de los 90, de la libertad,el bakalao y las drogas. El lugar de las perversiones en España era un sitio peligroso porque adoradores de Belcebú podían violar a tus hijos.
Ahora la cosa ha cambiado. Es la nueva izquierda magufa la que empuña esta historia. La antivacunas, la de la homeopatía y la que bebe leche sin pasteurizar. La de Beatriz Talegón, que pide que se investigue el caso, sin preocuparse de comprobar que ya está todo investigado. Mónica Oltra se embolsó un buen puñado de votos comprometiéndose a llegar hasta el fondo de este asunto. La implicación de personajes del PP como Fabra o Camps en esta trama e incluso la utilización independentista del caso (Figueres, reconocido indepe, denunció en TV3 que España es un país en el que no se puede investigar) han hecho que el caso cambie de orientación política.
"Hay que ser valiente e investigar el Caso Bar España", repiten machaconamente internautas en foros y redes sociales. "Sí, lo más valiente es reconocer que el caso fue una farsa. Decir que no existió te va a convertir para ellos, para los que creen en el caso, en un implicado más. Un esbirro del poder, un perro a sueldo de Fabra. Te acabarán metiendo a ti también en una trama satánica", advierte uno de los usuarios de burbuja.info, tal vez el foro donde más se ha trabajado para desentrañar este bulo. Allí, al final, afrontan con cachondeo cada hilo nuevo que vuelve a abrir sobre el tema algún advenedizo: "Solemos decir que el bracito de gitano del Bar España es delicioso".
Lo dicen en relación a la farsa de que Carlos Fabra una noche, vestido con una túnica, se puso a recitar oraciones en latín y le pegó dos tiros a un niño gitano. Fabra pasó por los juzados en mayo por este motivo, sí, pero para explicar que va a llegar hasta el final con las querellas por calumnias y difamaciones. Porque Fabra habrá hecho muchas cosas (y por ellas ha estado en prisión, no tiene sentido seguir pensando en una presunta inviolabilidad de Fabra), pero lo de que se cargó a un gitano tiene fisuras.
Los cabos sueltos
Los defensores de que esta historia existió siguen insistiendo en los cabos sueltos de la historia. Por ejemplo, en unos huesos que en efecto se hallaron durante los registros (porque todo aquello se registró y se investigó) en el patio trasero del Bar España. Los restos fueron debidamente analizados por el Instituto Nacional de Toxicología, donde ni siquiera pudieron llegar a determinar que fuesen humanos, tal y como detalla el siguiente documento.
Otra subleyenda que corre por dentro del Caso Bar España (una especie de spin-off) es la de la enfermera que supuestamente curaba a los niños de sus desgarros y golpes. Se llamaba Alicia Martínez. Cuenta la historia que, cuando se hartó de tal barbarie, se plantó y amenazó con denunciarlo. Tras eso, fue vilmente asesinada. Ardió dentro de su coche en llamas, mientras los pdoeres fácticos trabajaban para disfrazarlo de accidente.
Carlos Cuadrado, presidente de presidente de la Asociación Profesional de Criminólogos de España, lo aclara: "Cuando hay un suceso de este tipo, policía científica trabaja en conocer si de verdad ha sido un accidente o no. Ellos dijeron que fue un accidente. Si hay un informe forense que dice que fue un accidente y una investigación policial que dice que fue un accidente, no tengo motivos para pensar que no fue un accidente", explicaba en el programa "La redacción abierta" de Intereconomía. "¿Pero esta mujer realmente curaba a niños violados?", le preguntaba el presentador. La respuesta, esclarecedora: "Lo único que sabemos es que esta mujer trabajaba en el ámbito sanitario. Es lo único que se puede afirmar sin equivocarte a día de hoy". Es decir: aprovechando que el Turia no pasa por Castellón, desde la sala de máquinas del bulo se aprovechó el accidente de tráfico mortal de una enfermera y se integró en la leyenda.
