El sargento Fran y su perra de tres años Xena, los héroes que han localizado a Blanca en su día libre
El hombre estaba fuera de servicio y la perra forma parte de la Unidad Cinológica de El Pardo de la Guardia Civil.
4 septiembre, 2019 18:13Noticias relacionadas
El sargento de la Guardia Civil, Francisco Borreguero, y su perra Xena, una pastor alemán de tres años, han sido quienes han dado por zanjada la búsqueda de la esquiadora, Blanca Fernández Ochoa, quien llevaba desaparecida desde el pasado 24 de agosto. Esta mañana, sobre las 12:30, el hombre, que estaba fuera de servicio, ha encontrado gracias a la ayuda del animal el cadáver de Blanca por la zona de La Peñota, un paraje entre dos alturas diferenciadas.
Xena forma parte de la Unidad Cinológica del Pardo de la Guardia Civil, centro en el que se imparte las enseñanzas de formación al personal de la Guardia Civil en adiestramiento de perros para seguridad y rescate, detectores de explosivos y detectores de drogas. El animal esté especializado en la localización de sustancias estupefacientes.
El cuidador y la perra rápidamente dieron parte al centro de mando del operativo, que envió a un primer dispositivo de la policía científica para acordonar la zona y hacerse cargo de la investigación.
El cuerpo de la esquiadora presentaba un fuerte golpe en la cabeza, con claros indicios de haber podido sufrir una caída. Según fuentes próximas a la investigación, había dos alturas bien diferenciadas en el lugar en el que apareció el cadáver. Había también un reborde. Y luego estaba el cuerpo, con los signos de un fuerte impacto en el cráneo.
Miembros de la familia reconocieron el cuerpo poco después de que se produjese el hallazgo, a las doce y media de la mañana. En concreto, ha sido su hermana Lola la que ha subido al pico para identificar el cuerpo de su hermana.
Besó la estatua de su hermano Paquito antes de partir
Blanca llevaba desaparecida desde el pasado 24 de agosto. Ese día fue vista entrando y saliendo del Hipercor de Pozuelo de Alarcón. Allí habló con la dependienta de una charcutería a la que había ido otras veces, y compró un poco de queso manchego. Ese mismo día, horas después, un vecino de Cercedilla la vio en el centro del pueblo, besando la estatua de su hermano Paquito Fernández Ochoa, santiguándose ante ella. Fue en el centro del pueblo. Luego hablaron y ella le dijo que se iba al monte, a La Peñota. Nadie la volvió a ver desde entonces.