A más de mil metros de altura y con un frío aún otoñal, pero helador, que paraliza al despistado, en el norte de la Comunidad de Madrid hay pueblos que se parecen. No por su orografía, tampoco porque compartan rasgos arquitectónicos. No: el mayor denominador común que aúnan estas pequeñas poblaciones es que, además de ser las menos habitadas de toda la región, la Covid no ha conseguido anidar en ellas.
Son Robregordo -48 habitantes, cero casos-; La Hiruela -54 habitantes, cero casos-; La Acebeda -65 habitantes, cero casos-; Somosierra -73 habitantes, cero casos-; Puebla de la Sierra -73 habitantes, cero casos-, La Serna del Monte -76 habitantes, cero casos- y Horcajuelo de la Sierra -88 habitantes, cero casos-.
EL ESPAÑOL traza la ruta una mañana de octubre, serpenteando por cada uno de ellos. A pocos kilómetros entre sí pero con una infinidad de curvas mediante, los municipios con menos vecinos de toda la Comunidad de Madrid apenas han visto alteradas sus vidas por la pandemia. Mascarilla -a ratos, porque con tan poca gente se respeta fácil la distancia de seguridad- y poco más.
En Horcajuelo, médico el viernes
El médico rural se traslada cada día a un par de pueblos. Tiene horario y todos lo saben, aunque desde que se desató la pandemia “ya no te puedes fiar”, ríe Francisco, de 69 años, de paseo junto a su mujer, Celia, de 70, en su municipio, Horcajuelo. Aquí toca los viernes.
“El consultorio lleva sin funcionar casi toda la pandemia. Estaba cerrado hasta hace unos días. Las consultas eran por teléfono o por correo electrónico”, explica el matrimonio, bien guarecido tras unas mascarillas quirúrgicas y unos abrigos de nieve. Es mitad del mes de octubre, sí, pero el termómetro apenas marca 6 grados.
En el Madrid rural viven, principalmente, personas mayores. Por eso, y ante cualquier urgencia que no pueda esperar a que llegue el día de médico, el 112 responde al quite a toda llamada. “Si es importante, llamas y acuden rápido. No tardan apenas nada. Te llama el médico, llega la ambulancia y todo rápido, rápido”. Si requieren de ingreso hospitalario, los habitantes de la zona son trasladados al Hospital Infanta Sofía, en San Sebastián de los Reyes, a 50 minutos en coche.
El resto de gestiones también se realizan por teléfono o internet. Porque hasta aquí llega la fibra, aunque es un logro de los “últimos meses”. La compra, de momento, se hace vía móvil. “El pescadero de Buitrago, el carnicero de Montejo…”, enumera Celia.
Misma zona básica: Buitrago
Las siete localidades, a algo más de una hora en coche desde el centro de la capital, tienen un único centro de salud de referencia: el de Buitrago de Lozoya, que atiende a casi 2.000 madrileños que allí viven, además de a todos los de en rededor.
En los últimos días, en esa zona básica sanitaria ha habido 9 casos. La incidencia acumulada durante los últimos 14 días es de 164,87 positivos por cada 100.000 habitantes. En total, en lo que va de pandemia, en este área ha habido 144 confirmados.
La Consejería de Sanidad ha rechazado hacer ningún tipo de declaración para este reportaje. Arguyen que los datos “son públicos” y que “se está haciendo una interpretación errónea de ellos”: “La incidencia acumulada es baja y la gente se está relajando por lo que contáis”. El personal sanitario que atiende el centro de referencia del norte de la comunidad, que es un hervidero de citas, se excusa: “No podemos decir nada sin la autorización de la Consejería, si no, nos cae una buena…”.
Pero lo cierto es que, precisamente, en las últimas horas se ha desatado un brote. En este remanso de paz, donde la vida es tranquila, rutinaria, sin demasiados imprevistos… de repente, en el municipio menos poblado de toda la autonomía, de la autonomía más afectada de toda Europa por el coronavirus, ha saltado la libre.
Madarcos y el brote
Madarcos. 47 habitantes. Cuatro positivos desde el sábado. Todo un pueblo confinado y un brote sin origen conocido.
Al habla Eva María Gallego, alcaldesa de la localidad. “La situación de Madarcos en esta segunda ola es bastante diferente: después de un verano lleno de gente, con mucha afluencia, donde se triplica el número de habitantes, no ha habido ningún caso... hasta ahora”, comenta.
“Ahora que hemos vuelto a la normalidad, ha saltado este brote”, explica la regidora, con conocimiento de causa. “Y sí, llama la atención a nivel estadístico, porque aunque hayan sido 4 positivos, estadísticamente sube la incidencia acumulada. Está controlado, se están haciendo las PCR oportunas”, comenta.
Los positivos, que suponen el 10% de la población del pueblo, son “gente joven, una media de 48 años”. “No sabemos el origen”, ahonda.
Puebla de la Sierra: sin partida
De igual modo, el cerco sobre este pueblito poco o nada cambia la rutina de la zona. Eugenio, 74 años, un jubilado que antes ejercía como mecánico, suspira cuando este periódico le pregunta, mientras le pilla merodeando por su pueblo, Puebla de la Sierra: “La vida es más tranquila de lo habitual”.
“Se respetan todas las normas, pero por aquí somos pocos y nada cambia. Que no venía el médico hasta hace poco y que partida ya no hay. No sólo por no juntarnos, sino por no tocar las cartas”, lamenta.
Eso sí, “de Madrid, no quiero ni oír hablar. Mis hijos me dicen que no, que no bajemos si no es inevitable. Es una bomba”.
La Hiruela y los bares
En términos similares se explica Ignacio Merino, empresario local y alcalde de La Hiruela, que lleva diez años al frente del ayuntamiento. “Todo se vive con tranquilidad y sin mucho agobio, pero con preocupación. Teóricamente de Madrid no está viniendo gente, pero sí de otras localidades, pero claro…”.
Su pueblo, de momento, es covid free. Aunque saben bien lo que es. Ya hubo casos en verano. “Se nota la incertidumbre general, sensación de que no sabes que va a pasar el día de mañana. Excesivamente precavidos. Muy cautos, y con un cierto pesimismo. No tienes alegría”.
“Hay menos contacto, hay menos afluencia. La gente del pueblo no entra en el bar. La perspectiva no es muy halagüeña: a ver qué opción hay de cara al invierno”, se pregunta, mientras se resguarda en el interior del edificio municipal. Porque, desde luego, esto no es como Madrid.