El naufragio del cazaminas que buscaba al piloto Marín: un error de 10 millones o al desguace
La investigación se ha convertido en un 'Expediente X' secreto. Las cartas náuticas sin actualizar o el enredo de un cable entre las posibles causas.
15 septiembre, 2019 02:03Noticias relacionadas
La hoja de servicios del cazaminas ‘Turia’ (M-34) estaba impoluta desde que el 16 de octubre del año 2000 fue entregado a la Armada Española. Participó con éxito en dos despliegues internacionales dentro del grupo permanente de medidas contra minas de la OTAN y en numerosas maniobras en aguas nacionales de Rota y de las islas Baleares, así como en labores de vigilancia de las rutas de los principales puertos del país. La última misión que se le encomendó tuvo lugar el 27 de agosto: tenía que localizar los restos del C-101 que pilotaba Francisco Marín después de que este comandante de la Academia General del Aire (AGA) perdiese la vida el 26 de agosto al estrellarse con su avión en aguas de La Manga. El ‘Turia’ no solo no completó su empresa, sino que nada más comenzar el rastreo quedó encallado sufriendo graves daños, cuya reparación estiman en 10 millones de euros fuentes próximas de la investigación abierta para esclarecer las causas del accidente que sufrió el dragaminas en la playa del Banco del Tabal.
Errar una misión es una de las posibilidades que inevitablemente se puede dar dentro de las múltiples e importantes labores que realiza la Armada contra el terrorismo y la lucha contra las mafias dedicadas al tráfico ilegal de personas en aguas internacionales, pero el accidente del ‘Turia’ se produjo en el peor momento porque retrasó la búsqueda de los restos del avión que pilotaba el comandante Marín y que debía contribuir a despejar algunas de las incógnitas del siniestro aéreo. Ahora ese error podría tener nuevas consecuencias: un fuerte desembolso de fondos públicos para que el Ministerio de Defensa habilite una partida extraordinaria para reparar el cazaminas.
“Parece que al casco le ha dado bocados un tiburón”, ejemplifica de manera gráfica uno de los diversos empleados de Navantia consultados por EL ESPAÑOL para conocer el estado que presenta el ‘Turia’ desde su llegada a los astilleros de Cartagena. La fuerte suma de dinero que se baraja para la reparación del cazaminas no solo se debe a la brecha y agujeros que presenta el casco, fruto de la colisión contra una formación rocosa del fondo marino de La Manga, también es consecuencia del extenso listado de desperfectos colaterales que causó el accidente: “Tiene boquetes de más de un metro en el casco; la sala de máquinas se inundó y había daños en los cuadros eléctricos y en los motores principales y auxiliares del sistema de propulsión; las hélices para que el buque gire sobre su propio eje se pulieron contra las piedras; la quilla central está arrancada; los estabilizadores de babor y estribor están rotos: uno se quedó en la playa y el otro se perdió cuando fue remolcado”.
Desde el 4 de septiembre el dragaminas ‘descansa’ sobre las denominadas camas del carenero de Navantia, envuelto con un forro, de estructura tubular, de color blanco, y rodeado por varios andamios, tal y como detallan estos empleados. “Solo pueden entrar un grupo de ingenieros”. El ‘Turia’ se ha convertido en una especie de expediente ‘X’ del que la Armada y Navantia no quieren que trasciendan datos sobre su estado, según asegura uno de los trabajadores del astillero: “Nada más llegar lo sacaron del agua, lo subieron al carenero y lo envolvieron para que nadie lo viera”. En el Arsenal tampoco quieren hablar del asunto, según detalla un cabo primero: “Está el tema muy caliente aún y no quiero problemas”. Estas medidas de seguridad de la Armada y Navantia no han impedido que alguien hiciese unas fotos del buque que han circulado por las redes sociales y que han sido facilitadas a EL ESPAÑOL.
Tales imágenes han motivado la apertura de una investigación para esclarecer la autoría de unas fotos que no deberían haber trascendido por motivos de seguridad tanto operativa como industrial. La Armada no aclara a este diario los daños que presentan la estructura y los equipos del buque ni tampoco las causas que provocaron el accidente. Tan solo confirma que ha abierto una investigación para esclarecer si el siniestro se debió a un fallo humano, tecnológico, a las características del fondo marino o a las condiciones meteorológicas (viento y oleaje) registradas en aquella jornada. “Cuando el informe esté resuelto se valorará si se difunden los resultados”, zanjan desde el Gabinete del AJEMA.
El audio del encallamiento
El sigilo con el que se está llevando esta investigación tampoco ha evitado que circule un audio por los astilleros en el que un hombre -se desconoce si es personal de la Armada o de Navantia- detalla los motivos por los que el ‘Turia’ acabó chocando contra una escollera de la playa del Banco del Tabal de La Manga. Este diario ha tenido acceso a esa grabación: “Lo del Turia me lo están diciendo en tiempo real, me lo está contando M. J., me dice que ahora mismo está P. en el barco y el comandante del barco ha dicho lo que está pasando, parece ser que en vez de las cartas náuticas que se utilizan continuamente, ellos están con un programa informático que no estaba bien implantado y las cartas náuticas no las ha interpretado bien. Ha habido algún problema informático y el barco se ha quedado atrancado, pero atrancado quiere decir que el barco tiene una vía de agua y está hundido, no se hunde más porque está apoyado sobre las rocas. El barco está muerto”, concluye de forma dramática el interlocutor de la grabación sobre cuya identidad también se están haciendo indagaciones.
