La pequeña María Esther, de 13 años, salió a última hora de la tarde, del 19 de enero del 2011, de su casa de Arriate (Málaga). La joven se dirigió hacia una caseta, situada en la piscina municipal de su localidad, y esperó. Minutos más tarde, apareció Rubén, más conocido como El Vaca, un chico conflictivo que pasaba su tiempo libre haciendo chiquilladas. Por alguna razón, el chico cubrió con una bolsa la cabeza de María Esther y comenzó a golpearla con una piedra de gran tamaño. La primera, le desfiguró la cara. La segunda y la tercera, le destrozaron por completo. El cuerpo de la joven apareció al día siguiente. Nadie sabía que le había sucedido María Esther.
Gracias a la ardua investigación, El Vaca fue condenado -y juzgado por la ley del menor- a 8 años de prisión. Ahora, la cuenta atrás está llegando a su fin. El próximo jueves 29 de agosto el joven saldrá en libertad. La familia -que se mudó de Arriate tras el asesinato- piensa que Rubén no podrá reinsertarse en la sociedad, debido a la brutalidad de los actos que cometió. Sus dos hermanas y sus padres siguen sin encontrar consuelo ante la atroz muerte de la joven María Esther y la puesta en libertad de su asesino.
María Esther fue golpeada hasta la muerte
María Esther vivía en un piso humilde de Arriate, un pequeño pueblo situado junto a Ronda (Málaga). Ahí, en la céntrica vivienda de protección oficial, residía junto a su madre -Mari Carmen-, su padre -José Ignacio- y sus dos hermanas, de 18 y tres años. Era una chica tímida, confiada y buena estudiante. El 19 de enero del 2011 comenzó como un día cualquiera. Acudió temprano al colegio y, cuando este finalizó, fue a unas clases de apoyo. Aunque era buena en los estudios, había asignaturas en las que flaqueaba un poco más. A media tarde, llegó a su casa, dejó la mochila, merendó y se fue a la calle. Había quedado con su grupo de amigos donde siempre; en la parada de autobús ubicada a la salida del pueblo.
Allí estuvo en compañía de dos amigos hasta que el reloj de la plaza tocó las nueve. Tras esto, los demás se marcharon. Iban pasando las horas y María Esther no había vuelto a su casa. Su familia comenzó a preocuparse cuando no la vieron a las diez puntual frente al televisor. A esa hora emitían su programa favorito. Ante la desesperación de no conocer el paradero de su hija, Mari Carmen se echó a la calle para buscar a su hija por todos los rincones del municipio malagueño. Pero no había rastro de María Esther. Sus compañeros afirmaron que la última vez la habían visto cerca de la parada. Pero nada más. Parecía como si se le hubiese tragado la tierra.
Los padres acudieron a comisaría donde interpusieron una denuncia. Desde un primer momento, se calificó la desaparición de la pequeña como "de riesgo", ya que no existía ningún factor que justificara su huida. El pueblo comenzó con la búsqueda. Junto a los especialistas de la Guardia Civil recorrieron palmo a palmo Arriate. Pero no lograban encontrar a María Esther.
Al día siguiente, el 20 de enero, la Guardia Civil organizó otra batida. Habían puesto todo su empeño en encontrar a la joven. Sabían que era una persona muy familiar y que no se hubiera ido muy lejos, dejando a sus padres y sus hermanas. Estaba muy unida a ellos. A última hora de la tarde, un bombero que participaba en el grupo de búsqueda, encontró el cuerpo de María Esther. Estaba dentro de una pequeña caseta blanca, donde se ubicaba la depuradora de la piscina municipal. Allí, con la cabeza cubierta con una chaqueta, se encontraba el cuerpo de la joven. Al día siguiente, se le practicó la autopsia. María Esther había sido atacada con una piedra de grandes dimensiones -que se encontró fuera del recinto-. En la misma, había restos de ADN del agresor, por lo que los investigadores comenzaron a tomar muestras y a interrogar a los vecinos.
Todos ellos estaban seguros que no había sido nadie del pueblo. Pero no estaban en lo cierto. Se trata de un municipio pequeño, donde todos se conocen y donde nadie se imagina que uno de ellos puede cometer un asesinato de ese calibre. Una testigo confirmó que vio a María Esther un par de horas antes del crimen. Iba sola y se dirigía hacia la caseta de la depuradora. Varios psicólogos se trasladaron desde Madrid para intentar dar con el perfil del autor. El 3 de febrero, la Guardia Civil detuvo a El Vaca.
Su asesino saldrá este jueves de prisión
El joven, de tan solo 17 años, era conocido en el pueblo por su carácter rebelde. En los días posteriores al asesinato de María Esther, participó en varios homenajes que organizó la familia. El joven niega, en todo momento, alguna implicación en el crimen. Niega haber estado con ella durante esa noche -y mucho menos haberla asesinado-. Además, afirma que ha pasado toda la noche en su casa. Sus coartadas van siendo desmontadas, poco a poco, por los investigadores, quienes están seguros que Rubén es el asesino de María Esther. La prueba definitiva llega días después. El ADN del joven coincide con el encontrado en el lugar del asesinato.
Un juez ordena el internamiento de El Vaca en un centro de menores. Al año siguiente, ingresa en la prisión de Alhaurín de la Torre (Málaga) donde ya ha cumplido los siete años de prisión que le quedaban por delante. El próximo jueves 29 de agosto, Rubén saldrá de prisión. El joven -ya de 26 años- ha cumplido su condena. Sus padres, que desde un primer momento defendieron que se le juzgara como mayor de edad, no entienden por qué Rubén será puesto en libertad. La familia, tras el crimen, se mudaron de Arriate. No querían encontrarse a ningún familiar de Rubén y mucho menos al único asesino de su hija.
Sus padres están convencidos que El Vaca no podrá reinsertarse en la sociedad. Creen que una persona que ha cometido un crimen tan atroz, no es capaz de volver a convivir con otras personas. Desde EL ESPAÑOL, nos hemos puesto en contacto con la abogada de la familia de María Esther, Bárbara Royo, pero ha rechazado hacer ningún tipo de declaración, debido a una información publicada por este medio en octubre de 2018.
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