Es 23 de mayo de 1981; tan sólo han pasado 3 meses del intento de golpe de estado de Tejero en el Congreso de los Diputados (Madrid). Si la situación en España en general es convulsa, la de Barcelona en particular lo es más todavía. La ciudad es una jungla donde los delincuentes campan a sus anchas. El 50% de los atracos que se cometen en el país tienen lugar en la ciudad condal. Pero el del 23 de mayo iba a quedar para la historia. Un grupo de individuos se hacen fuertes en el Banco Central, ubicado en el número 23 de la Plaza Cataluña. ¿Qué hacer ante una situación crítica? Nadie tiene dudas: avisar al Grupo de Atracos de la Policía Nacional de Barcelona, los de la Jefatura de Vía Layetana. Esa mismo que ahora corre peligro de desaparecer.
Han pasado casi 40 años de aquella fecha, una de las más icónicas para el Cuerpo Nacional de Policía en Barcelona. Tampoco han cambiado tanto las cosas desde entonces. La situación en España sigue siendo convulsa y la de Barcelona lo es todavía más. La delincuencia es casi una seña de identidad de la ciudad gobernada por Ada Colau, una de las principales artífices de que la Jefatura de Policía de la Vía Layetana esté a punto de desaparecer. Los atracos y los apuñalamientos se suceden en la ciudad, día sí, día también. Ahora, en cambio, se echan en falta los comandos de élite, como aquel mítico Grupo de Atracos de Barcelona que creó escuela.
Mítico porque intervinieron en las operaciones más complicadas, cual grupo de operaciones especiales. El secuestro del delantero del Barça Enrique Castro ‘Quini’, el mencionado atraco al Banco Central, las sucesivas detenciones y fuga de El Vaquilla, grandes palos a casinos, el narcotráfico de heroína a gran escala, que empezaba a hacer mella en la juventud española y se acabó llevando por delante a una generación entera… Aquellos agentes reivindican ahora que también son parte de la historia de la Jefatura de Vía Layetana. Un edificio emblemático desde su concepción, que lo mismo sirvió al franquismo que a la República, que fue elegido por Lluis Companys para albergar la sede de la policía y que en los 80 y 90, resultó fundamental para preservar la seguridad en las calles de una Barcelona que, a día de hoy, volvemos a echar en falta. Ellos también son Layetana.
Caer en desgracia
Ahora, el edificio ha caído en desgracia política. Los recientes disturbios provocados por los independentistas violentos tuvieron este enclave como objetivo principal. Tras los destrozos, centenares de catalanes constitucionalistas anónimos acudieron a la puerta para apoyar a la Policía Nacional y depositar flores en la puerta. Pero eso fue solamente una iniciativa ciudadana espontánea. La suerte para el edificio ya caso estaba echada. Un grupo de represaliados franquistas llevan más de una década pidiendo su cierre, para que el edificio se destine a albergar un centro memorial contra la represión. Dicen que la quieren fuera porque es un símbolo de la represión fascista, pero los que trabajaron allí creen que el motivo es más simple: cargarse la bandera de España.
Parece que ahora se han llevado el gato al agua. La Comisión de Derechos Sociales, Cultura y Deportes del Ayuntamiento de Barcelona acaba de aprobar una moción en la que se insta al Gobierno a convertir la Jefatura en un centro memorial y documental sobre la represión franquista en Cataluña, además de trasladarla de lugar. Tras haber ido aprobada, el gobierno actual parece dispuesto a ceder a las presiones y llevarse a los policías a la Zona Franca, bien lejos del centro de la ciudad.
“Es ceder a las presiones del independentismo. Yo creo que el problema que le ven es que está la bandera de España presidiendo, y ahora todo lo que huela a España...”, concluye Julio Maeso, uno de los agentes que formó parte de aquel legendario Grupo de Atracos. “Es cosa principalmente de Ada Colau”, señala Miguel Ángel, otro integrante de aquel grupo de atracos que fue comisario en la Jefatura desde finales de los 70.
La comisaría de Lluís Companys
¿Por qué quieren cargarse la jefatura desde el independentismo y desde la izquierda más recalcitrante? ¿Es realmente la Jefatura de Layetana un símbolo de la represión franquista? Por partes; la Jefatura ya funcionaba durante la República. Fue una comisaría de la Generalitat. De hecho, Lluis Companys hizo del lugar una de las bases de las fuerzas de seguridad. Allí también trabajó Miquel Badía, el pistolero catalanista radical apodado ‘Capità Collons’. La Jefatura no la trajo el franquismo.
