Si Sofía de Grecia echa la vista atrás en busca de su último recuerdo feliz, es probable que su mente se traslade a poco más de hace dos años, cuando celebró su 80 cumpleaños. Aquel dos de noviembre de 2018 la reina emérita de España recibió el regalo que más deseaba: reunir en torno a su mesa a toda la familia. El cisma creado por los problemas judiciales de su yerno Iñaki Urdangarin había terminado con las relaciones entre los Borbón y Grecia. Esa jornada todos estuvieron de acuerdo en posar juntos para una foto en la escalera de Zarzuela.
Se trataba de la primera vez en muchísimo tiempo que Felipe y Letizia se fotografiaban con la Infanta Cristina, apartada de la vida oficial y enfrentada a su cuñada y hermano. En la instantánea también estaba Juan Carlos en una postura que dejaba clara los problemas de movilidad de los que tanto se sigue quejando. Sus continuos problemas de salud y la desaparición de Corinna Larsen de su vida habían hecho que el emérito regresará a la tranquilidad del hogar. Pero todo estalló y esa foto sería algo imposible hoy en día. Sofía vive con profunda tristeza la desintegración de su familia, aunque la suya nunca ha sido una vida familiar al uso. No, desde luego, como la vida la de cualquier otra persona.
Fuentes cercanas a la madre del Rey cuentan que ha vidido estos días desanimada y con pocas ganas de celebrar las Navidades, algo inusual en una mujer a la que siempre le han gustado estas fiestas. Lo cierto es que la esposa de Juan Carlos lleva unos meses muy duros, por no decir casi insoportables. Es la gran damnificada por el tsunami que ha azotado la Casa del Rey, nacido de los escándalos sin fin de las cuentas opacas de su marido que han provocado su exilio forzoso desde hace ya más de cuatro meses.
Ahora ella se queda en una posición muy delicada de cara al incierto papel que va a desempeñar dentro de la institución monárquica. "Creo que eso quedó claro con lo que pasó este verano en Mallorca ¿no?", en referencia a la foto en la que los Reyes no quisieron posar con ella. "No le van a dar ningún tipo de protagonismo. No pueden evitar que haga sus actos de la fundación que lleva su nombre y preside, pero si fuera por los actuales Reyes, no haría ni eso. Pero al Rey le duele, es su madre, pero, al mismo tiempo intenta que a Letizia y a él se les relacione lo mínimo con la anterior etapa de la monarquía", cuenta una fuente cercana al equipo de Felipe VI. Porque, en cualquier caso, la reina Emérita no ha cometido ningún delito.
Hace unos días la Emérita volvió a saltar a la actualidad porque la periodista catalana Pilar Eyre, que acaba de publicar su libro sobre Juan Carlos Yo, el Rey, aseguraba en un plató de televisión que Sofía era una mujer muy distinta a la imagen que teníamos de ella los españoles: "Altanera, clasista y desprecia a los españoles".
"Esa señora [Eyre] no ha debido hablar con la reina Sofía en su vida. Es una mujer muy amable y cariñosa que ha dedicado su vida a España y los españoles. ¿Cómo alguien puede decir esto aunque sea para vender libros? La madre de Felipe VI es de todo menos clasista, ¿y eso de que nunca da las gracias? Es absurdo. Los que hemos trabajado con ella sabemos que es todo lo contrario. Probablemente sea una de las personas más educadas de la tierra", revela una persona que trabajaba en Zarzuela hasta hace unos pocos meses.
Pero, ¿cómo es en realidad la madre de Felipe VI? Ella misma se definió ante la periodista Pilar Urbano como "una persona más bien reposada, introvertida y algo tímida". Y los que la tienen cerca añaden que es "una mujer escrupulosamente exquisita, educada, sensible y siempre pendiente de no dejar a nadie de lado en su trato personal. Es persistente en sus ideas y no es fácil hacerle cambiar", concretan. "Otra de sus virtudes es su compromiso con la lealtad, su amor a la verdad y su sinceridad por encima de todo. Es muy detallista, lo que la lleva a cuidar a los demás, a no olvidar fechas significativas para sus familiares y allegados, a estar pendiente de lo que les gusta y lo que les disgusta. Un rasgo que sorprende es su gran sentido del humor. Es una persona graciosa, divertida, que cuenta chistes y que se ríe sin complejo alguno con sonoras carcajadas cuando algo le hace gracia", confiesa una de las pocas amigas que le quedan a la Emérita en la capital española.
Las declaraciones de Eyre se han sumado a las tristezas de 2020. Sin duda, las Navidades más tristes de la Emérita. Sofía no realiza los planes que tenía pensados. La idea era compartir las fiestas en Atenas, capital de Grecia, con sus hermanos, Constantino e Irene, pero la pandemia y el delicado estado de salud del ex rey griego lo han hecho imposible. Así que su hija mayor, la Infanta Elena, ha sido su única compañía. Con ella y con sus dos hijos, Felipe y Victoria, pasó la Nochebuena, luego recibió la visita en Madrid de la Infanta Cristina y dos de los suyos, Miguel e Irene, pero no en fechas señaladas. Fue una parada fugaz en Madrid para tomar rumbo a la prisión de Brieva (Ávila) para poder visitar a su marido y padre, Iñaki Urdangarín. Realmente, su única y permanente compañía es la de su hermana Irene. Ambas viven enclaustradas durante la pandemia en la jaula cada vez menos de oro de la Zarzuela.