A pie de astillero todos los empleados consultados por EL ESPAÑOL coinciden en mostrar su extrañeza ante el encallamiento del cazaminas: “No tiene sentido lo que pasó, ese barco está hecho para radiografiar los fondos marinos porque tiene unos sensores muy grandes”. En concreto, un sonar y dos radares (Kelvin Hughes Type 1007 y Koden MDC 1550). Además está caracterizado por no tener mucho calado, pero ni la tecnología con la que está equipado ni su diseño evitaron que el 27 de agosto, tras colisionar con unas rocas, quedase varado a 150 metros de La Manga y que se abriese una vía de agua que obligó a desalojar a toda su tripulación. Posteriormente, el martes 3 de septiembre, el ‘Turia’ fue remolcado hasta los astilleros cartageneros por una empresa especializada. Entre la plantilla de las instalaciones de la ciudad portuaria circula una misma versión sobre el accidente: “El cazaminas está equipado con un mini submarino no tripulado, al que llamamos ‘Pluto’, que soltaron en La Manga para buscar restos del avión, y el cableado de este robot se lió en las hélices, el barco se quedó sin propulsión y sin gobierno y el viento de levante lo arrastró hacia las rocas”.
Arreglarlo o darlo de baja
La postura de la sociedad pública dedicada a la construcción naval civil y militar tampoco contribuye a despejar el halo de misterio que rodea a los daños del buque y su futuro. “Navantia no está autorizada para hablar de los barcos propiedad de terceros, quien debe responder es la Armada, como propietaria del cazaminas”, sostienen fuentes de la citada sociedad en respuesta a un cuestionario enviado por este diario. La postura oficial de la Armada es tratar de reparar el ‘Turia’ para volver a emplearlo en misiones: “La situación ahora mismo es que la Armada desea recuperar el buque. Se está a la espera de la finalización de la estimación de los daños y consiguiente coste de reparación, por un lado del casco, y por otro de los equipos. Mientras esta evaluación no finalice, no se tomará ninguna decisión sobre el futuro del barco”. Estas fuentes del Gabinete del AJEMA aclaran que la reparación del dragaminas no se hará a cualquier precio, pero no precisan cuánto está dispuesto a desembolsar el Ministerio de Defensa: “Si el presupuesto total fuese viable se recuperaría el dragaminas”.
La otra opción sería darlo de baja y desmontar sus piezas para emplearlas como repuesto. Una opción viable puesto que el ‘Turia’ forma parte de los seis cazaminas de la denonimada serie ‘Segura’, que Navantia entregó a la Armada, entre 1999 y 2005, dentro del Plan de Altamar que puso en marcha el Gobierno de España para sustituir los barreminas existentes por otros más modernos para la detención de artefactos explosivos. Todos los buscaminas de la citada serie tienen nombres de ríos y las mismas características: 55 metros de eslora, 10,7 de manga y 2,5 de calado, con capacidad para desplazarse a una velocidad de 14 nudos y una autonomía de 2.000 millas. El primero en ser construido fue el ‘Segura’ y el cuarto el ‘Turia’ quedando integrado en la Escuadrilla de la Fuerza MCM, con puerto base en el Arsenal Militar de Cartagena.
El molde original del casco se destruyó
La Armada no aclara cuánto estaría dispuesta a pagar por el ‘Turia’, pero los trabajadores que han hablado con este diario estiman que la reparación oscilará entre 5 y 10 millones de euros, una cifra similar al importe que manejan fuentes próximas a la investigación del encallamiento del cazaminas. Los empleados justifican semejante presupuesto a varios problemas de logística que habría que solventar: el primero es el molde. No existe el molde original que se diseñó en los años noventa para fabricar el casco de la serie de buques ‘Segura’. “La reparación supondría volver a fabricar el molde”, advierte un empleado del astillero. Otro factor que podría complicar la reparación es el hecho de que la máquina de laminar lleva parada quince años. La alternativa de parchear la estructura no sería viable: “Se filtró agua y podría aparecer humedad en el casco y perdería las características de resistencia”. Esto supone que obligatoriamente habría que volver a construir un casco nuevo, con el coste que ello conlleva porque está diseñado a base de plástico reforzado con fibra de vidrio, que permite que el buque sea amagnético para acercarse a los artefactos explosivos y abrir un pasillo seguro a otras embarcaciones.
Los otros factores que convierten la reparación en una inversión millonaria para el Ministerio son las horas de trabajo de los ingenieros, entre otros técnicos, volver a poner en marcha la plataforma de los moldes, la adquisición de materiales o la reparación de los equipos dañados: hélices, quilla, tuberías, el propulsor Voith Schneider…
La opción de dar de baja el ‘Turia’ para aprovechar sus piezas, en el caso de que el presupuesto de reparación sea excesivo para la Armada, no sería la primera vez que se lleva a cabo en los astilleros de Cartagena puesto que también se hizo lo mismo inmobilizando el submarino 'Siroco' (S-72) para utilizarlo en los trabajos de reparación de otros sumergibles. De momento, no hay plazos establecidos para decidir si el ‘Turia’ será reparado o pasará a formar parte del banco de piezas de la serie ‘Segura’ de cazaminas, según confirman tanto Navantia como la Armada. “No hay informe al respecto, la semana pasada todavía proseguían las labores de peritación”.