Una llama de luz aparece en la cámara de la gasolinera aquella noche del 22 de agosto de 2016. Son exactamente las 2:51 de la madrugada cuando el vehículo atraviesa a toda velocidad la oscuridad de la noche. El hombre tiene prisa al volante. Acababa de cruzar la carretera de la zona del Barbanza que discurre desde A Pobra do Caramiñal hacia la localidad coruñesa de Rianxo. Allí está la casa de sus padres. Justo al lado de un viejo almacén de gaseosas, reconvertido en fábrica de muebles, ahora abandonada, en la que se fijará para ocultar y perpetrar toda clase de males a la chica que lleva en el maletero.
Él no lo sabe pero esa grabación de la estación de repostaje resultará clave un año y medio después para detenerle, procesarle y obligarle a confesar el crimen. José Enrique Abuín Gey maneja su Alfa Romeo de color gris con gran rapidez, fugaz como una estrella de agosto. Dentro, en la parte trasera del coche, atado con bridas, yace el amordazada pero vive la joven Diana Quer.
Aquel pequeño fragmento de grabación en un trayecto de varios minutos resultó clave. El vehículo recorría la sinuosa autovía que discurre por la escarpada línea de costa. Durante mucho tiempo se sintió intocable, pero esa estela luminosa que dejó a su paso el automóvil fue el haz de luz que meses después logró iluminar la investigación de la desaparición de la chica madrileña de 18 años aquel verano.
Falta una semana para el inicio de uno de los juicios del año. Abuín, que volverá al banquillo de los acusados el próximo 29 de octubre, será juzgado por un jurado popular por el asesinato, agresión sexual y la detención ilegal de Diana Quer. Se enfrenta a prisión permanente revisable.
Comenzará en los juzgados de Santiago de Compostela el próximo lunes. El martes declarará el acusado. También los padres de Diana. 'El Chicle' ya aguarda en el centro penitenciario de Teixeiro. Dicen a EL ESPAÑOL quienes tienen trato diario con el asesino confeso que le han visto más fondón, con el pelo más largo que cuando fue detenido. Aislado en una celda vigilada y transparente, no se comunica con nadie. Al otro lado del cristal, un preso sombra sigue todos sus movimientos.
El juicio se prolongará durante dos semanas. En esas sesiones, aparecerán distintas pruebas trascendentales, la mayoría fruto de las minuciosas investigaciones de los agentes de la Guardia Civil. Miles de folios de sumario que contienen todas las investigaciones de la Unidad Central Operativa (UCO) a lo largo de un año y medio.
Aparecerán, a lo largo de esas jornadas, las imágenes de esas cámaras que delataron a 'El Chicle'. La luz de los faros de su coche. La reconstrucción del recorrido que siguió hasta esconder el cuerpo. La coincidencia de sus movimientos con los del teléfono de la joven Diana. A la misma hora, en los mismos enclaves, en la misma dirección, detectados por el mismo repetidor de señal de telefonía. No pudo ser otro quien la raptase, el responsable de su muerte.
EL ESPAÑOL, de este modo, realiza la reconstrucción, con imágenes y datos del sumario, de las pruebas que hicieron claudicar a 'El Chicle'. Y que fueron recabadas durante meses en una larga y compleja investigación, repleta de ensayo y error, de cruce de datos, de pruebas informáticas y de indagaciones sobre el terreno.
La comparación de los teléfonos
'El Chicle' fue detenido el 29 de diciembre de 2017. Todo estaba dispuesto para aquel entonces. Poco antes de echarle el guante al acusado, a la UCO le llega un informe del Grupo de Apoyo Técnico Operativo de la Guardia Civil. En él se comparaba los movimientos de los teléfonos de Diana y de El Chicle a lo largo de aquella noche en la que se celebraban las fiestas de A Pobra.
Con él en la mano, se podía comprobar de forma fehaciente los lugares en los que ella había estado: primero, de fiesta con sus amigos, en el centro del pueblo; después, de regreso por el sendero hacia la casa familiar. En un momento dado de esa madrugada, los receptores registran en el terminal de la chica un desplazamiento de enorme rapidez, mayor que el que venía desarrollando hasta entonces. Y en una dirección totalmente contraria a la de su casa.
Ese cambio de velocidad en el desplazamiento del teléfono de la joven -es decir, de la propia víctima- se produce en una subida junto a una cuantas naves industriales próximas a la vivienda en la que se suele instalar con su madre y su hermana en los veranos. El pueblo, mientras tanto, permanecía ajeno a todo. Allí proseguía la fiesta.
