A Manu le gustaba conducir el ‘zeta’ con la ventanilla bajada y el codo apoyado para levantar la mano y saludar a las chicas guapas con las que se cruzaba por las calles de Linares. “Siempre iba masticando chicle en plan chulo: te miraba desde el coche patrulla y te hacía la ‘autopsia’ de arriba a abajo”, cuenta una adolescente a la que este policía nacional duplica la edad, pero que no le supuso impedimento para buscarla por redes sociales y contactar con ella. “A mí me empezó a hablar con 18 años, no le conocía de nada, pero es que le hablaba a todas las niñas por Instagram y eso lo sabe todo Linares: no es normal siendo un agente de la autoridad”.
“Era un baboso”, denuncia la adolescente. “Ese policía reaccionaba a las fotos que colgaba en mi perfil de Instagram y se ponía a decirme piropos”. Una noche de farra, esta chica se encontró a Manu tomándose una copa en un conocido local de Linares. “Estaba en el Tomate con una amiga, yo a él no lo conocía en persona, pero como me tenía fichada por mi cuenta en redes sociales se acercó a hablar conmigo”. Esta es la conversacion que se produjo, siempre según el relato de esta joven:
Policía Nacional fuera de servicio: ¿Te gusta la fiesta?
Adolescente: Hombre, pues como a todo el mundo
Policía Nacional fuera de servicio: ¿Quieres que te la alegre con esto?
Adolescente: No, no, yo no consumo...
La Policía Nacional ha abierto una investigación a raíz del aluvión de publicaciones que circulan en redes sociales sobre supuestas conductas inapropiadas como la anteriormente relatada, por parte de Manuel: el agente de la escala básica que ha sido encarcelado junto al subinspector, José Luis, por la brutal agresión contra Carlos. Y todo ello, a raíz de un tropezón accidental en la puerta de la cafetería La Galería.
EL ESPAÑOL ha entrevistado a policías, letrados y a varias de las adolescentes que publicaron en redes sociales los supuestos comportamientos del agente que ahora se investigan. De los testimonios recabados se desprende que Manu -a diferencia de José Luis- hacía tiempo que no era consciente del peso de su uniforme.
Tampoco calibraba la imagen que proyectaba del Cuerpo Nacional -ejemplo de servicio al Estado- al realizar desde su cuenta de Instagram comentarios de este tipo a una menor de edad: ‘Voy a tener que cachearte cuando te vea’. El citado mensaje lo acompañó de emoticonos con una lengua fuera para una chica de 16 años.
En otra ocasión llegó a seguir con el ‘zeta’ a una vecina durante unos metros y detuvo el coche patrulla delante de ella para espetarle: ‘Te voy a tener que detener’. Un policía nacional corrobora que Manuel “le tira mucho a las tías: peca de eso, de dedicarse a echarle la caña a todas”. En la ciudad linarense era un secreto a voces que la noche y las mujeres eran el talón de Aquiles de Manu: un agente que desde hace una década desempeñaba labores de Seguridad Ciudadana en la Comisaría de Linares.
Un detalle importante en esta investigación policial: la foto que preside el Instagram de Manuel es una imagen suya uniformado. Esto supone que luce el uniforme de las Fuerzas de Seguridad mientras se dirige desde un perfil personal a adolescentes que coinciden en señalar que no conocían al agente: siempre era él quien tomaba la iniciativa y por su indumentaria todas se percataban de que les hablaba un miembro del Cuerpo Nacional.
Primero les enviaba una solicitud de amistad y luego las chicas recibían mensajes, bien en respuesta de algunas publicaciones de las jóvenes en sus ‘stories’ o simplemente cuando detectaba que su perfil lo tenían activo a altas horas de la noche: ‘Hola. ¿Despierta aún?’ (2.08 horas del 19 de enero)
‘Mmmm...esa lengua’
“Yo tenía 15 años cuando me escribió por primera vez por Messenger, no me extrañó que me escribiese porque lo había hecho con otras amigas mías”. Esta chica ahora tiene 20 años y detalla que en aquel momento, tras esa primera solicitud de amistad, empezó a recibir mensajes por Instagram y aporta capturas con la condición de que no se publiquen para no revelar su identidad. Una de ellas data del 1 de diciembre de 2018, cuando esta chica tenía 17 años y publicó en su perfil una foto junto a una amiga. Esta fue la respuesta de Manu: ‘Mmmm... Esa lengua... ja,ja,ja’.
Esta adolescente pone más ejemplos de las situaciones incómodas que vivió con el agente: “Me mandaba fotos directas de su terraza para que fuera a verle a su casa”. Ella pasaba, sin embargo, en alguna noche de fiesta se lo tuvo que quitar de encima: “Una vez me vio en el Tomate y se acercó a hablar conmigo, me empezó a tocar por debajo de la cintura y me fui porque me sentí violenta”.
