12 de abril de 2019, primer día de la campaña para el 28-A. Irene Montero, actual ministra de Igualdad, se presenta en un mitin en Toledo. Aparece abrazada a María Teresa Arévalo (1980), candidata de Podemos por esta provincia, a quien dice conocer desde los 15 años. Se dirige a su gente, 500 militantes para abrir el apetito electoral, y a Teresa, su amiga y confidente, que además de diputada había servido como niñera de sus hijos. Lo hizo entonces, presuntamente a sueldo del partido, y ahora, como jefa de gabinete adjunta del ministerio a razón de 51.946 euros anuales.
De hecho, la trayectoria profesional de Arévalo no se entiende si no es por mediación de la ministra. Su periplo desde el natal pueblo de Miguelturra (Ciudad Real) hasta el 37 de la calle Alcalá, sede del Ministerio de Igualdad es también el peregrinaje de una mujer y su valedora ocho años más joven, desde las Juventudes Comunistas hasta el Gobierno de España. De panadera a diputada, de diputada a asesora, y de asesora a jefa de gabinete. Pero siempre amiga. Y en los últimos tiempos, niñera.
Así lo sospecha Juan José Escalonilla, juez del caso Neurona, en un auto del 3 de marzo al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL. El magistrado, que investiga las irregularidades contables de Podemos, ha abierto una pieza separada para esclarecer el uso que Montero ha hecho de su actual asesora como cuidadora de sus hijos, compatibilizando su trabajo de canguro con su sueldo de señoría, a razón de 5.000 euros brutos mensuales.
En realidad, en el currículum que Arévalo colgó hace años en la página web de Podemos no figura vida laboral previa a sus funciones de niñera/diputada. De él ha desaparecido la panadería familiar, que regentó hasta 2011, y la carrera de Ciencias Políticas que decía tener y que, en realidad, empezó y nunca acabó. Lo que nunca ha llegado a aparecer sobre el papel, ni entonces ni ahora, es la verdadera razón de su ascenso meteórico: su amistad antológica con Irene Montero.
De panadera a diputada
Vuelta a Toledo, elecciones generales, año 2019. Montero y Arévalo se funden en un abrazo sobre el escenario. La primera acaba de alabar a la "excelente candidata" que la formación morada presenta por la provincia, una mujer "que va a estar ahí consiguiendo que tengamos todos y todas una vida mejor". La segunda sonríe y asiente, abrumada. "Gracias a mi compañera, a mi hermanita, a mi jefa", musita como despedida del acto.
Ambas se conocen, dicen, desde el 2003, el mismo año en que la ministra ingresó en las Juventudes Comunistas de Madrid. Arévalo, ocho años mayor, ya llevaba un tiempo bajo las filas de Izquierda Unida, y trabaron amistad. Y lealtad. En el año 2015, cuando Podemos echó a correr en Castilla-La Mancha mientras se ataba los cordones, ella ya estaba allí.
En aquel asalto a los cielos del 20 de diciembre, Teresa Arévalo concurrió como número 2 de la formación detrás de un nombre propio, Juan Pablo Wert, hermano del exministro de Educación del PP. Ninguno sacó el escaño, pero al poco tiempo Podemos la fichó como asesora del grupo parlamentario. Eran finales de 2015 y Arévalo, según revela en una declaración de bienes de esa fecha, tenía un Renault Laguna de segunda mano, una deuda de 33.000 euros y 3,36 euros en la cuenta corriente. Pronto cambiaría su suerte.
En esa época Irene Montero empezaba a despuntar en la política nacional, todavía como jefa de gabinete de Pablo Iglesias. Estaba a la sombra de Íñigo Errejón, portavoz en la Cámara, quien por mediación de la ministra recomendó que se contratara a Arévalo como asistente en el mes de marzo. Se la cesó tras la repetición electoral de julio, cuando se hizo con un escaño no por su provincia, sino por Albacete. En menos de medio año, había pasado de no tener ingresos a un sueldo de 5.335,38 euros como diputada.
'La niñera de Podemos'
Afortunada en la amistad, pero desafortunada en la política, Arévalo no revalidaría su escaño en ninguna de las elecciones de 2019, ya como cabeza de lista por Toledo. Se quedó, entonces, sin trabajo en el Congreso, pero su amiga le encontró otro: compatibilizar sus funciones de "asesora" con las de cuidadora de Aitana, la hija recién nacida de la pareja al frente de Podemos. Sobre el papel, dejó de ser diputada para volverse directora de gabinete. Pese a todo, siguió escalando. Siempre de la mano de Montero.
Ambas tocaron la cima en enero de 2020, tras el acuerdo de coalición entre PSOE y Unidas Podemos. Una de las primeras cosas que hizo la ya ministra Montero fue elegir a su equipo de confianza: una corte de 14 asesores entre los que, claro, se encontraba Arévalo. Su nuevo papel: asistente de libre designación de la ministra de Igualdad, con un nivel 30 de funcionariado, un sueldo anual de 51.946 euros brutos y unas funciones que el Ministerio se resiste a detallar. A la vista de los hechos, su trabajo parece orientado a facilitar la vida de la ministra, sobre todo en lo que respecta a la conciliación laboral a cambio de un salario público.
En el marco de esta investigación judicial, la ex abogada de Podemos Mónica Carmona ha presentado el informe que acredita que Montero usa a Arévalo como niñera. Varias imágenes corroboran esto. Carmona fue cesada del partido morado por "investigar hechos sospechosos", según declaró ella misma,y ampliar la denuncia de José Manuel Calvente, ex coordinador legal. Todavía se considera "represaliada" por los de Iglesias. Y opta destaparlo todo.
Carmona, que sigue a sueldo del partido con el que pleitea, envió el 18 de enero un escrito al juez que instruye el caso Neurona en el que abundaba en las denuncias de Calvente e incluso añadía alguna desconocida. Una de ellas, la de la supuesta niñera a sueldo morado.
"Recibí una denuncia interna afirmando [Montero] utilizaba a esta empleada de Podemos habitualmente para cuidar a su hija cuando la llevaba con ella al trabajo o a actos electorales, y que incluso se habían desplazado las tres en el mes de octubre a la ciudad de Alicante para participar en un acto de campaña electoral, dejando a la empleada de Podemos al cuidado de la niña", refleja la abogada en su escrito. Uno más.
Le crecen los enanos a Podemos. O las enanas. A las denuncias de Carmona se suman las de otra abogada y exsenadora, Celia Cánovas, personada en el juicio que investiga la presunta Caja B. Poco a poco, unas y otras se han decidido a tirar de la manta. De ella salen casos como el de la niñera, la guinda de un proceso judicial todavía en pañales. La tercera mujer en la ecuación. De momento.
Menudo 8-M.