En un primer estudio, la Guardia Civil reconstruyó la ruta a pie de Diana desde las 2:28:51 hasta las 2:44:01. En ese momento, el teléfono aumenta considerablemente su velocidad de desplazamiento. Hubo incluso un golpe de suerte. Los mensajes demuestran que Diana estaba buscando una red wifi para conectarse y tener una videollamada con un amigo antes de irse a dormir.
No lo logró, pero el rastro de su móvil intentando acceder a esas redes quedaba registrado. Era patente. Servía para ubicarla, por ejemplo, a las 2:37:42 frente a la pizzería Mi Manda Piconne, en el paseo marítimo de A Pobra, y un poco antes, frente a la cafetería Nojira, también con posibilidad de conectarse a su red de wifi.
Tres minutos después, Diana Quer envía un mensaje de alerta a su amigo Jorge: "Me estoy acojonando. Un gitano me está llamando". "¿Y qué te ha dicho?". "Morena ven aquí", responde a las 2:42:55. A las 2:43:56 del 22 de agosto se produce la última llamada de la joven. Un intento de contactar con una amiga; estaba dormida, nunca llegó a descolgar. Cinco segundos después se produce la última comunicación antes de que el teléfono de la chica inicie un viaje fulgurante en sentido contrario al trayecto habitual. Los agentes asienten al advertir ese detalle. El terminal de Diana, y Diana misma, se alejaban cada vez más de su destino. En ese momento, amordazada y maniatada, yacía cautiva ya el coche de Abuín.
Ese hombre, con toda probabilidad, a expensas de que se determine de forma definitiva en el juicio, era ‘El Chicle’. A partir de entonces Diana no volvió a responder a nadie. La investigación se centró entonces en comprobar por dónde se movió desde entonces el teléfono de la joven. Los investigadores perdieron el rastro unos minutos después, a la altura del puente de Taragoña. Eran los momentos finales de la vida de la chica. Ahí fue cuando Abuín arrojó el terminal al mar a través de la ventanilla de su Alfa Romeo.
El primero y exhaustivo informe elaborado por la Guardia Civil sobre el posicionamiento del teléfono de Diana, sobre lo que hizo y cómo se movió, determinó que su teléfono cayó en ese tramo de la zona norte de la Ría de Arousa a las 2:58:02 de la noche de su desaparición. En ese momento, los agentes analizaron los Call Detail Record (CDR's) de miles de líneas telefónicas conectadas en la zona aquella madrugada.
Así, trazaron un recorrido completo del camino hacia la casa familiar, pero el 4 de julio de este año, tras lograr entrar en la memoria del teléfono de Diana Quer gracias al sistema Cellebrite, consiguieron 22 puntos más de cotejo. 22 conexiones a redes wifi y otros datos de tráfico que no aparecían en los primeros informes, y que aportaron más luz a los movimientos previos al presunto asesinato.
Así, la misma mañana que El Chicle fue detenido, los expertos en la materia entregaron a los jefes de la investigación el documento definitivo. En él se cruzaban los datos del teléfono de la chica con los del terminal de José Enrique Abuín entre el 19 y el 23 de agosto. Y con las cámaras de seguridad y los dos radares de la autovía AG-11, por la que 'El Chicle' intentó escapar tras raptar presuntamente a la chica. El triángulo de datos hacía del todo imposible la endeble versión de la defensa del acusado, según la cual Abuín atropelló fortuitamente a la joven y la abandonó más tarde en el descampado que llegó a marcar en un principio durante una de las reconstrucciones de crimen.
Nadie más que él se encontraba en el puente en el momento en que se apaga bajo el agua el teléfono de la víctima, cuando es arrojado desde el puente de Taragoña. Ningún otro coche realizó el mismo recorrido, en el mismo sentido y a esa velocidad. Y, por supuesto, ningún otro automóvil pasaba a las horas adecuadas por las imágenes que captaban las cámaras de la autovía en aquel instante. En cuanto consiguieron los datos del propietario del teléfono solo quedó analizar la identidad del dueño del coche que aparecía en las cámaras aquella noche.
Para este análisis, los agentes se centraron en nueve coordenadas distintas. Nueve conexiones realizadas por el teléfono de El Chicle desde las 2:52:32 (seis minutos después de que el teléfono de Diana empezara a moverse a gran velocidad) hasta las 4:09 de esa misma noche. Conexiones que se producen en los mismos puntos que los de la víctima.
En esos momentos, tanto el teléfono de Diana como el de El Chicle se mueven según los informes del caso, de forma coordinada. Tardan 3,12 minutos en recorrer los 2,4 kilómetros que les separan de la siguiente antena de cobertura.
