La sentencia condenatoria al teniente Corona por acoso sexual, abuso sexual y trato degradante a una subordinada ha sido un mazazo para la exitosa historia de la Escuela de Paracaidismo Menéndez Parada y ha mancillado el expediente inmaculado de la Patrulla Acrobática de Paracaidismo del Ejército del Aire (PAPEA). Y ha generado, por supuesto, una enorme controversia.
El teniente fue condenado la semana pasada por un tribunal militar por unos hechos absolutamente denigrantes. Seis años y medio de prisión por masturbarse delante de una soldado en su despacho, en distintas y repetidas ocasiones. La abordaba a solas y le soltaba frases como "mira cómo me pones", "te gustaría comérmela". En esos momentos, las escenas de acoso transcurrían con el teniente masturbándose delante de la soldado. Ella siempre se opuso, pero él la forzó en distintas ocasiones. Y en distintos lugares. Ella, por desgracia, estuvo de baja por las secuelas psicológicas posteriores a lo ocurrido. Ahora él ha sido condenado.
Corona no era un cualquiera. Formaba parte de lo que en el argot se conoce como ‘Olimpo paraca’, un término que se utiliza en la Base Aérea de Alcantarilla (Murcia). Contaba con ocho condecoraciones en su hoja de servicios en las instalaciones y era uno de los 15 paracaidistas que en el lejano año 1978 fueron seleccionados para fundar la unidad más laureada de las Fuerzas Armadas Españolas.Un hombre con medallas, con prestigio en su trabajo. Prestigio que usó para intimidar a su víctima cuando estaban solos.
En la PAPEA están reunidos los mejores saltadores, capaces de lanzarse desde helicópteros o globos. Es el motor de la selección nacional de paracaidismo. La escuela posee más de 60 trofeos en competiciones internacionales, así como dos récords mundiales de figuras en formaciones en caída libre en 1991 y 1997. Y uno de ellos era el teniente en cuestión.
Ese aura de intocable se esfuma ahora tras la sentencia del Tribunal Militar.Con ella se convierte en el ‘ángel caído’ de la Base Aérea. El abogado de la víctima ha solicitado una modificación del fallo para que incluya como pena accesoria la pérdida de empleo del teniente, la pérdida de su condición de militar.
Esta situación pondrá fin a los servicios que Fernando Corona Aroca empezó a prestar en las instalaciones de Alcantarilla. Se inició de jovencito, el 18 de octubre de 1973. Por aquel entonces, ni su corta estatura ni su marcada delgadez supusieron un hándicap. Con solo 17 años decidió convertirse en militar de carrera y someterse a duras sesiones de instrucción. No quería ir a clase, como hacían la mayoría de jóvenes alcantarilleros, al único instituto que en ese momento tenía la localidad: el IES Francisco Salzillo.
Ya por aquel entonces tenía esa mala fama. “Con sólo mirarte te desnudaba con la mirada”, comenta una exalumna del citado instituto a EL ESPAÑOL. Es una vecina de la localidad que conoció al teniente cuando tan sólo era un adolescente que residía cerca de la fábrica de Hero, en el Barrio de Santa Rosa.
La mala fama
El teniente Fernando Corona Aroca nació en Alcantarilla el 26 de marzo de 1956. Ya en aquellos primeros años empezó a lucir un característico bigote castrense.Se jactaba de su patriotismo, mostraba un gran respeto por los mandos superiores y cuidaba su físico acudiendo al gimnasio. Entretanto, proseguía con su formación como ‘paraca’, tal y como refleja el apartado de títulos, diplomas, especialidades y cursos de su hoja de servicios a la que ha podido tener acceso EL ESPAÑOL.
En 1975 culminó su formación. Se había especializado en defensa, seguridad y apoyo, junto a sus habilidades para los denominados saltos ‘manualistas’. Todo ello le valió al entonces cabo primero Corona para convertirse en uno de los 15 elegidos por el Ejército del Aire (EA) para crear en abril de 1978 la unidad PAPEA en Murcia.
