Retirados, pero todavía con ganas de luchar. Es el perfil de los más de 400 militares que en las últimas semanas se han pronunciado sobre el "deterioro" de España. Primero, en noviembre, a partir de 3 cartas que buscaban el apoyo del Rey contra el "Gobierno social-comunista" de PSOE y Unidas Podemos. Ahora, tras el aniversario de la Constitución, con un manifiesto firmado por otros altos cargos del Ejército. Y uno sobresale por encima de todos.
Es el caso de su principal ideólogo, Juan Antonio Chicharro Ortega (70 años), presidente de la Fundación Nacional Francisco Franco (FNFF), dedicada a ensalzar la figura del dictador, y primo de Javier Ortega Smith, secretario general de Vox. El texto del manifiesto, al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, abraza las proclamas de las cartas al Rey, pero se desvincula de los comentarios de los chats militares que pedían "fusilar a 26 millones de hijos de puta", entre otros. Chicharro es su ideólogo. Pero también es mucho más que eso.
Antes de su entrada en la reserva del Ejército en 2010, Chicharro tuvo una abultada carrera en el Ejército que, ya en sus últimos años, culminó con el empleo de Comandante General de la Infantería de Marina (COMGEIM), el grado más alto dentro de la unidad de élite. La vena castrense viene de familia, pues es también primo de Patricia Robles, la primera mujer general de la historia de España.
Según ha podido saber este periódico, el presidente de la FNFF ha logrado convencer a cerca de 50 generales y almirantes y más de 200 coroneles retirados, muchos de ellos de más de 70 años, simpatizantes de Vox y el franquismo. Muchos de ellos ya protagonizaron un episodio similar en 2018, cuando firmaron un manifiesto en apoyo al dictador. Ya retirados, los firmantes no forman parte del Ejército, por lo que pueden expresar su opinión libremente, algo que durante sus años de servicio no les era posible.
El joven militar
Algo así ocurre con Chicharro, quien durante sus más de 40 años de servicio nunca se pronunció políticamente en público, siempre bajo los preceptos de la ley de derechos y deberes de las Fuerzas Armadas. Al margen de su ideología, los que han servido bajo su mando revelan una incontestable capacidad como profesional. También en lo que respecta a la defensa del soldado.
"No es nada habitual que un alto mando hablase tan claro sobre las situaciones de sus soldados. A su gente la defiende a capa y espada", señala un militar al que Chicharro apoyó desde los altos mandos de la Infantería de Marina. Quizá se deba a su historial.
Nació en Madrid en 1950 en el seno de una familia militar. Su abuelo era Ángel Ortega, un capitán de artillería que murió en 1936 durante la guerra de Marruecos, y su padre era Juan Chicharro Lamamié de Clairac, antiguo combatiente de la División Azul que combatió contra la Rusia soviética de Stalin. Pero, a pesar del basto linaje castrense, a Chicharro no le regalaron las medallas.
Cursó sus estudios en el colegio de Nuestra Señora del Recuerdo (Jesuitas) ingresó en la Escuela Naval Militar de Marín (Pontevedra) en 1969 como un recluta más. Cinco años más tarde, en 1974, se licenció como teniente de la Infantería de Marina, donde cursaría toda su carrera posterior, y empezó a ejercer como profesor en la misma escuela que le había formado.
Pero las aulas no eran lo suyo. Al igual que ahora, Chicharro tenía ganas de pelear, y en 1975 emprendió un viaje a la que sería su primera campaña: las operaciones de evacuación del Sahara Occidental, que durante la agonía de Franco pasó a ser ocupado por las tropas mauritanas y marroquíes. A su estreno le seguirían otras misiones, destacando su presencia en el contingente español de la ONU para la desmilitarización de la contra nicaragüense (1980).
Ayudante del Rey
Tras su campaña contra el Frente Sandinista, a Chicharro le llegaría un tiempo de respiro en su vuelta a España. Ya como oficial y con varios pesos metálicos en la solapa, fue ascendido a teniente coronel y pasó a servir a las órdenes de Juan Carlos I.
Durante 4 años sirvió como ayudante de campo del monarca, una distinguida división formada por ocho militares (uno por cada arma de los tres ejércitos) y un guardia civil que se dedica a la protección del Rey las 24 horas. En la actualidad son conocidos, principalmente, por abrir y cerrar las puertas de la Moncloa durante las rondas de consultas a Felipe VI, pero no hay que olvidar que durante los años de servicio de Chicharro la amenaza de ETA todavía era una realidad.
Así empezaría su relación con la Familia Real, que perdura aún a día de hoy a través de su esposa, Felisa Sánchez Agustino, con quien comparte 3 hijos y 11 nietos. Felisa todavía participa en la vida social de las élites castrenses y forma parte de la Asociación de las Damas de los Tres Ejércitos, donde coincide de vez en cuando con Doña Sofía, a quien conoció en estos años.
