En el barrido de fotos realizado por las dos cámaras de TVE durante el discurso de Felipe VI de esta noche, pasó desapercibida una imagen en la que aparece la Familia Real en pleno entregando medallas al mérito civil a 41 españoles anónimos. La fotografía carece del glamour necesario, incomparable con el retrato en el que se distingue a las hermanas Leonor y Sofía, abrazadas, de espaldas, en el acto donde la princesa de Asturias hizo su debut como heredera del trono, durante la entrega de premios de los últimos Princesa de Asturias.
Y, sin embargo, los protagonistas del discurso del Rey en esta Nochebuena de 2019 han sido, precisamente, doña Clotilde Venial, la señora de 107 años que dedicó su vida al reconocimiento del trabajo de las sacrificadas amas de casa -tanto como un maestro- un pastor, un historiador, un médico… Y así hasta 41 españoles sin rostro.
De hecho, a mitad de su discurso de 1.457 palabras, uno de los más largos de los seis que Felipe VI ha pronunciado durante su reinado en estas fiestas navideñas, se refirió en concreto al acto en el que él, Letizia, Leonor y Sofía entregaron las 41 medallas al mérito civil a tales discretos ciudadanos.
¿Acaso el Rey se ha vuelto un populista, intoxicado por el ambiente político imperante, al referirse al pueblo-pueblo, merecedores de medallas, y no a los políticos, a los que sólo mencionó por la responsabilidad que tienen como diputados en el Congreso para elegir al candidato a presidente “o no designarlo”? No. Felipe VI no es un populista, aunque sí más popular de lo que algunos quisieran. Sin embargo, al ensalzar a los merecedores de las medallas al mérito civil, con sus cualidades, los convertía en protagonistas verdaderos de España. Y como en el Poema del Mio Cid, el Rey vino a decir qué buenos caballeros frente a los que tenemos en la política.
Un 'recado' a los políticos
Porque, veamos, ¿alguien sería capaz de decir de nuestros políticos –convertidos en el segundo problema de España- que son “un ejemplo de dignidad”, “fiel reflejo de lo mejor de nuestra sociedad”, dispuestos a “anteponer el bien común a los intereses particulares”, “expresión de las virtudes cívicas”, protagonistas de “una sociedad que ha hecho frente a situaciones muy difíciles con serenidad y entereza admirables”, con “generosidad”? Una manera maquiavélica del rey para afrentar a los políticos.
Todas estas expresiones laudatorias y calificativos notables están en las antípodas de lo que la mayoría de los españoles piensa de la clase política, opinión que seguramente comporte el Jefe del Estado, pero jamás verbalizará. Aunque más que en la antípodas, deberíamos hablar de antónimos entre lo que dijo el Rey del pueblo y lo que seguramente se ha comentado en Nochebuena de los políticos en las mesas familiares que escuchaban el discurso real.
En términos similares de alabanza se expresó Felipe VI sobre la Constitución, garante de lo conseguido en España durante sus 41 años de existencia. Cuarenta y un españoles con méritos y 41 años de vida de la Carta Magna. Tampoco es casual que las susodichas medallas se entregaran el 19 de junio pasado, en el día de su quinto aniversario como Rey de España.
El discurso más complicado del Rey
Este discurso de Nochebuena ha sido el más complicado desde que es Rey, a la par con el que pronunció en 2017, tres meses después de la celebración del referéndum ilegal en Cataluña y de la declaración de independencia y separación de España. Los 12 minutos de intervención real de anoche necesitaron muchos borradores internos, con el visto final de la Moncloa.
Realmente todo está abierto en la escena política española. Ni el mismo Rey sabía cuándo se dirigía a los españoles si tendrá que convocarlos nuevamente a votar otra vez. La impresión en Zarzuela es que no. Hace unas semanas en Palacio se daba por hecho que el proceso de investidura se iniciaría este 28 de diciembre, en el día de la Degollación de los Santos Inocentes.