A la generación de Corona se le encomendó "dar un empuje al paracaidismo en el Ejército del Aire, que estaba tocando fondo". Así aparece en un artículo de la Revista de Aeronáutica y Astronáutica firmado por el coronel Tajadura, que en 1978 fue el primer capitán de la unidad del teniente acosador. La disminución de efectivos y el fallecimiento en accidente paracaidista del jefe de la Sección de Pruebas y Exhibiciones de la Ezapac había dejado aquel cuerpo bajo mínimos. “Fue una generación de pioneros”, corrobora un periodista especialista en temas militares. “Salían a campeonatos mundiales y europeos con pocos medios en comparación con sus homólogos americanos o alemanes y les mojaban la oreja. Eran muy buenos técnicamente y tal vez un poco temerarios”. Nuestro protagonista era uno de ellos.
“Ser un buen ‘pistolero’ estaba bien visto”
Corona iba ascendiendo al mismo ritmo que surgían los comentarios por la base en torno a su altanería, sus miradas inapropiadas o su talante machista para con las mujeres. “Era un ‘picaflor’, pero ser un ‘pistolero’ estaba bien visto en el Ejército”, comenta desde el anonimato un exparacaidista que en los 90 estuvo destinado con Corona.
El carácter chulesco de Corona le acompañó desde su juventud hasta la madurez. Y hasta el acoso a una de sus subalternas. Sirva como ejemplo la anécdota que cuenta este exparacaidista. Los hechos transcurren en una noche de maniobras. “Era un poco pelota con los mandos superiores, pero no era de los que puteaba a los que él tenía por debajo. Eso sí, era más chulo que un ocho. Recuerdo que una vez teníamos que ir a balizar una zona para un salto en paracaídas. Corona se fue a cenar a un restaurante de Calasparra y nos dejó a nosotros por el campo después de darnos un vaso de leche con coñac para calentarnos”.
Masturbaciones en la fotocopiadora y en el coche
La víctima sufrió el acoso del entonces subteniente Corona desde el primer día en que entró en la escuela. En las instalaciones, como muestra de respeto a los superiores jerárquicos, hay que dirigirse a ellos anteponiendo al inicio de la frase la escala militar. En una ocasión ella se dirigió a él como "mi subteniente", sin embargo, Fernando le aclaró el modo concreto en el que debía hablarle: “Para ti soy ‘tu Fernando’”.
La primera conversación que tuvo con su superior inmediato fue un anticipo del infierno de episodios de acoso y abusos sexuales que iba a sufrir a diario. Fue un calvario interminable que duró un año y medio. La administrativa y el subteniente Corona trabajaban en la Escuela Militar. Como no tenían una oficina para cada uno, la víctima tenía que soportarle durante buena parte del tiempo. Cuando Corona llegaba al lugar, tenía por costumbre cerrar las cortinas para que desde la calle nadie pudiese ver nada.
Aquella no era una estancia demasiado concurrida. De ese modo, ella se quedaba a solas con él en innumerables ocasiones. Y ahí se echaba a temblar. El subteniente comenzaba a insinuarse vulgarmente (“te gustaría comérmela”). Después, le interrogaba: quería saber cómo mantenía relaciones sexuales con su pareja. Ella, incómoda, no respondía. Al final, él se sacaba el pene (“mira cómo me pones”) y se masturbaba delante de ella.
Algunos le llamaban el "enano saltarín", debido a su profesión como paracaidista y al modo en el que la ejercía. Para protagonizar actos tan hirientes contra la víctima y subordinada se valía, precisamente, de su baja estatura. De ese modo, Corona podía permanecer oculto, parapetado tras una de las fotocopiadoras cercanas a la mesa de la soldado. Y ella, ya que él era quien se encargaba de emitir los Informes Personales de Calificación (IPEC) sobre su trabajo, se quedó bloqueada.
La obsesión por esta soldado llegó a tal punto que terminó prohibiéndole practicar deporte con un cabo de la escuela de paracaidismo. Tal fue la presión y el estrés que ejerció sobre la víctima que ésta comenzó a sufrir problemas gástricos, diarreas, vómitos y dolores de cabeza. Estuvo tomando ansiolíticos y antidepresivos: hasta nueve pastillas diarias.
Mientras ella iba a peor, el suboficial mejoraba y mejoraba. Seguía cuidando su físico, acudiendo al gimnasio de las instalaciones y participando en pruebas de atletismo de la escuela.
