Judit Aix e Irene Montero no han compartido aula, grupo de amigos, copas, estudios o vida. No se conocen, no han coincidido en mítines o eventos y, probablemente, no tiene pinta de que lo vayan a hacer a corto plazo. Sin embargo, hay algo que las une: son madres, de la misma generación, sufrieron –cada una a su manera– la crisis y trabajaron de cajeras en Saturn, tienda de electrodomésticos y electrónica extinta en 2013.
Así lo dio a conocer (por segunda vez) Irene Montero, que ha tenido que salir al paso de una publicación que la acusaba de 'ocultar' su paso por Saturn en el currículum gubernamental -aunque sí estuviera incluido en la web de Podemos. En el tuit, la ministra de Igualdad no sólo se enorgullecía de haber sido cajera, sino que valoraba esa experiencia como una de las que más le está ayudando en su trabajo como política.
Irene Montero se refería, entre otras cosas, a aprender de empleadas Judit, que han vivido una realidad muy diferente a la suya. Aunque durante un tiempo, ambas (Irene y Judit) dieran la ‘murga’ a amigos y familiares con las mismas preocupaciones, tareas y condiciones económicas. Pertenecieron, de alguna manera, a la misma clase social.
Pero vivir una misma circunstancia no implica compartir un futuro común. Judit Aix, años después, está en paro; Irene Montero, en cambio, es ministra de Igualdad. Sus realidades son muy distintas. Una, la primera, sigue en Murcia, buscando trabajo en los comercios de la región y tratando de encontrar algún puesto fijo que le permita cuidar a su hija. La otra, la segunda, es dueña de un chalé en Galapagar, tiene el sueldo –salvo sorpresa– asegurado durante los próximos cuatro años y pocos problemas para que le cuiden a sus hijos. La vida, pese a las coincidencias, les ha ofrecido a ambas destinos equidistantes.
Sus currículums, qué decir, tampoco tienen nada que ver. Judit Aix, nacida en El Raal (1992), pedanía de apenas 5.000 habitantes a escasos 10 kilómetros de Murcia, estudió un grado medio de Técnica en Comercio y Marketing en el Instituto Gil de Junterón de Beniel. Sin embargo, nunca ha trabajado mucho tiempo de lo suyo. Su vida laboral ha transigido entre puestos similares amparados en distintas denominaciones: dependienta, auxiliar de venta, cajera, dermoconsejera… Siempre, con contratos temporales de por medio.
El último, en PcComponentes, se le acabó en enero. Desde entonces, busca trabajo a la vez que ejerce a tiempo completo de ama de casa. “Por las mañanas, llevo a la peque al colegio y hago un curso; después como con la niña y hacemos los deberes; la llevo a catequesis y nos vamos al gimnasio”, explica en conversación con EL ESPAÑOL. No le gusta estar en paro ni parada. A sus 27 años, todavía alberga el sueño de trabajar en el Puerto de Cartagena –por eso estudió Comercio–, pero de momento no ha tenido suerte.
— ¿Le ha costado más encontrar trabajo por ser mujer y madre?
— Sí que he tenido dificultades. Hay en muchos trabajos en los que te preguntan si tienes cargas familiares. Es lo primero que hacen. Esa situación debería mejorar —esgrime, como petición a la ministra de Igualdad.
Precisamente, Saturn es de las pocas empresas donde le abrieron las puertas a Judit a pesar de sus cargas. En 2012, la contrataron como refuerzo para la campaña de Navidad (de noviembre a febrero). “Acababa de ser madre y quería algo que me permitiese compaginar mi vida familiar con los estudios. Me ofrecieron un contrato de 12 horas semanales (fines de semana) y empecé trabajar con ellos. No me preguntaron por nada relacionado con la maternidad. Por la mañana, iba a clase, y por la tarde, cuidaba a mi pequeña”, explica.
