B. M. murió cinco días después de acudir en el complejo médico Hospiten (Lanzarote) por un simple -pero fuerte- dolor de cuello. Al principio, fue solo eso, una leve molestia. Pero el malestar fue agudizándose hasta que en menos de una semana falleció. En realidad tenía un absceso que no fue drenado: este explotó y se ahogó en plena madrugada. Corría entonces el año 2012, y es ahora cuando la muerte de B., de 35 años y natural de Alcantarilla (Murcia), ha sido considerada -siete años después- por el Juzgado de lo Penal de Arrecife como una "negligencia médica". El médico que le atendió, el doctor Benítez del Rosario, ha sido condenado a dos años de prisión, además de ser inhabilitado para el ejercicio de su profesión durante cuatro años. También, tendrá que indemnizar a los familiares de B.
Fueron esos familiares quienes emprendieron la protesta en redes sociales pidiendo justicia para B. La mujer estaba casada, tenía dos hijos y era artista; pintaba vidrieras. Su hermana, N., ha hablado con EL ESPAÑOL y ha explicado el duro momento que vivieron: "El shock vino porque para nosotros era impensable que B. muriera por un dolor de cuello". Su otra hermana, M.L., exconcejal de su localidad natal, pedía, a través de su perfil de Facebook, la imputación del médico. La familia estaba convencida que este tuvo cierta responsabilidad en la muerte de B., a quien desatendió y a quien no trató de forma adecuada la afección que sufría. Ahora, ha sido la Justicia quienes les ha dado la razón, mientras que el doctor sigue afirmando que "no sabe por qué murió B.". "No lo tengo claro", llegó a afirmar durante el juicio.
B. ingresó con un dolor muy fuerte de cuello
En marzo de 2012, B. decidió disfrutar de un mes de descanso en Lanzarote -donde reside su hermana N.-. Hasta allí se trasladó con su marido, quien vive en Arabia Saudí por trabajo, y junto a sus dos hijos. "El trabajo de B. era pintar vidrieras, por lo que no tenía un puesto fijo y se movía hasta donde le llamaban", explica a este periódico N. La mujer contaba con un taller en su ciudad natal, Alcantarilla (Murcia). En un momento dado, B. comenzó a sufrir unos fuertes dolores de cuello y para paliar el malestar decidió acudir a Hospiten, uno de los centros médicos de la isla canaria. La primera vez que entró a esa sala de Urgencias, le aconsejaron que se volviera a su casa, descansara y, así, el dolor iría disminuyendo. "Le dijeron que era una inflamación", explica N. Pero nada más lejos de la realidad.
Al día siguiente, B. decidió volver al complejo hospitalario. El dolor no había disminuido. Desde el centro médico, decidieron que lo mejor era que se quedara hospitalizada. "En cuanto entró en planta, lo primero que hicieron fue ponerle antibióticos", explica N. Pero estos no hicieron que la situación de B. mejorara. Es más, fue empeorando a pasos agigantados. "Llegó un momento en el que no podía tomar ni un yogur disuelto en leche", afirma la hermana, entre lágrimas, a este diario. Los médicos valoraron la posibilidad de operarla al martes siguiente, pero no se llevó a cabo. El miércoles, murió. "No nos explicaron por qué no llegó a pasar por quirófano", se lamenta N.
A pesar de su situación, solo se le recetó un opiácedo
La familia quedó desolada: "Nosotros pensábamos que era algo imposible, no se nos pasó por la cabeza que B. pudiera morir por un dolor de cuello". Tras su fallecimiento, las hermanas de la joven comenzaron una campaña a través de las redes sociales. Estaban convencidos que su hermana no había muerto debido a una "muerte súbita", tal y como apuntaron en el centro. "Yo me enteré que mi hermana había muerto porque lo oí a unos enfermeros", explica, angustiada, N. B. falleció debido a un absceso que no fue drenado. El mismo, se explotó y produjo que la mujer se ahogara de madrugada.
Por ello, decidieron llevar a los juzgados la muerte de B. La sentencia -a la que todavía cabe recurso- dictada recientemente da la razón a la familia. Según los informes realizados por el Instituto de Medicina Legal, el centro hospitalario podría haber evitado el trágico final de la mujer murciana. En definitiva, la Fiscalía destacó que el doctor "no cumplió con las exigencias de la lex artis". "Si lo hubiera hecho, la paciente no hubiera fallecido", aseguró la fiscal. Durante su hospitalización, la murciana sufrió varias crisis respiratorias, de las que ella misma fue consciente, pero en el hospital seguían sin mediar en el asunto.
