Zarzuela en llamas tras el "no" de Corinna a guardar silencio: así fue la reunión de Felipe VI con su padre
EL ESPAÑOL desgrana todos los detalles de los encuentros más privados de la semana en Casa Real, con el fantasma de los millones saudíes planeando.
21 marzo, 2020 02:57Noticias relacionadas
Quizás los últimos siete días hayan sido los más frenéticos que se recuerdan durante mucho tiempo en la Casa Real. Con el fantasma de los turbios negocios del rey emérito planeando, la nación sumida en una crisis sanitaria sin precedentes, el monarca Felipe VI tuvo que tomar una serie de medidas históricas. EL ESPAÑOL conoce y desgrana todos los detalles de cada uno de los encuentros que han tenido lugar durante esta última semana, en la que ardió Zarzuela, después de que se publicase la herencia saudí del padre del actual Jefe del Estado.
El relato está dividido en tres escenas que componen la visión completa de siete días frenéticos. Todo, por orden cronológico y gracias al relato exclusivo de fuentes de Palacio.
Primero, la reunión entre padre e hijo, además de sus colaboradores, en la que tratan de contener el incendio que Juan Carlos I ha creado en la institución. Después, la soledad del emérito, confinado en Zarzuela por la crisis del covid-19 y sin querer ver a la reina Sofía. Finalmente, el discurso de Felipe VI, en el que en ningún momento se planteó mencionar de alguna manera todo el escándalo generado por su padre.
Acto primero: El Comunicado.
Escenario: despachos de Zarzuela.
Actores en escena (6): El Rey Felipe VI, el rey emérito, Jaime Alfonsín, Jordi Gutiérrez, Domingo Martínez Palomo y Alfonso Sanz Portolés.
Se abre el telón y se ve un despacho de Zarzuela. La zona de oficinas de El Pardo está situada en el semisótano del edificio principal del complejo. La decoración es, como en toda la planta, bastante rococó. Suelos de mármol en color café con dibujos geométricos, cuadros antiguos en las paredes que representan reyes del pasado o escenas de la Biblia y varios jarrones y relojes de pared estilo barroco.
En el centro de la sala hay una mesa en la que están sentados todos los protagonistas de esta escena. Es domingo, así que van vestidos de lo que ellos mismos llaman casual: pantalones chinos, camisa sin corbata, jersey de pico de distintos colores y zapatos de cordones. Ese es el uniforme de la Casa del Rey cuando no es jornada laboral, aunque, en realidad, en la institución eso no existe.
La reunión se convocó el día anterior, vía Jaime Alfonsín. El domingo, nada más despertarse, al Jefe de la Casa de Su Majestad el Rey le han llegado las noticias de la nueva publicación de The Telegraph, el diario británico que se está convirtiendo, en las últimas semanas, en una pesadilla para la Corona. Firmada por el periodista freelance James Badcock, las nuevas noticias señalaban, por primera vez, a Felipe VI como beneficiario de los negocios de su padre.
Se trata de un extenso reportaje en el que habla de que Juan Carlos I creó, el 31 de julio de 2008, la Fundación Lucum. Tal firma contaba con una sede en Panamá y una cuenta en el banco privado Mirabaud de Ginebra, donde había encontrado acomodo una donación de 64.884.405 euros proveniente del gobierno de Arabia Saudí. En los estatutos de esta fundación offshore, el rey Felipe VI aparecía como segundo beneficiario de todo.
La información publicada por Badcock el pasado domingo se une a la del 15 de febrero, en la que aportaba información sobre el origen opaco de la fortuna del emérito. Aquel día, la edición dominical del Telegraph avanzaba que Álvaro de Orleans, primo segundo de Juan Carlos, se había embolsado 50 millones de francos suizos como comisión por la venta del Banco Zaragozano a Barclays en 2003.
Dos semanas después, el 5 de marzo, el tabloide inglés vuelve a la carga, asegurando que el anterior Jefe del Estado había volado alrededor del mundo en aviones privados usando aquel fondo de su primo, que se había convertido en otra fundación llamada Zagatka.
