Las fornidas manos del escultor Nacho Palau que antaño alumbraban exclusivas obras abstractas moldeando materiales como la arcilla, el cable de cobre, y que incluso daban vida al metal empuñando un soplete, ahora se dedican a esculpir el delicioso embutido de La Zanzonía. Durante más de dos décadas Nacho fue la pareja del cantante Miguel Bosé, siempre estuvo a la sombra, pero no desempeñó ese papel para beneficiarse de una vida a todo trapo. Nada de eso.
Este artista también sabe calzarse el mono de currante para doblar el lomo. Prueba de ello es que actualmente, en la citada empresa familiar de Chelva cubre jornadas de trabajo que empiezan de madrugada a cambio de una nónima de mileurista. “En septiembre comenzó con nosotros, está conociendo todo el proceso: desde la producción, hasta el envasado y la distribución”, tal y como detalla Ana Ferrer, fundadora de La Zanzonía —en 2013— junto a Vicente Andrés.
Este lunes cuando Nacho accedió a los juzgados de Pozuelo de Alarcón para la vista que le enfrentaba a Miguel Bosé, por la doble filiación de sus cuatro hijos, ya desempeñó su papel de comercial con una acción de marketing encubierto: una nube de fotógrafos y cámaras de televisión le inmortalizó luciendo una mascarilla negra con el logotipo de La Zanzonía.
La economía del otrora artista valenciano está tan tocada que redujo al máximo los gastos de ese viaje a Madrid para lograr su ansiado propósito: una sentencia que reconozca que son hermanos los cuatro niños que durante ocho años criaron bajo un mismo techo Miguel Bosé y Nacho Palau. Todo ello a pesar de que no comparten genes ni apellidos: Tadeo y Diego, son hijos biológicos del cantante, tras nacer en 2011 en Estados Unidos por gestación subrogada, mientras que Ivo y Telmo son hijos del escultor después de recurrir también a un vientre de alquiler para traerlos al mundo con siete meses de diferencia.
El juzgado deberá dirimir si tienen —o no— derechos de hermanos, lo que supondría establecer un acuerdo legal que proteja esa relación porque pasarían a ser considerados hijos de Bosé y Palau. Tal resolución obligaría además a que los menores disfrutasen del mismo nivel de vida.
Este miércoles EL ESPAÑOL se desplazó a la sede de La Zanzonía para conocer la vida de mileurista que lleva el escultor en Chelva, un pintoresco pueblecito de 1.489 habitantes que forma parte de la comarca valenciana del Alto Turia —declarada reserva de la biosfera—. Pasan unos minutos de las once de la mañana y desde el aparcamiento se escucha con nitidez el trabajo de producción de esta pequeña empresa familiar con clientes por toda España, entre ellos Consum. “Nacho no puede atenderte porque está en plena faena: acabará a las tres de la tarde”, advierte Ana Ferrer. El periodista se marcha para regresar puntual a esa hora, pero el turno se prolonga hasta las 15.40.
El último en aparecer por el aparcamiento a recoger su coche es Nacho y hay que fijarse bien para distinguirle porque viste chándal, sudadera, y un turbante en la cabeza para contener sus rizos.
El periodista le aborda para pedirle una entrevista con el objetivo de hablar sobre las claves del giro profesional y vital que ha experimentado: de esculpir a producir embutido. “Te invito a tomar algo, pero me vas a contar tú”, advierte con tono risueño Nacho a este diario antes de ponerse al volante de un turismo de una gama acorde a su nueva situación económica. “Sígueme”. No hay nada de tráfico y en menos de dos minutos atravesamos el centro de Chelva para plantarnos en la Tasca Plazi.
La camarera, Ana, una mujer de Europa del Este, le advierte que la cocina está cerrada. “Dame un tercio de cerveza bien frío, una caña, frutos secos y patatas”, le responde con soltura de currela.
Conversando con Nacho
—¿Cuánto llevas en esto?, pregunta Nacho.
—Llevo unos quince años haciendo de todo: televisión, radio y prensa. La verdad es que lo mío son los sucesos: no he venido a preguntarte por la separación de Miguel Bosé—responde este periodista, mientras Nacho comienza a reír.
