La paciente Beatriz R. D. (Murcia, 77 años) ha sido indemnizada con 73.810 euros después de ser sometida a una operación “a vida o muerte” para extraerle una piedra de cemento situada junto al corazón, cuyas dimensiones son de tres centímetros de largo por uno de ancho, que había llegado ahí por una negligencia médica. El trozo de material estaba en ese lugar después de que el doctor M. C. E. sometiera a la mujer a una cirugía previa para arreglarle una vértebra rota. Una circunstancia que provocó el desplazamiento de la pequeña roca a la arteria que conecta los pulmones con el corazón. Este hecho es la causa por la que el Juzgado de Primera Instancia número 70 de Madrid ha condenado a la aseguradora del médico, Zurich, a pagar la citada cuantía a la mujer.
Pese a ello, son muchos los interrogantes que ha despertado este caso, ya que no se sabe a ciencia cierta cómo pudo llegar semejante cantidad de cemento hasta esa arteria. Pero hay que remontarse hasta el 6 de junio de 2015 para entender lo ocurrido. En esa fecha, la paciente murciana, que tenía en ese momento 72 años, se cayó y se fracturó la vértebra L5. “Fue cuando la mujer contactó con un cirujano de su confianza, ya que 10 años antes le había tratado de un problema lumbar con éxito. Este médico le propuso una cifoplastia [una técnica que consiste en inyectar cemento en la fractura para solidificar la vértebra] y alquilaron un quirófano en una clínica privada de Murcia”, relata Ignacio Martínez, abogado de la paciente, en conversación telefónica con EL ESPAÑOL.
Beatriz fue sometida, en consecuencia, a una resonancia magnética en agosto de 2015 que confirmó el aplastamiento del disco de la vértebra. El doctor de confianza, M. C. E., decidió acometer la cirugía. Pero no lo haría de inmediato, sino que habría que esperar hasta el 1 de octubre de 2015 -dos meses después de la prueba- para que la paciente murciana pasase por el quirófano. Así, la mujer pagó 11.000 euros para cubrir todos los gastos de la operación: pagar al cirujano, el anestesista, el material, la sala de cirugía y todo lo necesario para la intervención.
Llegado el momento de la operación, la paciente murciana no fue sometida a una segunda resonancia que determinase el estado de la vértebra fracturada, sino que se inició el procedimiento en desconocimiento del alcance de la rotura en ese momento. Por ello, la sentencia judicial del magistrado Borja Arangüe Pazo, titular del Juzgado de Primera Instancia número 70 de Madrid, y a la que ha tenido acceso este diario, argumenta que “se debió comprobar si estaba consolidada la fractura y para ello era necesario y forzoso realizar otra resonancia con anterioridad a la intervención”.
Así, “si se hubiera constatado con la nueva resonancia que estaba consolidada la fractura total o parcialmente, hubiera estado contraindicada la realización de la cirugía de cifoplastia al suponer someter a la paciente a un riesgo excesivo”, explica el juez en el fallo. Pero ello no ocurrió y la operación se llevó a cabo. Después de ella, la mujer de 77 años comenzó a sufrir “disnea y cansancio” que, en principio, no se relacionó con la intervención, según aclaran desde la Asociación Defensor del Paciente.
Operación a “vida o muerte”
Meses después, en mayo 2016, los síntomas y dolores de Beatriz persistían. Por lo que le realizaron a la paciente una radiografía de control y un TAC de tórax para dilucidar de dónde venía la citada disnea. Y lo descubrieron: la mujer tenía en la arteria lobar descendente derecha, una piedra de cemento de tres centímetros de largo por uno de ancho, el tamaño aproximado de dos canicas. Era necesaria una nueva cirugía porque la vida de la mujer estaba en peligro.
“En la sanidad pública le dijeron a mi cliente que no sabían cómo quitarle la piedra. Temían por su vida. Por ello, la mujer contactó con un cirujano de reconocido prestigio del Hospital Privado Quirón, en Pozuelo de Alarcón [Madrid], que aceptó la operación de elevado riesgo. Era a vida o muerte”, recuerda el letrado Martínez, especialista en Derecho sanitario y defensor de la víctima.
La Asociación Defensor del Paciente, a la cual está adscrita Ignacio Martínez, explica que el 23 de junio de 2016 la paciente tuvo que “afrontar una cirugía abierta complicadísima de extracción del trozo de cemento, que consistió en una toracotomía lateral derecha con preservación muscular por cuarto espacio intercostal”. Por fortuna, la intervención fue un éxito y la mujer salió adelante.
Esta segunda intervención, sin embargo, no fue gratis. Beatriz tuvo que desembolsar en aquella ocasión 28.000 euros. En esa cantidad se abonó el pago del prestigioso cirujano que le salvó la vida, Andrés Varela de Ugarte, sus ayudantes, la sala quirúrgica y la estancia de seis días de ingreso de la mujer indemnizada en el Hospital Universitario Quirónsalud Madrid, ya que el 30 de junio de 2016 la mujer dejó la clínica.
El juicio y la condena
Una vez repuesta de sus problemas de salud, Beatriz, en compañía de su familia, decidió emprender acciones legales contra su cirujano de confianza, M. C. E., por la negligencia en la cifoplastia que pudo ocasionarle la muerte. Por ello, acudió a la Asociación El Defensor del Paciente, que derivó el caso al letrado Ignacio Martínez, e interpuso demanda contra la aseguradora del neurocirujano.
“Las negligencias en este caso fueron dos: la primera es que entre la prueba para decirle ‘oye, vamos a operarte’ y la fecha de la intervención transcurren unos meses. Y si en ese tiempo la fractura consolida, puede que ni entre el cemento al intentar inyectarlo porque el daño ha variado. No habría grieta que rellenar por así decirlo. La segunda es que el cemento quirúrgico tiene que tener un estado viscosidad ideal y una cantidad adecuada en función del tipo de paciente, tipo y peso. Y aquí se ha podido deducir por la cantidad de cemento que se extrajo que tanto la presión, la cantidad y la viscosidad del cemento no eran adecuadas”, aclara, a este diario, el letrado Martínez.
Estas dos circunstancias, argumentadas en el informe pericial de la defensa, son las que el magistrado Arangüe ha tenido en cuenta para ratificar la condena de 73.810 euros, ya que el perito concluyó que “ha habido incidencias en la intervención que sometieron a la paciente a un riesgo excesivo, sin un diagnóstico previo de lo que estaba ocurriendo en la vértebra, al mediar dos meses desde la resonancia magnética tras la caída y la realización de la cifoplastia, así como a un daño resultante desproporcionado como consecuencia de la presión realizada para inyectar el cemento y por la cantidad de cemento que se inyectó”, según reza el fallo, que es firme.
La suma ya ha sido abonada por Zurich, la aseguradora del cirujano M. C. E., a finales de este mes de abril a Beatriz, la paciente murciana de 77 años que estuvo a punto de perder la vida en una operación para extraerle una piedra de cemento de la arteria que une el corazón con el pulmón derecho. De hecho, no se sabe bien cómo acabó ahí pero, según la sentencia, lo más probable es que el cemento migró en “estado semilíquido” hasta situarse en este punto donde solidificó formando la pequeña roca de tres centímetros.