En las últimas horas, en medios próximos a Palacio se especula que la investidura puede comenzar en otra fecha significativa: el próximo 5 de enero. La elección definitiva del presidente en funciones más largo de la democracia –en estatura y en interinidad- sería el regalo que los Magos de Oriente traerían a los españoles. De oriente con los votos abstenidos de los independentistas catalanes de ERC. Un Gobierno del PSOE, más Unidas Podemos, restos y el apoyo de los republicanos de Junqueras sería también el regalo para Juan Carlos I, que ese día cumplirá 82 años.
Felipe VI dejó bien claro anoche que la pelota está en el tejado del Congreso de los Diputados: “Corresponde al Congreso, de acuerdo con la Constitución, tomar la decisión que considere más conveniente para el interés general de los españoles”, arguyó el Rey. Está precisamente en manos de muchos diputados que en su toma de posesión del 3 de diciembre pasado se saltaron el acatamiento a la Constitución, piedra angular del progreso y la convivencia según Felipe VI, para jurar por Cataluña, por el planeta o por Las Trece Rosas. Un comportamiento que escandalizó a buena parte de la sociedad civil.
El sexto discurso navideño de Felipe VI ha estado muy ensayado, como todos. Por eso, cuando enumeraba los problemas a los que se enfrenta España y añadía ese “y, desde luego, Cataluña”, su tono de voz se endureció adecuadamente, de acuerdo con el guion. Sólo una vez se refirió a Cataluña, pero la DANA separatista que castiga a Cataluña y a la economía catalana –ya ha dejado de ser la locomotora de España superada por Madrid- estuvo en el ambiente del discurso de Felipe VI.
La nación (y no las naciones)
El Rey habló de una nación –no de una nación de naciones como Iceta, el líder socialista catalana-, se refirió a “lo mucho que hemos construido juntos”, pero advirtió sobre la “autoestima mal entendida”. Como los nacionalismos de luces cortas. Siempre dentro del “respeto de la Constitución, que reconoce la diversidad territorial que nos define y preserva la unidad que nos da fuerza”.
Hay un párrafo, casi al final, que podría haber sido sugerido desde Moncloa, que es quien visa y reconduce, si es necesario, los discursos del Jefe del Estado, incluso los que salen de la pluma de Felipe VI y sus colaboradores más cercanos, entre los que sobresale una primus interpares: la reina Letizia. El párrafo de dudosa procedencia considera lo siguiente: “El tiempo no se detiene y España no puede quedarse inmóvil”.
¿A qué movimiento se enfrenta España si se consuma el gobierno más de izquierdas de la democracia reciente, con claros atisbos republicanos? En la mirilla del telescopio estaría el cambio de la Constitución. En un gobierno con Unidas Podemos, partido claramente republicano, con los apoyos necesarios de ERC; con un hipotético gobierno tripartito en la Generalitat, con un presidente de Esquerra Republicana, más PSC y Unidas Podemos…. Desde luego, los vientos no serían los más favorables para una Constitución que consagra como régimen la monarquía constitucional.
Todo está abierto y pendiente del futuro de Pedro Sánchez. Felipe VI acabó su intervención anoche con su tradicional Felices Pascuas en español, Eguberri on en euskera, el bon nadal catalán y boas festas gallego, en las lenguas cooficiales. Seguramente, en ese momento comenzaron los chistes de la noche en las mesas de las familias que siguieron con curiosidad las palabras de Felipe VI.
Hay un chiste que aparece en la película Los dos Papas, de reciente estreno en Netflix. El cardenal argentino Francisco le cuenta un chiste al gélido Benedicto XVI, todavía Pontífice:
-¿Tú sabes cómo se suicida un argentino? Pues se sube a su ego y se lanza.
Pedro Sánchez no es argentino, es madrileño pero con un demostrado ego, comparable con el del mejor gaucho. Veremos cómo acaba 2019 y cómo empieza 2020. Si se suicida o no políticamente. Y qué consecuencias tiene para España. Pero esto ni el mismísimo Rey lo sabe.