—Lo he consultado con una profesional experta en el sector de la prensa rosa y me asegura que usted podría estar cobrando 50.000 euros sólo por sentarse en un plató de televisión a hablar de su relación con Miguel Bosé o del juicio por la doble filiación de sus hijos. ¿Por qué no lo hace?#continúa este reportero.
—Valoro mucho el anonimato. Yo soy así, hay gente que a lo mejor no lo entiende.
—No es habitual que alguien que puede sentarse en un plató y hacer caja sin despeinarse, se ponga a trabajar en una empresa de embutidos. ¿Usted es la excepción que confirma la regla?
—Estoy trabajando como cualquier otra persona para sacar a mis hijos adelante. No estoy haciendo nada excepcional ni ninguna cosa extraordinaria. Sólo me estoy ganando la vida.
—Este miércoles empezó su jornada laboral a las siete de la mañana y acabó en torno a las cuatro de la tarde. ¿Sería mucha indiscreción que me dijera cuánto cobra al mes?
—Estoy en periodo de formación ganando unos 1.050 euros mensuales. Voy a probar a ver qué tal se me da esto y si me gusta aguantaré.
Nueva vida de mileurista
En su nueva vida de mileurista Nacho ha cambiado una exclusiva residencia en la zona noble de Somosaguas donde convivía con Miguel Bosé, por una casa en el campo en la que reside junto a su madre: Lola. No hay vecinos ricos, pero sí riqueza paisajística porque la propiedad está próxima a uno de los siete lavaderos que se conservan intactos en Chelva: el lavadero del Embaraniz.
Los palcos desde los que disfrutaba del Master Series Madrid los ha sustituido por las canchas de pádel del pueblo donde juega con sus amigos. La raqueta solo la coge cuando le queda energía tras el curro, ya que su proceso de formación en la firma artesana de embutidos incluye hacer de repartidor: “Si tengo reparto empiezo a trabajar a las cuatro y media de la madrugada”.
En esos días, en cuanto amanece, ya está preparando paquetes en uno de los dos muelles de carga de la fábrica para echarse a la carretera con una furgoneta. “Cubro una ruta por varios pueblos de Valencia”. Muchos clientes desconocen que Nacho, el repartidor que les entrega productos estrella de La Zanzonía, como la sobrasada elaborada con pimientas de la India y Jamaica, es el hombre que compartió un cuarto de siglo junto a la megaestrella de la música española Miguel Bosé.
El despertador solo le da algo de tregua cuando le toca trabajar en la factoría: “A veces entro a las seis de la mañana y otras a las siete”. El horario depende si le toca sumergirse en los procesos de producción tradicional de la morcilla de cebolla de Chelva, la morcilla de harina, la morcilla de pan, la longaniza casera o los chorizos picantes que esta empresa familiar exporta a Inglaterra o Polonia.
“Antes trabajaba con esculturas y ahora hago morcillas", admite a EL ESPAÑOL en tono divertido y desenfadado. Nacho nunca pierde la sonrisa: da la impresión de que es una persona capaz de desprender energía positiva hasta en las circunstancias más adversas. Parece que los madrugones que se desayuna a diario le revitalizan. “Nano deja de hacerme preguntas...”. No termina la frase porque de repente aparece por la calle un amigo de sus hijos al que de inmediato saluda y le pregunta por su padres. El escultor es un vecino más: se nota que está cómodo en Chelva y que no está ejerciendo un paripé judicial.
—Usted es Licenciado en Ciencias Químicas. ¿No ha pensado en buscar un empleo que esté relacionado con sus estudios universitarios para evitar tanto esfuerzo físico?
—No busco trabajo de lo mío porque eso me supondría irme a Valencia o a Madrid, hacer mucha carretera, tendría que estar mucho tiempo fuera de casa y estaría menos con mis hijos.
Paella en el geriátrico
Tras separarse de Miguel Bosé y a pesar de que las raíces de Nacho pertenecen a Valencia, el escultor cambió el bullicio de la urbe por la tranquilidad de Chelva. “En este pueblo he pasado muchos veranos”. Precisamente, durante el pasado estío empezó a incluir en su currículum oficios que nada tenían que ver con su actividad como escultor y cuya última etapa se desarrolló en Paterna en el estudio Daniel Perandrés & Nacho Palau.
