Juan, en principio, parecía que había sufrido un accidente de tráfico. “Uno más de los muchos que se producen en verano”, pensaron desde la Guardia Civil. Se encontraron su coche, un Mercedes de color negro, empotrado en un platanero en la carretera autonómica CA-640 el lunes por la tarde. Él estaba muerto en su interior y los servicios sanitarios poco pudieron hacer por salvarle la vida. Los agentes, por tanto, procedieron a seguir los protocolos e informar a los familiares de su fallecimiento. Comenzando, obviamente, por su mujer, Maruchi. Primero, llamándola por teléfono; y después, acudiendo a su casa. No la localizaron de ninguna forma.
La Guardia Civil, ya en el domicilio del matrimonio, tuvo que tirar la puerta para acceder a la vivienda, situada en el barrio de San Roque de Escalante (Cantabria). En su interior, los agentes se encontraron a la propia María Jesús –Maruchi para los amigos– bañada en un charco de sangre. Había sido apuñalada horas antes. ¿Por quién? Por Juan, de 56 años. Él le habría quitado la vida a su mujer y después se habría suicidado. Esa es la principal hipótesis que manejan los operativos encargados de la investigación.
Escalante, su segunda residencia
Maruchi y Juan, naturales de Zaragoza, habían trabajado en su propio restaurante durante largos años en la capital maña. Allí, se habían casado y formado una familia (tenían dos hijos: una chica y un chico). Pero, dos años atrás, decidieron mudarse y fijar su segunda residencia en Escalante (Cantabria). “A él le dio un infarto y se trasladaron aquí, pero no trabajaban en nada. Supongo que habían hecho dinero y vivían de las rentas”, cuenta una vecina en conversación con EL ESPAÑOL.
En Escalante, se habían integrado rápidamente. “Desde que llegaron empezaron a salir, a conocer a la gente, a hacer amigos”, cuentan los mismos vecinos. “Venían mucho aquí con su cuadrilla de amigos”, apostilla Rebeca, de la cafetería de la Ría. “Eran una pareja completamente normal. La verdad que ha sido una sorpresa”, añade José Luis.
En el pueblo, todavía les cuesta digerir el golpe. Maruchi era muy querida, “habladora, alegre y dicharachera”. Le gustaban los animales, bailar, leer… Era muy activa y siempre estaba disponible para cualquier cosa. “Él era más tímido, más reservado, callado...”, cuentan los vecinos. Pero esas diferencias entre ambos jamás habían llevado a los vecinos a pensar en que su relación estuviera deteriorada.
De hecho, semanas atrás, ambos se habían trasladado a conocer a su nuevo nieto y habían vuelto para participar en la fiesta de la sidra con la Cofradía de la Sidra. Nadie, durante el fin de semana, había apreciado un mínimo problema entre la pareja. “Yo nunca los había visto discutir. Es todo muy raro”, lamenta Simona, dueña de la Taberna de Trasmiera.
En dicha Feria de la Sidra, coincidieron con Miguel Ángel Revilla, presidente de la región, que ha mandado su pésame a los familiares y ha contado que estuvo hablando con ellos: "Me dijeron que eran de Zaragoza, pero que habían vendido el negocio que tenían allí y se sentían cántabros", ha comentado al ser preguntado por el caso de violencia de género.
En Escalante pasaban, al menos, seis meses durante todo el año. Allí, en la tranquila Cantabria, disfrutaban de la lectura, de los animales y del campo. Pero, este lunes, toda esa paz en la que parecía verse inmersa la pareja se fue al traste. A las 17:40 horas, en Escalante, los vecinos comenzaron a escuchar las sirenas de la Policía, la Guardia Civil y las ambulancias. “¿Qué ha pasado?”, se preguntaron todos. Horas después, obtenían la respuesta.
Dos hipótesis
Un vecino, a media tarde, daba la alerta de que se había producido un choque mortal en los margenes de la recta del barrio de la Baranda, cerca de la casa donde vivía el matrimonio. Allí, se encontraron a Juan, que presentaba heridas por arma blanca y pudo morir antes del choque. Después, los agentes se encontraron a su mujer apuñalada y comenzaron a investigar el crimen como violencia de género.
Estos son los hechos A partir de ahí, se manejan dos hipótesis. La primera, que Juan se suicidara tras agredir a su mujer; y la segunda, que perdiera el control del vehículo cuando trataba de huir. Esta última parece la más probable. Aunque, obviamente, tras encontrar heridas por arma blanca en su cuerpo, también se podrían añadir otras dos: que en el rifirrafe con su mujer sufriera algún corte o que se intentara cortar las venas antes del choque.
Sea como fuere, Maruchi pasa a engrosar la lista de víctimas por violencia de género en un mes negro. Sólo en este mes de julio, se han producido nueve asesinatos machistas (del total de 36 de este año –el tercero en Catabria–).
Maruchi es la trigesimosexta mujer asesinada este año por su pareja o expareja. En España, en 2019, también han sido asesinadas Eva, de 47; Riet, 54; María del Carmen, de 45 años; Elena, de 54 años; Mónica Borrás; Monika Asenova, de 29 años; Piedad, de 51 años; Juana Ureña, de 47 años; Irene López; Nelea, de 22 años; María Soledad Bobet; Gloria Tornay Naranjo, de 58 años; María José Aboy Guimarey, 43 años; Estrella Domínguez, 63 años; Sheila Chazarro Moyano, 29 años;Daría Oliva Luna, 20 años; Rosa María Concepción Hernández, 60 años; Rosa Romero Rueda, 69 años;Rebeca Santamalia, de 47 años; Romina Celeste, de 28 años; Leonor Múñoz González, de 47 años; Rebeca Alexandra Cadete,de 26 años, Manuela B.B., de 61 años y Maisu, de 47.. La serie 'La vida de las víctimas' contabilizó 47 mujeres asesinadas en 2018 y 53 mujeres en 2017.