Encima de la mesa, estilo clásico de madera de caoba, una discusión entre los seis hombres. La decisión está tomada. Hace ya mucho que Felipe VI la tomó, ahora hay que ver cómo se comunica y se articulan más medidas. El pasado mes de junio se estableció el primer cordón sanitario sobre este tema, tal vez pensando que con eso iba a ser suficiente. Juan Carlos anunciaba su retirada de la vida pública. La idea era convencer a todos de que no se trataba de un tema de ocultar nada, sino de que, llegada una edad, ya había cumplido todas sus obligaciones con la Corona y era el momento de descansar.
Pero la realidad es que, unos meses antes, el despacho de abogados británico Kobre&Kim escribió una carta a Felipe VI en la que le comunicaba, sin aportar ningún documento, que figuraba como beneficiario de la fundación Lucum, vinculada al rey Juan Carlos. Se trata de un despacho contratado por Corinna Larsen, examante de Juan Carlos, dispuesta a todo para librarse de la posibilidad de acabar en la cárcel y, al mismo tiempo, liderar una guerra sin cuartel contra la Corona de España, de la que soñó en una época ser reina.
Lo primero que hizo Felipe VI fue enseñarle la carta a su padre y a las autoridades. El siguiente paso fue pedirle que le retirara de todos sus negocios y comparecer ante notario, el 12 de abril de 2019, para renunciar a cualquier relación o beneficio que le pudiera repercutir de la Fundación Lucum.
El rey emérito también intentó poner su granito de arena antes de que todo saltara. El 16 de marzo de 2019, después de que Felipe VI recibiera la carta de los abogados de la examante, Juan Carlos viajó a Londres para trasladarle personalmente el mensaje de que ni él, ni mucho menos su hijo, podían intervenir en causas judiciales.
En lo privado, el anterior monarca intentó convencer a Corinna Larsen para que atajara una guerra en la que todos iban a perder. El encuentro no se saldó con ningún acuerdo y el padre de Felipe VI declaró a su examiga íntima su enemigo número uno. Fue entonces cuando, tras comunicar a su hijo el fracaso de sus negociaciones, se tomó la decisión de apartar a Juan Carlos de las actividades oficiales, un primer cordón sanitario que se rompió en pedazos con la publicación del Telegraph.
Pero volvamos a lo que sucedió el pasado domingo en Zarzuela. La reunión empieza a alargarse con las distintas opiniones de todos los hombres que la componen. Con el país sumido en la crisis del coronavirus, todos son conscientes de que se trata del peor momento para mandar un comunicado como el que van a desarrollar. En la cabeza de Jaime Alfonsín, todos los datos y puntos a desarrollar. La redacción correrá a cargo del equipo de Jordi Gutiérrez.
Todavía falta algo. La petición de don Juan Carlos de echarse la culpa. Serán los tres últimos párrafos de la nota. De ese final, el emérito quiere poner especial énfasis en el primero. El monarca quiere, por el bien de la institución, que toda posible responsabilidad caiga sobre él y no sobre su hijo. De hecho, él mismo convence al resto de la reunión para que quede resaltado. Quiere que quede claro que nunca le contó nada a Felipe VI de este tema. Con los otros dos puntos, lo que desea mostrar el padre del Rey es que, a partir de ahora, todo lo que ocurra será cosa suya y de su abogado, que la Casa del Rey queda al margen de todos sus problemas.
Todos de acuerdo. Felipe VI le pide a todos que salgan del despacho menos a su padre: quiere hablar con él a solas. El sonido desaparece de la escena, lo que hablaran entre ellos nadie más que ellos lo saben.
Acto segundo: La soledad del emérito
Escenario: zona privada de Zarzuela y jardines.
Número de actores en escena (1): El rey emérito.
Se abre el telón y se ven los jardines de Zarzuela, con el hórreo asturiano al fondo. Según ha podido conocer EL ESPAÑOL de fuentes de Palacio, Juan Carlos está sentado en una de las butacas de jardín que hay colocadas junto a una mesa. Es martes y está soleado. Una serie de documentos sobre la mesa hacen ver que se encuentra trabajando, aunque esté jubilado.
El padre de Felipe VI está confinado por culpa de la pandemia del covid-19 en su residencia privada, como el resto de los españoles. El emérito es población de riesgo por edad -tiene 82 años- y por su reciente operación de corazón. Hay que recordar que el pasado mes de agosto le realizaron un triple bypass en el corazón. Así que tiene que tener mucho cuidado. Desde el domingo no tiene contacto con casi nadie, solo el personal de servicio. La Reina Sofía y su hermana, la Princesa Irene de Grecia también están en casa. Pero solo se ven si quieren. Últimamente no es así.
