Era julio de 2014 cuando la vida se detuvo para Jenaro García. Él, un emprendedor madrileño, empresario de éxito, ejemplo del arrojo que se requería para salir de la crisis según el entonces presidente Rajoy, vio cómo el castillo de naipes que había creado, con el que había embrujado a miles y miles de personas, se vino abajo.
El truco se había descubierto. Su empresa, Gowex, que proveía wifi gratis a grandes ciudades a través de puntos como centros comerciales o kioskos, no valía ni un euro, a pesar de que había declarado unos beneficios de 182,6 millones de euros el año anterior. Era, tal y como reconoció posteriormente, todo falso. Una burda mentira.
No hacía tanto tiempo que se presentaba en los eventos, en los que vendía su servicio, acompañado de un superhéroe llamado el hombre wifi. García, que se comparaba a sí mismo con Jeff Bezos porque, afirmaba, ni Gowex ni Amazon tenían “como prioridad ganar dinero”, debe recordar cada día aquellos días dorados.
Porque, años y años después, cuando aún espera que se celebre el juicio en el que se enfrenta a delitos de falsedad en documento mercantil, fraude de inversores, apropiación indebida, fraude a los presupuestos de la Unión Europea y uso de información relevante que afecta a una generalidad de inversores, ya en la bancarrota, sin un euro, ha pedido ingresar en prisión preventiva para que se le devuelva la fianza adelantada y, con ello, poder “vivir”.
Un "encantador de serpientes"
La historia de Jenaro, Jero, es la de un auge y una caída tan estruendosas como veloces. Este lunes, en un escrito dirigido al el titular del Juzgado Central de Instrucción número 1 de la Audiencia Nacional, el magistrado Santiago Pedraz, poder entrar a la cárcel para intentar recuperar parte de la altísima fianza que depositó hace seis años y, así, poder hacer frente a la manutención de sus hijos. A la “dramática situación económica” que vive, según el documento, publicado por Confilegal.
Jenaro era “un encantador de serpientes”, cuentan en conversación con EL ESPAÑOL quienes lo conocieron en su época dorada. A Jenaro García Martín (Madrid, 1968) se licenció en Derecho y máster en Dirección de Empresas por la Universidad Complutense, siempre le atrajo el mundo de la empresa, del emprendimiento.
A los 19 años montó con unos amigos una compañía de importación de coches escarabajo de Alemania. Más tarde probó suerte en Estados Unidos, en la época que tan bien retrata El Lobo de Wall Street, donde trabajó con Merril Lynch. Fue trader de mercados de futuros financieros de Smith Barney en Florida, gestor de Carteras Patrimoniales de Grandes Clientes en Morgan Stanley y acabó siendo socio de Smith Barney.
Con 23 años, y con los conocimientos que trajo de Estados Unidos y 3 socios, montó Intelideas, el primer ISP -proveedor de servicios de internet- para empresas que hubo en España. Ofrecía servicios de email, accesos, o de páginas web antes de que nadie supiese bien qué era. Fue ya en los últimos compases del milenio, en el año 98, cuando crea Iber X, la primera Bolsa de las Telecomunicaciones de ancho de banda de nuestro país, y embrión de lo que más tarde sería Gowex.
Gowex, en pocas palabras, fue un fraude. Él era el tipo de moda en aquel momentos, alguien que triunfaba en los círculos empresariales. “Mucha gente que le conoce insiste en que él, Jenaro, en un momento determinado, se creyó su propia mentira, que detrás de todo el bluf había una parte de trastorno mental”, comentan fuentes cercanas.
Este hombre menudo, calvo y muy inquieto, escondía tras sí una rara habilidad: su modelo de negocio era tan complejo que, cuando su interlocutor lo comprendía, le hacía sentir más listo de lo que era. Tanto, que no se llegaba a parar a pensar si era verdad.