La Guerra de Kosovo
Pero nada es para siempre, tampoco la paz, y en el caso de Chicharro las cosas cambiarían a partir de los años 90. En esta ocasión, el deber no le llamaría al otro lado del Estrecho ni del Atlántico, sino al centro mismo del conflicto en Europa.
Llegado 1999, ya como Comandante del Segundo Batallón de Desembarco (BD2) de la Brigada de Infantería de Marina, Chicharro viajó a la frontera de Bosnia i Herzegovina con Montenegro, donde tuvo un papel crucial en la campaña de la OTAN contra Serbia. "Aislado del mundo", como él mismo lo describe, mandó a sus tropas diversas operaciones de la guerra con la única baja de un sargento paracaidista al que Chicharro todavía recuerda.
Le seguirían años más tarde otros como el sargento Villa, el cabo 1º Fidalgo y a los soldados Serrano y Calvo, todos caídos en acto de servicio durante el mando de un Chicharro que, dice, todavía piensa en ellos cuando ve cómo otros militares "aún en servicio activo ven impotentes como unos miserables se dedican a destrozar la patria". Entonces no diría una palabra más alta que la otra. Ahora, con el obligado retiro consecuente a la edad, quizá piense en ellos para explicar su posición política.
Porque, como ya se ha mencionado, de Chicharro no se conocen expresiones ideológicas durante su época en las Fuerzas Armadas, ni siquiera durante los años de la cúpula del Ejército, esa que más de uno ha intentado politizar. Poco tiempo después de su vuelta de Kosovo, en junio de 2003, fue ascendido a jefe de la Fuerza de Infantería de Marina de Protección. Bajo su mando, el cuerpo se convertiría en la actual Fuerza de Protección de la Armada (FUPRO).
Los años de general
En el mismo 2003, ya el 26 de diciembre, sería ascendido a General de Brigada de Infantería de Marina. Tres días más tarde, el 29 del mismo mes, el ministro Federico Trillo-Figueroa (PP) le nombraría segundo jefe de la Comandancia General de la Infantería de Marina.
No duraría mucho en el puesto. Poco tiempo después el PSOE ganaría las elecciones y el nuevo ministro de Defensa, José Bono, cesó a Chicharro del segundo mando de la Infantería de Marina el 17 de septiembre de 2004. El general tendría que esperar unos años, hasta el 9 de junio de 2006, a que Bono dimitiera y el siguiente titular de la cartera, José Antonio Alonso, lo catapultase a lo alto del Cuerpo.
El 9 de junio de 2006, Chicharro alcanzó el pináculo de su carrera en el Ejército al ascender a general de división. Ya con el nuevo galón colgando, fue nombrado Comandante General de Infantería de Marina (COMGEIM), el máximo rango que se puede alcanzar en el cuerpo, sólo por debajo del Almirante de la Flota. Allí se mantuvo hasta su retiro, el 14 de diciembre de 2010.
La retirada del Ejército
Desde que colgó el uniforme, la guerra particular de Chicharro ha dejado de ser contra los serbios o los sandinistas y se ha centrado únicamente en la izquierda española. Ya con todos los derechos ciudadanos recobrados, al exgeneral le faltó tiempo para reinventarse en articulista y empezar a disparar ideología por los cuatro costados.
En su faceta de columnista, Chicharro ha rubricado diferentes opiniones en medios como El Correo de España o República, curiosamente. La tónica siempre ha sido la misma: historia militar por un lado, política por el otro, y alguna intervención incendiaria por el medio. En febrero de 2013, el general volvió a ocupar los periódicos debido a un discurso en el Gran Casino de Madrid, donde se le grabó justificando la intervención del Ejército para evitar la independencia de Cataluña. Al tiempo le contactó su primo segundo, Javier Ortega Smith, para que pasase a formar parte de un nuevo partido político, Vox.
Aunque no se sabe si Chicharro está afiliado al partido, sí participó en actos y discursos de la formación durante sus primeros años, compaginando su todavía discreta actividad con un sillón de consejero en Cáritas Castrense y otro de vocal para el grupo Eurodefense, un think tank de la CEOE y el Ministerio de Defensa. En 2018 daría el último paso en su particular salida del armario político, cuando su nombre apareció en un manifiesto en defensa de Franco junto a otros 180 militares de alta graduación retirados.
No fue un error. Ese mismo año sería elegido presidente ejecutivo de la Fundación Nacional Francisco Franco (FNFF) por la propia familia del dictador, cargo que mantiene en la actualidad. Su carta de presentación causó cierto revuelo en su momento, principalmente por su defensa de la unidad de España sumada a las esperadas exaltaciones al Caudillo, "atacado con saña por los mismos enemigos a los que derrotó en la guerra y en la paz". Ahora se dedica a hacer lo mismo, pero sin mencionar al dictador.
Bajo su mando, la FNFF ha vivido sus horas más bajas, con la exhumación del dictador en octubre de 2019 y la amenaza de la ilegalización todavía rondando. Pero Chicharro, aunque retirado, no tiene miedo a seguir luchando. Es lo único que sabe hacer.