Creció en una casa militar -su padre era Oficial de Artillería y su madre copista de El Prado- y en un barrio militar (Paseo Reina Cristina, Madrid). Aunque de pequeño le gustaban más los libros que los aviones. A los 16 ya había leído de Verne a Pushkin. Premonitorio: recuerda un ejemplar en el colegio. Se llamaba Historia de la Aviación. De los años 50, Se acababa en Corea. En cualquier caso, quería ser militar, como su padre. Hoy el coronel José Carlos Presa (Madrid, 1968) es el comandante de la escuela internacional de pilotos de caza más prestigiosa del mundo. Está en Albacete. Y es también doctor en Filología Hispánica. Se doctoró con una tesis sobre El Quijote.
Pero ¿de dónde saca el tiempo? “Una vez me quedé tirado cinco días en Groenlandia”, dice. Sobre sus dos ‘almas’: “Ya lo decía Cicerón, entre todas las artes humanas hay un vínculo en común”. El de las suyas, el Ejército y la Literatura, es, claramente, La Mancha. La tierra en la que el personaje más famoso de las letras españolas vivió sus aventuras y desventuras. La misma en la que ahora el coronel Presa y sus instructores colocan señuelos, obstáculos y emisores a los alumnos de la escuela de élite que dirige para que aprendan Estrategia. Y podría decirse que, de alguna manera, la Estrategia es lo que ha estudiado de la obra de Cervantes: las que utilizó Alonso Quijano para meterse en según qué berenjenales.
Casado con una oficial de la Armada de EEUU a la que conoció en Kosovo, este Maverick -el personaje que Tom Cruise interpreta en la mítica Top Gun-, con formación humanística, tiene su cuartel general en Albacete. La ciudad manchega es la sede del TLP: el Tactical Leadership Programme. Lo más de lo más en pilotaje bélico. “Centros de entrenamiento hay muchos en el mundo, como la Red Flag en EEUU. Escuelas de caza también, como la famosa Top Gun en Miramar, también EEUU. Pero ésta es única, porque aquí abarcamos toda la tecnología, toda la casuística que pueda aparecer en un conflicto de forma multinacional y multifunción”, explica el coronel.
Origen
La escuela nació en 1978, en Alemania, para luchar contra “la amenaza de entonces, que provenía del bloque oriental”. A día de hoy participan en ella 10 países de la OTAN: Bélgica, Dinamarca, Francia, Alemania, Grecia, Holanda, Inglaterra, Italia, España y Estados Unidos. Todos aportan pilotos, aviones y tecnología. Y así, los F-35 estadounidenses se mezclan con los Eurofigthter y los F-16 y en la sala de operaciones hay uniformes de docenas de países.
También se abre a terceros. “Hemos tenido pilotos de nuestras antípodas: Nueva Zelanda”. Cada país cubre los gastos de transporte de su maquinaria y sus equipos. El convoy puede llegar por tierra, mar y aire. Cada curso cuenta con una media de 24 aviones de combate, más otros medios de apoyo: helicópteros, naves no tripuladas… Junto al avión, pilotos, controladores y mecánicos. Los socios ‘no pagan’ el curso. Los externos sí: la factura ronda los 55.000 euros por piloto. Son tres semanas.
Se organizan hasta seis cursos de TLP al año en condiciones normales. Aparte los teóricos. Tras varias anulaciones el año pasado, este 2021 se prevé uno en mayo. Esta semana no hay curso de vuelo. Pero mientras charlamos en el despacho, el rugido de un caza tapa la conversación. Está despegando un Eurofighter. Al lado de las instalaciones de TLP está el Ala 14, la unidad del Ejército del Aire con sede también la ciudad manchega, en la Base de Los Llanos. Las instalaciones se complementan.
Pregunta. ¿Por qué Albacete?
