Pocos podrían acertar una quiniela semejante: que dos estudiantes que se graduaron en Piscología hace apenas 10 años terminasen hoy sentadas en la mesa del Consejo de Ministros, con -parte- del rumbo del país en sus manos. “Ni de coña lo veía venir”, dice una veterana trabajadora de la Facultad en la que Irene Montero y Ione Belarra vivieron sus dulces días universitarios, haciendo la revolución en las asambleas y en el pasillo del Departamento de Psicología Evolutiva de la Universidad Autónoma de Madrid.
Ione Belarra, (Pamplona, 1987) era una completa desconocida hasta que la batalla por Madrid que ha sacudido la política española en las últimas dos semanas ha desencadenado un movimiento de fichas sin precedentes que la ha puesto en boca de todos. Pablo Iglesias dejará libre la cartera del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 para disputarle a Isabel Díaz-Ayuso la presidencia de la Comunidad de Madrid el próximo 4 de mayo y Belarra suena como su sustituta indiscutible.
Pueden encontrarse varias explicaciones al ascenso meteórico de esta comedida navarra de 33 años. La versión oficial habla de una política comprometida y mano derecha -izquierda- de Iglesias, por lo que, si este dejaba el Ministerio, el puesto natural era para ella. La versión no oficial, que no corrige la anterior, es que Belarra era la compañera de mil batallas de su amiga Irene Montero desde los días de la universidad, y que solo de su mano puede entenderse su entrada en el exclusivo club de los ministros.
“Era muy radical”
Belarra comenzó la carrera de Psicología en 2007 y la terminó en 2012, como constata la foto de su graduación. Montero, un año más joven que ella -1988-, la terminó en 2011. No es que la pamplonesa repitiese, sino que antes de llegar a las aulas de la Autónoma de Madrid hizo una FP de Integración Social en Pamplona, en el IES Adaptación Social o Escuela de Educadores de la capital navarra.
Fue justo después cuando ambas coincidieron en Madrid a través del movimiento asambleario de la Facultad y se hicieron amigas. Montero “estaba muy activa y participaba en muchos debates y actividades en la Universidad”, recuerda un compañero suyo de aquella época en conversación con este periódico. Este también conoció a Belarra, aunque menos.
El ímpetu de Montero la llevó a la Asociación de Estudiantes Noam Chomsky, de marcada tendencia de izquierdas, y “la que da más guerra” de la Facultad, según relata la trabajadora con la que habló EL ESPAÑOL, que lleva más de 20 años empleada en el centro. La actual ministra de Igualdad también fue representante de los estudiantes en la Junta de la Facultad.
“Siempre estaba en todos los saraos. Nos conocíamos bien, era simpática conmigo y cercana. Cuando empezó a hacer el doctorado, comía con nosotros. Era una chica muy maja, muy buena en las distancias cortas y buena estudiante, aunque también era de armas tomar”, dice la trabajadora, en referencia al activismo político de Montero. Aquella imagen, sin embargo, ha cambiado para la trabajadora: “Cuando me dijo que se iba con Pablo Iglesias y luego vi que se hicieron pareja, ¡me salieron sarpullidos! No sé qué vio en ese muchacho, nunca lo entendí y sigo sin entenderlo”.
La ministra pasó muchas horas entre debates y protestas, en las huelgas contra el plan Bolonia que caracterizaron aquellos años de la educación superior en España; y en acampadas, encierros e implicada en numerosas causas sociales. Incluso hizo un intercambio en Chile durante un curso. Pero también era una de las asiduas a la cafetería de Cantoblanco, donde uno de los camareros, con 15 años como testigo de las andanzas de los estudiantes de Psicología en sus momentos más distendidos, recuerda a Montero como una de las que más frecuentaba el bar.
“Me acuerdo perfectamente de ella”, dice el camarero a este periódico. “Era muy radical”, añade. Por contra, la imagen que se le quedó de Ione Belarra fue más bien la opuesta, al menos en las formas: “Ella no bajaba tanto [a la cafetería] y era menos expresiva, poco comunicativa y más tímida”. Lo mismo piensa la trabajadora, que apenas se acuerda de la pamplonesa en sus días universitarios.
Por su parte, un conocido de Belarra, miembro de uno de los primeros círculos de Podemos, la recuerda como una “activista comprometida” y “con mucho conocimiento de la política”. Además, de ella, destaca igualmente un carácter “conciliador”. “Es una persona que no busca el enfrentamiento, es comedida y poco conflictiva”, dice, en consonancia con quienes se cruzaron con ella en la universidad.
