Nadie se sorprendió el pasado domingo por la presencia del rey Felipe VI en las gradas de la Caja Mágica de Madrid para presidir la final de la Copa Davis entre España y Canadá. Aunque es cierto que todo el mundo esperaba la presencia del Emérito Juan Carlos -fan incondicional de Rafa Nadal- fue su hijo el que representó a la Corona en esa noche inolvidable para el deporte español. No hubiese estado mal que Felipe VI hubiera ido acompañado por su mujer, la reina Letizia, o por una de sus dos hijas, la princesa Leonor o la infanta Sofía, sin embargo, al ser domingo, que no es laborable, ella no trabaja.
El caso es que el Rey disfrutó mucho con el equipo español de tenis, celebrando cada punto que entraba y animando desde la grada con su habitual pasión. Pero, al menos en dos momentos del partido en el que la cámara enfocaba al palco real, el monarca se puso en pie con un claro gesto de dolor y llevándose a la mano a la parte baja de su espalada, como intentando buscar una postura un poco más cómoda. “Es que está muy fastidiado. Sufre desde hace años de las lumbares y aún mas con los viajes que ha tenido últimamente. En el último mes ha estado en Oviedo, Barcelona -con la tensión que supuso- luego Cuba y después se fue a Estados Unidos, para una visita relámpago a Washington. Así que la espalda le está pasando la lógica factura a semejante paliza", comenta a EL ESPAÑOL una persona cercana al Monarca.
La espalda es el talón de Aquiles de Felipe, qué -como sus padres- siempre ha tenido una salud envidiable. No es la primera vez que sufre de este tipo de dolores. De hecho, esta dolencia fue la que le llevó el año pasado a la Clínica Ruber Internacional. Fue el 14 de julio cuando se sometió a un tratamiento de radiofrecuencia por aguja, conocido como rizolisis, con el que intentó paliar las molestias. Al tratase de una técnica ambulatoria el rey no tuvo que ser hospitalizado ya que sólo precisó anestesia local y un poco de reposo.
El dolor ha vuelto
En Zarzuela no le quisieron dar importancia. De hecho, ni lo comunicaron y la prensa se enteró por una filtración: el rey mantuvo su agenda sin que la intervención influyera en su trabajo. Pero parece que el dolor ha vuelto. Precisamente el Jefe de Estado tendrá que enfrentarse a una prueba de máximo estrés -tan desaconsejable para los problemas de espalda- como es el proceso político que comienza el próximo 3 de diciembre con la Constitución de las nuevas Cortes. Acto seguido Felipe VI iniciará la ronda de contactos con los líderes políticos para decidir a quién encarga la formación del nuevo Gobierno. La espalda del monarca se resentirá más aún ante la compleja situación parlamentaria.
“Cuando pasa temporadas de mucho viaje y estrés, se resiente. Ahora está en pleno dolor y pensando con el médico de Zarzuela qué decisión tomar al respecto porque la rizolisis ya ha quedado en nada” añade la misma persona.
Mientras, Felipe intenta continuar con su trabajo pero ha añadido una vez a la semana, como mínimo, la visita de un fisioterapeuta que intenta evitarle con ejercicios y tratamiento que tenga que volver a pasar a por el quirófano. “Pero la cosa la ven muy negra porque no mejora mucho. Ha tenido que dejar hasta ciertos deportes como el squash durante una temporada, cosa que le encanta”, confiesa un trabajador de Zarzuela.
Y es que el rey está habituado a practicar deporte muy temprano cada mañana, ya sea en el gimnasio de Zarzuela o corriendo por los alrededores. Por las tardes, cuando su agenda se lo permite, le gusta echar un partido de pádel o squash con alguno de sus amigos. Como él mismo ha explicado en alguna ocasión, le gustan todo tipo de deportes, aunque en algunos a destacado más que en otros: el baloncesto, por ejemplo, no se le da especialmente bien a pesar de su altura. No hay que olvidar que el Felipe Vl compitió en los Juegos de Barcelona 92 en la modalidad de crucero, y lo hizo por méritos propios.
Ahora la rutina ha cambiado y su tiempo en el gimnasio está más dedicado a fortalecer los músculos de la espalda que a ponerse en forma. El rey ha introducido, por consejo de su mujer, la figura del entrenador personal que sigue un plan acordado con el fisioterapeuta. Bajo la supervisión del equipo médico de la Clínica Ruber Internacional capitaneado por el doctor Del Corral Salas, amigo personal de los Reyes, Felipe VI intenta cada día con sus ejercicios evitar pasar por el quirófano, porque la siguiente vez ya no se trataría de algo ambulatorio ya que la rizolisis sólo le ha paliado el dolor durante un tiempo.
“Veremos cómo evoluciona porque está fastidiado, pero la cosa no pinta bien. Desde luego ahora él no quiere ni oír hablar de estar unos días de baja con la situación política que estamos viviendo. Pero terminará pasando por quirófano”, revela a este periódico una persona del equipo del monarca.
Si la cosa llega a ser así, sería la primera intervención seria a la que es sometido Felipe VI, ya que nunca ha tenido problemas graves de salud más allá de un brazo roto cuando tenía 10 años y alguna que otra lesión de rodilla por culpa del esquí. Aunque parece que el Rey está dispuesto a pelear hasta el final para no tener que pasar por quirófano y poder volver a disfrutar con sus amigos de las largas partidas de squash en las pistas que tienen los sótanos del complejo de Zarzuela.
La sombra de Juan Carlos planea también en este sentido sobre su hijo. En el caso del Emérito, sus problemas comenzaron con las caderas y luego derivaron en otras complicaciones en la columna vertebral.