Respuesta. EL TLP llega a Albacete, desde Bélgica, en 2009 porque el incremento de tráfico que hubo en el centro de Europa a partir de los 90. Yo lo hice en Bélgica en el 99. Era una locura seguir una misión de reabastecimiento en vuelo en Inglaterra y a ataque a un blanco terrestre en Alemania. Cambio de espacio aéreo, cambio de controladores… Demasiado encorsetado. Se optó por España por la oferta de espacio aéreo y la meteorología. Aquí nos movemos desde Cuenca hasta Murcia y el Mediterráneo. Además, coincidió con el desarrollo del Parque tecnológico Aeronáutico de Albacete [está Airbus]. Y el ejército del Aire también quiso contribuir. Y esperemos que siga aquí muchos años.
Antes de comandante del programa -desde el año pasado-, el coronel Presa había sido instructor del curso de pilotos de élite de Albacete (2001-2002). Concretamente, lo fue de aire-aire. ¿Aire-aire? “A principios de la I Guerra Mundial, los aviones y globos se utilizaban para reconocimiento de frentes. Sólo eran un medio rudimentario de ataque. Hasta que alguien montó una carabina y empezó a disparar a otros aviones. Ahí nació el aire-aire. Ahora se combate a 100 kilómetros, a lo que alcanzan las armas. Pero el aire-aire va más allá: desde interceptar un avión sospechoso hasta auxiliar a otro”, relata el militar.
Cada nación tiene sus propios criterios para elegir a sus instructores del programa que ha graduado, desde Albacete, a más de 1.200 pilotos de élite. A todos los instructores, explica el coronel, se les pide “alta experiencia en aviones de altas características”. Aire-aire, aire-suelo es la división “más primaria”. Al repasar el contenido académico encontramos asignaturas como Supresión de defensas enemigas, Operaciones navales, Guerra Electrónica… El comandante jefe ha de ser siempre de la nación anfitriona. En este caso, España. De modo que ¿el director de la escuela de pilotos de élite es el mejor piloto de cazas de España? Respuesta institucional: “El comandante del TLP es un coronel del Ejército del Aire encargado de cumplir la misión del programa”.
Top Gun
La vida de un piloto de caza no es una vida al uso. Eso lo reconoce el coronel. Pero también asegura que tampoco es lo que parece. Y sobre todo, no está de acuerdo en el ‘imaginario colectivo’ sobre este cuerpo de élite. El cine, los cómics, dice, le han puesto mucha literatura al asunto. En España no son más de 200. “Se nos percibe como un rara avis, pero es un trabajo, un servicio”.
Entonces, ¿no es como se pinta en Top Gun? “No, y es un no rotundo”. Lo explica: “Hay que desterrar los prejuicios de la ficción. No es un juego; es el imperio de las reglas. Es un servicio público en los términos que marcan la Constitución y las leyes, y bajo control disciplinario y judicial si se cruzan ciertas líneas”. Ahora, sí hay partes que le reconoce a la película que este 2021 estrena secuela, con Tom Cruise, Maverick, de nuevo en pantalla. “La estética que rodea al combate aéreo es similar. Es una especie de baile. Otro F-18 retorciéndose a 200 metros de ti, vomitando humo... infunde respeto”.
P.- ¿Cómo es un día de operación en el TLP?
R.- Doce horas de reloj. Primero, la meteorología. Hay una reunión en la que se les muestra el escenario, a qué amenaza se enfrentan, cuál es el dilema a resolver y todo se empaqueta junto a las reglas a seguir. Hay tres o cuatro horas de preparación frenética de la misión. Es un sistema único. En otros países se planea un día y se vuela al siguiente. Aquí se hace todo, de la alfa a la omega. Se vuela, se sigue la misión desde mando y control y después aterrizan y analizamos resultados. Así, sucesivamente, durante dos semanas. La primera semana se ha hecho lo mismo, pero con el simulador.
Con tal horario parecería que queda poca energía para conocer la zona. “Hacen todo el turismo que pueden”, nos revela el comandante. Quizá no los pilotos. Pero sí sus equipos de mantenimiento y apoyo. Senderismo a la Sierra del Segura, algo de gastronomía, visitas a bodegas... Hasta 900 personas ha llegado a albergar un solo curso. El TLP tiene hotel propio en la base aérea: cuenta con unas 400 habitaciones. Los albaceteños están acostumbrados a ver en sus mejores hoteles tripulaciones uniformadas con diferentes banderas. También al sonido de los cazas en determinadas semanas. Los cursos atraen también a la ciudad a no pocos aficionados a la fotografía de aviones militares.