La situación empeoró. El subteniente Corona comenzó a propasarse incluso físicamente, al tocarle los genitales. Llegó incluso a masturbarse delante de ella dentro de un coche, en el trayecto que ambos cubrieron el 14 de enero de 2016 al Hospital Militar de Cartagena. El suboficial había solicitado que la administrativo fuese la conductora. Él se colocó en el asiento del copiloto. Aprovechó el viaje para proponerle desviarse a su casa de la playa en Los Alcázares.Quería mantener sexo con ella en aquel lugar. Ella se negó. Él se masturbó a su lado, en el interior del automóvil.
Durante los abusos recibió una Estrella de Bronce
La víctima estaba desesperada. Los abusos y el acoso sexual que sufría desde octubre de 2014 no evitaron que el subteniente recibiese sendas condecoraciones y menciones honoríficas al año siguiente: en 2015, Corona obtuvo una Estrella de Bronce y una Cruz al Mérito Aeronáutico con distintivo blanco.
Ocho condecoraciones y menciones honoríficas, junto a cuatro distintivos(paracaidista en Portugal, Marruecos, Francia y Alemania). Fernando Corona logró en el Ejército del Aire todo eso, y aún debe de gozar de fama porque algunos veteranos califican su condena de seis años y medio de prisión por abusar y agredir sexualmente a una subordinada como un mero "percance". “Le conozco personalmente, es un compañero, y son cosas muy delicadas.Este hombre ha tenido este percance y es lo que hay”, asegura uno de esos veteranos.
En la Base Aérea de Alcantarilla no se activó el protocolo de acoso hasta que en 2016 la víctima tuvo el valor de fotografiarle. Se le veía con una toalla colgando del cuello y vestido con una camiseta y unos pantalones cortos. Aparece en la foto masturbándose a escasos metros de ella.
Foto de familia con Cospedal
En enero de 2018 se movilizó la plana mayor de la política regional y nacional, así como de las Fuerzas Armadas Españolas, con motivo del cuarenta aniversario de la creación de la PAPEA. El entonces teniente en la reserva Corona fue uno de los 26 ex-miembros de la PAPEA que no posó en la foto de familia que la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, se hizo junto a 64 de los 90 militares que a lo largo de las cuatro décadas de historia de la PAPEA habían cumplido con los exigentes requisitos técnicos y físicos que requiere el ingreso en esta unidad. Por esas fechas, el teniente Corona ya estaba en la diana de la justicia y llevaba dos años expedientado por el Ejército del Aire, le habían suspendido de sus funciones con pérdida de destino.
A ella le diagnosticaron estrés post-traumático. Desde que interpuso la denuncia en la Comisaría de la Policía Nacional en Elche, siempre mantuvo ante agentes, forenses, militares, psicólogos y trabajadores sociales el mismo relato, una versión sólida e inexpugnable sobre el ambiente sistemático de maltrato psicológico y humillación al que el subteniente la sometió.
El Tribunal Militar cerró el caso después de tres años de instrucción, el pasado miércoles 25 de junio, condenando al teniente en la reserva por un delito de trato degradante, inhumano o humillante, a otro de lesiones psíquicas (tres años y un día de prisión), a un delito de acoso sexual en grado de consumación (dos años) y a un tercero de abuso sexual (un año y seis meses). Se le impuso también el pago de una indemnización de 106.754 euros para la soldado por los 720 días de baja médica que sufrió, por las secuelas, el estrés postraumático y los daños morales ocasionados.
“Nosotros damos por sentado que va a recurrir”, dice el letrado de la víctima, Antonio Suárez-Valdés. Es la única alternativa que el teniente Corona tiene para no perder la condición de militar, no sufrir un recorte en la cuantía de su pensión y para evitar el ingreso en la prisión de Alcalá de Henares. El recurso de casación será estudiado por la Sala Quinta de lo Militar del Tribunal Supremo, que está compuesta por un presidente y siete magistrados: cuatro pertenecen a la carrera judicial y los otros cuatro al cuerpo jurídico militar.
Esta sentencia se produce tras la entrada en vigor del nuevo Código Penal Militar que en 2015 derogó la ley orgánica 13/1985, por lo que el abogado de la soldado, especialista en Derecho Militar y que llevó la denuncia de acoso sexual de Zaida Cantera contra un teniente coronel del Ejército de Tierra, reflexiona que “este caso marcará la línea a seguir a partir de ahora por los tribunales militares en el enjuiciamiento de este tipo de causas”.