Pasada la medianoche, Ángela entró en el dormitorio conyugal. Allí yacía dormido su marido, Josep Maria Mainat. Uno de los productores audiovisuales más ricos y conocidos de España. Ángela Dobrowolski, de 37 años (35 menos que su esposo) le puso una inyección. “Son vitaminas para adelgazar”, le decía, ante la resistencia de un adormecido Mainat. Pero lo que le había inyectado en realidad fue una sobredosis de insulina. No quería que adelgazase, quería matarlo.
Sucedió el pasado 22 de junio en el domicilio conyugal de Sant Gervasi (Barcelona). Aquella víspera de la verbena de Sant Juan, Josep Maria Mainat estuvo al borde de la muerte. El fundador de La Trinca y de Gestmusic (la productora de Operación Triunfo) pasó cerca de 20 minutos en coma, ante la atenta mirada de su mujer. Ángela, estudiante de medicina, le comprobó hasta en 5 ocasiones los niveles de azúcar mientras lo veía agonizar. Cuando llamó al SEM le dijeron que le diese azúcar. Ella respondió que en su casa no había azúcar.
Estafas, cheques falsos, sobredosis, varias detenciones y guardias de seguridad privados dentro del domicilio conyugal. La historia de Ángela Dobrowolski se complica por minutos y ha sorprendido a propios y extraños. En el entorno de la pareja sabían que estaban en trámites de divorcio, pero nadie esperaba una tentativa de homicidio con alevosía. Es el cargo al que se enfrenta Ángela, que ha sido puesta en libertad con cargos y que ya fue detenida por otro presunto delito en septiembre contra su marido.
Una pareja feliz
“¿Cuando la niña se despierta por las noches, quién se levanta?”. La pregunta es del presentador de TV3 Albert Om a Ángela Dobrowolski, la esposa de Josep Mainat. Están rodando un programa sobre la vida del productor. Ángela sostiene a su hijo recién nacido y duda. Primero dice que se levanta ella, pero intenta disculpar a su marido... Mainat está presente y acaba confesando: “Se levanta ella”. Desvela entonces el acuerdo al que llegaron cuando decidieron tener hijos: “El pacto fue que si teníamos un niño, de toda esa parte se encarga ella. Yo ya he pasado ese tiempo”.
Una pareja feliz. Así aparecían ante toda Cataluña Josep Maria Mainat y Ángela Dobrowolski en 2013. Protagonizaban una entrega de “El Convidat”, el programa estrella de la tele autonómica. Algo así como el programa de Bertín Osborne catalán. Allí, ella se mostraba como una abnegada esposa. La que se levanta por las noches sin chistar. Ángela Margarita Dobrowolski Garrido, hispano alemana y estudiante de medicina. 35 años mejor que él pero enamorada. “Me gustas más ahora que cuando te conocí. Te encontraba sexi y ahora también”, va diciéndole ella a su marido en el programa.
La imagen de Mainat como padre, en cambio, no sale en absoluto reforzada. No solamente porque no se levanta a atender a su bebé. Es que no se sabe ni la edad que tienen dos de sus hijos. Dos niños que adoptó durante la relación que tuvo con una mujer, después de Rosa María Sardá y antes de Ángela. El presentador les pregunta la edad a los críos y ellos contestan que 8 y 12 años. “¿Tenéis 8 y 12? Yo había dicho 7 y 11, no iba desencaminado, jajaja”, confiesa Mainat delante de ellos.
Dos detenciones
La abnegada esposa acaba de ser detenida por los Mossos d’Esquadra, acusada de homicidio en grado de tentativa. La denuncia la puso Pol Mainat, el único de los hijos del productor con Rosa María Sardá. Fue el que alertó a los Mossos de que Ángela había intentado matar a su padre administrándole una sobredosis de insulina.
Esta no ha sido la primera detención de Ángela. El pasado 19 de septiembre ya fue arrestada por la policía autonómica, acusada de haber falsificado la firma de Josep Maria Mainat para cobrar dos cheques, tl y como adelantó La Vanguardia. Uno por un importe de 2.900 euros y otro de 1.200. Ambos a nombre de su hermana, para no levantar sospechas. En el segundo cobro, Ángela acudió al banco con gorra y gafas de sol, para no ser reconocida por las cámaras. Este hecho sí lo denunció Mainat en una comisaría de los Mossos. El intento de homicidio no, pero que le roben, sí.
De hecho, a pesar de que el ‘trinco’ estuvo a punto de morir esa noche, siguió manteniendo relación con ella. Mainat le permitió regresar al domicilio de Sant Gervasi, aunque antes se aseguró de que no volviese a repetir el intento de homicidio. Adoptó para ello una sorprendente medida: contrató a guardias de seguridad para que vigilasen a Ángela en el interior de la casa.
Cronología de la noche
Ángela habría descubierto, fisgando el email de su marido, que preparaba el divorcio. Era la tercera relación larga de Josep María Mainat, pero la única mujer que consiguió llevarle al altar. Tienen dos hijos en común: el que sale recién nacido en ‘El Convidat’ (al que Mainat no atendía en sus lloros) y otro que nació en 2016 (y con el que probablemente tampoco se levantaba de noche). Ahora tienen 8 y 4 años. Ellos, como hijos, sí que están dentro de la magna herencia del productor. Ella, con el divorcio, está fuera. Por eso urdió un plan.
