El Reino de España tuvo entre sus pasajeros el pasado fin de semana dos altos cargos del Estado -el jefe y el vicepresidente segundo- que nunca antes habían coincidido tanto tiempo en un mismo lugar. Felipe VI y Pablo Iglesias pasaron más de 14 horas de vuelo de ida -y otras tantas de vuelta- sobrevolando el Atlántico a bordo del Airbus310 después de meses en los que el líder de Unidas Podemos ha criticado -con dureza- la Monarquía: "Al Rey de España no lo ha elegido nadie, a Sánchez sí".
Un largo viaje en el que -coronavirus mediante- apenas hubo conversación entre ambos y que cada uno pasó en una punta distinta del avión. EL ESPAÑOL reconstruye los vuelos Madrid-La Paz, La Paz-Madrid en los que hubo un regalo de Felipe a Iglesias y un fuerte dolor... de cabeza.
Desde Madrid hasta la capital de Bolivia, La Paz, hay un trayecto de más de 9.000 kilómetros, que en avión se tarda en recorrerlo unas 12 horas -si es directo- o 14 horas -con escala, en este caso-. Teniendo en cuenta que desde que despegaron desde la capital de España hasta que volvieron a aterrizar pasaron tan sólo 48 horas, se puede decir que el rey Felipe VI y el vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, pasaron casi tanto tiempo en el aire como en tierra firme.
Durante todo el tiempo que el Airbus310 Reino de España estuvo volando -puede hacerlo a 41.000 pies (12.600 metros)- el pasado fin de semana sobre aguas del Océano Atlántico, el trato entre el Jefe del Estado e Iglesias fue "exquisito", según fuentes consultadas por EL ESPAÑOL.
Y eso que los ataques -velados o no y en mayor o menor medida- del líder de Unidas Podemos hacia la Monarquía han sido un continúo en su fugaz carrera política. Sirva como ejemplo el 12 de Octubre.
En 2018 Iglesias dijo que si Pedro Sánchez estaba en el acto oficial era porque lo eligieron presidente en el Parlamento, pero que "al Rey de España no le ha elegido nadie". Dos años después, en este 2020, Unidas Podemos convirtió el acto en todo un alegato contra la Monarquía. Iglesias -junto a Irene Montero ataviada con un llamativo conjunto morado- permaneció completamente inerte tras recibir el saludo militar de Felipe VI, además de lucir un pin de color rojo con la forma de un triángulo invertido, que simboliza la lucha antifascista.
Así, el primer viaje oficial del Monarca desde que comenzó la crisis de la Covid-19 tuvo Bolivia como destino para que pudiera representar a nuestro país en la toma de posesión de su nuevo presidente, Luis Arce. Se trató del primer desplazamiento junto a Pablo Iglesias, pero está claro que no será el último.
La decisión nunca estuvo en manos de Zarzuela, sino del Gobierno. Bolivia quiso invitar a España a la ceremonia que tuvo lugar en La Paz y Pedro Sánchez y su equipo decidieron que la representación española en el relevo del mandato debía ser del más alto nivel: el jefe del Estado, el vicepresidente segundo y la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya. Nadie puso objeciones.
"Fue de cordialidad total. Ni el Rey le tiró del moño, ni Iglesias a él de la Corona", bromea a EL ESPAÑOL una de las personas que ha viajado con el séquito a Bolivia. "Lo cierto es que la agenda estaba apretadísima y no han podido estar a solas en ningún momento, pero estuvieron juntos en todos los actos y la cosa fue muy tranquila, como no podía ser de otro manera", añade la misma persona.
Mal de altura
Durante el viaje de dos días, Pablo Iglesias fue atendido por el equipo de Zarzuela. Algo que es costumbre que se haga con todos sus invitados en el avión y después en los desplazamientos. Los trabajadores de la Casa acogen a todo el mundo como si el invitado fuera parte de ellos.