Un portavoz policial subraya que “la Comisaría está abierta para que los padres y las menores presenten denuncia si lo estiman conveniente: se está investigando todo lo que ha circulado en redes sociales sobre este agente”. De manera que el aluvión de información difundido que afecta a Manu, desde que trascendió su implicación en la paliza a un vecino de Linares, se esta escudriñando al milímetro.
Puede haber consecuencias legales en dos direcciones: bien para Manuel o bien para los que han publicado esos mensajes si se demuestra que su contenido es falso. “En cuanto se detecte un delito, como solicitar a una menor una foto en bikini, se comunicará a la autoridad judicial”, ejemplifica el citado portavoz.
La mujer en Comisaría
De momento, este diario ha confirmado que un abogado estudia presentar una demanda contra este agente de Seguridad Ciudadana por un incidente publicado en redes. El resto de las jóvenes entrevistadas no tiene previsto denunciar y todas coinciden en argumentar que airearon esos episodios porque se indignaron al ver que el agente que las rondaba por redes sociales era uno de los que apaleó a Carlos.
“El tío le tira a todo lo que puede”, insiste el mencionado policía nacional. De hecho, como botón de muestra expone dos situaciones rocambolescas que protagonizó Manu, tal y como le conocen sus compañeros. El primer episodio tuvo lugar cuando se echó una novia a la que casi doblaba la edad y con la que tuvo un matrimonio fugaz. “A veces se la llevaba a Comisaría cuando tenía turno nocturno y la metía en la garita de seguridad: allí se pusieron a ver la tele juntos, dos o tres noches”.
A Manu aquel matrimonio le duró dos meses: “La tía era muy joven y él siempre estaba pendiente de lo que hacía”. El segundo incidente, lo protagonizó este agente con la atractiva novia de un futbolista del Linares. “La chica vivía cerca de la casa de Manuel, cada vez que la veía, se iba detrás de ella, la seguía al supermercado y le tiraba los tratos”. El deportista sabedor de que era policía nacional no sabía qué hacer y por pura desesperación le pidió ayuda a este agente: “Me dijo que mediase”.
Al final, el futbolista y su pareja optaron por vengarse del funcionario porque estaban hartos: “Un día se encontraron a la que por aquel entonces era la novia de Manu y le contaron que su pareja se dedicaba a seguir a su vecina”.
Pelea en el pub
Ni su peculiar forma de cortejar a las mujeres ni la noche le han traído nada bueno al agente. En 2019, estando fuera de servicio, como ya le ocurrió este viernes con la paliza a Carlos, este mismo policía nacional se vio implicado en un pelea en un local de copas de la calle Bailén. “Tuvo una pelea con una chica porque le derramó un cubata, se metió el hermano de ella y al final se pelearon, como el bar estaba cerca de la Comisaría, Manuel fue a denunciar al chico y por el camino salió detrás de él y se volvieron a pelear”.
Este policía nacional y el hermano se denunciaron mutuamente, pero la cosa se saldó en un juicio de faltas donde Manu resultó absuelto. Tal incidente no le hizo cambiar su costumbre de frecuentar el Tomate y el Kaipos. “Era habitual verle de fiesta a altas horas de la madrugada y estuvo envuelto en amagos de pelea”, recuerda un abogado sobre este policía que tenía dos caras: una era la del cuarentón fiestero y la otra la de un agente dispuesto a jugarse el pellejo aunque le costase la vida.
A Manuel F. le concedieron la cruz al Mérito Policial con distintivo rojo por una intervención en la Estación de Linares-Baeza con ‘El Pechuga’: miembro destacado de un peligroso clan de la localidad. Manu y su compañero participaban con otros agentes en un control de seguridad cuando un coche, a gran velocidad, se saltó un ceda el paso y casi embiste su vehículo policial. La pareja de funcionarios trató de detener a ‘El Pechuga’ y fueron atacados por decenas de personas.
El ‘agente Jason Derulo’
“A Manu le rompieron la clavícula”. Ahora, esa meritoria intervención que le valió una condecoración en octubre de 2018, junto a su compañero, se ha visto empañada para siempre por su encarcelamiento tras participar en una paliza a un linarense. De poco le sirve también la Medalla de la Ciudad que en febrero de 2019 recibió Manu, después de que el Ayuntamiento de Linares premiase a los 81 miembros de la plantilla de la Comisaría por su lucha contra la droga.