Murió debido a una obstrucción respiratoria
"Cada vez que me quejaba de alguna dolencia de mi hermana, le ponían más sedantes", afirma N., confirmando la despreocupación total de los médicos. Muchos de los que atendieron a su hermana, estuvieron presentes en el juicio: "Pasaron por ahí hasta enfermeros que no había visto en mi vida". Algunos de ellos afirmaron que B. había estado paseándose por los pasillos del hospital -o incluso en la cafetería- en las horas previas a su muerte. "¿Pero cómo iba a andar mi hermana si estaba conectada a una vía?", se pregunta N., incrédula. Además, contaba con la cara totalmente desfigurada, por lo que no podía ingerir ningún alimento. "Algunos hasta dijeron que habían visto a B. sonriendo y tomando un potaje", explica, indignada a este medio.
El absceso que tenía B. se encontraba en una zona complicada: "No tenemos claro que si se hubiera tratado de forma adecuada, mi hermana se hubiera salvado". Pero lo que sí tiene claro la familia, fue la total indiferencia que mostró el doctor -y otorrino-Benítez del Rosario. La Fiscalía ha apuntado que ni a B. ni a sus familiares en ningún momento se les informó de que lo que estaba sufriendo la mujer fuera "un flemón". Además, la fiscal consideró que "desde el principio el médico tuvo que conocer el riesgo que corría la paciente". También, la sentencia confirma que el tratamiento pautado no fue el adecuado, además de que la asistencia y el control de la paciente fueron "claramente insuficientes".
La muerte, según el Instituto de Medicina Legal, se debió a una obstrucción de las vías respiratorias por "una masa purulenta". Además, los peritos informaron durante el juicio que, en su primer ingreso, ya se podía apreciar la gravedad de la situación. Afirman que desde el centro hospitalario tendrían que haber vigilado el caso: "Los protocolos de la especialidad dicen que tiene que haber un seguimiento muy estricto". Si en 24 ó 48 horas no evoluciona la paciente, hay que drenar, operar o hacer una traqueotomía, según apunta el informe.
El doctor afirma que "no tiene claro" de que murió
La acusación particular también consideró que había pruebas de cargo suficientes para declarar la actuación del médico como negligente y contraria a los protocolos. La abogada de la familia afirmó que el doctor Benítez del Rosario era consciente de que se trataba de un absceso, ya que él mismo usó esa palabra y consultó a otro médico según ese diagnóstico. Además, el especialista subrayó que, a pesar de que el empeoramiento era evidente, el doctor Benítez "no hizo nada", realizó visitas espaciadas sin advertir de la gravedad ni asegurar la vía aérea, además de desechar la intervención quirúrgica "no se sabe bien por qué". Destacó, igualmente, la coherencia en las declaraciones de los familiares.
Las defensas del juicio eran cuatro: la del propio doctor, la del centro hospitalario y dos aseguradoras: A.M.A., una mutua especializada en profesionales sanitarios, y Mapfre. Todas solicitaron la absolución. El abogado de la primera de las aseguradoras mantuvo que la paciente estuvo estable hasta la noche de su fallecimiento y llegó a argumentar que incluso la propia madre de la fallecida se marchó a casa esa misma noche. Además, dijo que si hubo falta de control sobre la paciente se abría una duda sobre la autoría porque la responsabilidad sería de los enfermeros del centro.
El doctor, durante el juicio, hizo uso de su derecho a una última palabra y señaló que durante la vista oral se dio la impresión de que él "pasa de sus pacientes". "No es así, yo no paso de ninguno de ellos", afirmó. Además, dijo que siguió los protocolos internacionales y que la vía aérea de la paciente estaba vigilada, así como que su muerte fue "súbita e inesperada". "Nadie pudo esperarla", aseguró, y añadió que ha pasado mucho sufrimiento: "Tampoco tengo claro de qué murió esta paciente". La Fiscalía ha condenado al doctor, como autor de un homicidio imprudente, a una pena de dos años de prisión y a la inhabilitación para el ejercicio de su profesión durante cuatro años. Además, tendrá que indemnizar con 272.000 euros a la familia.
"Han sido unos años muy complicados", afirma N. Explica que, aunque sí se han encontrado a profesionales que han llevado a cabo su trabajo de forma adecuada, han perdido la esperanza. "Un médico tiene que entender que juega con la vida de las personas", explica, de nuevo, entre lágrimas. "Lo que más nos duele es que el doctor Benítez del Rosario no nos pidiera perdón", concluye N.
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