"Como se hace siempre, estuvieron pendientes. Tanto Jaime Alfonsín, jefe de la Casa, como Alfredo Martínez, jefe de Protocolo, estuvieron atentos a las necesidades de Iglesias. E incluso el médico que siempre va con el Rey le dio una pastilla porque tenía un terrible dolor de cabeza causado, como nos ocurre a casi todos, por el mal de altura que se sufre nada más llegar a La Paz", narra a este periódico la misma persona.
"Otra de las razones por las que no compartieron mucho tiempo es por el tema del coronavirus y las medidas de seguridad. En el avión todo el mundo estaba con la mascarilla y respetando las distancias de seguridad. Ni siquiera comieron todos juntos, en las mesas que hay habitadas dentro del aparato. Sólo pudieron reunirse los tres -rey, vicepresidente y ministra- justo antes de la llegada a Bolivia para repasar la agenda. Y todo con la mascarilla y respetando las distancias, que no está la cosa para bromas", asegura una persona que estuvo a bordo.
Pero para saber cómo es posible que casi no se vieran en un viaje de tantas horas hay que conocer por dentro el avión con el que los Reyes realizan sus trayectos oficiales y que también usa el Gobierno: no es exclusivo de la Corona. Se trata de un Airbus310 que fue comprado de segunda mano a Air France en 2002 para sustituir a los vetustos Boeing B-707. Fue reformado con el fin de instalar sistemas de comunicación encriptados, reforzar los mecanismos de autoprotección y proporcionar áreas de descanso y trabajo (dormitorios, duchas, despachos, salas de reuniones, etc.)
Forma parte de la flota del 45 Grupo del Ejército del Aire dedicado al transporte de autoridades y misiones especiales. Este aparato, en el que el Rey ha viajado a Bolivia es un avión VIP. Como tal, tiene unas comodidades muy superiores a las de cualquiera en clase turista. Con 62 plazas de primera clase, sus asientos de piel son anchos y mullidos.
El libro sobre la democracia
Como suele ocurrir en los viajes de Felipe VI, el Rey pasó casi todo el trayecto en su cabina, en la que tiene un pequeño despacho, una cama y una ducha. Mientras que Pablo Iglesias se quedó en los asientos con el resto de la comitiva.
"Cuando volvieron, tras hacer escala en Santa Cruz, el Jefe subió a bordo con unos panecillos de queso que le habían regalado y fue por el avión bromeando y repartiéndolos, por supuesto hubo uno para Iglesias, que se pasó todo el viaje leyendo su libro. Iglesias le agradeció el detalle al Rey", termina la misma fuente.
El título que mantuvo enfrascado al vicepresidente tantas horas fue La distancia del presente de Daniel Bernabé, un ensayo sobre la democracia española entre 2010 al 2020.
El libro -de más de 400 páginas- explica cómo en 2009 España parecía un país con todo "atado y bien atado": con un bipartidismo incuestionable, una monarquía respetable y unas fuerzas sociales que apenas emergían de su sopor neoliberal.
Tal y como recoge la sinopsis, 10 años después "el panorama está irreconocible, el bipartidismo ha muerto –y ha resucitado–, la monarquía está en crisis continua y los movimientos sociales son una fuerza temible que irrumpe con asiduidad, la corrupción sigue siendo el pan nuestro de cada día y la economía es un dolor de cabeza que no desaparece". "El Régimen del 78 aguanta a duras penas", remata. Unas ideas que, sin duda, están prefectamente alineadas con el pensamiento político de Pablo Igleisas.
Así que este fue un viaje, el primero de muchos que habrá si el coronavirus lo permite, tranquilo y sin sobresaltos, aunque el líder de Unidas Podemos dejó claro, nada más pisar suelo boliviano que siendo vicepresidente se debe al respeto institucional a la figura del Jefe del Estado "aunque mis ideas sobre la Monarquía vayan por otro lado", sentenció ante la prensa que le interrogó a la llegada.