Es el pasado 17 de enero. En Villanueva de la Torre, en Guadalajara, hace mucho frío. Tras picar en el timbre, Sergio Sáez se asoma por la puerta del chalet. Está muy serio, parece afectado y tiene la cara del que no ha dormido en toda la noche. Ante las preguntas de este periodista, no quiere saber nada y se mete de nuevo en la casa. La siguiente en salir es Celia Rosillo, la novia de Sergio. Tampoco quiere hablar y zanja la conversación de un portazo. No es para menos, su amiga y compañera de piso de ambos, Miriam Vallejo, había sido asesinada el día anterior, el 16 de enero.
Casi siete meses después, el pasado martes, y tras muchas diligencias e investigación, Sergio es detenido por la Guardia Civil como el principal sospechoso del asesinato de Miriam, Mimi para sus amigos. La noticia se ha conocido este miércoles y parece que viene a poner fin a una herida que se abrió hace tiempo, aunque todavía queda por dilucidar por qué pasó.
Esa noche de enero, Miriam había salido a pasear a sus dos perros, a otro de Celia y Sergio y al de un amigo que estaban cuidando entre todos. Pasó por un parque que hay cercano a su casa y se adentró en un descampado, cruzando la línea imaginaria que separa Villanueva de Meco, y ahí la asesinaron. En total, el verdugo le propició 24 puñaladas. La rabia que se demostraba al cometer un crimen así y el que los perros no la hubieran defendido apuntaba en una dirección: el culpable tenía que pertenecer a su círculo cercano.
Sin embargo, las investigaciones se complicaban. “Yo que la conozco como la palma de mi mano, sigo pensando que el autor no la conocía, porque Mimi no podía generar en nadie que la conociera ese odio”, escribió Celia en su Facebook poco después del asesinato. “Yo creo que si se trata de celos, debió ser por algo de hace mucho, porque ahora ella no tenía problemas con nadie”, relataba a este diario otra amiga de Miriam. Al final, la sorpresa ha caído muy cerca.
Miriam, amante de los animales
A sus 25 años, Miriam siempre había querido ser veterinaria. Pero, por cosas de la vida, eso no pudo ser. Sin embargo, mostraba total devoción hacia sus animales. Sus amigas contaban que ella había pensado en mudarse de su Alovera natal a otro sitio en el que sus perros pudieran tener un espacio amplio en el que campar a sus anchas.
Lo hizo en octubre de 2018. Habló con Celia y Sergio y los tres se fueron a vivir en un chalet de alquiler en Villanueva de la Torre. Los vecinos no los conocían mucho porque, a parte de que es una zona residencial donde cada uno va prácticamente a su aire, llevaban poco tiempo instalados ahí cuando se cometió el crimen. Pero todos la conocían de verla pasear a los cuatro perros que tenían en su casa.
Miriam trabajaba como responsable del departamento de administración de una empresa de distribución de ordenadores en el Corredor de Henares. En su tiempo libre, sacaba su lado más humano y echaba una mano como voluntaria de Protección Civil en Villalbilla, en Madrid, donde conoció a su pareja y también colaboraba como voluntaria en la cabalgata del Día de Reyes.
Se desconoce qué es lo que pasó esos tres meses en el chalet de Villanueva. Cómo una persona aparentemente sin enemigos, que caía bien a todos los que la conocían, acaba asesinada presuntamente por el novio de su mejor amiga. El móvil sexual quedó descartado desde un primer momento, al igual que el robo. Lo único que quedaba en pie es que se tratara de una especie de venganza sentimental, una cuestión de celos.
Celia, la ‘hermana’ química
“Con vuestras mentiras habéis conseguido que el infierno que estoy pasando por perder a una mitad de mí sea aún peor”. Este mensaje lo escribía Celia Rosillo en su perfil de Facebook. Había pasado una semana del asesinato de Miriam y en su pueblo se había difundido el rumor de que podría haber sido ella. Y estalló.
