“Buenos días, ¿hay pan?”. “Hola, ¿tenéis leche?”. “Buenas, ¿os quedan huevos?”. Un “no, lo siento” es la respuesta recurrente de los dependientes Cheng, Gao, Mei y la pareja compuesta por Ming y Lian —nombres ficticios de estas personas de origen chino para salvaguardar sus identidades—. Y es que los únicos establecimientos que no han cambiado su horario —o no han cerrado— durante la gran nevada producida por la borrasca Filomena en el centro del país han sido las tiendas de alimentación regentadas por inmigrantes de China. Ellos, contra viento y marea, siempre abrirán.
“La última barra de pan la vendí el viernes por la noche, ya que ayer (sábado) y hoy (domingo) nuestro proveedor de pan, la fábrica Panalcor S.L., no ha podido repartir las barras, porque sus camiones no han podido circular”, explica Cheng, un hombre de origen chino de 27 años de edad que atiende a sus clientes en su negocio situado en Boadilla del Monte, un municipio al suroeste de Madrid. Y, de hecho, esta tónica de desabastecimiento se está generalizando por este tipo tiendas en la Comunidad de Madrid, Castilla y León y Castilla-La Mancha, las comunidades en donde Filomena ha causado más estragos. “Para abastecernos, tiramos de reservas de almacenes, pero no será suficientes”, continúa.
EL ESPAÑOL, de esta manera, ha visitado cinco tiendas dirigidas por personas de origen chino a las que ha podido tener acceso y ha comprobado que las estanterías de alimentos de primera necesidad se han quedado vacías. Es decir, productos como el pan, la leche, los huevos, la pasta o el arroz o están agotados o están a punto de venderse sus últimas unidades.
—¡Hola, buenas, ¿hay huevos?- pregunta un hombre vestido con un abrigo de color negro al que sólo se le adivinan unos ojos azules, pues lleva puesta su mascarilla.
—Lo siento, se han agotado—responde Lian, una mujer de origen chino pareja de Ming, que lleva ya 10 años en España.
—Vaya… es el sexto chino al que voy hoy y no tienen en ninguno—explica el hombre a la pareja y al periodista.
Un 20 % más de ventas
Lo cierto es que, si usted se da un paseo a través de la nieve de su barrio, los únicos negocios —aparte de los hosteleros— que verá abiertos son las tiendas dirigidos por personas asiáticas. Los supermercados y grandes cadenas de distribución, por ejemplo, han cerrado, por regla general, durante este sábado y este domingo, pero los chinos no. “Yo creo que siguen abiertos por la cultura de trabajo que tienen”, opina una cliente que acaba de salir con seis latas de Coca Cola Zero del Bazar Mercaluna.
“Yo, este viernes y este sábado, he hecho entre un 15 y un 20% más de caja que el jueves, por ejemplo”, asegura Mei, que regenta su local en el centro de la localidad de Boadilla del Monte, a este diario. “Y, aparte del pan y los huevos, la gente no ha dejado de comprar vino y cerveza”, desvela a este periódico la dependienta de origen chino. De hecho, aparte de nieve —y hielo— este periódico ha comprobado la gran cantidad de latas de cerveza que hay regadas por el centro de la localidad.
Pese a todo, las tiendas de alimentación de personas de origen chino no son las únicas que han hecho un pequeño agosto de dos días durante los días más fríos del invierno en el centro de Madrid. El Bazar Oriental, que vende toda clase de artículos —salvo alimentación—, tampoco ha cerrado y ha notado que sus ventas “han subido bastante”.
Guantes y gorros
“Sobre todo, lo que más hemos vendido estos dos días han sido guantes, gorros, bufandas, pijamas...y cualquier prenda de abrigo, ya que la nevada, a lo mejor, ha cogido a la gente desprevenida”, explica Li (50 años), que dirige junto a su mujer, Ana (50 años), el Bazar Oriental situado en el número 4 de la Calle del Álamo, en Boadilla del Monte. “Es la tienda china más antigua de este pueblo”, se enorgullece Ana a las puertas de su local.
Y es que, tras más de 20 años en España, la pareja asegura que “siempre ha abierto”. Da igual que llueva, haya tormenta o, como en este caso, nieve. Las tiendas dirigidas por asiáticos siempre estarán abiertas. Eso sí, hay varias en el centro peninsular, como una situada al sur del parque de El Retiro (Madrid) que empiezan a sufrir las consecuencias de desabastecimiento causadas por Filomena.
Pese a la inclemencias del tiempo, las tiendas asiáticas han estado abiertas. De hecho, también lo hicieron bajo otras circunstancias peores. Durante el confinamiento provocado por la pandemia de la Covid-19, estos establecimientos de alimentación tampoco cerraron al vender, junto a los supermercados, productos de primera necesidad.
“Cada comerciante tiene su derecho de abrir o cerrar, no podemos decirles nada, y entendemos que en algunos casos es por motivos de remodelación o ampliación de las tiendas, vacaciones personales, pero también de preocupación por el desarrollo de la situación de coronavirus”, explicaba Zhu Jian, consejero de la Embajada de China en España durante los momentos más difíciles de la primera ola.
Por ello, si ni la Covid-19 pudo frenar el trabajo y el comercio de las personas de origen chino, las toneladas de nieve caídas por todo el centro de la Península Ibérica tampoco han podido frenar su apertura. Eso sí, al no tener proveedores que puedan llegar a ellas “desde Cobo Calleja” —el polígono industrial neurálgico de los comercios chinos en España situado en Fuenlabrada, una localidad al sur de Madrid—, poco a poco, las estanterías de los chinos se van vaciando.