En una de esas tiendas, en la de San Sebastián de los Reyes, trabajó Irene Montero como cajera entre 2010 y 2011 –su única experiencia laboral ajena a la política. Pero, muy al contrario que Judit, por entonces no tenía cargas familiares. La ministra de Igualdad, aquel año, estaba terminando Psicología en la Universidad Autónoma de Madrid –acabada con una calificación de 9,09. Después, estudiaría un Máster en Psicología de la Educación en el mismo centro, con nueve matrículas de honor y 9,5 en la tesis, e inició su investigación doctoral en inclusión educativa bajo el programa de Formación del Profesorado Universitario (FPU).
Pero, entre todas esas experiencias, la que más le “ayuda” para ser ministra “es la de cajera en el Saturn de San Sebastián de los Reyes”, según sus propias palabras. “Me sirve para no olvidar de dónde vengo (hija de un mozo de mudanza y de una maestra de escuela) y la situación de las mujeres a las que represento”, reconoció en un hilo de Twitter, repasando su currículum.
Ni su impoluto expediente académico ni su candidatura a estudiar en Harvard –a la que renunció por ser incompatible con sus responsabilidades en Podemos– le han “ayudado” tanto como la de ser cajera. Irene Montero avala la experiencia con orgullo. Allí, al fin y al cabo, conoció a muchas trabajadoras como Judit, de la misma edad o más mayores, con cargas familiares o estudios por terminar.
— ¿Y qué más pudo aprender Irene Montero, Judit?
— Yo puedo decir lo que yo me llevé, pero no sé lo que aprendería ella. Personalmente, cuando yo llegué a Saturn era muy tímida, era una chica muy reservada. Pero, poco a poco, fui cambiando –tanto en lo personal como en lo profesional. Y ahora es todo lo contrario. Soy más abierta, tengo un tono más elevado… Voy en el autobús y no callo —bromea.
— ¿Qué trabajo hacía usted allí y cuál podía hacer Irene Montero?
— Cobrar en caja, controlar el cierre para que cuadraran las cuentas, gestionar las devoluciones, atender al teléfono interno, orientar cuando te preguntaban por un artículo determinado… y también servicio de posventa: atender a los clientes y, por ejemplo, tramitar las devoluciones con garantía.
— ¿Ha modificado su currículum alguna vez para que la contratasen?
— No demasiado porque he trabajado siempre en puestos con un perfil muy comercial, pero sí me viene bien, lo haría.
Judit lo adaptaría –como lo hacen, diariamente, todos los candidatos a cualquier oferta de trabajo. Entonces, no lo tuvo que hacer. Ni ella ni Irene Montero, de la que prefiere no opinar. “Yo en política no entro”, reconoce al ser preguntada por este diario, evitando posibles polémicas. Pero lo cierto es que 'compartió' trabajo con la ministra, aunque ahora su realidad sea muy diferente. Ni siquiera existen aquellas tiendas de electrodomésticos y electrónica en las que ambas, a su manera, empezaron a hacer sus ‘pinitos’.
Todo ha cambiado desde entonces. La cadena alemana Saturn, que sigue conservando establecimientos con la misma denominación (13 en Austria, dos en Luxemburgo y tres en Rusia), dejó de operar como Saturn en hasta nueve países (Bélgica, Grecia, Hungría, Holanda, Polonia, España, Suiza, Turquía e Italia), sustituyéndolas por tiendas de Media Markt, que cumplen la misma función.
Allí, Irene Montero y Judit ‘coincidieron’ –aunque en establecimientos y localidades diferentes. Ambas estudiaban a la vez que trabajaban en Saturn –una un grado medio y la otra una licenciatura–; y ambas fueron cajeras. La ministra de Igualdad, eso sí, se incorporó a Podemos y, en 2014, pasó a la Ejecutiva como secretaria de Movimientos Sociales. Judit, en cambio, ya era madre y siguió encadenando contratos al mismo tiempo que cuidaba de su pequeña. Ambas fueron cajeras, sí, pero sus realidades son muy distintas.