“Estaba siendo un buen año para los comerciantes del pueblo”, reconocen en la Fonda Giralt, una pequeña pensión de Amer (Girona). El municipio en el que nació Carles Puigdemont se había convertido en un nuevo punto de interés turístico en Cataluña. Un lugar de peregrinaje para independentistas que querían conocer el sitio de nacimiento del político huido. En la plaza de la Porxada, la más céntrica del pueblo, una imagen suya preside la fachada principal con el lema "No surrender" (No rendirse).
“Entre semana veníamos dando 60 menús al día, que ya está muy bien. Pero los fines de semana sí que se notaba de verdad que la subida de turistas. Mucha gente que venía a hacer ruta por el pueblo del president, luego pasaban a comprar ‘capricis’ (el dulce típico del pueblo) en la pastelería Puigdemont, se quedaban a comer en alguno de los restaurantes, hacían noche aquí si aprovechaban para hacer una de las ‘vías verdes’…” recuerdan con cierta nostalgia. El mosqueo en el tono es evidente. Se sienten desamparados respecto a los hosteleros de otras partes de España.
Porque la pandemia lo cambió todo y las normas impuestas por la Generalitat se han cargado de un plumazo el mejor año turístico de Amer, que emergía como nuevo atractivo turístico. Ahora está todo cerrado. “Mira qué pena da todo”, lamentan en la Fonda Giralt, que ahora sólo sirve comidas para llevar. 900 metros más arriba se encuentra el sitio del que podría venir la solución al mayor de los problemas: Hipra, una empresa veterinaria que tiene casi tantos trabajadores (en torno a 2.000) como habitantes tiene Amer (2.300). Allí se fabricará, cuando esté lista, la vacuna española contra la Covid.
Hipra es el quinto laboratorio veterinario del mundo. La empresa más importante de nuestro país en salud animal. En cuanto empezó la pandemia se reinventó para ponerse al servicio de la lucha contra la Covid-19. En marzo pusieron a disposición de las autoridades sanitarias catalanas sus instalaciones y equipos humanos para gestionar las PCR de la provincia de Gerona.
En abril le dio el “sí quiero” al Ministerio de Sanidad de cara a ofrecerse para fabricar la vacuna española, Covarna. Ha recibido 458.469,60 euros del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI) y ya están listos para comenzar a fabricarla. Falta saber la composición definitiva de la vacuna. En agosto anunció que gastaría 260 millones de euros en la ampliación de su planta.
El impulso definitivo para subirse al top 5 de su sector ha sido precisamente pasarse a fabricar los llamados medicamentos biológicos (vacunas) en detrimento de los medicamentos veterinarios tradicionales (esencialmente antibióticos). El mercado veterinario global crece entre un 3% y un 5% cada año, mientras que el de los medicamentos biológicos sube entre el 5% y el 8%. Las vacunas suponían el 65% del negocio de Hipra en 2014. Ahora ya conforman el 84%. Son las suyas, por tanto, las instalaciones del país más preparadas para fabricar cualquier vacuna. Tanto da humanos o animales. Solamente necesitan la receta.
Hipra nació en Madrid
Cuentan en la Fonda Giralt que “los jefes de Hipra ya venían aquí a comer a la fonda hace 50 años. Los dueños originales, luego los hijos, que están ahora al cargo. Los conocemos de toda la vida, como a la familia Puigdemont, los tres estamos en el pueblo desde hace varias generaciones, aunque los de Hipra vienen de Olot”; cuenta en el restaurante Giralt. Se refieren a los propietarios, la familia Nogareda, la que la convirtió en el gigante que es hoy.
Paradójicamente, la empresa Hipra no nació catalana. La fundaron en Madrid en 1954. En 1971 fue adquirida parcialmente y refundada por la familia Nogareda, que se trajo la base a Amer. No fue hasta 1991 cuando esta familia se hizo con su control societario total. Han estado fabricando medicamentos tradicionales para animales hasta 2008, cuando decidieron dejar de hacer antibióticos y pasarse a las vacunas. Eso les catapultó.
