"Cómo se entere la prensa de que ha estado en el Caribe…". Aunque esta frase se podía fechar perfectamente en uno de los días de esta semana pasada en el despacho de la Reina Letizia, lo cierto es que fue un comentario de la esposa de Felipe VI a una persona de su equipo a principios del mes de marzo. Las palabras salieron de la boca de Letizia días antes de que se declarara en España el estado de alarma en todo el país cuando su suegro, el Emérito Juan Carlos, llegaba a Zarzuela tras su último viaje, en el que tuvo como anfitriones a los Fanjul, primero en su casa de la República Dominicana y luego, en su mansión de Palm Beach, en Florida. Por eso, si el Emérito se ha instalado en la isla caribeña nadie se extrañaría dentro de la Casa.
"El problema es que la prensa está segura de que se ha visto forzado a irse, pero en realidad, él se lo está tomando como unas vacaciones. El Emérito quería salir al extranjero en agosto, al igual que otros años. Y le ha venido genial esta presión para poder marcharse", confiesa a EL ESPAÑOL una fuente muy cercana a la Reina Letizia. "Porque si se llega a ir de vacaciones y le pillan en pleno escándalo tomando el sol en el Caribe… Así que si quería irse tenía que anunciarlo y aprovechar una salida, que en otros tiempos se hubieran llamado vacaciones, para presentarse como que se está inmolando para quitarle la presión a Zarzuela. Pero él va diciendo a todo el mundo que en septiembre está de vuelta. Y eso saca de quicio a Letizia, le parece tan injusta la solución que se ha tomado", prosigue relatando a este diario el mismo interlocutor.
"Ella ha dicho que no quiere saber mucho de este asunto porque ya le dijo a su marido que hicieran lo que hicieran les iba a perjudicar y mucho. Aunque hay mucha gente que asegura que Letizia se debe estar frotando las manos, lo cierto es que está muy preocupada, pero no por Juan Carlos. No siente ningún cariño por su suegro, pero sí por su marido, él lo está pasando fatal. Ella es consciente de que Felipe ha querido dar un golpe de efecto con esto, pero sabe que el tiro les puede salir por la culata. Desde luego, ella jamás hubiera dejado que se marchara a la República Dominicana, de esto estoy segura", asegura una amiga de la Reina a este diario.
El caso es que los Reyes comienzan esta semana sus días de descanso en Mallorca, en lo que se va a convertir en el veraneo más atípico de la Familia Real en la isla. Está previsto que se instalen en Marivent durante diez días, pero no hay fecha para el tradicional posado familiar y por supuesto, asegurando que es por culpa de la Covid: no habrá recepción a las autoridades políticas y culturales de baleares. "Están de los nervios todos. No dejan que nadie se acerque a los Reyes no vaya a ser que alguien les pregunte o le digan algo sobre Juan Carlos. Eso mismo ha pasado durante todo el recorrido por las Comunidades Autónomas del mes de julio, que ni la prensa habitual han podido estar a menos de 20 metros. Habrá salidas esporádicas que pille a todo el mundo sin avisar. Habrá también un paseo o algo así con la Reina Sofía, pero eso será todo. Al final el coronavirus va a ayudar a pasar el temporal", cuenta una persona cercana al círculo de Zarzuela.
Vacaciones distintas o no, la verdad es que Letizia no le tiene mucho cariño a los días que pasa en Mallorca, ya que ella no los considera como de descanso, sino más bien como un traslado de oficina. Pero con los años, la cosa ha mejorado sustancialmente para la esposa de Felipe VI, ya que antes tenía que pasar la semana en Baleares con sus suegros, Juan Carlos y Sofía, sus cuñadas, las Infantas Elena y Cristina con sus maridos y sus respectivas proles. Pero verano tras verano, de la ecuación multitudinaria que se montaba en Marivent y de la que nadie conocía el resultado, se han ido cayendo muchos de los componentes para quedarse tan solo con su suegra, con la que mantiene, desde la famosa Crisis de las Reinas un pacto de no agresión. "Así que para ella la cosa ha mejorado bastante. A Sofía sólo la ve cuando es necesario, al igual que ocurre en Madrid, así que pasa los días en la isla mucho mejor. Y desde que no va su suegro, pues feliz", añade la misma persona.
