El ‘superinmune' Fermín: el plasma de sus venas es un tesoro que ya salva vidas a enfermos de Covid
Los médicos están transfundiendo este fluido coloidal a pacientes contagiados. "En mi caso fue un salvavidas", dice Vicente, con un tumor.
7 noviembre, 2020 02:29Noticias relacionadas
“Doy gracias a ese donante anónimo. Seguramente, parte de su sangre me salvó de morir. Sin ella no sé dónde estaría ahora mismo. Igual, vivo. O, quizás, muerto. No lo sé…”
Vicente Reus, de 67 años, dio positivo en un test PCR de coronavirus SARS-CoV-2 a principios de marzo. Sufría fiebre alta, leves problemas respiratorios y constantes dolores musculares.
Los médicos decidieron ingresarlo en el Hospital Regional Universitario de Málaga por ser un paciente de riesgo al estar en tratamiento a causa de un tumor ganglionar (linfoma no Hodgkin) diagnosticado en diciembre de 2018, un mes después de jubilarse. Tras una semana en planta, Vicente recibió el alta. Pero reingresó poco después. Los síntomas continuaban y el virus no se había marchado de su cuerpo.
Los análisis detectaron que el anticuerpo que le suministraban para combatir el tumor no le permitían generar a su vez anticuerpos con los que eliminar el virus. Es decir, los fármacos que trataban de eliminar el linfoma estaban evitando que se curara de la enfermedad provocada por el SARS-CoV-2.
A las dos semanas de esa segunda hospitalización, y ante un cuadro clínico que no mejoraba, el doctor Marcial Delgado, especialista en Medicina Interna del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Regional de Málaga, propuso a Vicente transfundirle plasma de un donante que ya hubiera superado la enfermedad y que hubiese generado anticuerpos.
El galeno quería evitar el ingreso de Vicente en una UCI. Marcial Delgado probó la terapia con plasma de convalecientes, una estrategia alternativa utilizada con éxito hace décadas frente a la difteria y, más recientemente, frente al brote de SARS-CoV-1. Consideró necesario usarlo con él a falta de un medicamento eficaz para combatir la COVID-19. Y salió bien.
Vicente sufrió un repunte de fiebre al día siguiente de transfundirle el plasma de un donante ya curado. Su médico lo atribuyó a que su organismo comenzaba a combatir el virus. Estaba en lo cierto.
Dos días más tarde, el paciente sintió una mejoría notable. En torno a una semana después le hicieron otro test. El virus se había esfumado. Los anticuerpos que le inyectaron procedentes de una persona recuperada lo habían curado también a él.
“Empecé a respirar con normalidad pese a que ya tenía un poco tocados los pulmones. La fiebre remitió y se me pasaron los dolores de cuerpo. Aunque luego ya no he sido capaz de generar anticuerpos por mi cuenta, nunca he vuelto a dar positivo en PCR”, explica Vicente por teléfono este pasado viernes tras salir a pasear un rato, como acostumbra cada mediodía. “Ojalá donasen su plasma todos los españoles que ya han dado negativo y han generado anticuerpos. En mi caso al menos fue un salvavidas”.
El 'oro' de Fermín
Los científicos calculan que entre un 70 y un 80% de los contagiados por SARS-CoV-2 pueden ser donantes de plasma tras eliminar el virus de su organismo. Se trata de personas que ofrecen índices de anticuerpos por encima de la media.
En ese grupo está el onubense Fermín Cabanillas, un periodista freelance que vive en Gerena (Sevilla). La semana pasada su médico del Centro de Transfusiones de Sevilla le dijo que triplicaba esa cifra.
Fermín se contagió a finales de agosto. Pasó el confinamiento en su residencia habitual mientras su mujer y uno de sus dos hijos pasaban las vacaciones en la casa que la familia tiene en el sur de Portugal.
Donará plasma por tercera vez el próximo 11 de noviembre. El protocolo marca que ese día tendría que ser el de su última donación ya que cumple un ciclo completo. Pero su médico le ha pedido que lo haga al menos otro ciclo más (tres donaciones). “Y eso contando que antes de todo este entuerto tenía fobia a las agujas”, cuenta entre risas este pasado jueves en un bar de su pueblo.