Buenas estudiantes
Con sus caracteres diferentes, las horas de activismo y de socialización en la cafetería de las dos amigas nunca impidieron que ambas fuesen alumnas dedicadas. “Tenía muy buen expediente”, afirma el compañero de estudios de Montero sobre ella. Sus intereses académicos y afinidades políticas, llevaron a Belarra y Montero a coincidir también con los profesores Departamento de Psicología Evolutiva. Esta sección no cosecha, precisamente, la mejor fama dentro de la Facultad para el personal no docente: “Están todos trastornados”, dice la trabajadora, junto a otro compañero que asiente a sus palabras.
“Predican cosas que no pueden aplicar… aunque esta ha sido siempre la tónica general de esta Facultad. Aquí tenemos a los más tarados de toda la universidad. Los alumnos vienen a estudiar para analizarse a ellos mismos”, añade la empleada en tono jocoso. Por su parte, su compañero, espeta que antes el panorama era incluso más llamativo: “Aquí había muchas pajas mentales y demasiado rollo teórico. Ahora les hacen estudiar Neurociencia, Matemáticas, Estadística... Y, claro, muchos se llevan un chasco”.
Dentro de la Facultad, como queda claro, no todos comparten ni la misma escuela, ni las mismas posturas políticas. De hecho, entre el claustro se encuentra hasta un diputado de Vox a la Asamblea de Madrid, Jaime de Berenguer, que declinó hacer declaraciones.
Desde uno de los despachos del Departamento de Psicología Evolutiva -ahora desiertos casi en su totalidad por la pandemia- la profesora Cristina del Barrio, recuerda a ambas amigas como “muy buenas estudiantes”. La profesora dio clase a las dos y Belarra estuvo a punto de ser su ayudante en prácticas. “Irene era muy asertiva, igual que como se muestra ahora”, dice Del Barrio. Y añade con orgullo: “Son jóvenes, pero está muy bien que estén donde están”. No es para menos. El campo de experimentación académico se ha trasladado ahora a la mesa de toma de decisiones más importante del país.
Para la docente, que sus dos alumnas estén en los escalafones más altos del Gobierno supone una esperanza “para un cambio necesario en las políticas y en la educación”. “Todos nos podemos equivocar y cometer errores, pero ellas trabajan para el progreso de todos, no solo de unos pocos”, añade la profesora, que no esconde su afinidad política con sus exalumnas.
Académicas en política
Nada más terminar sus estudios de Licenciatura, las dos amigas siguieron el mismo camino en el Máster Oficial en Psicología de la Educación en la misma Facultad. Belarra lo terminó en 2014 y Montero en 2013. La primera tuvo como director de su tesis al profesor David Poveda Bicknell, también del Departamento de Evolutiva, y tituló su trabajo “Poder legítimo y resistencias fragmentadas. Estudio de caso de una institución religiosa para ‘niños de la calle’ en Benín”. La tesis, de 44 páginas, comparaba, de alguna forma, a misioneros católicos con tratantes de esclavos.
Por su parte, Montero, tituló su trabajo “Análisis de procesos innovadores de atención a la diversidad. Dos docentes al frente de una misma aula”. De esta tesis solo hay constancia pública de una presentación. Sus buenas notas y su relación cercana con los profesores del Departamento les valieron también una beca de Formación de Personal Investigador (FPI). Ambas iniciaron entonces su doctorado, pero ninguna lo terminó, llamadas por sus compromisos políticos en sus puestos en Podemos y como diputadas.
La tutora de tesis de Montero fue la profesora Elena Martín, directora del máster que estudió junto a Belarra, y cercana a los socialistas. Martín, de hecho, fue Subdirectora y Directora General del Ministerio de Educación y Ciencia de los dos primeros gobiernos de Felipe González (1986-1996) y una de las artífices de la LOGSE.
Con el doctorado por terminar, la experiencia de Belarra y Montero hasta su entrada en la política de primer nivel se había cimentado en una fuerte voluntad y compromiso ideológicos, y en el mundo académico y el activismo. Al igual que en la universidad, ambas han estado en la trinchera de los acontecimientos de los últimos años, pero cada vez desde posiciones de más poder.
Tanto Belarra como Montero compaginaron su actividad académica con la participación en diferentes movimientos sociales como la Plataforma por los Afectados por las Hipotecas (PAH), en el caso de Montero o, en el de Belarra, con la oposición a los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIEs).
