Hacía más de 20 años que no ocurría y es la primera vez en el siglo XXI. Este año no hay sanfermines . La fiesta más representativa de Pamplona — y uno de los sellos de identidad de España en otros países— no se celebrará por la crisis sanitaria del coronavirus . El tradicional Pobre de mí cobra un nuevo sentido y este año bien se podría cantar: ¡Pobre de mí, pobre de mí, que este año no hay fiestas de San Fermín!
La última vez que se suspendieron estas fiestas fue en 1997 a causa del asesinato de Miguel Ángel Blanco a manos de ETA. Este año han hecho falta bastantes más muertos — entre 28.000 y 50.000 , según quien dé la cifra— , pero no ha terciado la mano ejecutora de ninguna banda terrorista.
Los sanfermines solo han sido cancelados en cuatro ocasiones en la historia moderna. Los primeros años sin la fiesta fueron el 1937 y 1938 , debido — sí, lo ha adivinado— a la Guerra Civil. La tercera ocasión también tuvo un matiz político, fue en 1978. El año que España inauguraba su flamante Constitución, Pamplona se convirtió en un hervidero de disturbios por la defensa de una ley de amnistía total. La cosa no acabó bien, como veremos a continuación.
“Las calles eran una masa sólida de gente danzando. La música era algo que golpeaba y latía con violencia. Todos los carnavales que yo había visto palidecían en su comparación”, escribió Ernest Hemingway sobre la fiesta pamplonesa, de la que se convirtió en una suerte de embajador para el resto del mundo. El premio Nobel sentía auténtica devoción por los sanfermines y los definió como “endemoniadamente divertidos”. Bien es sabido que a Hemingway le gustaba la fiesta como a un tonto una tiza. ¿Qué mejor sitio que Pamplona para dar rienda suelta a su instinto más juerguista? Pues este año no, Ernesto. Este año no.
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El año que ETA nos dejó sin encierros (1997)
El 10 de julio de 1997 las fiestas de San Fermín transcurrían con su jolgorio habitual en Pamplona. Sin embargo, una trágica noticia estaba a punto de arruinarlo todo. Hacía pocos días de la liberación de José Antonio Ortega Lara tras más de 500 días en un zulo, pero la banda terrorista ETA tenía otros ases en la manga para exigir sus demandas. Ese mismo día secuestraron a Miguel Ángel Blanco y dieron al Gobierno de José María Aznar 48 horas para acercar a una serie de presos etarras hasta cárceles vascas. Fueron dos días en que España estuvo en vilo, también los sanfermines. Finalmente, el 12 de julio se confirmaban los peores presagios. Dos disparos en la cabeza terminaron con la vida de joven concejal de Ermua (Vizcaya) y los sanfermines se suspendieron como gesto de luto. Muchos participantes colgaron su pañuelo rojo en la puerta de la catedral como gesto de repulsa a este crimen, aunque tampoco faltaron aquellos a los que la noticia no apenó en absoluto. Esa noche ardieron muchos de los pañuelos colgados.
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Amontonados entre astados (1993)
“Un montón para la historia”. Así tituló el Diario de Navarra el encierro del 11 de julio de 1993. No fue el mayor que se recuerda, pero sí el primero que se producía a la salida de la Estafeta. Era domingo y, como cabía esperar, mucha gente quería colarse en la plaza sin correr previamente ante los cuernos. Este gentío provocó un enorme tapón, antes incluso de que los toros echaran a correr. Como se suele decir, se mascaba la tragedia. Los animales llegaron y arramplaron con todo y todos. Ese fin de semana se batieron records: dejó 60 heridos, entre ellos, un joven madrileño que quedó parapléjico.
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Cinco violadores en manada (2016)
José Ángel Prenda Martínez, Alfonso Cabezuelo Entrena, Antonio Manuel Guerrero Escudero, Jesús Escudero Domínguez y Ángel Boza Florido. Estos nombres, y no los de ningún toro, dejarán para siempre en la memoria de nuestro país los fatídicos sanfermines de 2016. Estos cinco individuos (entre ellos un militar y un guardia civil) violaron en grupo a una joven de 18 años en un portal. Este suceso supuso el fin de lo que algunos han llamado cultura del silencio ante las agresiones sexuales. Fue un antes y un después. Desde entonces, los responsables de violaciones grupales ha quedado bautizados con el sobrenombre de manada . Después vino la de Manresa, la de la Arandina, la de Azuqueca (vergonzosamente silenciada por el Ayuntamiento de dicha localidad)... No faltan los ejemplos, pero esta fue la que lo cambió todo.