En la primavera de 2014, Gowex llegó a valer 2.000 millones de euros en bolsa, más que, por ejemplo, tres de las compañías que forman parte ahora del Ibex 35 -una, un gigante como Indra-. Estaba en la cresta de la ola, pero todo saltó por los aires cuando Gotham City Research, un fondo bajista empezó a poner en duda las cifras del grupo.
Afirmaba que el 90% de sus ingresos eran falsos, que sus acciones valían cero euros. Que habían falseado sus libros de cuentas. ¿Con qué objetivo? Lograr financiación.
La reacción fue inmediata en sus resultados: sus acciones cayeron hasta un 45% en las primeras horas y dejó con el culo al aire a miles de accionistas.
A las horas de que se desvelara su truco, las acciones ya estaban suspendidas de cotización en el Mercado Alternativo Bursátil (MAB) en el segmento de Empresas en Expansión, que es donde cotizaban desde 2010. “Jenaro casi mata el Mercado Alternativo Bursátil”, explican desde el sector.
Fraude al aire... y al juzgado
“Se endiosó mucho, parecía que le iban muy bien las cosas. No le iba mal, pero Gowex nunca llegó a ser nada más allá que un timo que llegó muy lejos, nunca se hizo lo bastante millonario para que le saliera a cuenta. No es un negocio del que robase mucho dinero, sino que el dinero se evaporó. Su fortuna eran las acciones de Gowex, una vez que desaparece Gowex, su supuesta fortuna, también”, detallan.
La ecuación era simple: “Si se hacían ricos se hacían ricos todos, pero si se fastidiaba el invento, se iban todos al carajo”. “Jenaro no es un tío que le robe a la gente, sino que, si le hubiera ido bien, estaríamos hablando de un ejemplo. La paradoja es enorme, y es lo que le sirve para sostener su buena imagen, es que él no se forró a costa de la gente”.
Con todo y con ello, no tardaron en llover las querellas. Se registraron cientos ese mismo año, 2014, y, tras casi cinco de instrucción, Anticorrupción presentó un escrito de acusación en el que solicitaba 18 años de prisión para Jenaro García y su esposa María Florencia Maté Garabito, consejera de la compañía. A otros cargos de la empresa, también, aunque con cifras menores.
Jenaro García no tardó en confesar, y en pedir disculpas públicas. También facilitó al juzgado todas las supuestas pruebas del fraude -móvil, ordenador, documentación- para “corroborar su confesión, agilizar la instrucción de la causa y contribuir a su rápida finalización", según el escrito enviado este lunes.
Pero seis años después, aún no ha habido juicio. En agosto de 2019, el titular del Juzgado Central de Instrucción número 1 de la Audiencia Nacional dictó auto de apertura de juicio oral contra García Martín. La Fiscalía pide para él 18 años de prisión y una multa de 10,2 millones de euros.
Mientras, el dinero que tenía la familia se ha esfumado. Si bien en 2014 Jenaro pudo aportar la fianza de 600.000 euros que se acordó para que evitara la prisión preventiva, además transfirió a la cuenta de consignaciones del juzgado el total del saldo de la cuenta que constituía entonces todo su patrimonio: varios millones de euros.
Su defensa afirma que su representado, García, está “literalmente, en la calle, sin trabajo, y sin medios con los que mantenerse a sí mismo ni a sus hijos” y por ello no comprenden cómo ni el juez, ni la Fiscalía ni la Sala acceden a su reiterada petición de reducción de la fianza.
Según indica, tiene impagos acumulados de la pensión de alimentos de sus hijos, debe honorarios a su letrado, además de deudas con la Agencia tributaria y la Seguridad Social. También ha de devolver un préstamo y cubrir además “sus necesidades más básicas”.
Jenaro García lo ha visto claro: sólo la prisión puede salvarle. Así podría recuperar los 600.000 euros, que destinaría en parte a reparar daño (400.000 euros) y parte a esas deudas y la pensión de sus hijos (200.000 euros). Con todo lo que él llegó a ser.