Pero la semana de simulador no hay trasiego aéreo. La concentración es total en la máquina. Actualmente en las instalaciones del TLP están “moviendo paredes”. Para hacer hueco. Van a instalar el que se convertirá en uno de los mayores complejos de simulación aérea de Europa. Tendrá 30 cabinas virtuales de cazas desarrolladas por una empresa estadounidense. El complejo permitirá entrenar a pilotos y controladores en la misma habitación. En junio llegan las seis primeras.
El coronel Presa explica los saltos tecnológicos no sólo en simuladores, donde considera que la tecnología avanza casi más rápido que la capacidad de la mente para asimilarla. También en los propios aviones. Y así llegamos a los cazas de quinta generación. “La revolución tecnológica hay que clasificarla, como en teléfono el 4G o el 5G, aquí hablamos de esta quinta generación que se hiperconecta y fusiona información”, desgrana.
Hablamos del F-35. Es el caza de las Fuerzas Aéreas de EEUU, considerado el avión más caro del mundo -puede rondar los 200 millones de euros según cómo se compute la adquisición- y cuya primera parada oficial en España fue precisamente en un TLP en junio 2019. Había pisado antes nuestro país, eso sí, pero en una escala en Sevilla, unos meses antes, de camino a Oriente Medio. Entre sus avances incluye su “baja detectabilidad”. Es capaz de ver al enemigo antes de ser visto. Estaba previsto que varios de estos F-35 se instalaran unos meses en Albacete el año pasado para trabajar en la integración con otras naves. La situación ha hecho que el proyecto se posponga hasta 2022.
Preguntamos al director de la escuela de pilotos de élite qué se requiere para gobernar estas máquinas. 200 millones el F-35, unos 100 el Eurofighter. “El buen piloto de caza no se mide en términos de habilidad manual, no es que sea secundaria, pero en el aire todo pasa muy rápido”. Habla de inteligencia táctica, de rigor, de humildad para aprender del error. De la necesidad de camaradería con los equipos.
¿Y el peor enemigo de un piloto en pleno vuelo? “Se responde con una palabra, la autocomplacencia. Te lleva a distorsionar la realidad”. Asegura el coronel que “si te dejas llevar y te crees que lo estás haciendo todo bien, te engañas”. En el aire, asegura, “te estás moviendo siempre al límite, vas en un libro de física, sobre un vector que baila en una esfera”. Así que, hay que estar siempre alerta. “La cabina son dos metros cúbicos de una soledad palmaria, pero magnífica”. Y ahí, dice, da igual “la raza, el sexo, la ideología…”. “La hermandad entre pilotos, controladores, mecánicos es alienante de los otros factores”, concluye. Chicas piloto, le pregunto, y se extraña: “Son parte de nosotros, de un todo indivisible, nos cuesta hablar de pilotos chicos o pilotos chicas”.
En su larga carrera como piloto -entró en la Academia del Aire en 1987- ha vivido momentos complicados. Ha pasado por Afganistán, Yugoslavia… Pero recuerda especialmente un vuelo en Canarias: “Un F-18 se me torció durante su prueba”. Y otro en Sarajevo. “Estaba buscando un mortero en los alrededores de la ciudad y todo se complicó”.
Cuando habla del riesgo se acuerda de ingenieros mecánicos y armeros que son, dice, “quienes hacen latir el corazón” de la nave. Y no olvida a uno de los primeros compañeros de promoción que perdió la vida, a Manolo. Han pasado 30 años. Fue con un F-5. “Le recordamos siempre joven, siempre libre”. El coronel nunca ha entrado en combate aéreo: “Prácticamente no se da desde la Guerra de Vietnam, hubo algo en Kosovo con cazas serbios…”, desgrana.
Entre su etapa de instructor y su etapa como comandante, el coronel Presa se doctoró en Filología Hispánica. En 2004 le destinaron de comandante a Canarias. Y allí, empezó la Licenciatura. A algún examen se presentó con el busca conectado porque había dejado a su escuadrón volando. “Si sonaba la alarma tenía que volver a la Base”.
