La vida de Macarena Olona (Alicante, 1979), diputada ahora celebérrima de Vox, se puede definir sobre tres ejes fundamentales: su pasión por el derecho, por Vox y por la Guardia Civil. Los dos primeros pilares, evidentes, le vienen por su actividad política y su pasado como abogada del Estado. Pero el tercero va más allá de todo el merchandising de la Benemérita, del gorrito de la Guardia Civil con el que presentó a su hijo, Diego, en sociedad; de su máscara color verde y de todas sus manifestaciones en pro de la equiparación salarial del cuerpo. Es más profundo, tiene nombre propio. Y es que, según ha podido saber EL ESPAÑOL, el padre de Diego, la pareja de Olona, es él mismo un agente de la Guardia Civil.
El novio -ya que no están casados- de la diputada de Vox es un guardia civil de trayectoria brillante dentro del cuerpo. Aunque no se le va a identificar en este reportaje por motivos de seguridad, se trata de un hombre joven que muestra un futuro prometedor en la Guardia Civil. Según se recoge en el Boletín Oficial del Estado, fue admitido en la Benemérita como militar de carrera a finales de la década pasada, casi al mismo tiempo que Macarena Olona se convertía en abogada del Estado. Tras unos años de intenso estudio en la Academia General Militar de Zaragoza, se graduó como uno de los primeros de su promoción ya con rango de oficial, y fue elogiado por el entonces ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz. Desde ahí, ha seguido subiendo en la escala.
Esa forma de sacar la cabeza le ha llevado a ser condecorado, algo que ahora luce con orgullo. Tras un primer divorcio, Olona ha encontrado en él a un compañero con el que ha consolidado la relación al tener a su primer hijo, Diego -según ella misma presentó en sociedad- en diciembre de 2019. Sin embargo, muchos de sus compañeros de Vox ni siquiera saben quién es este misterioso guardia civil, ya que Olona guarda con reserva muchos aspectos de su vida privada. Pero otros que sí le conocen destacan que se trata de una persona muy inteligente y respetable, cuya dedicación al cuerpo le augura un buen futuro en el mismo.
Quizás es por él que las palabras Guardia y Civil siempre rodean al entorno de Macarena Olona. Esta semana que ya se desvanece ha sido un ejemplo claro de ello. El lunes se conoció que un agente del instituto armado ha sido sancionado, entre otras cosas, por hacerse un selfie con Olona. El martes, la diputada subía a Twitter una fotografía en la que posaba con unas gafas de conmemoración del 175 aniversario de la Benemérita. El miércoles, en la sesión de control al Gobierno, desde Vox le seguían recriminando al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, la destitución de Diego Pérez de los Cobos. Y el jueves, de nuevo Olona, arremetía duramente contra Irene Montero con la Guardia Civil en la boca.
“Su Ministerio, y lo dice usted señora ministra, es el Ministerio del ‘un beso ministra’, ‘qué contenta tía’, y de la sororidad entre hermanas. Pero la cruda realidad es que cuando las víctimas de violencia son mujeres de guardias civiles, su Gobierno y su Ministerio a quienes aplauden es a los agresores”, le decía a Montero, el jueves, en la comisión de reconstrucción del Congreso. “Mientras criminalizan al empresario y se llenan la boca con la defensa del obrero, son incapaces de proporcionar condiciones dignas de empleo y de trabajo a los 25 guardias civiles que custodian su vivienda”, añadía.
Forjando su pasión
Para entender la fascinación que la Guardia Civil provoca en Macarena Olona hay que remontarse años atrás. Ella no tiene familiares conocidos que sean miembros del cuerpo, sino que le viene de su etapa como abogada del Estado. De origen alicantino, la ahora diputada de Vox se licenció en Derecho, con premio extraordinario, por la Universidad de Alicante en 2003. Inmediatamente después se puso a opositar para ingresar en el Cuerpo de Abogados del Estado. Esos tiempos fueron duros en la familia, según cuentan los que la conocen. Seis años estuvo opositando, hasta 2009, y tocaba arrimar el hombro entre todos para ello.
Su carrera comenzó en Burgos, un destino relativamente menor en comparación con otros que ha tenido. Sin embargo, ahí vivió un episodio que le ha marcado desde entonces. Ella fue la responsable de defender a los policías de la Brigada de Seguridad Ciudadana tras los disturbios que tuvieron lugar en el barrio de Gamonal en 2014. Según ella misma ha contado en diversas entrevistas, ese fue su punto de inflexión, el momento en el que se dio cuenta de la labor de las fuerzas de seguridad y empezó a valorar su trabajo. Consideraba que eran funcionarios injustamente pagados e injustamente tratados por la sociedad.