Del parón en su actividad artística no quiere hablar con este diario. Tan sólo admite —mientras le pega un trago a la birra y coge una patata frita— que le tocó ponerse a echar currículos por la precaria situación de sus cuentas bancarias: "Empecé a trabajar en la residencia de ancianos porque se me iba a terminar el paro”. A Palau le costó encontrar ese empleo: “Estuve echando el currículum en varias empresas y el mercado laboral ahora mismo está muy mal".
En casa de su madre tenía que ayudar porque Lola es pensionista y a sus hijos no le podía faltar de nada. De forma que en plena pandemia del bicho cuando le salió un trabajo en la Residencia de la Tercera Edad de Chelva no se lo pensó para enrolarse en primera línea de batalla contra la Covid, pues no hay que olvidar que los centros de mayores han sido de los más castigados por los brotes y fallecimientos. Nacho firmó un contrato temporal de cocinero en las instalaciones que están en la avenida de los Madereros: al final del pueblo. “Desde junio hasta mediados de septiembre estuve contratado temporalmente para cubrir las vacaciones de verano, cobraba unos 1.200 euros al mes".
Las necesidades económicas del escultor eran acuciantes y podría haber hecho platós, pero decidió preparar platos de comida para los ancianos. Nacho era uno de los tres cocineros que rotaban en las instalaciones para mayores. “Era bueno cocinando porque no hubo quejas: los domingos solía preparar arroz o fideuá para los 36 residentes”, cuenta desde el anonimato un empleado de la residencia al tiempo que reconoce entre risas que no tenía ni idea de la identidad del nuevo chef: “No sabía quién era Nacho hasta que los compañeros dijeron que el nuevo cocinero era exmarido de Miguel Bosé”. Era la comidilla de la plantilla, pero no le costó nada integrarse a la perfección a base de simpatía. Así lo corroboran otras dos trabajadoras: “Es una caña de chaval”, “Es muy majo”...
Verano sin vacaciones
Como muchos mileuristas españoles a Nacho este verano le tocó currar sin disfrutar de vacaciones, ya que tenía que alternar turnos semanales en los fogones, unas veces de mañana y otras de tarde, que incluían trabajar algún fin de semana. Cuando había tiempo libre la nónima sólo daba para hacer divertidos planes low cost con sus hijos Ivo y Telmo: la piscina municipal de Chelva y escapadas a la playa.
El escultor también buscaba planes de ocio adulto a coste cero, como la práctica del trekking y cubrir rutas senderistas como la de Peña Cortada, una de las más espectaculares de la Comunidad Valenciana porque permite caminar por los túneles de un viaducto y pasar por encima de un acueducto romano, salvando el espectacular barranco de la Cueva del Gato.
Para sus hijos reserva otros paseos menos arriesgados y más educativos: “Me gusta la Ruta del Agua”. Ese itinerario es uno de los atractivos turísticos de Chelva porque transita por los paisajes naturales del río y la historia de esta acogedor pueblo: sus lavaderos, sus manantiales, sus fuentes y su sistema de riego tradicional de la huerta —declarado Bien de Interés Cultural—. Este verano Nacho disfrutó de la Ruta del Agua acompañado de sus cuatro hijos: Ivo, Telmo, Tadeo y Diego. Esa fue la primera victoria del escultor desde que demandó a Miguel Bosé porque logró que los niños pasaran juntos las vacaciones en la casa de la abuela. Ese estío puso fin a la comunicación telefónica que mantenían porque tras la separación el cantante se llevó a sus hijos biológicos, Tadeo y Diego, a México DF.
Esas vacaciones forman parte de un pasado que fue la antesala de un presente duro: ver pasar los días esperando a que el juzgado decida si los cuatro menores legalmente son hermanos. Nacho no quiere hablar del proceso legal para que no le perjudique: la Justicia es la que debe pronunciarse sobre si pesan más los genes o el amor fraterno que sienten Ivo, Telmo, Tadeo y Diego. De repente, le suena el móvil a Nacho: al otro lado del teléfono su madre.
