Son héroes que salvan vidas, incluso cuando esa vida todavía no tiene ni partida de nacimiento ni fecha de cumpleaños. Son médicos especialistas en cirugía fetal o ‘pediatras de fetos’, como ellos mismos se llaman a veces. Desde hace casi 30 años, en la sanidad pública y en la privada, se opera a niños con malformaciones o graves problemas, dentro del propio vientre de sus madres. Son bebés que tienen nulas o escasas probabilidades de vivir y que gracias a una corta pero precisa cirugía intraútero, esos niños salen adelante y pueden, ahora sí, empezar a vivir, con partida de nacimiento y fecha de cumpleaños.
Una de estas ‘heroínas’ se llama Francisca Molina -o Paqui como todo el mundo la conoce-. Es una de las mayores especialistas de la cirugía fetal en España y ejerce desde principios de la década de los 2000 en su tierra andaluza, en Granada. Es la responsable de la Unidad de Medicina Fetal del Hospital Universitario San Cecilio, centro de referencia para complicaciones maternas y fetales durante el embarazo y terapia fetal del sur del país; y a su vez, ejerce también en la Unidad de ecografía del Centro Gutenberg (Granada).
“Operamos intraútero cuando es necesario operar. Cuando son intervenciones vitales. Si vemos que podemos hacerlo, lo hacemos. Porque de no intervenir en la vida fetal del bebé, no llegaría a buen puerto”, afirma a EL ESPAÑOL poco antes de empezar su jornada laboral. A sus espaldas, el logro de haber sacado adelante, gracias a estas “intervenciones vitales”, más de 400 embarazos. De no haber sido así, muy probablemente esos bebés no estarían aquí.
Al ser un centro de referencia, acuden muchas madres del sur de España, recomendadas por sus médicos. De este modo, Molina y su equipo son para muchos padres, la última oportunidad, la última esperanza a la que se aferran para ver con vida a su futuro bebé. Y así lo ha hecho con más de 400 niños a lo largo de los últimos 12 años: “La lástima es que no podamos salvar a todos”, lamenta.
Son cirugías mínimamente invasivas que suelen durar muy poco y que además en muchas ocasiones se realizan con anestesia local, es decir, la madre está consciente durante toda la operación. Se operan aproximadamente antes de la semana 23-24 o a una edad gestacional adecuada para la operación. Es cierto que ella -la madre- no está nunca exenta de riesgo, pero es muy, muy raro que pase algo malo. “Por suerte -en ese sentido- no hemos tenido mayores complicaciones”.
La doctora Molina se formó con los mejores y pioneros de la cirugía fetal en Europa, y es que después de acabar su MIR (Médico Interno Residente) en Granada, se fue a Inglaterra. “Tuve la suerte de poder irme a Londres y cursar durante dos años estudios de Medicina y Cirugía Fetal en la ‘Fetal Medicine Foundation’. En el Hospital Universitario King´s College y bajo la dirección del profesor Kypros Nicolaides, líder mundial en esta subespecialidad”, cuenta a la vez que recuerda y lamenta que antes los médicos no tenían tantas posibilidades de salir fuera a formarse. El idioma por ejemplo, era un hándicap importante.
“Es por ello que me siento una privilegiada porque allí he tenido la suerte de conocer a profesionales de todo el mundo, de poder compartir casos, experiencias y conocimientos. Incluso, hay casos complicados a los que vamos allí a operarlos.
También, hay muchos médicos, sobre todo de habla hispana, que vienen aquí -al hospital de Granada- para operar y formarse”, comenta orgullosa.
Lamenta que aún la cirugía fetal no está como tal reglada en España -se considera una subespecialidad: “Habría que registrarla (cirugía fetal) como especialidad, que pedir una formación reglada, que haya un registro nacional y organizar de forma seria las unidades de referencia nacionales”.
Casos cada vez más complejos
Cada vez se pueden operar más problemas en el útero materno y salvar más vidas que probablemente no verían la luz. Algo impensable hace tan sólo 30 años. ¿Cómo se iba a pensar o tan siquiera imaginar que se podía operar a un feto, que se podía operar dentro del vientre materno?
Las operaciones más comunes que se han hecho y se hacen mediante esta asombrosa cirugía son sobre todo la de gemelos con el llamado ‘síndrome de transfusión feto-fetal’. Esto es una complicación que sufren entre un 10 ó 15% de gemelos idénticos, que comparten una placenta, y en el cual uno de los fetos pasa sangre al otro de forma desequilibrada. “Con la cirugía fetal, se consigue hasta en un 85-90% de probabilidades que viva uno de los bebés y hasta un 70%, los dos. De no hacer esta operación, morían muy probablemente”, explica Molina.
Pero también es posible realizar “simples transfusiones de sangre” que curan complicaciones que puede tener el feto. Por ejemplo, la infección por parvovirus en el embarazo que puede afectar al feto y producirle incluso la muerte. “Si esto se diagnostica bien, con una transfusión de sangre al bebé (interútero) se cura y se salva. Pero lo importante y difícil es diagnosticar ese problema”, explica.
Existen muchas complicaciones que pueden operarse y curarse sin que el bebé tenga luego secuelas, pero hay una malformación que merece la pena destacar. Por lo sorprendente de su cirugía (fetal) y por la proezas que se están realizando: cirugía fetal en la espina bífida, una malformación congénita donde la columna del bebé no se desarrolla correctamente por un defecto en el tubo neural.
“No se cura la enfermedad pero sí disminuir las secuelas. Es decir, va a mejorar mucho el pronóstico de la enfermedad y la calidad futura de niño. Normalmente, este tipo de cirugía -en la espina bífida- se les ofrece a las madres para las que el aborto no es una opción”, explica.
La importancia del diagnóstico prenatal
Cuenta la doctora que a pesar de las 50 operaciones, aproximadamente, que realiza al año, no hace todas las que probablemente se deberían hacer. “Habría muchas operaciones más -porque somos centro de referencia del sur del España- pero no todos los casos se diagnostican bien o no se puede determinar con exactitud la causa de la complicación, etc”. Y es que esta subespecialidad no se entendería, ni siquiera existiría sin el progreso de la tecnología: “La cirugía fetal va de la mano del desarrollo tecnológico”, afirma, contundente esta especialista que lleva tras de si más de de 2000 ecografías de alto riesgo cada año y más de 3000 procedimientos invasivos de diagnóstico prenatal.
Desde los años 80, se han experimentado unos cambios muy importantes en el mundo de la imagen. Antes, los aparatos ultrasonido eran como casi máquinas de rayos X, con fotos muy estáticas. Pero luego empezó la ecografía dinámica en tiempo real y todos los demás avances que han hecho que ahora se tenga una calidad de imagen muy, muy buena. “Cada vez se ven más cosas - en una ecografía- y además, se ven cada vez más temprano. Y entonces, como todo en la medicina: cuando empiezas a diagnosticar más problemas y más cosas, se va aprendiendo más cada vez de todas las enfermedades”, asegura.
Porque lo más importante de todo es diagnosticar el problema. Saber qué es lo que tiene el feto. Una vez diagnosticado, valoramos y vemos si se puede operar o no. Si se puede, adelante. Pero la cosa no es tan sencilla ni tampoco es decisión, ni mucho menos, de una sola persona. Estas ‘intervenciones vitales’ requieren de todo un equipo multidisciplinar que en conjunto y con trabajo en equipo deciden lo mejor y más conveniente, médicamente, para la mamá y el bebé. La primera intervención fetal que se hizo en España fue en los años 90. Desde entonces, gracias a esta cirugía, se han salvado muchas, muchas vidas.