De un día para otro, Carlos (62) y María (60) vendieron su piso en Madrid para irse a vivir a un chalé a las afueras de la capital. No era una decisión tomada a la ligera. A María le acababan de diagnosticar cáncer y este matrimonio madrileño pensó que irse lejos del bullicio iba a ser lo mejor. Pero cuando llegaron a su nuevo hogar, todo se volvió una pesadilla. Ni siquiera podían entrar. Habían cambiado la cerradura y en el interior había un grupo de personas que no conocían. Habían 'okupado' su casa el mismo día que entraban a vivir en ella.
Con los muebles en la calle y sin un techo en el que vivir, la pareja hizo lo imposible para recuperar su vivienda, sin éxito. En esa situación límite, y tras ser informados por un amigo que había contratado sus servicios anteriormente, decidieron ponerse en contacto con la empresa Fuera Okupas. Al otro lado del teléfono, Jorge Fe (51), gerente y jefe de Operativos, les aseguró que en cuestión de días iban a recuperar su casa. Y así fue.
Un operativo formado por cuatro personas, incluido Jorge, de aspecto corpulento, con gran altura y experto en artes marciales, se presentó al día siguiente frente al chalé. A las 48 horas Carlos y María habían recuperado su hogar. "Ha sido el caso más duro al que nos hemos enfrentado, imagina en qué situación estaba ese marido, no sabía ni qué decirle a su mujer. Aún recuerdo el abrazo que me dio ella cuando le devolvimos su casa", cuenta, emocionado, el gerente de Fuera Okupas, Jorge Fe, a EL ESPAÑOL.
Cuando ayudaron a Carlos y María, la empresa apenas llevaba un par de meses funcionando. Tras dedicarse al cobro de impagos y a la seguridad privada, este empresario catalán se dio cuenta de que este fenómeno había proliferado en distintos puntos del país. Se percató de que era preciso hacer algo para solucionarlo. Dos años después, Fuera Okupas es la empresa líder en desokupación de viviendas en España. Lo que al principio eran un par de llamadas a la semana para contratar sus servicios, se ha convertido en un trabajo a un ritmo frenético.
Con oficina en Barcelona, Valencia y próximamente en Madrid —tres enclaves en los que se concentran la mayoría de okupas—, cada día llevan a cabo seis dispositivos de desalojo en diferentes puntos del país. En total, contabilizan ya más de 400 viviendas y edificios. Tienen pendientes otros 100.
Sus clientes son, en la mayoría de casos, propietarios de segundas viviendas okupadas que, desesperados por la lentitud de la Justicia y la inacción de las fuerzas de seguridad, optan por contratarles para expulsar a los extraños de sus casas. En un 70% de los casos, los inquilinos acaban de asentarse en la vivienda, frente al 30% que suele llevar tiempo con esa residencia y, según señala esta empresa, termina por destrozarla. En cuanto al precio, el coste por desokupar un domicilio ronda los 2.500 euros, pero si, por ejemplo, se trata de un edificio okupado al completo, la cantidad por vivienda es menor.
Artes marciales, boxeo, judo...
La clave de su éxito está en la negociación. El objetivo es alcanzar una solución pactada con los okupas de la mano de agentes profesionales. En la empresa hay departamento comercial, abogados especializados y un compendio de expertos en deportes de contacto: artes marciales, boxeo, judo... Esto no significa que empleen sus habilidades contra los indeseados inquilinos, pero sí resultan un elemento de disuasión fundamental. Todo ello, aseguran, cumpliendo siempre con lo que permite la ley.
"Tenemos un 98% de éxito en la mediación de okupas. Por el momento, gracias a Dios, hemos cumplido siempre con nuestros clientes, y solemos desalojar las viviendas en menos de una semana", explica a este diario el jefe de Operativos. No obstante, queda ese dos por ciento, ese mínimo porcentaje de casos en los que una negociación no está entre las opciones de los okupas para abandonar la vivienda. Situaciones límite en las que esta brigada de boxeadores ha tenido que enfrentarse a ellos. Alguno, incluso, llegó a terminar en el hospital.
Jorge Fe recuerda especialmente un caso, el de una vivienda en Torrevieja (Alicante) que había sido okupada por un clan familiar. "La cliente era una viuda de 65 años a la que le habían okupado su residencia de verano; ya no sabía qué hacer", relata este empresario. Tratándose de un gran número de personas, el equipo de Fuera Okupas llegó preparado, pero en esa ocasión no fue suficiente.