El origen de este emblemático edificio del centro de Barcelona, situado en el número 43 de la Vía Layetana, data del siglo XIX. Fue diseñada por el arquitecto Jeroni Granell y construida en 1878. El edificio es más antiguo que la misma Vía Layetana, y no es un decir. No más que la vía original romana que dio nombre, sino más antigua que la calle actual que marca el mapa de Barcelona. Y es que, cuando se construyó, no había todavía calle construida a esa altura de la Vía Layetana. De hecho, se tenía que entrar por la Riera de Sants, la calle anexa. El plan urbanístico de Barcelona preveía derrocar el edificio, pero el arquitecto Puig i Cadafalch fue el responsable de que se respetase esa finca y de diseñar la fachada.
La finca fue adquirida en 1928 por Teresa Vidal-Quadras i Rabassa, antepasado del actual político y fundador de VOX Alejo Vidal-Quadras. Ella fue la que encargó remodelar el edificio de tres plantas existentes y convertirlo en uno de cinco pisos con sótano. Cuando acabó la construcción, se la vendió al Ministerio de Gobernación de España por 1.700.000 pesetas. La transacción se cerró en abril de 1929 y de inmediato se convirtió en la Jefatura de Policía de Barcelona, a pesar de que algunas fuentes apuntan que la intención inicial era instalar dentro un hotel para la Exposición Internacional de 1929.
La Generalitat republicana instaló allí la denominada Comisaría General de Orden Público, dirigida por Frederic Escofet. Era el centro de operaciones del Capità Collons, un terrorista y matón a sueldo que tenía como cargo Comisario de Orden Público y que ahora es algo así como el ídolo de los independentistas más radicales. Desde ese edificio, Lluis Companys gestionó las primeras actuaciones ante la revuelta militar de 1936.
¿Represión?
Fue tras la Guerra Civil cuando Franco ubicó allí la Sexta Brigada de Investigación Social. El primer comisario fue el gallego Eduardo Quintela; un policía que es definido por el independentismo como ‘represor franquista’, pero que igual sirvió a la República que al Franquismo, que trabajó a las órdenes del Capità Collons y que fue precisamente el que detuvo a su asesino, un anarquista llamado Justo Bueno.
Entonces, ¿hubo represión? La hubo, como durante todo el franquismo, especialmente durante la primera parte de la dictadura. Personajes como Jordi Pujol, Josep Lluís Carod-Rovira o María del Mar Bonet aseguran haber sido torturados en los calabozos de la Jefatura. A los mandos de aquella brigada represiva se encontraban los hermanos Creix, Vicente y Antonio, que fueron calificados por el escrito Manuel Vázquez Montalbán como profesionales de la humillación. Una práctica que se daba del mismo modo en comisarías de Madrid, como la de la Puerta del Sol, o en otras muchas ciudades españolas que sufrieron los excesos de la policía franquista.
La Barcelona quinqui
Pero acabó la dictadura y la Jefatura Superior se convirtió en algo así como el elemento que daba el equilibrio a la Barcelona postfranquista. A principios de los 80, Barcelona estaba realmente desgobernada. Al menos en las calles. La delincuencia alcanzaba picos nunca vistos hasta la fecha. El diario El País informaba en 1983 de que la mitad de los atracos que se habían perpetrado en España el año anterior se habían registrado en Barcelona. “Recuerdo que un día cerramos la jornada con 23 atracos a bancos en toda Barcelona. 23. Yo no sé si ahora, en todo el año, se atracan 23 bancos en toda España”, se pregunta el excomisario Miguel Ángel ilustrando la conflictividad de aquellos días. La Barcelona de la transición era una ciudad peligrosa, llena de asentamientos chabolistas y empezando a sufrir los efectos de la entonces novedosa heroína, que dejaba auténticos zombis pegando palos por la calle para pode comprar su dosis.
Pero el problema venía de antes. Ya a finales de los 70, Barcelona ardía. Por eso se constituyó el Grupo de Atracos en 1976, que se acabó convirtiendo en el icono policial de Barcelona y en el ejemplo de agentes de toda España, que venían hasta Layetana a recibir cursos de formación. Crearon escuela. Especialmente tras su primera operación mediática: el secuestro de Quini.
El secuestro de Quini
“Es la operación que más recuerdo con más cariño”, confiesa el excomisario Miguel Ángel. “Lo rescatamos en una especie de zulo en Zaragoza. Entramos tras recibir las instrucciones en clave: “El pájaro está en la jaula”. Me acuerdo que cuando nos vio allí, el pobre no sabía quiénes éramos y se puso a gritarnos “¡No me matéis, no me matéis por favor, que soy Quini!”. Estaba muy asustado”.