Pero en Burgos estuvo relativamente poco y su pasión creció cuando acabó parando en País Vasco como abogada del Estado jefe, alrededor del año 2014. Ahí fue donde curtió ese carácter duro que ahora muestra en el Congreso de los Diputados, en ese puesto en el que estuvo hasta 2018. Las señas de identidad que enarboló Olona durante su etapa en Euskadi son cristalinas. Por un lado, la lucha contra la corrupción y contra el nacionalismo vasco. Por otro, la defensa de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado.
Si bien llegó a denunciar a todos los ayuntamientos de Guipúzcoa, menos a uno, por no poner la bandera española en sus sedes y se especializó en procesos concursales que tenían como benefactores a altos cargos del PNV, su mayor logro considera que fue otro. Y es que consiguió que los tribunales permitieran sentarse en el banquillo a los agentes acusados, en numerosos procedimientos, con el uniforme puesto. Era su forma de dignificarles, de asegurar que nadie se olvidara de quiénes eran y cuál era su labor.
El juicio más polémico, y uno de los más mediáticos, de Macarena Olona en País Vasco tuvo lugar en 2017. Unos años antes, en 2010, la Guardia Civil había desarticulado la organización abertzale de Ekin, en la que fue la primera operación contra el entorno de ETA tras la tregua de aquel año. En esa redada se detuvo a la dirigente Sandra Barrenetxea, que acusó a los agentes de la Benemérita de haber sido vejada y de haberla mantenido incomunicada, es decir, de torturarla durante 12 horas.
Cuatro agentes del instituto armado acabaron yendo a juicio por las presuntas torturas y terminaron en la Audiencia de Bizkaia, donde Macarena Olona ya gastaba una sobrada reputación. La ahora diputada de Vox consideró que las acusaciones de tortura eran infundadas y se puso personalmente, y con dedicación, en una labor que casi roza la investigación privada, a demostrar su inocencia. Finalmente lo consiguió y los cuatro agentes fueron absueltos.
Olona, la guardia civil de Vox
Durante su etapa en País Vasco, Olona se acabó convirtiendo en una persona incómoda para el entorno del PNV y, desde el partido nacionalista, lograron que el Partido Popular acabara purgándola. Fue a parar entonces a Mercasa y ahí también fue purgada por el PSOE, por dedicarse demasiado en serio a destapar las irregularidades de la compañía estatal. Y entonces apareció Vox.
Desde su entrada en el partido ultraderechista a finales de 2018, Macarena Olona se ha convertido en una suerte de guardia civil en las filas de la formación. Aunque al principio mantenía un perfil discreto, siempre ha estado defendiendo el papel de la equiparación salarial de las policías estatales respecto a las autonómicas y mostrando su apoyo incondicional a la Benemérita. En todo ello juega un papel indiscutible su pareja, el padre de su hijo Diego.
Ambos se conocieron antes de que Olona entrara en Vox y llevaban años viviendo juntos cuando esto sucedió. Cuentan los que le conocen que la pareja de Olona es una persona simpática y muy inteligente, que al hablar con él se ve que está intelectualmente amueblado. Además de pasar por la Academia General Militar de Zaragoza, también ha completado su formación con cursos en el extranjero, concretamente en Estados Unidos. Asimismo, es asiduo a practicar deporte en su tiempo libre.
Con su influencia, y ya en Vox, Olona siempre ha sido dada a participar en todas las marchas que puede de la plataforma Jusapol, cuyo principal objetivo es lograr la equiparación salarial de Policía Nacional y Guardia Civil respecto a las fuerzas de seguridad autonómicas. Siempre que ha podido ha mostrado su rostro público para darles apoyo en las manifestaciones, saliendo del Congreso de los Diputados para unirse a su marcha, junto al secretario general de la formación, Javier Ortega Smith. Ambos son la cara visible de esa lucha dentro de Vox. Ortega Smith por su pasado como militar y afín a todo lo que tenga que ver con ello y Olona por su pasado como abogada del Estado y como novia ella misma de un agente.
Una de las más tempranas, y polémicas, apariciones de Olona en esas manifestaciones tuvo lugar en octubre de 2019, unos meses después de ser elegida diputada en el Congreso. Ella, junto a Ortega Smith, estaba en primera fila, sujetando la pancarta, hasta que le dan un megáfono y ya se desata. “Marlaska, cabrón, deja tu sillón”, grita Olona en pleno centro de Madrid. “Marlaska dimisión”, apuntala. En octubre todavía ni había saltado el escándalo por la destitución de Diego Pérez de los Cobos.