Belarra, además, fue una de las políticas más implicadas en el caso de Alsasua, donde dos guardias civiles fueron apaleados junto a sus parejas por una turba abertzale en 2016. La política navarra, de hecho, tiene familia en esta localidad de la comunidad foral y mostró su cercanía a los jóvenes enjuiciados, a quienes equiparó a las víctimas guardias civiles. Además, apareció más tarde en una foto con los condenados junto a Pablo Iglesias.
Al Consejo de Ministros
A pesar de luchar en diferentes frentes desde su activismo, la trayectoria de ambas ha ido siempre de la mano. Es más, la subida de Belarra en el escalafón de la política nacional es poco comprensible sin su cercana amistad con Montero, quien, al mismo tiempo, ha ascendido de la mano de su pareja y líder de Podemos desde su fundación. De alguna forma sucede algo parecido, pero al revés, con el novio de Belarra, Ignacio Ramos Delgado, del círculo de Ciudad Lineal de la capital y a quien conoció en 2016, nombrado asesor del grupo parlamentario de Unidas Podemos.
Quienes hace apenas diez años especulaban con el cambio y la utopía, hoy tienen lo que siempre soñaron. Pero las fisuras en su escasa trayectoria llaman la atención en la Facultad donde todo comenzó para ambas amigas. “Están muy poco preparadas”, opina el camarero de la cafetería de la universidad, en alusión a una formación puramente teórica que ahora se traduce en las políticas de Igualdad, y se traducirá en las de Derechos Sociales.
En el Consejo de Ministros, sin embargo, la presencia de las dos compañeras de Facultad y su falta de experiencia o enfoque excesivamente académico no ha sentado mal, según han confirmado fuentes del PSOE en la mesa ministerial consultadas por EL ESPAÑOL. Esto, a pesar de la vehemencia con la que Belarra se ha opuesto, por ejemplo, a la titular socialista de Defensa, Margarita Robles, a quien ha llegado a acusar en público de “estar al servicio de los poderes de la derecha”.
Las fuentes socialistas, sin embargo, apuntan: "Es cuota de Unidas Podemos, y ellos deciden a quién nombran en los ministerios que les corresponden. Tiene lógica que sea ella la que tome la cartera, porque es quien la trabajaba más a fondo en el ministerio de Iglesias”, dicen en referencia a Belarra, actual Secretaria de Estado de Agenda 2030 a las órdenes del vicepresidente.
Desde el entorno de Iglesias, por su parte, afirman a este periódico que "es Unidas Podemos quien decide, salvo que se quisiera colocar a alguien objetivamente polémico”. Y añaden: “Ione es una política muy comprometida y trabajadora, no ha habido discusión alguna sobre su nombramiento, solo la hubo por la lucha de egos de Nadia Calviño, que no soportaba estar por debajo de Yolanda Díaz, aunque está firmado”.
Con las altas esferas de acuerdo y más pendientes de la cita electoral de Madrid, la realidad es que las que un día fueran compañeras de Facultad, de cafés y de sentadas hace apenas una década, tienen en sus manos el manejo de un presupuesto que, entre los dos ministerios, asciende a más de 4.287 millones de euros para el año 2021. De estos, la cartera de Montero maneja 451, mientras que Belarra se encontrará, posiblemente, al mando de un mamotreto ministerial diseñado a medida del vicepresidente Iglesias, con una asignación de 3.836 millones y otros miles de funcionarios.
Los sueldos tampoco se quedan atrás, y sí muy lejos de lo que cualquier estudiante de Psicología que compartiese aula con las dos amigas pudiese imaginar transcurrida menos de una década de graduarse. Belarra, solo con ser Secretaria de Estado y junto a sus cargos en Podemos, ingresa 145.683,26 euros brutos anuales, según el Portal de Transparencia de Newtral. Paradójicamente, y al igual que sucede con el presupuesto, su amiga Montero tiene un salario total notablemente inferior de 87.953,34 brutos al año.
Belarra y Montero son la muestra más viva de algunos hijos del 15-M que, en 10 años, su vida ha dado un vuelco con el que difícilmente podrían soñar. Una demostración más del “Sí se puede”, aunque muchos otros no hayan podido. Dos compañeras de pupitre y de baldosa de vestíbulo universitario que ahora comparten mesa de caoba en La Moncloa, sin un ápice de evolución en los debates y asignaturas a los que asistían en la Autónoma; madres al poco de superar la treintena y propietarias de piso y chalet. La trabajadora, que sigue en los pasillos de la universidad, lo tiene claro: “Han visto un filón, pero les va a volver en su contra”.