¿Alguna vez ha pensado en qué comer o beber antes de coger el coche? Probablemente, no. Sin embargo, debería hacerlo. Elegir bien el menú antes y/o durante el viaje es de suma importancia. Valga un ejemplo para ilustrarlo: la Universidad de Loughborough (Reino Unido) y el European Hydration Institute, en un estudio, demostraron que los conductores mal hidratados cometen los mismos errores que aquellos que se han tomado cuatro copas de vino –lo que equivale a 0.8 mg/l de alcohol en sangre. Estos, de hecho, son más propensos a frenar tarde, meterse en el arcén o salirse de su carril. Es decir, son más peligrosos.
La Dirección General de Tráfico (DGT), sumándose a esta tesis, también advierte sobre lo perjudicial que es no alimentarse correctamente antes de un viaje largo. En su guía Comer bien y conducir mejor, alerta sobre lo inseguro que puede ser tanto conducir con el estómago vacío como hacerlo tras una comida copiosa. ¿Por qué? Porque esto puede derivar en somnolencia, fatiga, pérdida de reflejos o dolores de cabeza.
En EL ESPAÑOL, antes de que se inicie el operativo especial de tráfico de estas Navidades –en el que se prevén, al menos, 18 millones de desplazamientos por carretera–, pedimos recomendación a Belén Molina, nutricionista de la clínica Almara, sobre qué se debe (y qué no) comer en estos trayectos largos en los que se mezclan los atascos, las prisas y el cansancio en estos días de fiesta.
El peor desayuno: café con bollería
Hay conductores que deciden salir de viaje por la mañana, tras desayunar. En ese caso, lo más recomendable es “tomar algo ligero, pero no demasiado copioso, azucarado o gaseoso”, explica Belén Molina. “Yo recomendaría tomar un café con leche, pan integral con aceite y tomate, y una pieza de fruta. Lo que no haría jamás es incluir bollería o productos muy azucarados porque a corto o medio plazo, después de un pico de insulina, se genera una hipoglucemia, lo que deriva en cansancio o somnolencia”, explica la nutricionista.
Eso es, sin duda, lo primero a tener en cuenta: un conductor no necesita energía extra para ponerse al volante. No precisará, de hecho, que su alimentación supere las 2.500 kilocalorías al día, pues durante un viaje prolongado apenas se consumen entre 1.000 y 1.300 kcal/día, según reza la guía de la Dirección General de Tráfico.
Es preciso, eso sí, haber tomado agua. “Con un vaso es suficiente. Si bebemos mucho, vamos a tener que parar a la media hora y tampoco queremos eso. En cualquier caso, podemos llevar una botella de agua para hidratarnos a lo largo del viaje”, recomienda Belén Molina.
La peor comida: un chuletón, bebidas azucaradas y café
La receta, de nuevo, es la misma: “Es importante que no sea demasiado copiosa ni abundante, pero también es necesario que nos sacie. Rica en frutas y verduras, para que contribuya a la hidratación, y baja en grasas”, cuenta la nutricionista de Almara.
Belén Molina recomienda tomar “una ensalada que incluya alimentos de tipo proteico” y un café, ya sea antes de salir de viaje o durante el mismo, buscando evitar la somnolencia que, a menudo, aparece tras el mediodía. A su vez, "el menú que evitaría bajo cualquier concepto contiene carne muy grasa (chuletón, cordero…), guisos o, en general, comidas difíciles de digerir. Tampoco incluiría bebidas azucaradas ni postres caseros por llevar demasiada azúcar. El café después de comer puede ser una buena opción, pero siempre hay que evitar tomarlo en exceso si no estamos acostumbrados, pues puede generar taquicardias, agitación o irritabilidad".
Obviamente, Belén descarta también cualquier tipo de bebida alcohólica.
Otras recomendaciones de la DGT
La DGT, a su vez, en su guía, pide evitar los alimentos que se venden en los puestos callejeros, los alimentos salados y picantes; determinados cereales, legumbres y verduras; y los líquidos calientes y las bebidas gaseosas –entre otras múltiples cosas. En su menú incluiría, como entrante, hortalizas, verduras y sopas; de principal, una ensalada –como nuestra nutricionista– a ser posible sin aderezar; y de segundo, recomienda un pescado o carnes poco grasas (pavo o pollo). Y, para el postre, fruta; nada de pastelería o bollerías grasas.
Las comidas copiosas, por tanto, mejor reservarlas para Nochevieja y Nochebuena. Y, en ningún caso, hacerlas mientras se conduce, pues conlleva una multa de 100 euros, pero, sobre todo, peligro.