“Me dijo que, tras la última extracción, descansaré un mes y que volveré a mediados de diciembre. Entiendo que tengo oro en la sangre y que se ha de aprovechar. Si con mi carga de anticuerpos puedo salvar vidas, que me extraigan el plasma que necesiten mientras el doctor lo considere oportuno. La gente ha de enterarse de que la donación es muy sencilla. Dura unos 40 minutos. Y si la soporto yo, que no puedo ver una aguja, puede cualquiera”.
Los médicos recomiendan donar plasma a todo aquel que se haya contagiado del coronavirus. Al donante se le extraen 600 mililitros que se reponen con sueroterapia. Luego, se dividen en dos bolsas de 300 ml., lo que permite repetir una transfusión a un mismo enfermo o hacérsela a dos.
Las bolsas de plasma se mantienen en cámaras frigoríficas a 80 grados negativos y sirven para cualquier paciente del país siempre que coincidan los grupos sanguíneos de donante y receptor.
Por lo general, quien ha sufrido la enfermedad de forma más severa habrá generado mayor carga de anticuerpos. Aunque siempre hay excepciones, como la de Fermín, que pasó la COVID-19 sin notar ningún síntoma y ahora tiene una alta carga.
“Lo que interesa es tener anticuerpos de alto título. Es decir, muchos anticuerpos”, explica el médico Salvador Oyonarte, director gerente de la Red Andaluza de Medicina Transfusional, Tejidos y Células. “Cada casa comercial tiene un método de medir el nivel de cada persona, por tanto lo que interesa no es el índice en sí, sino que te digan que tienes una cantidad cuanto más alta, mejor”.
Múltiples estudios
Desde abril de este año, en España se están haciendo varios estudios clínicos en ese sentido. Uno de ellos se realiza en Andalucía. Participan en torno a una veintena de enfermos seleccionados previamente, explica Oyonarte.
Además, se está suministrando plasma con anticuerpos a unos dos centenares más de enfermos en la región. Se busca analizar su evolución con ese tratamiento. Se han involucrado todos los grandes hospitales de Andalucía (Virgen del Rocío, Virgen de Valme, Virgen Macarena, el Regional Universitario de Málaga, Torrecárdenas, Virgen de las Nieves, Juan Ramón Jiménez…)
“Ya que fármacos como la hidroxicloroquina y otros utilizados al principio se han demostrado ineficaces, se recurre a una inmunoterapia pasiva que consiste en introducir anticuerpos en el organismo del paciente. Es un tratamiento muy antiguo que ya se usó durante la gripe española de 1918. Lo ideal es ponerlo al principio de la enfermedad a personas hipertensas, obesas o inmunodeprimidas y que se sospecha que puedan sufrir una enfermedad grave”, explica Oyonarte. “Aunque no sea la panacea, es un remedio interesante. No produce efectos adversos, eso está constatado”.
En abril de este año, el Hospital Puerta de Hierro de Madrid puso en marcha otro estudio, el ConPlas19, sobre el uso de plasma hiperinmune en pacientes enfermos. Lo financió el Instituto de Salud Carlos III.
El ensayo se detuvo en julio, cuando dejó de haber tantos enfermos, y se ha vuelto a poner en marcha ahora. Se reclutaron en una primera fase a 81 pacientes. A 38 de ellos se les asignó al azar el tratamiento con plasma. A 43, no. En el momento de la inclusión, los pacientes tenían una media de 8 días de síntomas.
Los resultados fueron esperanzadores. Seis de los 43 pacientes del grupo de control empeoraron respiratoriamente, con necesidad de ventilación mecánica, ingreso en UCI o fallecimiento (14%). En cambio, no lo hizo ninguno de los 38 pacientes tratados con plasma hiperinmune. La tasa de supervivencia en ese grupo fue del 100%.
El 29 de mayo, tras darse a conocer los resultados preliminares, la portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), María Tomás, le dijo a EL ESPAÑOL que se trata de uno de los tratamientos más "prometedores" en el oscuro panorama terapéutico frente a la Covid-19.
Aunque la comunidad científica todavía no ha confirmado el uso positivo de plasma con anticuerpos para tratar a enfermos de COVID-19, hay países como Reino Unido o España que se están decantando por su uso.