Era víspera de la festividad de Sant Joan. Petardos en el exterior de la casa de Sarriá, en la zona noble de Barcelona. Un lujoso palacete de fachada anaranjada. En el interior del domicilio, Mainat, diabético de 73 años, se va a dormir. La casa cuenta con numerosas cámaras de seguridad que lo graban todo. Ella lo sabe y, cuando se dispone a preparar la dosis letal, se esconde detrás de la puerta de la nevera para que no se vea lo que está haciendo.
Pasan de la 1 de la madrugada, Ángela entra en la habitación y le pone a su todavía marido una inyección en el brazo. Él se intenta oponer, pero viene de estar profundamente dormido y no ofrece resistencia. El objetivo, creen los investigadores, provocarle una hipoglucemia que le lleve al coma y luego a la muerte.
Una vez inyectada la dosis, tocaba esperar. Entre las 1:20 y las 2:41 de la madrugada, Ángela entra en la habitación y le comprueba el nivel de azúcar hasta en trece veces. Esos datos fueron confirmados después por los investigadores, que confirman que ella no hizo nada. Simplemente fue viendo cómo el estado de salud de su marido empeoraba. Los niveles de azúcar no hacían más que bajar, pero ella esperaba.
Ángela no llamó a los servicios de emergencias hasta media hora después de que su marido cayese en una hipoglucemia. Para entonces, Mainat ya estaba en coma. Los sanitarios que la atendieron le daban consejos para intentar reanimar al enfermo. Aprovechar el tiempo que tardase en llegar la ambulancia. Le decían que le administrase azúcar. Ella contestó que no había azúcar en esa casa. Y no se lo dio.
El dinero de la discordia
Fueron los datos del medidor los que, a la postre, desvelaron sus planes. El último resultado registrado era normal, pero la ambulancia se encontró a Mainat en coma. Ella lo justificó diciendo que se había medido ella misma el azúcar, para contrastar los datos con los de su marido. Pero el medidor tiene memoria y pudieron averiguar que las anteriores mediciones sí eran de su marido. De una persona que estaba sufriendo una hipoglucemia. Y que ella, durante ese tiempo y a pesar de conocer la gravedad de la situación, no avisó.
Mainat salvó la vida y le dieron el alta a los dos días. Regresó a su casa y, tras tres meses separados, él le permitió a Ángela volver al domicilio conyugal, con la condición de estar vigilada por guardias de seguridad. El que no se lo tomó tan bien fue Pol Mainat, el hijo mayor del magnate audiovisual. Mantiene una pugna económica con Ángela Dobrowolski por cuestiones relacionadas con la herencia. Por eso, al conocer el suceso, lo puso en conocimiento de los Mossos d’Esquadra y formalizó una denuncia. Los investigadores creen que el móvil de este caso es puramente económico.
Hasta ahí llega la codicia por una de las mayores fortunas de Cataluña. Josep Maria Mainat es una máquina de hacer dinero desde que fundó La Trinca. El trío cómico que triunfó en la España de los 80 y que tuvo varios exitosos programas en TVE (Tariro Tariro. Barras y Estrellas), en los que también participaba Rosa María Sardá. Después de aquello, montó una productora audiovisual llamada Endemol junto a Toni Cruz, el otro miembro vivo de La Trinca.
Aunque vendieron el 40% de la sociedad en 1995 a la productora holandesa Endemol, se quedaron como cargos ejecutivos. Gracias a eso, Mainat pegó el gran pelotazo televisivo de principios de siglo con un icono: Operación Triunfo. Al año siguiente vendieron el 100% de la empresa por 90 millones de euros. Y cada vez que se renueva el contrato de emisión, cobra Mainat por los royalties.
OT es el producto más conocido de la factoría Mainat y el que más dinero le ha reportado. Pero también es el responsable de otros hits televisivos como Crónicas Marcianas, La parodia nacional, Lluvia de Estrellas o ¡Mira quién baila! También llevaron su sello. Sin embargo, en 2012 volvió a montar una productora llamada Reset y su bagaje no fue tan positivo. Apenas tuvo algún éxito peregrino en TV3. No pegó ningún pelotazo y en 2015 tuvo pérdidas de más de 600.000 euros.
Icono indepe
Desde entonces, Mainat ha sido más conocido por sus bravatas independentistas que por sus éxitos empresariales. Se convirtió en un icono separatista, ñarticipa en mítines y más de una vez ha sido trending topic por sus tuits incendiarios contra España. En el plano profesional, se metió en el negocio inmobiliario y no le fue bien. Montó una empresa llamada Fincas Flash que registró pérdidas por encima de los 300.000 euros en 2015, el último ejercicio que consta.
Pero la fortuna de Mainat está fuera de toda duda. A su patrimonio económico se le deben sumar las propiedades inmobiliarias que conserva, entre ellas el palacete del norte de Barcelona en el que intentó ser asesinado. El mismo en el que recibió a TV3 en 2013 donde quedó patente que, en ese matrimonio, la que realmente se empeñó en tener hijos (que entrasen en el testamento con todas las de la ley) fue ella.
En aquella ocasión, Mainat era claro: “Creo que va a ser mi última esposa”. Cuentan que el productor ha estado mucho tiempo enamorado, pero que este año rompió la relación y ya mantenía otra con otra mujer. El divorcio estaba en ciernes y la herencia cada vez más lejos. Ángela se veía fuera de la ecuación cuando él muriese. Así,decidió matarlo ella. “Yo voy a vivir 120 años”, le bromeaba Josep Maria Mainat al presentador Albert Om en 2013. Ángela, de fondo, sonreía. Nadie imaginaba entonces que ella iba a acabar intentando quitarle la vida.