“Hoy es un día importantísimo porque una vez más salimos a la calle a acompañaros”, empieza a decir en un vídeo tras el grito de la consigna. “Es muy especial porque yo personalmente no he podido estar en Barcelona, a diferencia de mis compañeros, pero hoy estoy a vuestro lado. Guardia Civil y Policía Nacional, equiparación real ya. Todo nuestro apoyo ante unos indignos políticos que desde luego os han abandonado. Frente a ello: Vox”, sigue.
A aquella manifestación, Olona había acudido visiblemente embarazada. Y un par de meses después, en diciembre, por fin nacía Diego, su hijo con su oficial. Uno de los datos más curiosos de su nacimiento es que la primera prenda con la que se vistió “el diputado número 53 de Vox” -como llaman a Diego en la formación- era un gorrito del instituto armado.
En la imagen que difundió Olona para anunciar el nacimiento, se la puede ver todavía en el hospital, rodeada de enfermeros con vestimenta de quirófano y con el bebé en brazos. Todavía con los ojos cerrados, lo único que se ve claramente en la fotografía es la espada, el hacha y la corona que conforman el emblema de la Benemérita. Y es que Olona es muy dada a esos detalles del merchandising del cuerpo: en su casa tiene una base para cortar jamón que también lleva el logo de la Guardia Civil.
La semana de la Guardia Civil
Toda esta unión de Vox y a la Guardia Civil, en realidad, estaba representada por Javier Ortega Smith como cabeza visible del partido. Sin embargo, desde que llegó la pandemia del coronavirus, la figura el secretario general del partido se ha ido diluyendo paulatinamente. A raíz de contagiarse del Covid-19, Ortega ha estado meses fuera de juego, teniendo cada vez menos tirón, y ese espacio mediático, de tono duro y pro Benemérita, ha sido ocupado por Macarena Olona. Y es que, en temas de la Benemérita, no hay quien la gane. Ya la tiene en casa y se la lleva a la política siempre que puede.
De hecho, una de las acusaciones más duras con las que ha tenido que lidiar Fernando Grande-Marlaska tras la polémica destitución del coronel Diego Pérez de los Cobos como jefe de la Comandancia de Madrid le vino de la propia Olona. En la sesión de control al Gobierno del pasado 10 de junio, Olona le dijo a Marlaska que la destitución de Pérez de los Cobos y de Manuel Sánchez Corbí -cesado como jefe de la UCO al poco de que llegara al Ministerio- se debe a que “usted odia profundamente a la Guardia Civil”.
Eso fue la semana pasada. Y esta, de nuevo, el instituto armado ha vuelto al entorno de Macarena Olona. El lunes se conoció que, según adelantó el diario El Mundo, la directora general de la Guardia Civil, María Gámez, ha abierto expedientes disciplinarios por faltas muy graves a cuatro agentes que participaron en la manifestación de Jusapol que tuvo lugar frente al Congreso de los Diputados el pasado 3 de marzo, y a la que también acudieron Ortega Smith y Macarena Olona.
En uno de los cuatro expedientes abiertos, se reprende a un subteniente de la Escuela de Tráfico de Mérida haberse hecho un “retrato tipo selfie con la diputada de Vox Macarena Olona” y que publicó después en redes sociales. En el expediente, además, se incluye dicha imagen. Aunque todos ellos iban de paisano y sin arma, podrían haber incurrido en una falta dentro del marco de la Ley Orgánica 12/2007 Disciplinaria de la Guardia Civil. Según la norma, los agentes no pueden participar activamente en reuniones o manifestaciones de carácter político o sindical. No hay que olvidar que la Guardia Civil tiene naturaleza militar.
Nada más conocerse la noticia, Macarena Olona salió rápido al paso para defender al agente. “Nos quieren doblegados. Nos quieren obedientes. Nos quieren silenciados”, publicó en Twitter. Y, horas después, remitió un escrito a la dirección general de la Guardia Civil en el que pedía personarse como tercero interesado en el expediente, para apoyar al agente. En ese sentido, la familia de Macarena Olona vive una especie de paradoja incómoda. A pesar de que su pareja guardia civil y padre de su hijo no sólo la apoya sino que la alienta, éste no puede mostrar públicamente su apoyo a su pareja. Quizás, por eso, sigue en la sombra tanto tiempo después.
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