El padre de Gabriel, Ángel Cruz, buscó de forma intuitiva la mano de la periodista Mayka Navarro nada más sentarse en la primera bancada del público, el lugar que había ocupado la prensa durante el juicio. La sala de vistas de la Audiencia Provincial de Almería estaba abarrotada. Ángel tenía a su izquierda a la reportera, de la que ya no se soltó hasta que el jurado terminó su veredicto. A la derecha de Ángel estaba su antigua suegra, y sólo un poco más allá Patricia Ramírez, su exmujer. Mientras tanto, a sólo dos metros de ellos una mujer de tez morena y gesto hierático escuchaba sin mucho interés lo que allí se decía.
Mientras Patricia Ramírez la miraba con rabia contenida, Ana Julia Quezada se atusó el pelo un par veces y le murmuró algo a su abogada. Pero nunca miró a la cara de los padres del niño al que mató año y medio antes. Tampoco se inmutó cuando la portavoz del jurado resaltó que “su perversidad” es absoluta.
La asesina no derramó ni una lágrima, lo que extrañó a los cronistas que habían seguido en sala todas las sesiones del juicio. Fue el primer día de las dos últimas semanas que no lloró, pese a que el martes había pedido perdón a Patricia y a Ángel. Pero ayer pareció no arrepentirse de nada. Atrás había dejado ya esa imagen edulcorada con la que se presentó al inicio del proceso.
Este jueves, cuando ya caía la noche sobre una Almería que volvía a revivir aquel mal cuento de la bruja y el niño indefenso, dos palabras se repitieron en innumerables ocasiones. Unanimidad. Culpable.
Porque Ana Julia Quezada se topó ante la peor realidad que le podía deparar el juicio: los nueve miembros del jurado -todos, sin excepción, sin fisura alguna- votaron a favor de condenarla por un delito de asesinato con alevosía, dos contra la integridad moral de los padres y otros dos por los daños psíquicos que a ambos les ha ocasionado de por vida. El jurado atendió la petición de la acusación en cuanto a la concurrencia de los dos delitos contra la integridad moral, postura que no compartía la Fiscalía.
Las caricias a una abuela
Dentro de la sala, mientras la portavoz del jurado hablaba, Patricia Ramírez escuchaba inquieta y acariciaba la mano de su madre, una señora de pelo cano y rizado que no dejó de llorar sobre el hombro de su hija. A su vez Ángel no le quitaba ojo a Ana Julia, con la que convivió durante medio año. De su boca se podía leer continuamente la palabra "mala".
Tras el juicio, cuando el padre de Gabriel salió a la calle, dijo ante los periodistas: “Esa mujer [Ana Julia Quezada] ya no le hará daño a nadie más en la vida. Hay que sacarla de la sociedad porque es un peligro”. Tanto su abogado, Francisco Torres, como la Fiscalía insistieron en su petición de que se le condena a prisión permanente revisable.
Patricia y Ángel salieron juntos de la Audiencia. Ella dio por hecho ante los periodistas que Ana Julia ya no saldrá de prisión nunca más. Con el veredicto se ha conseguido, dijo, que “esta bruja no pise más la calle”. Mientras los padres de Gabriel se alejaban entre sí dándole ya la espalda a los focos y a las cámaras, medio centenar de almerienses que se acercaron hasta allí rompieron en aplausos hacia ellos.
"Vilipendiar y vejar" a los padres
El veredicto del jurado resulta definitivo para la asesina, abocada a la prisión permanente revisable en base al artículo 140 del Código Penal, que estima dicha pena para los casos en los que la víctima sea menor de 16 años. Da por acreditado que Ana Julia Quezada asesinó con alevosía a Gabriel Cruz. No así con ensañamiento, como también planteaba la acusación particular.
Para el jurado, que se acoge a las tesis de la Fiscalía, lo hizo “de forma intencionada, súbita y repentina", y siendo consciente de su “superioridad" frente al niño. El veredicto señaló como hechos probados que Gabriel “confiaba" en la acusada por ser una persona “íntimamente ligada" a su entorno familiar y que “no tuvo posibilidad de defenderse ni de reaccionar".
Los siete mujeres y dos hombres que han compuesto el jurado estuvieron deliberando durante 26 horas y media, un tiempo que se mantuvieron incomunicados. Dieron más validez a la autopsia de los forenses del Instituto de Medicina Legal (IML), quienes dijeron que “tras el impacto" contra el suelo o la pared la acusada asfixió “con fuerza” al niño “hasta vencer su resistencia y provocar su fallecimiento".
El abogado de los padres había presentado un informe pericial forense que sostenía que Ana Julia apaleó al menor y que Gabriel estuvo agonizando entre 45 y 90 minutos. Los jurados dieron “más veracidad” al informe oficial de la muerte del menor y no a éste presentado por una de las partes.
El jurado dio por probado de forma unánime que Ana Julia Quezada incurrió en los delitos de lesiones psíquicas y daños morales contra los padres de Gabriel durante los 12 días de búsqueda del niño. “Quiso y fue consciente de que aumentaba el sufrimiento" de Ángel y Patricia dándoles falsas esperanzas de encontrar con vida a su hijo. A la madre del crío llegó a decirle: “El niño me dijo esa mañana que quería llamarte y le dije que a la tarde, cuando llegara su padre”. El veredicto recoge que Quezada quiso de modo “deliberado vilipendiar, humillar y vejar" a los progenitores de la víctima.
El jurado se opuso a la concesión de cualquier tipo de indulto o de suspensión de pena, aunque su posición no es vinculante para la jueza. También rechazaron como circunstancia atenuante que Quezada actuara bajo los efectos de ansiolíticos, como alegaba su defensa.
Ana Julia Quezada acudió a la Audiencia vestida con una camiseta en la que se leía la palabra en inglés 'offline': desconectada. Desde ayer está un poco más cerca de no volver a vivir en sociedad.