Esta es la trágica llamada de 23 minutos de una madre al 112: su hijo Aitor murió y no hicieron nada
El joven se desplomó al sufrir un trombo en el pulmón. Cuando los Servicios de Emergencia llegaron era demasiado tarde. Murió a los tres días.
7 noviembre, 2019 14:28Noticias relacionadas
El 14 de enero del 2018, Carmen llamó al 112. Estaba asustada. Su hijo Aitor, de 23 años, se había desplomado y no podía respirar. "Señora, su hijo está perfectamente. Él dirá lo que quiera", le espetó el médico que le respondió al otro lado del teléfono. El sanitario había hablado con el joven, quien había gastado "el poco aire que le quedaba" para balbucear su respuesta al médico. El facultativo llegó a decirle a la madre que su hijo podía "haber tomado algo" y que por eso le costaba un poco más hablar. Algo que Carmen no olvidará nunca.
Aitor entró en muerte cerebral y murió a los pocos días. Los padres no están seguros si su hijo podría haber sobrevivido al trombo en el pulmón que le había provocado una parada cardiorrespiratoria. Pero sí saben a ciencia cierta que la situación se podía haber desarrollado de otra manera. Tanto Carmen como Bartolomé, el padre de Aitor, reclaman a 175.000 euros como indemnización por vía administrativa a la Comunidad, de quien depende el Summa 112. Por su parte, la Comunidad de Madrid afirma que el procedimiento se realizó de forma correcta y se niegan a "asumir su responsabilidad", así como ha identificar al médico que respondió la llamada de socorro de Carmen.
El médico que atendió al 112
Carmen y Bartolomé llevan casi dos años luchando. Su hijo Aitor falleció días después de permanecer en el hospital en muerte cerebral. Fue Carmen quien presenció como su hijo se iba apagando mientras que los Servicios de Emergencia no hacían nada para salvar la vida del joven. Aitor se desplomó en la habitación ante la atenta mirada de su madre, quien llamó al 112. Al otro lado, el médico le respondió que necesitaba hablar con su hijo. "¡Pero es que se está ahogando! ¿No le digo que se está ahogando?", le contestó ella. "Pásemelo. ¿Si estuviera en un hospital le tendría que atender un médico o no?", le volvió a responder el sanitario.
Lo cierto es que la llamada, a la que ha hecho referencia su abogado -Carlos Sardinero-, fue lo que inició el procedimiento que enfrenta ahora a la Comunidad de Madrid y a Carmen y Bartolomé. En un primer momento, no le llegaron los audios, sino las transcripciones. Más tarde, volvieron a solicitarlos. Los recibieron la semana pasada. "Son muy impactantes, tremendos, tanto que los padres no han podido escucharlos de nuevo", apunta el letrado.
La llamada, íntegra
- Madre: Mire, es que se ha levantado el chico y se ha mareado al levantarse. Yo estaba en la cocina y le he sentido caerse
- Médico: Sí
- Madre: Y entonces un sudor enorme... Ahora se ha quedado más bien frío, pero con un sudor enorme.
- Médico: ¿Él está en tratamiento de algo?
- Madre: No, no.
- Médico: Ha tenido un síncope entonces.
- Madre: Y está como, como... Dice que no puede respirar.
- Médico: Vale. Pásemelo al teléfono, por favor.
- Madre: A quién: ¿al chico?
- Médico: Claro.
- Madre: No puedo, no puedo.
- Médico: Es que tiene que hablar con el médico. ¿No tiene un móvil, y la llamo yo?
- Madre: ¡Si él no puede, si él está en la...!
- Médico: Señora, si estuviera en el hospital ahora mismo un médico allí, ¿tendrá que hablar con él o no?
- Madre: Bueno, pero usted...
- Médico: Da igual que sea por teléfono o lo que sea, tiene que hablar con el médico.
- Madre: Él dice que no puede respirar y que...
- Médico: Bueno, ya, pero yo necesito evaluarlo. Señora, porque él puede necesitar una UVI, puede necesitar un ingreso hospitalario o puede necesitar un médico...
- Madre: Mira, que dice el médico que tienes que hablar con él, que a ver lo que te pasa...
- Médico: Dígame, qué te ocurre, cuéntame un poquito.
- Aitor: Me ahogo...
- Médico: Yo no te escucho que te ahogues. ¿Has estado nervioso o algo?
- Aitor: No
- Médico: Entonces, ¿estás en tratamiento de alguna cosa?
- Aitor: No puedo.. Me ahogo...
- Médico: A ver, pásame a tu mamá.
- Aitor: No puedo...
- Médico: Pásame a tu mamá.
- Madre: Mire usted como está.
- Médico: No, respira perfectamente. ¿Está a tratamiento psiquiátrico de algo?
- Madre: No, no, de nada
- Médico: ¿De nada? ¿Ha tomado alguna...?
- Madre: No, mire, si ayer ni salió ni nada, estuvo aquí en casa metido todo el día...
- Médico: Bueno, irá un médico a verlo y tendrá lo que sea, no lo sé, pero ¿no puede ser que haya tomado algo?
- Madre: No, no...
- Médico: ¿Algún medicamento o algo?
- Madre: No.
- Médico: Pues respira perfectamente, ¿eh? Que respira perfectamente...
- Madre: Pues él dice que no puede respirar.
- Médico: Él dice lo que quiera, pero respira perfectamente porque habla perfectamente, ¿vale?
- Madre: Pues mire usted yo no sé lo que...
- Médico: Bueno, irá un médico a verlo, pero él sí respira...
- Madre: Yo no sé...
- Médico: Sí, respira. Venga. Hasta luego. Parece más bien que está tocado de algo. No sé. Vamos a ir a verlo. Venga, hasta ahora.
Los 23 minutos claves
Aitor comenzó a ponerse azul y entró en parada cardiorrespiratoria. Cuando la ambulancia llegó a su casa de Navalcarnero ya era demasiado tarde. Ingresó en el hospital en muerte cerebral y falleció a los pocos días. Aitor tenía un trombo en el pulmón. Los padres afirman que no fue esto lo que el provocó la muerte, sino los 23 minutos que tuvo que esperar -en muerte cerebral- a que llegaran los sanitarios. Por eso, Carmen y Bartolomé exigen a la Comunidad de Madrid una indemnización de 175.000 euros.
También, denuncian que la Comunidad de Madrid se ha lavado las manos y afirma que el procedimiento se realizó de forma correcta. No hubo ningún incidente en la atención al joven. Por tanto, no asume su responsabilidad, así como tampoco ha identificado a los médicos que participaron en la ayuda a Aitor. El joven ya había acudido dos veces a un Centro de Salud debido a un fuerte dolor que sufría en un costado y aunque estuvo ingresado, le dieron de alta. "Era un dolor mecánico", afirmaron los especialistas.
Lo que tienen claro Carmen y Bartolomé es que su hijo podía haber llegado con alguna posibilidad de vivir al Hospital Rey Juan Carlos (Móstoles). Su casa -en Navalcarnero- y el centro sanitario de la localidad madrileña apenas le separan 23 minutos en coche. Unos minutos que podían haber sido claves para que Aitor siguiera con vida y que el joven perdió en su casa, esperando a que llegara algún facultativo.