Cuando apareció el equipo, las 22 personas que formaban el clan tenían retenida a la dueña de la vivienda. "El día que nosotros fuimos, el clan invitó a la cliente a hablar con ella en su casa y aceptó, pero lo que hicieron fue retenerla, como si fuese una rehén", cuenta Jorge. Él y sus trabajadores intentaron sacarla de allí, pero los okupas estaban preparados con palos y cuchillos para defenderse. Algo que desembocó en una batalla campal. "A un compañero le hicieron una brecha en la cabeza y tuvieron que darle 12 puntos; al final conseguimos desalojarlos, pero tuvo que echarnos una mano la Guardia Civil, que detuvo a todos los okupas", señala Fe.
El perfil del okupa
— ¿Suele ser gente necesitada quien se hace con las viviendas?
— Le aseguro que, de todos los expedientes que he llevado, el 99% no se trataba de personas necesitadas. Yo tengo a gente de mi entorno que sí está pasando necesidades y está pagando un alquiler de 800 euros.
— Entonces, ¿cuál suele ser el perfil?
— Son grupos organizados que conocen muy bien cómo funciona el asunto, se aprovechan de los vacíos legales que hay con la okupación de viviendas, creen que es un derecho tenerla gratis. En muchas ocasiones están apoyados por asociaciones. Suelen tener de 25 a 40 años, son de clase media y viven del cuento, aunque hay muchos que trabajan. Otros visten de marca y tienen coches de alta gama. También los que son extremadamente peligrosos, y con los que tenemos que emplearnos a fondo.
Este empresario conoce bien los datos puesto que antes de entrar en acción, su equipo de encarga de investigar a cada uno de los okupas. Todo empieza por una llamada, cuando el cliente llama para pedir asesoramiento. "Contactan con nosotros cuando saben que la Policía no puede hacer nada. Somos una de las pocas esperanzas que les quedan".
Una ver se firma el contrato entre las dos partes, el equipo se pone a trabajar y con ello, a investigar al okupa: edad, trabajo, estado civil, sus horarios, etc. Cuando concluyen esa fase, un equipo, siempre formado por cuatro personas, se persona en la vivienda e invitan a salir a los inquilinos. "No es un diálogo amigable, pero les advertimos de los delitos que están cometiendo; si aceptan, quedamos en una fecha, y cuando se van tomamos la vivienda, se cambia la cerradura y se ponen alarmas".
Vigilante de seguridad en la puerta
Si, por contra, se niegan a salir, Fuera Okupas pone a un vigilante de seguridad en la entrada junto a algún trabajador de la empresa, situación que denominan como control de acceso. "Se le pide explicaciones a quien entra y a quien sale, de modo que quien abandona la vivienda, ya no puede volver al interior. Y bueno, a partir de aquí, hay gente que se lo toma peor o mejor...", manifiesta este empresario.
Ante todo, la premisa fundamental del equipo es contar siempre con algo de información. "No es lo mismo llegar a una vivienda con okupas, que a un narcopiso, siempre debe haber un mínimo de investigación previa. Tenemos que saber a qué nos enfrentamos; al fin y al cabo, tenemos una familia y el objetivo es llegar siempre sanos y salvos", apunta Jorge Fe.
No obstante, no apuestan todo a la carta de la información, y el equipo de operativos se entrena en defensa personal de la mano de los mejores deportistas de élite. Y a cambio, desde Fuera Okupas patrocinan sus carreras deportivas. Uno de ellos es Enoc Solves, campeón español en MMA (Artes marciales mixtas) y también el conocido como Fredy El Gigante, que ha batido tres récords del mundo en levantamiento de press banca, en 150 kilos. Y que, en ocasiones, también acompañan a los equipos a los operativos de desalojo.
"En definitiva, vamos a la guerra y tenemos que estar preparados porque nos jugamos la vida. Pero el equipo está formado por gente noble, somos muy pacifistas, las peleas deben ser en un ring, en la calle no traen nada bueno. Estamos aquí para ayudar a la gente, no para combatir. Siempre negociaremos y si nos quieren intimidar, no lo van a conseguir", concluye el empresario catalán.