P. ¿Por qué Filología hispánica?
R. El objeto a defender por el Ejército es España. Y pensé que lo más lógico era estudiar España a través de sus textos y su lengua común. Y por El Quijote he aprendido cómo es nuestra nación. También por Cadalso y por Miguel Hernández, prosistas y poetas que han sido soldados. Y he conocido el país increíble que tenemos. Creo que he conseguido aproximarme a la realidad de España como nación, como elemento palpable. El Quijote demuestra que España es compartible en sus caminos y compartimentable en dogmas.
El Ingenioso hidalgo lo había enganchado ya en el Bachillerato. Y después. Lo ha leído, calcula, unas 17 veces. “Estuve de alférez en la Frontera con México, junto a Río Grande a principios de los 90”. Allí lo releyó. Y se dejó reconquistar. En su tesis, busco pautas algebraicas para definir los verdaderos intereses del caballero andante. Partió de la Teoría de juegos, “que analiza las opciones que hay a la vista de un premio y permite dibujar las estrategias derivadas”. Una teoría aplicada, entre otras disciplinas, a la economía, para entender la conducta humana ante expectativas de ganancia o pérdida. Y se aplica también en estrategia militar.
Y todo cuando pareciera que ya está todo dicho sobre el Quijote, el coronel se lanzó con su tesis. Como al hidalgo, hubo quien le tachó de loco. Un buen amigo, nos dice, un coronel de Ejército de Tierra le refutó la idea en una charla en Afganistán. Pero, ¿de qué hablan los militares en las misiones? “Del Quijote, sí, y de Astronomía, de Derecho, de Empresa, o de lo que comúnmente hablan los amigos”. Asegura que sus compañeros de Tierra, Mar y Aire son “excelentes contertulios”. Y cita a Ortega y Gasset: “La sabiduría es una actitud más que un cúmulo de datos”.
Buscó en la primera parte de El Quijote las razones por las que el hidalgo decide usar la violencia. ¿Qué busca? “¿Qué pago quería el loco que se tira al mundo con su vecino en un burro?” Conclusión. Don Quijote tiene una idea muy hermosa, pero se decide por la violencia para imponer su dogma, su paraíso. Sin consultar, quiere imponer su ley de caballerías por mayoría unipersonal. “Pero la revolución es un triángulo, un sistema piramidal en el que muchas veces los revolucionarios, la base, son traicionados por sus propios profetas, el vértice. En cierto modo, como Orwell modela en su granja de animales”.
Pero aquí Don Quijote lo hace solo: se tira a los caminos y él es la cara de su revolución, él recibe los golpes. “Es la mutación altruista de un loco. Lo que Cervantes no deja es el hombre que intenta cambiar el mundo, pero, generosamente, a su propia costa”.
“Es la mutación altruista de un loco. Lo que Cervantes nos deja es el hombre que intenta cambiar el mundo, pero generosamente, a su propia costa. Nos oferta la gran autopista entre realidad y ficción que el loco primero y Sancho después, sabrán hacernos transitar”. El Quijote, afirma, “como decía Faulkner, hay que leerlo de continuo. Es un tratado de Antropología”.
De los libros de un niño a las monturas de metal del comandante que hoy sobrevuela La Mancha ¿Cómo se ve desde arriba? El coronel tiene un pequeño avión, un modelo de la Guerra Civil reconstruido hace algunos años con el que hace, según dice “vuelos de palomar” sobre el paisaje manchego de cereal y viñedo. Intenta volar bajito, para disfrutarlo, pero siempre siguiendo las reglas.
¿Es más bonito desde el cielo? “No necesariamente”. La región, para él, es “el Olimpo de la buena vida”. Cuando el piloto se baja del caza y el avión duerme ya en el hangar, José Carlos Presa disfruta de la literatura, de la gastronomía y de sus gentes. “Nunca me sentí extraño aquí. La mejor identidad es la que se comparte”. Como un Garcilaso de los F-16, la suya es militar y cervantista. Aviones y libros. “Las armas requieren espíritu, como las letras” que decía Don Quijote.