El pasado 12 de octubre, la organización Cochrane, que recopila la evidencia científica internacional, publicó una revisión de 13 autores sobre el uso de plasma con anticuerpos en pacientes enfermos. En base a 19 estudios completos con 38.160 participantes, de los cuales 36.081 recibieron plasma de convaleciente, se seleccionaron los resultados de dos de ellos, con 189 personas participantes de forma aleatorizada.
Cochrane reconoce que la mayoría de “los estudios no utilizaron métodos fiables para medir los resultados” y que “los participantes recibían diversos tratamientos además del plasma de convaleciente, y algunos tenían problemas de salud subyacentes”. Con todo, concluye que “no está claro que el plasma de las personas que se han recuperado de la Covid-19 sea un tratamiento eficaz para las personas hospitalizadas” a causa de la citada enfermedad.
Los hermanos sanados
El doctor Marcial Delgado, el facultativo que probó el plasma hiperinmune con Vicente Reus tras conocer que se estaba usando en grupos reducidos de cinco o 10 personas en China, también trató a otros dos pacientes inmunodeprimidos en el Hospital Regional Universitario de Málaga.
Uno de ellos es un chico que, por un fallo genético, no genera ningún anticuerpo desde que nació. Lo mismo le sucede a su hermano. Cada mes, a ambos se les transfunden anticuerpos para evitar que sufran múltiples enfermedades infecciosas.
Ambos jóvenes se contagiaron al inicio de la pandemia, explica Delgado. Los dos ingresaron en el hospital, a los dos se les suministró el tratamiento estándar y a los dos se les dio de alta después de una decena de días.
Pero uno de ellos volvió a ingresar. No se había curado. “Seguía enfermo con PCR positiva. Optamos por ofrecerle el plasma de un donante sano. Al día siguiente de transfundirle, la oxigenación ya era normal. Se fue a casa con un escáner pulmonar normal. Fue a principios de mayo”.
Marcial Delgado ha coordinado un estudio con varios colegas sobre el tratamiento llevado a cabo con esos tres pacientes inmunodeprimidos que consiguieron sanarse. Tras enviarlo a The New England Journal of Medicine y de que lo sometieran a evaluación, la revista decidió no publicarlo, algo que no deja de ser común ni resta calidad al texto. Recientemente, lo ha enviado también a la publicación Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica. Está pendiente de la respuesta de los editores.
Delgado recoge en su artículo los otros 31 casos registrados en el mundo. Con los suyos suman 34. “Confío en que se publique. Se ha visto que en ese tipo de personas el tratamiento funciona. Ahora queremos seguir ofreciendo plasma a los trasplantados. También podría útil con personas con insuficiencia renal o hepática, a las que habría que ponerles plasma pronto, entre los primeros cinco y siete días del contagio. También lo veo oportuno con personas con síntomas graves de evolución recortada que no consigan generar anticuerpos”.
Mientras la comunidad científica se pone de acuerdo, en España ya hay hospitales donde se ha optado por el tratamiento con plasma hiperinmune. Lo han incluido entre sus herramientas para combatir la COVID-19. Pero para ello son necesarias las donaciones previas. En cada provincia del país hay un centro donde hacerlo.
“Yo voy a donar de nuevo muy pronto”, explica Mariano Lozano, hijo de un médico con el mismo nombre que trabaja en el centro de transfusión sanguínea de Málaga. Mariano tiene 25 años, siguió los pasos de su progenitor y acaba de conseguir una plaza para su primer año de residencia MIR en el hospital almeriense Torrecárdenas.
Mariano hijo se contagió de coronavirus a mediados de marzo. Pasó una noche con escalofríos y 38 grados centígrados de fiebre. Luego vinieron dolores de cabeza. El joven los relacionó con la práctica nocturna de deporte. "Un simple enfriamiento", cuenta.
Finalmente, se hizo una prueba PCR y dio positivo. Tras recibir el alta le hicieron un test de anticuerpos y dio una carga casi tres veces superior a la media. Mariano ya ha donado una vez.
“Lo recomiendo. Mi consejo es que la gente inmunizada done todo lo que pueda. Y el que tenga plasma hiperinmune, como parece que me pasa a mí, que lo haga todas las veces posibles. No hay que temer. Podemos salvar vidas”.