La batalla personal
La batalla personal entre Juan Carlos y Letizia viene desde el primero momento en el que la ex periodista pisa Zarzuela en 2003. Para el Emérito una mujer divorciada no es "lo mejor" para su hijo y mucho menos para la Corona. Así que ambos están unidos, además de por Felipe VI, por la animadversión que se profesan el uno al otro desde el primer momento. Una grieta insalvable que se abrió el primer día que su hijo le anunció su intención de casarse con Letizia Ortiz Rocasolano. El entonces Jefe del Estado le dijo a su heredero: "Te vas a cargar la Monarquía si te casas con ella". Poco podía imaginar que era él, casi dos décadas después el que la iba, con sus negocios poco ejemplares quien iba a hacer peligrar la institución.
Las personas cercanas a la Consorte reconocen que lo que no le perdona a Juan Carlos -por encima de todo lo demás- es el grave daño que le está causando a una institución por la que tanto están trabajando su familia y ella. La Reina sufre por el hecho de que Leonor y Sofía estén siendo utilizadas -en cierta manera- como máquinas para endulzar y limpiar la imagen de la Corona en estos duros momentos. Justo ahora, cuando las dos hijas de los Reyes comenzaban a dar sus primeros pasos públicos al frente de la Casa es el momento en el que más machacada se encuentra la institución por culpa de los asuntos que afectan sólo a Emérito.
Pero esta historia viene de muy atrás. "Ella fue tildada de fría, altiva y calculadora por su suegro y sus cuñadas. Pero para ella fue un verdadero shock cuando entró a vivir en Zarzuela en noviembre de 2003 -por motivos de seguridad- y se topó con una realidad de la que los españoles nos estamos enterando en dosis pequeñas. De familia real nada, sino una familia completamente desestructurada con una aparición nueva en un año: Corinna" cuenta a EL ESPAÑOL otra persona muy cercana a Letizia.
Con el estallido del Caso Nóos, con Iñaki Urdangarin y la Infanta Cristina sentados en el banquillo de los acusados, una grieta enorme se abrió en el dique de contención que sujetaba las aguas supuestamente tranquilas de Zarzuela. Pero la presa se rompió tras el accidente de Juan Carlos en Botsuana en 2012, lo que produjo una cascada de noticias del todo comprometedoras para el Emérito y que en la actualidad, siguen saliendo a la luz sin control. Hasta que se produjo la abdicación y el relevo en la Corona en 2014, Letizia vivió un calvario que se vio reflejado en la crisis matrimonial que vivieron los actuales Reyes en 2013.
"Que se divorcien"
La consorte abandonó la isla de Mallorca, de forma inesperada, dejando a su marido y a sus dos hijas en el Palacio de Marivent sin explicación ninguna. Fue entonces cuando su suegro le pidió con insistencia a su hijo Felipe que se divorciara de la ex periodista. ‘Esas semanas fueron muy duras para ellos dos. Sobre todo, por el padre de él, quien no paraba de decir que la mejor solución era que se divorciara, que nunca se tenía que haber casado con ella. Y eso delante de todo el mundo, daba igual que fuera personal del servicio, miembros de seguridad o unos invitados a una cena. Él lo soltaba así sin más, y por entonces todavía era el Rey", recuerda la misma fuente.
Ya con Felipe VI en el trono, la casi nula relación entre la Reina y su suegro ha sido imposible de arreglar. Letizia no ha querido ni disimular más que lo justo y salvo en ocasiones muy señaladas, no ha querido aparecer junto a su suegro. Eso fue lo que ocurrió en 2016 cuando todos los Borbón celebraron el 80 cumpleaños de la Infanta Pilar. La Reina, a pesar de que sabía que iba a dar mucho que hablar, no acudió. En el mismo aniversario -80 años-, pero esta vez de Juan Carlos, sí estuvo presente en la celebración que tuvo lugar en Zarzuela, pero fue lo justo y necesario para hacerse la foto. Una fotografía en la que, por cierto, aparecía Juan Carlos tullido. Luego la reina desapareció con sus dos hijas rumbo al Pabellón del Príncipe, su casa.
En la triste Crisis de las Reina, entre Letizia y su suegra a la salida de la Misa de Resurrección de 2018, don Juan Carlos afeó el gesto de su nuera diciéndole a su hijo: "Si no quiere venir, que no venga", delante de las cámaras de televisión. Claro, que con el gesto de la esposa de Felipe VI el comentario del Emérito pareció una minucia.
"Lo único bueno, si es que tiene un lado positivo, es que ella va a salir reforzada de todo esto porque al final Letizia tenía razón. Igual no es tan campechana como los Borbón, pero va a resultar que es mucho más profesional y real que el resto de la familia", sentencia una amiga de la Reina.