En el mensaje, decía sentirse culpable por: “haberla fallado cuando le dije que yo iba a estar cuando me necesitara y no lo he podido cumplir”. “No se sabe nada, ahora se investigan todas las líneas. De hecho, yo que la conozco como la palma de mi mano sigo pensando que el autor no la conocía, porque Mimi no podía generar en nadie que la conociera ese odio”, seguía diciendo en un mensaje que actualmente ha sido eliminado.
Celia era tan cercana a Miriam que se consideraba su “hermana”. De 31 años de edad, una de las hipótesis que se barajó entre los investigadores es que en realidad el asesino iba a por ella y que vio a Miriam, con sus perros, y que la confundió. Era de noche, su parecido físico y que Miriam fuera tapada con una bufanda alentaba esta hipótesis.
Pero, según se ha sabido ahora, todo quedó en casa. Sergio y Celia trabajan en la misma empresa de fabricación de baterías localizada en Azuqueca de Henares, en la provincia de Guadalajara. Ahí, él trabaja como técnico de mantenimiento y ella en el laboratorio, haciendo gala de su graduado en Química por la Universidad de Alcalá. Y se hicieron novios, aunque desde la empresa aseguran que son sólo amigos.
El pasado mes de octubre se fueron a vivir los dos junto a Miriam a Villanueva de la Torre. Pero duraron poco. Después del asesinato, aproximadamente durante el mes de abril, abandonaron la casa y cada uno se fue por su camino. En el chalet en el que vivían, los nuevos inquilinos ni conocen la noticia de que a escasos metros de su casa hubo un asesinato.
Sergio, el pescador
Según cuentan algunos conocidos de la pareja, poco después del asesinato de Miriam hubo una discusión entre Celia y Sergio y se separaron. Él, entonces, se reubicó y fue a parar donde siempre había vivido, a la casa de sus padres en Azuqueca de Henares. Ahí fue donde la Guardia Civil le detuvo este martes, una noticia que se ha conocido este miércoles.
A pesar de que su trabajo es técnico de mantenimiento, especializado en circuitos eléctricos, su gran pasión en realidad es la pesca. En eso pasa gran parte de su tiempo libre, viajando los fines de semana a los pantanos de Sacedón, en Guadalajara, y de Buendia, en Cuenca. Aunque no es profesional, está patrocinado por una tienda de pesca de Alcalá de Henares, de donde es Celia.
“La verdad es que nos hemos enterado por la prensa”, comentan a EL ESPAÑOL desde la tienda que le patrocina y le regala ropa y material de pesca. “La verdad es que estamos alucinando, no esperábamos todo esto”, comenta el encargado del establecimiento.
Después de presuntamente cometer el asesinato, el día a día de Sergio no parece que cambiara un ápice. “Yo he salido a pescar con él después de todo eso”, comenta a este periódico un amigo suyo. “Por marzo o abril salimos la última vez y no le noté nada raro. Yo ya había visto la noticia pero él no me dijo nada”, añade, refiriéndose a que, a pesar de que su compañera de casa fuera asesinada, no lo comentaba con su círculo.
En un primer momento, la coartada de Sergio era bastante sólida: había estado jugando a la PlayStation en línea mientras se cometió el crimen. Y había registro de ello. Sin embargo, los investigadores descubrieron que, a pesar de que sí que estaba en línea, entre las 20:40 y 20:50 horas no registró ningún movimiento. A esa hora exacta se cometió el crimen.
Después todo fue sencillo, su ADN coincidía con el encontrado en la escena del asesinato. Había colillas, restos orgánicos por doquier y, además, Miriam Vallejo se defendió, quedando ADN en sus uñas. Esa ha sido la pista definitiva que ha tirado abajo el castillo de naipes sobre el que se sostenía la versión de Sergio. Ahora, siete meses después, para cerrar el círculo del todo sólo queda preguntarse el por qué.