Aunque muchos se sorprenderán, a quien más ha echado de menos la Reina en estas fechas ha sido a su marido, Juan Carlos, que lleva en Abu Dabi, la capital de Emiratos Árabes, desde el pasado 3 de agosto. Porque lo cierto es que antes de su exilio forzoso, el Emérito había vuelto a pasar tiempo en Zarzuela y a buscar la compañía de su mujer, la única persona dentro del recinto que todavía le trata con cariño."‘Es que es su compañero de una vida que no ha sido fácil para ninguno de lo dos y tienen tres hijos en común y ocho nietos. Claro que le echa de menos. Además, ella conoce en sus propias carnes el dolor del exilio y sabe que no lo está pasando bien, que se muere por volver", añade el exempleado de la Casa del Rey.
Este acercamiento quedó probado cuando, antes de la partida de su marido a Abu Dabi, Sofía se puso de nuevo su anillo de compromiso. La emérita está convencida de que él volverá al redil. "Que se cuestione todo lo que ha hecho don Juan Carlos para dañar a Felipe VI es lo peor que le podía pasar a la Reina. Lo vivió con su madre, la reina Federica de Grecia, quien, al quedarse viuda, fue usada para derrocar a su propio hijo, Constantino. Una situación familiar le aterra y cree que es lo que está pasando ahora mismo", cuenta la misma fuente.
La tristeza de Sofía
La consecuencia de esta soledad en Navidad es que Sofía está sumida en una gran tristeza. "Muchos días le cuesta levantarse de la cama", revela una de las pocas amigas que la Emérita tiene en la capital española. ¿La razón? Si hay algo que desestabiliza el ánimo de la madre de Felipe VI, que es soberana 24 horas al día por los siete de la semana, son los terremotos que pueden provocar la caída de la Corona, que es en lo único que cree de verdad. Y eso es lo que está pasando con todo el asunto de Corinna y las cuentas, los maletines y las fotos de las cacerías", sentencia.
Pero no siempre fue así. Nada más llegar a ser reina, en el año 1975, "la griega", como le llamaban los españoles, se dedicó a ejercer su nueva labor: disfrutó de las ceremonias, viajó por el país conociéndolo, aprendió las tradiciones y sobre todo, fue la sombra de su marido. La cosa empezó a cambiar en 1992, el año en el que la revista Época llevó a su portada el romance entre Juan Carlos y Marta Gayá, bautizada desde entonces como la dama del rumor.
Sofía se sintió humillada públicamente y le pidió a Sabino Fernández Campo, jefe de la Casa del Rey en aquel momento, que solicitara contención a los medios de comunicación. Aquellas fotos se sumaron a la distancia que su marido, física y emocionalmente, había puesto entre ellos, lo que hizo que la madre de Felipe VI se volcara en dos cosas: su trabajo y sus hijos.
"Es que lo que dice Pilar Eyre de que ha sido mala madre… Todas hemos sido malas madres alguna vez, pero Sofía lo ha dado todo por sus hijos y si no que se lo digan al resto de las madres de las clases del Rey y las infantas. Nos tenía fritas. Quería que los tratáramos por igual, como a todos los demás. Estaba pendiente y siempre encima. Cuando dice que su nuera controla a la princesa de Asturias y a la infanta Sofía me acuerdo de su suegra, era exactamente igual", concluye la amiga de la emérita.
Esta férrea disciplina que ha llevado siempre y que antepone sus obligaciones a todos lo demás es lo que le ha permitido mantenerse al lado de Juan Carlos desarrollando una vida oficial que nada tiene que ver con la privada. Los reyes eméritos llevan muchos años separados, pero sus obligaciones institucionales les mantuvieron unidos.
Ha habido momentos en los que la única comunicación entre ambos se producía a través de sus secretarios. Sofía siempre ha sabido que su esposo llevaba una vida al margen, primero con Marta Gayá y luego con Corinna Larsen. Lo único que pidió siempre fue discreción. Es la difusión de esa otra vida de Juan Carlos por parte de Larsen la que incomoda a la reina emérita, así como las informaciones que pueden perjudicar a la institución y, en concreto, a su hijo.
Oficialmente, Sofía sigue en activo en la Casa del Rey, pero su presencia ha disminuido considerablemente. Aun así se deja ver en actos culturales, acciones medioambientales y en visitas a diferentes sedes del Banco de Alimentos, una de las tareas en la que está más implicada. Esa profesionalidad con que la reina emérita ejerce su trabajo sufrió un pequeño resbalón en el momento de su llegada a Oviedo para los premios Princesa de Asturias, el pasado mes de octubre un periodista quiso saber si hablaba con Juan Carlos desde que dejó España. "Ay, menuda pregunta", se le oyó decir mientras se alejaba de las cámaras.
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