Ahora Manu no para de materse en líos. El último: la Policía Nacional investiga todo lo que está circulando en redes sociales sobre su persona y ha trascendido un vídeo de su cuenta de TikTok donde sale uniformado para marcarse un baile con el tema Savage Love, de Jason Derulo. Todo ello, dentro del vestuario de la Comisaría de Linares.
En esa cuenta de TikTok también difundió un vídeo surrealista, donde simula ser un niño, luciendo una gorra al estilo rapero, y aparece con churretes de Nutella por toda la boca, mientras se escucha el montaje de la voz de un crío diciendo que no ha comido chocolate. La guinda a la grabación es la pregunta que formula a los jóvenes usuarios de esta red: ‘¿Cómo dejáis ser policía a esta gente?’
El subinspector de las embajadas
En sus diez años destinado en su localidad natal, Linares, a Manuel nunca se le había abierto un expediente. Tambien presentaba una hoja impoluta de servicios el subinspector José Luis. “Llegó hace un año aproximadamente a la Comisaría linarense tras lograr un ascenso”. Allí se encargaba de organizar los turnos de trabajo de las unidades de Seguridad Ciudadana y dio muestras de su dilatado bagaje profesional porque ha tenido destinos en el extranjero.
“Estuvo de oficial de policía en la Embajada de Afganistán desempeñando tareas de seguridad y también prestó servicio en la Embajada de Haití cuando fueron los cascos azules después del terremoto”. El primer destino de este funcionario cincuentón fue Málaga y posteriormente Granada: provincia de la que es oriundo.
“Tuve la oportunidad de coincidir con José Luis en Granada y era un magnífico profesional”, resalta un policía nacional de la ciudad granadina. “Estuvo en la Jefatura durante una década, en tareas de Seguridad Ciudadana y con la Unidad de Protección y Seguridad (UPS): era una persona muy metódica”. También se mostraba reivindicativo porque participó en varios actos para reclamar la equiparación salarial de Policía Nacional y Guardia Civil con las policías autonómicas.
Moteros y karatecas
Hace un año aproximadamente, tras pasar un duro proceso selectivo, José Luis ascendió a subinspector. Su nuevo destino era la Comisaría de Linares. En las dependencias linarenses organizaba los turnos y conoció al agente Manuel.
Cuando este mando salía de la oficina para patrullar las calles se iba -en ocasiones- en el ‘zeta’ con Manu. A partir de ahí trabaron amistad: “Los dos eran moteros y quedaban para hacer rutas por carretera”.
También les unía su relación con la artes marciales: “El subinspector José Luis es cinturón negro de karate y el agente Manuel es cinturón negro de kenpo”. Más afinidades: “Eran solteros”. Y la guinda: “Ellos son fiesteros”. Era habitual verlos juntos tapeando en los bares de la calle Nueva y al final cada vez fueron compenetrándose más tanto dentro como fuera del trabajo: “Llevaban un año juntos y han hecho buenas intervenciones como pareja”.
José Luis siempre era el que demostraba más inteligencia. Es políglota: domina el francés y el inglés. “Iba a marcharse a la Embajada de Malí a formar a policías de aquel país: creo que era a través de Europol, tenía muchas posibilidades de irse porque solo le faltaba una prueba y tenía muy buen nivel de idiomas”.
Este viernes se fueron a comer juntos y luego a tomar unos cubatas a La Galería de la calle Espronceda: una cafetería que solían frecuentar. Ellos se sentaron en la terraza con sus dos acompañantes, mientras que en el interior del local había otros dos clientes: Carlos, se estaba tomando un café con su cuñado, Francisco Javier. Ese local se convirtió en el escenario de una paliza a un ciudadano, que les ha costado a estos dos funcionarios el primer expediente disciplinario de sus carreras.
“Están suspendidos de empleo y sueldo”, confirma un portavoz policial. También les ha costado su libertad: ingresaron en prisión investigados por lesiones agravadas con formas peligrosas y ensañamiento. Manu y José Luis, compañeros de trabajo y de juergas, ahora están en un módulo especial del Centro Penitenciario Sevilla 1: sólo alberga a presos pertenecientes a las Fuerzas de Seguridad del Estado.
Ahora habrá que ver si su paso por el penal rompe la unión que demostraron justificando ante el juez su violenta agresión contra Carlos.
Fuentes judiciales indican que el agente y el subinspector defendieron que "aplicaron la fuerza mínima indispensable" contra ese ciudadano: patadas en la cabeza y puñetazos. Todo ello, según subrayaron ambos, porque Carlos puso en riesgo la integridad física de un agente de la autoridad y fue quien inició la pelea en la terraza de La Galería. "Actuamos correctamente en todo momento", defendieron Manuel y José Luis.