El haz de luz en la gasolinera
La gasolinera que intercepta una borrosa y alejada imagen de la trayectoria del Alfa Romeo de ‘El Chicle’ se encuentra en la autovía AG-11. Esta carretera, relativamente nueva de construcción, conecta todas las localidades de la comarca del Barbanza, desde Ribeira y Porto do Son hasta Catoira, el último bastión al fondo de la ría. Hay decenas de cámaras a lo largo de los kilómetros que abarca. Y esas carreteras, debido a sus fechorías y al historial delictivo de años anteriores, Abuín las conocía como la palma de su mano.
Al conocer el recorrido del teléfono del asesino, los agentes acuden a registrar todas y cada una de las cámaras de la zona que han podido captar ese recorrido. En el tramo en que se enmarca el desplazamiento de Diana esa noche y del otro terminal hay hasta 10 diferentes. Analizan una de ellas, la de una gasolinera cercana, y encuentran a la hora apropiada y en el punto exacto un resplandor al fondo, en la parte superior izquierda de la imagen. El fogonazo apena dura unos segundos, pero es suficiente para obtener información.
A partir de esa luz los agentes hacen decenas de comparaciones en sus análisis. Cotejan la luminosidad de ese vehículo concreto con los de otros que pasan por ese mismo punto y que son grabados por esa misma cámara en distintos momentos de distintas noches. El sumario recoge todo ello, decenas de planos idénticos apenas modificados por el tamaño diferenciado de los haces de luz de los automóviles recogidos en ese plano fijo.
Hasta que reconocen que el modelo es un Alfa Romeo. Y comprueban que, efectivamente, es el coche que obra en poder de la mujer de Abuín. Y ya tienen todos los detalles atados. Solo necesitan un paso en falso del asesino.
Una noche a contrarreloj
Nadie olvidará la madrugada del 31 de diciembre en la comandancia de la Guardia Civil de A Coruña. Ni las cuatro horas en las que ‘El Chicle’ terminó por claudicar. Hasta entonces los agentes se tiraban de los pelos. Llevaban casi dos días intentando que confesara el crimen.
Lo consiguieron a la una de la madrugada. El abogado de oficio de ‘El Chicle’ firmó a esa hora el documento que luego fue extendido al juzgado y la nueva declaración de su defendido pidiendo perdón a la familia, alegando que para minimizar los daños diría exactamente qué fue lo que pasó. Y dónde estaba el cuerpo de Diana:
-Mi intención era tirar su cuerpo al mar. Al final no lo hice. A Diana no la toqué. No hablé con ella. La ropa se la quité en el pozo. Allí ya estaba muerta.
Todo apuntaba a que aquello era mentira, pensaron los agentes. En su atestado sostuvieron que la había llevado a la nave para agredirla sexualmente, pero en aquel momento era primordial encontrarla. Por eso le preguntaron qué pozo era esa al que la había llevado. Él asiente diciendo que les llevará hasta allí. En ese momento de la madrugada se movilizó todo el dispositivo, se avisó al comisario de la localidad de Rianxo, se llamó al juzgado y también prepararon a los buzos por si fuera necesario. Esa noche nadie durmió.
3:40 horas de la madrugada del 31 de diciembre de 2017. Almacén de Muebles Maite Rial. Antigua fábrica de gaseosas abandonada. Una comitiva judicial, con los agentes de la Unidad Central Operativa, llega al lugar situado en la parroquia de Asados (Rianxo). Ya allí dejan a Abuín que les guíe para acceder al interior por el portón de la fachada principal, uno de los que da acceso al sótano.
Los agentes verifican la totalidad de las estancias. Luego, en la planta baja, localizan el pozo y el acusado lo señala. Está cubierto con una gruesa capa de hormigón. Tiene forma cilíndrica. En su parte central posee una tapadera de hormigón cuadrada. Abuín indica, exactamente a esa hora, 3:40 de la madrugada, que ahí se encuentra el cuerpo de Diana.
Se retira la tapa cuadrangular. Luego surge el agujero, lleno de agua oscura. Mediante linternas tratan de comprobar si se aprecia algo desde la superficie, pero no se ve nada, y el hueco parece tener cierta profundidad. Así que dan aviso al Grupo Especial de Actividades Subacuáticas.
La comitiva judicial llega a las cinco de la mañana con los buzos. Traen consigo cámaras sumergibles. Lo primero, la introducen en el agua. A ocho metros de profundidad, aparece la imagen del cuerpo humano de una mujer aparentemente joven, lastrado por una cuerda y varios ladrillos. A las cinco y diez, se comunica que el caso está resuelto al Juzgado de Primera Instancia e Instrucción Número 3 de Ribeira.