No todas las historias tenían un final feliz. Y es que, como recuerda Julio Maeso, “el 40% de los agentes que trabajábamos en aquel grupo de atracos habíamos sido heridos por arma de fuego. Era una época en la que los malos tiraban a dar… y te daban. Todos atracaban, todos disparaban. Los tiroteos eran continuos”. A él, en concreto, le hirieron en el atraco al Banco Central. “Yo hice de negociador y llevaba los explosivos escondidos”.
Persecuciones en un 600
Una etapa y una circunstancias complicadas para ser policía y en la que aquel grupo se coronó como puntero en España. “Éramos una veintena de personas divididas en cinco grupos de cuatro operativos”, rememora Miguel Ángel, que enumera los coches que llevaban para perseguir a los delincuentes: “Un 600, un Seat 850… coches que enseguida se calentaban y te dejaban tirado. Coches malos con mucho kilómetros, nada que ver con lo de ahora”.
Recuerda el excomisario Miguel Ángel que “en una ocasión pillamos a un narcotraficante. En aquella época, lo habitual era encontrar hachís. Pero aquel tío tenía una especie de olla con unos polvos extraños. Resulta que era heroína y la regalaba. Así la gente se enganchaba a la sustancia”: Así quedó después Barcelona, que fue una de las ciudades española más afectadas por la epidemia del caballo.
La historia del Grupo de Atracos se completa con miles de intervenciones de película: robos en casinos, grandes operaciones contra el narcotráfico, constantes intervenciones en bancos… y numerosas detenciones de El Vaquilla, el quinqui más famoso de los 80. “Al Vaquilla lo detuvimos varias veces, pero luego se fugaba de la prisión”; señala Maeso. Su excompañero Miguel Ángel apunta que “igual fue el más famoso, pero había muchos, tan malos o más que él. Había un tal Sánchez Toro que venía de Ciudad Badía (la actual Badia del Vallès) y era otro atracador de los que tiraba a matar”.
Una muerte anunciada
El traspaso de competencias a los Mossos d’Esquadra fue el principio del fin. En 1994 se inició la sustitución de agentes de Policía Nacional y Guardia Civil por Mossos d’Esquadra. El grupo de atracos de la Jefatura de Layetana fue diseminado en varios grupos más pequeños, y de ahí al ostracismo fue cuestión de tiempo. Ahora, la Jefatura sale en televisión solamente cuando los CDR la rodean y la atacan. O cuando Ada Colau aprueba construir al lado un monumento contra la represión.
Pero no solamente independentistas y comunes se han esforzado en quitar la Jefatura de Barcelona. La moción del Ayuntamiento fue aprobada también por el PSC. El socialista es, con diferencia, el partido que mayor rédito electoral están sacando del revival de Franco en el que estamos inmersos en la política española actual. Y esta oportunidad no la iban a dejar pasar en Cataluña, un lugar donde cotizan a la baja. Su portavoz, Jaume Collboni, se escuda en que quieren sacar a la policía de allí "para llevarla a un mejor lugar"
“Ha sido un ceder, ceder y ceder. Todo el tiempo. No es cosa de franquismo. Es que les molesta la bandera española. Represión franquista habrá habido en lugares de toda España. Pero en este caso es una cuestión política e ideológica. Todo lo que lleve la bandera española lo ven como fascismo. El primero, Mariano Rajoy. Fue el primero en consentir cosas contrarias a la ley, en no cumplirla", señala Julio.
Miguel Ángel piensa igual: "Lo que quieren es sacar la bandera española de Barcelona y plantarla en Zona Franca. Y si la pueden llevar más lejos, más lejos la llevarán", y señala directamente a la alcaldesa Ada Colau: "Es ella la principal artífice de todo esto. La que nos lleva insultando tanto tiempo. Pone una placa conmemorativa al lado de la prefectura y ahora quiere convertirlo en un monumento contra la represión. Sabe que la policía ha sido un emblema en Barcelona, y le jode que seamos un emblema".
Entretanto, Barcelona sigue desbocada en cuestiones de seguridad. El Ministerio del Interior ya la sitúa como la ciudad española más conflictiva y con mayor porcentaje de delitos. Los Mossos no dan abasto, porque son pocos y mal dirigidos. La Guardia Urbana de Barcelona tiene unas fuerzas de choque que Colau no usa. Y desde la Vía Layetana, el edificio del siglo XIX que albergó al grupo policial más efectivo de los 80, cuenta las horas para que los desahucien y los manden fuera de la ciudad, la misma que controlaron hace 40 años. La misma que vuelve a estar descontrolada.