Eva María lleva grabado a fuego en la mente aquel viernes 19 de abril de 2016, tanto como el tatuaje que luce en uno de sus antebrazos. En él se lee la palabra en árabe maktub (“estaba escrito”, “destino”). Aquel día, mientras la joven trabajaba como camarera en la cafetería de la estación marítima del puerto de Melilla, un guardia civil musulmán, Tahar A. B., se personó a verla para recriminarle su vestimenta y su aspecto físico.

El agente, de 41 años en ese momento, llevaba un tiempo siguiendo los postulados más radicales del Islam, según confirman fuentes consultadas por EL ESPAÑOL. Sus compañeros ya habían advertido del cambio de comportamiento de Tahar, que entró en cólera al ver aquel dibujo tintado en la piel de la joven.

"Con esos tatuajes te vas a quemar en el infierno. Si supieras el castigo que Dios te va a dar, no te lo habrías hecho", le dijo a Eva María aquel agente enfurecido de la Benemérita, tal y como se recoge en una sentencia reciente del Tribunal Supremo. "Llorarás lágrimas de sangre. Tu cuerpo es prestado por Dios. Hasta el aire que respiras es de Dios. Debes agradecerle cada minuto de tu vida".

Tahar A. B. había estado en la cafetería un día antes con la misma intención reprobatoria, pero Eva María estaba ocupada y no pudo dirigirse a ella. El guardia civil era un cliente habitual del establecimiento porque prestaba servicio de contrarregistro de entrada y salida de mercancías, confronta de buques y vigilancia del recinto portuario.

Aquel viernes, sobre las 15.15 horas, Tahar A. B. se ensañó con la camarera durante 30 minutos. 

- Déjame en paz. No quiero escucharte más- insistía Eva María mientras atendía a otros clientes.

Sin embargo, el agente no frenó en sus afrentas hacia la chica, de fe cristiana.

- No me creo que te llames Eva María. Ese es un nombre cristiano, ¿por qué te lo pusieron tus padres si son musulmanes? Me da vergüenza. Deberías llamarte Débora.

Clientes del local y otros agentes fueron testigos de los hechos. Tahar A. B. le dijo a Eva María que, de seguir así, se iba a echar a perder. Incluso le preguntó por la clase de gente con la que se relacionaba.

- Me das pena. No estás bien de la cabeza. Que Dios se apiade de ti.

Eva María se alejó unos metros de aquel guardia civil. Pero él insistió en sus manifestaciones de ortodoxia religiosa. La chica arrancó a llorar. Él le preguntó:

- ¿En nombre de quién haces el bien a las personas?

- En el mío- respondió con énfasis la chica. 

Tahar A. B. no pudo contenerse. A gritos, le respondió:

- Debes hacer las cosas en nombre de Dios. No eres nadie. Sólo hay un único Dios y la única religión verdadera es el Islam. Abre los ojos y conviértete. El día del juicio final te vas a arrepentir. Antes de que se haga demasiado tarde te tienes que inclinar por el camino correcto, que es la religión musulmana. Hay muchos cristianos que se están convirtiendo al Islam. 

Tahar A. B. había pedido un café al llegar al bar de la estación marítima de Melilla. Finalmente, le pidió a Eva María que no se lo sirviera porque tenía el “chitán (demonio) dentro”. 

- No eres pura- añadió el agente de la Benemérita.

Eva María sufrió un ataque de ansiedad por el acoso del guardia civil. Durante dos horas estuvo nerviosa y alterada. La trabajadora de una agencia de viajes próxima a la cafetería la calmó. Varios testigos la invitaron a denunciar. Tres compañeros de Tahar A. B. que se enteraron de los gritos se acercaron a ver qué ocurría.

La Guardia Civil acabó sancionando a Tahar A. B., que está casado y tiene dos hijas. Nació en 1975. Creció en el barrio melillense de La Cañada, considerado por la inteligencia española como uno de los epicentros del radicalismo islámico en España.

En primer plano, la estación marítima de Melilla, con parte de la ciudad autónoma a su espalda. EE

En febrero de 2019, el Tribunal Militar Central lo suspendió de empleo ocho meses. El agente recurrió la resolución. Pero ahora, en una reciente sentencia, el Tribunal Supremo (TS) ha ratificado la sanción.

Vigilado

Fuentes policiales explican a EL ESPAÑOL que perfiles como el de Tahar A. B., un agente que en su día a día laboral ha dado muestras de radicalismo religioso, son vigilados dentro del propio cuerpo al que pertenecen, ya sea el de la Guardia Civil, la Policía Nacional o el Ejército. Ese control se agudiza en ciudades como Melilla o Ceuta, donde la comunidad musulmana ronda la mitad de la población.

Un detalle que en ocasiones indica que el sujeto ha extremado sus posturas religiosas en torno al Islam está en el hecho de dejarse barba espesa y larga. Según los postulados más extremistas de la religión musulmana, Mahoma obliga a afeitarse el bigote y a dejarse la barba.

Los musulmanes más ortodoxos consideran que rasurarse el pelo del rostro es una desviación en el camino de los creyentes, una imitación a los incrédulos, a los adoradores del fuego y a los politeístas. Otra conducta que apunta en el mismo sentido es que se alejan socialmente de las mujeres.

En 2015, la Policía Nacional detuvo en Melilla al exmilitar Nabil Mohamed Mohamed. Se dedicaba a mercadear con mujeres para mandarlas a Siria e Irak con las huestes del Estado Islámico (IS). Su detención se produjo cuando su partida para enrolarse en el IS era “inminente”. 

Nabil fue el primer exsoldado detenido por su vinculación con el IS. Sin embargo, no fue el primer militar que abandonaba el Ejército para unirse o fortalecer a la yihad del Estado Islámico. Zakaria Said fue su predecesor. Él corrió mejor suerte y logró salir de España sin ser detenido. 

Los servicios de Inteligencia le perdieron la pista durante años, aunque lo ubicaban entre Siria e Irak. Hasta allí llegó tras combatir en Mali, en 2012, de la mano de Muyao, una organización vinculada a Al Qaeda en el Magreb islámico. Al parecer, habría vuelto al país africano, donde murió en combate con tropas francesas en febrero de 2016.

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