Pero lo más inquietante es lo que sigue explicando Cuadrado, que sería otra subleyenda dentro de la subleyenda (ojo al lío): "Hay una versión popular que dice que hay gente de los pueblos que se creyó realmente que esta persona estaba involucrada en los casos y fueron ellos los que la mataron. Pero yo prefiero creerme la versión científica", concluye. Grave sería que eso hubiera sido cierto. Es decir, que una mujer hubiese fallecido porque una turba descontrolada se hubiese tragado un bulo. Pero en esta casa, como en la Asociación Profesional de Criminólogos de España, preferimos creernos la versión de policías y forenses.
Aclarado entonces: ni se echan en falta cinco niños que supuestamente murieron (nadie los ha reclamado), ni están denunciadas sus desapariciones, ni se hallaron huesos humanos en el bar. Y la enfermera murió en un accidente. Carlos Cuadrado tampoco se cree el bulo del Bar España. Ni siquiera se lo creía Juan Ignacio Blanco, que siempre rechazó la veracidad de la historia y vínculo alguno con Alcàsser.
El Bar España, hoy
"El Bar España no existe desde hace tiempo", declara hastiado, su actual propietario, que no quiere ni dar su nombre. Se refiere a que ya no se llama así. El establecimiento pasó por varias manos antes de llegar a él. Lo regenta desde hace una década, le cambió el color verde de la fachada por el azul, y el nombre de Bar España por el de Restaurante Mediterráneo. Aun y así, a menudo se acerca gente al bar a preguntarle qué pasó con lo de las violaciones.
El nombre y el color han cambiado, pero adentrarse hoy día en el establecimiento es como meterse en una máquina del tiempo. Un lugar que sigue teniendo las mismas baldosas que se llevaban en los 90. Que sigue manteniendo las aceiteras que se llevaban en los 90. Las rellenables, esas que ya están prohibidas por ley. El (antes llamado) Bar España no es un lugar apto para instagramers, por lo básico de sus platos. Pero sirven menú diario, hacen buena carne a la brasa y están "cansados de toda esta tontería. Yo tampoco creo que pasase nada, porque cada vez meten a más personajes en la historia. El último fue un alcalde de aquí cerca. Pero si pasó me la suda, también te lo digo claramente", sentencia su nuevo dueño.
Su hija está "harta de llamar a Google para que nos cambien el nombre, que en internet sigue saliendo como Bar España. Pero no hay manera. Y es que hasta en las noticias, cuando hay un accidente por aquí cerca, sale en la radio: "accidente en la N-340, a la altura del Bar España". Y oye, que al lado también hay una tienda de tresillos y otra de bicis. No entiendo por qué esta obsesión con nosotros". Ellos son las otras víctimas indirectas del Caso Bar España.
Conclusión
Conclusión: ¿Existe el caso Bar España? Por supuesto que existe. Se trata de un bulo creado por un peluquero con problemas mentales y alimentado por un contrastado farsante. Entonces, si fue un fraude, ¿por qué darle espacio en un periódico? Porque ha sido el bulo más grande de la historia de la crónica negra de España. Porque el fraude ha trascendido la esfera de internet, ha llegado a sede judicial y ha sido usado recientemente por gente del ámbito de la política para su propio beneficio. Todo aquello fue juzgado y aclarado.
¿Se abusó de niños con problemas? Sí, se abusó, desde el momento en el que estos liantes obligaron a menores de edad y a personas con discapacidad y situación de exclusión a confesar unas violaciones que nunca existieron. ¿Están sufriendo todavía las víctimas? Cada día. Las vidas de T. Colás, su hermana A. y su madre, han estado marcadas desde hace más de 20 años por esta mentira que sólo les ha traído disgustos y sinsabores. No quieren popularidad. No quieren que salgan sus nombre, ni sus caras. Pero ya estaban muy cansadas de este circo. Ahora han hablado y les han explicado cuál fue el verdadero Caso Bar España.
Y no, Carlos Fabra no mató a ningún gitano.