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Disturbios de una joven democracia (1978)
Ocurrió el 8 de julio de 1978. España pasaba por los últimos capítulos de ese complejo proceso que fue la Transición, algo vivido con especial tensión en las en las provincias con tradición foral, como Navarra. Aquel día, durante la tradicional bajada de peñas al ruedo, un grupo de personas alzó un pancarta que rezaba "AMNISTIA TOTAL PRESOAK KALERA. SAN FERMIN SIN PRESOS" . Esto provocó vítores y abucheos casi por igual, que pronto se tornaron en enfrentamientos. ¿Las dos Españas? Al poco de iniciarse la pelea entre ambos bandos, la policía — los temidos grises— entraron en la plaza a porrazo limpio contra las 20.000 personas que ahí se congregaban. Los disturbios traspasaron los muros de la plaza de toros y se extendieron por toda Pamplona. La policía, que no se andaba con zarandajas, no dudó en usar munición real para combatir a los manifestantes. El propio Rodolfo Martín Villa, ministro del Interior de entonces, afirmó que en seis horas hicieron 7.000 disparos de material antidisturbios y 130 disparos de bala en el centro de Pamplona. El resultado fueron más de 150 personas heridas y la muerte del joven de 23 años Germán Rodríguez, militante de la Liga Comunista Revolucionaria. Recibió, presuntamente, un disparo en la cabeza. Los hechos nunca fueron juzgados.
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Un encierro y dos funerales (1980)
Antioquío. Así se llamaba el toro más mortífero que se recuerda en la historia reciente de San Fermín. Cuando alguien decide ponerse ante una manada de toros bravos, sabe que el desenlace puede ser fatídico. El 13 de julio de 1980 ese animal de media tonelada se llevó por delante a José Antonio Sánchez Navascués a la entrada de la plaza Consistorial. Tenía de 26 años y era natural de Cintruénigo. El toro le arrastró varios metros hasta la calle Mercaderes, a donde José Antonio llegó sin vida. Desde esa cogida, Antioquío continuó solo el encierro, totalmente descolgado del resto de animales. A su llegada a la plaza de Toros se volvió a cobrar otra vida. La segunda víctima fue Vicente Risco, un joven de Badajoz de 29 años. El animal se cebó duramente con él y, tras empitonarle, le zarandeó varias veces. Es la única vez que se recuerdan dos muertes en un mismo encierro y, además, provocadas por el mismo toro. En la imagen, el funeral de los dos jóvenes.
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Un Nobel en Pamplona (1923-1959)
Sobre Hemingway en los sanfermines hay tantos mitos como verdades, hasta el punto de que hay libros dedicados a desmentir las leyendas que han surgido respecto a las vivencias del escritor estadounidense en Pamplona. Sea como fuere, Hemingway era un apasionado de los sanfermines y de la fiesta taurina — y no taurina— en general. En su primera visita, en 1923, corrió un encierro y fue pillado por un toro. Aquello trascendió a la prensa internacional, donde trabajaba. "Escritor de Toronto corneado por un toro bravo en España", fue uno de tantos titulares que ilustraron el suceso. Sin quererlo, el autor de Por quién doblan las campanas se convirtió en embajador de la fiesta taurina más famosa de España. Posteriormente la describiría en su novela Fiesta (The sun also rises ), dándole aún más fama. Hemingway asistió nueve veces a los sanfermines. La última fue en 1959, ya con un premio Nobel en su palmarés.
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El precursor del chupinazo (1936)
El chupinazo, el lanzamiento de un cohete que inaugura las fiestas, es una tradición reciente. A diferencia de los propios sanfermines, que tienen su origen en la época medieval, se dice que el chupinazo nació en 1931 de la mano de un estanquero llamado Juanito Etxare. Durante cinco años, este juerguista republicano fue el encargado de dar el pistoletazo de salida a las fiestas de Pamplona. En 1936, lo hizo por última vez. Pocos días después de terminar los sanfermines de ese año, se declaró la Guerra Civil y Juanito Etxare fue fusilado por las tropas franquistas.
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Una fiesta en posguerra (1941)
Aunque en los años 1939 y 1940 se celebró San Fermín, no fue hasta 1941 cuando el recién instaurado régimen de Franco le dio la oficialidad que hoy tiene. Ese fue el primer año que el chupinazo se dio desde la Casa Consistorial, igual que hoy. Antes, se hacía en la plaza del Castillo. Para anunciar la sonada fiesta, el régimen comenzó a hacer carteles como el que se ve en la imagen, que corresponde a ese año 1941. En él podemos ver un tradicional gigante, que, junto a su cohorte de kilikis, cabezudos y zaldikos, forman otro de los símbolos de esta celebración: la Comparsa.
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Una postal de recuerdo (1914)
Esta es una de las primeras fotografías documentadas de la fiesta de San Fermín. En la esquina superior derecha se puede apreciar el sello del Rey Alfonso XIII. Aunque la tradición de correr toros por las calles de Pamplona se remonta siglos atrás, son pocos los documentos gráficos que lo atestiguan.
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El chupinazo de un ministro (1964)
El chupinazo lo suele dar el alcalde de Pamplona, uno de sus tenientes o alguna personalidad de la ciudad. Solo en una ocasión lo ha dado un miembro del Gobierno. Fue Manuel Fraga en 1964. El entonces ministro de Información y Turismo, además de darse baños en Palomares, fue el encargado de prender la mecha aquel año. Era la época en que España comenzaba su apertura hacia en exterior, cuando ingleses y franceses empezaron a quedarse colorados en nuestras playas y las suecas instauraban el hasta entonces proscrito topless . Era la época en la que Fraga le dijo al mundo que, efectivamente, Spain is different .