El ex Jefe del Estado debería reunirse con su abogado, Javier Sánchez-Junco, pero la situación de aislamiento del país y su categoría de alto riesgo se lo impiden. El comunicado que el letrado envió a la Agencia Efe el pasado martes fue consensuado vía telefónica entre ambos. En la nota anunciaba que no había "recibido por el momento ninguna notificación, comunicación o requerimiento de autoridad judicial o fiscal alguna, nacional o extranjera". Además, subrayaba que, "una vez se cuente con los elementos de conocimiento suficientes, se darán las informaciones oportunas".
Sin embargo, a Juan Carlos el móvil le está dando bastantes alegrías. Las llamadas de los que el padre de Felipe VI sigue considerando sus amigos -que los puede contar con los dedos de las manos- no han parado de llegar desde que se emitiera el comunicado. Son pocas las personas cercanas que le quedan en las que puede confiar. Como, por ejemplo, Javier Corsini, Amador Suárez o su corte gallega, encabezada por Pedro Campos Calvo Sotelo.
Es en estos duros momentos cuando echa mucho de menos a su hermana la Infanta Pilar, fallecida el pasado ocho de enero. Ella le habría apoyado mucho en estos momentos de soledad, aunque fuera por teléfono. Sus hijas también están siendo un gran apoyo, sobre todo Elena, que se preocupa por él constantemente.
Acto tercero: El mensaje del Rey
Escenario: el despacho de Felipe VI.
Número de actores en escena (4): El Rey, Jaime Alfonsín, Jordi Gutiérrez y el Presidente del Gobierno.
Se abre el telón y aparece Felipe VI hablando por teléfono sentado en su despacho. Al fondo, se ven las estanterías con sus muchos libros y sus fotos familiares. Es martes por la mañana y el sol entra por los grandes ventanales que tiene en su oficina. Desde que comenzó la crisis del coronavirus, el Rey ha querido dirigirse a la nación. Pero no puede hacerlo sin permiso del Gobierno de turno. Sabe que tiene que esperar a tener todos los datos posibles para hacerse a la idea del escenario.
Como todos los españoles, el monarca es consciente de que se ha actuado tarde. Incluso con la misma Casa del Rey, ya que nunca tendrían que haber realizado ese viaje a París para participar en la jornada europea de víctimas del terrorismo el pasado día 11. Pero, ahora, hay que ponerse manos a la obra y vencer estos duros momentos.
Lo mismo ocurrió con el tema de Cataluña. Felipe VI quería dirigirse al país el mismo 1 de octubre de 2017, pero el Gobierno de entonces, dirigido por Mariano Rajoy, le pidió calma y no grabó su mensaje hasta dos días después.
Esta vez ha querido esperar a tener todos los datos. El mismo miércoles por la tarde se reúne en el salón de audiencias de Zarzuela con el presidente del Gobierno y con el comité técnico de gestión del coronavirus para analizar las últimas informaciones sobre la epidemia. El mensaje no se escribe ni se graba hasta que no termina la cita, consensuado con Pedro Sánchez. Ni Felipe VI ni ninguno de sus asesores, según ha podido confirmar EL ESPAÑOL, se plantean en momento alguno hacer alusión a la turbia herencia de los cien millones saudíes. Se rueda en la sala Magnolia de palacio pocos minutos antes de que los españoles puedan verlo.
El mensaje será emitido por todas las cadenas de televisión nacionales a las nueve de la noche. Una hora antes, son muchos los españoles que han salido al balcón a aplaudir a los sanitarios que se están dejando la piel en los hospitales con los enfermos, pero también se oyen cacerolas que protestan por el escándalo protagonizado por Juan Carlos.
La escena termina cuando el pilotito rojo de la cámara que está grabando el mensaje de Felipe VI se apaga. El Rey se marcha a su residencia, el Pabellón del Príncipe, y se cierra la puerta tras su paso. La casa de los Reyes, donde la Reina Letizia se encuentra de cuarentena, está muy lejos de cualquier centro urbano, ni los sonidos de los aplausos ni de las cazuelas se oyen en el Monte de El Pardo.