Es la empresa más grande de la zona y emplea a muchos habitantes de Amer. “No sabría decirte cuántos, en esa planta trabajan entre 70 u 800 personas. En todo el mundo tenemos 38 filiales, estaríamos hablando de unos 2.000 trabajadores en total”, cuentan a EL ESPAÑOL fuentes de la empresa. Son empleados de Amer, de la zona e incluso de otros países que llegaron a trabajar en el gigante veterinario. "Por aquí ves italianos, mexicanos o chinos que trabajan allí", cuentan el pueblo. Ellos eran parte de esos 60 menús que daba la fonda cada día y que ahora han quedado en 6 o 7, yendo bien la cosa.
Capricis de Puigdemont
Poca gente hay por la calle de Amer. Llueve y casi todos los comercios tienen echado el cierre por la pandemia. También la pastelería Puigdemont, que tiene en el lunes su día de descanso. Sigue gestionada por la familia del político. Concretamente por sus hermanos Anna y Francesc, el primogénito de los ‘Nois de Can Crous’, como se les conoce en el pueblo. Ellos también habían incrementado la venta de su dulce estrella, los ‘capricis’ (caprichos), tras la huida de Carles a Bélgica.
En el pueblo lo recuerdan cada día. No solamente es el dibujo de su cara en la plaza principal de Amer. En casi todas las ventanas hay lazos amarillos, fotos de los políticos presos y esteladas. Pero Amer era una parada obligatoria no solamente para los independentistas. También para excursionistas de la comarca de La Selva, que es una de las joyas naturales del interior de la provincia de Gerona. El coronavirus lo ha frenado todo.
La esperanza está en manos de sus vecinos, los Nogareda. Son propietarios de una de las pocas empresas catalanas que puede presumir de un ascenso meteórico en estos últimos tan convulsos. Por ejemplo, de haber aumentado su plantilla. Hipra tenía 1.734 empleados en 2019. Es un incremento de del 7,7% con respecto a cinco años atrás, cuando contaba con 1.000 empleados. O de haber cerrado el año pasado con una facturación de 277 millones de euros, casi los mismos que van a invertir en ampliar el negocio. Ni crisis, ni Procés les ha frenado.
En Hipra, de momento, son cautos. Rechazan el foco mediático y señalan que “el punto de atención ahora deberia estar más en el Clínic, en la investigación. Nosotros simplemente nos hemos puesto al servicio de este objetivo. Si finalmente sale esa vacuna, nosotros la fabricaremos”, explican desde la empresa a EL ESPAÑOL.
Inciden en que "en Hipra disponemos de unas instalaciones de primer nivel, preparadas para producir vacunas de diferentes tipos. La ayuda del CDTI la estamos destinando a la investigación y desarrollo de esta vacuna frente a SARS-CoV-2". Añaden que esto incluye el escalado industrial y los primeros lotes GMP [siglas de good manufacturing practice, la norma necesaria para fabricar material de este tipo] de la inmunización. Aunque para llegar a ese punto, aún hay que desarrollar la vacuna.
Se empezó a trabajar en mayo en este proyecto, tal y como explicó a este periódico Felipe García. Es el jefe de Sección de Enfermedades Infecciosas del Hospital Clínic de Barcelona e investigador del IDIBAPS. El que coordina a todos en este proyecto. La previsión es que Covarna esté lista en el segundo semestre de 2021.
¿Tarde para los hosteleros de Amer y del resto de cataluña? “La vacuna llegará cuando llegue, pero mientras no nos pueden tener así. Cumplimos las norma, el hidrogel, la distancia, las mascarillas, la separación de las mesas... En Madrid no han cerrado y están bajando los casos. Aquí tienen que hacer algo por nosotros, porque así es imposible. Nosotros somos un negocio familiar que nos dedicamos a esto exclusivamente, no entra ni un sólo sueldo de fuera”, se quejan en la fonda. La recuperación está a la vuelta de la esquina, literalmente. En la calle de arriba, en manos de sus vecinos, los Nogareda.