Las agujas del reloj superan las cuatro de la tarde y Palau todavía no ha comido. El escultor paga la cuenta y se despide de EL ESPAÑOL. No puede perder el tiempo porque debe llegar puntual a recoger a sus hijos al Grupo Escolar Virgen del Remedio. Palau, como buen mileurista, no puede llevar a sus queridos hijos a un centro concertado elitista, los tiene matriculados en un colegio público.
Rabo de cerdo frito
Al tratarse del único cole que hay en Chelva los beneficios son múltiples: el ratio escolar por aula en Educación Primaria es bajo porque el pueblo lleva perdiendo población desde 2017 y eso no solo mejora la atención del profesorado, sino que disminuye el riesgo de contagiarse de COVID. Además, las actividades extraescolares son gratuitas y hay servicio de comedor lo que unido al horario del artista en la fábrica de embutidos le permite conciliar vida laboral y familiar.
“A veces viene a recoger los niños su abuela Lola, la madre de Nacho”, apunta la propietaria de la librería que hay a escasos metros del Colegio Virgen del Remedio, cuyo edificio se levanta junto al histórico casoplón de Pilar Sevilla, y que según narran los parroquianos antaño fue la quinta mujer más rica de España gracias a distintos negocios que regentaba, entre ellos, comercializar uva de la huerta chelvana en Madrid.
“Nacho es un padrazo: en septiembre vino aquí a por el material escolar”, defiende la librera. Todos los lugareños hablan bien de Palau y ninguno se pronuncia sobre la batalla legal con Bosé, tal y como comprueba este diario tras entrar a una tienda para interpelar a su dueño: “Si quieres saber algo vete a buscarle y se lo preguntas a Nacho”. El centro del pueblo es uno de los pocos sitios por los que rara vez se deja ver el escultor porque su vida social es muy limitada.
“Es muy reservado”, sostienen una y otra vez los chelvanos consultados. A ello se suma que sus ingresos actuales no dan para caprichos ni ‘vicios’. Palau ha dejado de fumar y se conforma con sentarse por las tardes en la terraza de la Tasca Plazi mientras observa cómo sus dos tesoros, Ivo y Telmo, corretean por la Plaza Mayor que se levanta entre la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles y el Ayuntamiento.
“Es una persona muy simpática que siempre está dispuesta a ayudar a los demás”, asegura Ana detrás de la barra del citado establecimiento hostelero. Esta mujer sabe lo que se dice porque Palau y su cuadrilla son clientes habituales. “A él le gusta mucho pedir una tapa de rabo de cerdo frito con sal y sus hijos siempre toman un Aquarius”. A veces cada amigo se paga una ronda y en otras ocasiones toca dividir la cuenta: es la economía del currela.
Los niños al judo
El otro lugar donde es frecuente encontrarse a Nacho es el gimnasio donde lleva a sus pequeños a clases de judo. También le gusta ocupar su tiempo en el campo desempeñando tareas agrícolas. “Creo que tienen algún terreno familiar con olivos, higos y algo más”, enumera el empleado del surtidor del pueblo. “La impresión que Nacho transmite desde que llegó a Chelva es que quiere pasar desapercibido”. De hecho, los vecinos cuentan que durante su relación con Miguel Bosé nunca alardeó de ello: “Al cantante sólo le hemos visto por el pueblo dos o tres veces”. En alguna ocasión también vieron a Lucía Bosé que se desplazó a ver a los que consideraba sus nietos: Ivo y Telmo.
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Nacho se comporta como una persona anónima”. Sus paisanos lo saben y estuvieron de uñas con las cadenas de televisión cuando aterrizaron en este pueblicito caracterizado por sus calles estrechas y casas antiguas reformadas, algunas de las cuales conservan hasta el blasón en su fachada. Después de anunciar la separación entre el escultor que llegó a colaborar con el actor Jordi Mollá y el cantante que ha vendido más de treinta millones de copias de sus álbumes, las cámaras acamparon en Chelva. “Los periodistas se ponían en la puerta del colegio, él se sintió un poco persegudido y los padres del resto de los niños estaban para tirarles tomates”, recuerda la librera. “No es una persona famosa: en el pueblo es uno más, simplemente Nacho”. El padrazo mileurista de la empresa de embutidos.