Este martes, el Gobierno de coalición sufrirá su mayor remodelación desde que echó a andar hace ya más de un año en enero de 2020. La precipitada convocatoria de elecciones por parte de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, y el afán del hasta ahora vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, de protagonizar una especie de efecto Illa, han desatado una cascada de cambios dentro del Ejecutivo.
Iglesias dejará de ser vicepresidente y ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030 para repartirse sus dos cargos entre dos mujeres afines y de su máxima confianza. La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, pasará a ser vicepresidenta tercera -la segunda será Nadia Calviño, titular de Asuntos Económicos-. Y será Ione Belarra, hasta ahora secretaria de Estado para la Agenda 2030, la encumbrada para ocupar la cabeza del Ministerio que Iglesias deja vacante. Los ceses y nombramientos se harán efectivos tras el Consejo de Ministros de este martes y, el miércoles, jurarán su cargo ante el Rey.
Como la política, a fin de cuentas, no deja de ser un trabajo más, este tipo de nombramientos también traen cambios en los sueldos, las bonificaciones y las distintas facilidades que cada una de las personas protagonistas tendrá a su disposición a partir de ahora. Por ello, EL ESPAÑOL analiza el devenir de los principales protagonistas en esta reestructuración del Ejecutivo.
Curiosamente, a pesar de que es la que más escala en lo político, la mayor perjudicada con su ascenso es Ione Belarra. La hasta ahora secretaria de Estado perderá nada menos que el 30% de su sueldo al ser nombrada ministra. Yolanda Díaz, por su parte, incrementará su salario anual en un nimio 6,5%. El que presenta una mayor volatilidad de todos es el propio Pablo Iglesias, el impulsor de todo esto. El líder de Podemos cobraba casi 80.000 euros como vicepresidente y pasará a un salario de 64.000. Esto implica una rebaja del 31%. Sin embargo, será durante sólo unos meses y su futuro dependerá, en realidad, de qué resultado obtenga en las elecciones autonómicas del próximo 4 de mayo.
Pero no todo se queda ahí. Algunos perderán el derecho a coche oficial, pero ganarán un bono transporte y dinero para ir en taxi. Otros tendrán una vivienda a su disposición y podrán seguir cobrando por el puesto hasta dos años después de haberlo dejado. Otros ya usan esa vivienda y rechazan el plus por ser miembro del Congreso de los Diputados. Explicamos en qué situación quedarán Iglesias, Belarra y Díaz.
La incertidumbre de Iglesias
El pasado 15 de marzo, Pablo Iglesias sorprendió a todos diciendo que dejaba el Gobierno y que se iba a Madrid a disputarle la arena a Isabel Díaz Ayuso. El movimiento, extraño como pocos debido al poco optimismo electoral de Podemos en la comunidad, podría consistir en ir buscando un retiro dorado ante un Ejecutivo nacional en el que gestiona más bien poco. También podría ser un intento de que la formación morada no desaparezca del todo en la región, algo que sería un batacazo de difícil recuperación.
Con ese gesto, Iglesias dice adiós al sueldo de vicepresidente de 79.746,24 euros brutos anuales que reciben, por igual, los cuatro en el cargo. El líder de Podemos también recibía 13.090 euros anuales por ser diputado del Congreso, cuantía que ya no ingresará desde que entregó el acta la semana pasada.
Lo bueno de su caso es que, por su cargo de vicepresidente, Iglesias puede recibir el 80% durante tanto tiempo haya estado en el puesto y por un máximo de dos años. Como ha estado al frente un año y dos meses, ese es el tiempo que seguirá recibiendo un salario de 63.796,99. La cifra, sin embargo, sin el plus por miembro del Congreso queda absolutamente desdibujada y esta semana pasará a cobrar un 31% menos de lo que ingresaba la semana pasada.
Su situación, de todas formas, remontará rápido. Las elecciones en Madrid son el próximo 4 de mayo y, si bien él aspira a ser presidente de la Comunidad y eso aún es pronto para saber, lo que sí que puede tener seguro es que ocupará un escaño como diputado en la Asamblea regional. Si llega a presidente, a ser el próximo Ayuso, tendrá un sueldo mucho mayor que el que tenía en el Ejecutivo de Pedro Sánchez: 103.090 euros al año.
Si, en cambio, acaba en la oposición -lo más probable-, cobrará 50.022 anuales. A esta cifra se puede sumar el que seguramente le hagan portavoz del grupo parlamentario, lo que significaría tener que añadir un extra de 26.072,9 euros, colocando su salario total en 76.094,9. No es lo mismo que cuando era vicepresidente, pero la cifra es poco menor. Iglesias no notaría un gran cambio.
Donde sí notará un cambio es en los coches oficiales, este martes tendrá que decir adiós a sus Peugeot 607 y a sus Ford Mondeo híbridos. El Ministerio de Derechos Sociales que hasta ahora encabezaba tiene un total de cinco coches oficiales y ninguno estará ya para servirle. Sin embargo, como vicepresidente del Gobierno puede optar a tener escolta -y el vehículo que ello conlleva-, aunque es algo que tiene que decidir Presidencia del Gobierno. La mayoría de ellos la tienen y de por vida. Eso sí, en caso de que no funcione, como miembro de la Asamblea de Madrid le darán un abono transporte valorado en 993 euros y válido para todo el año y 1.500 euros anuales para taxis.
Belarra, la peor
La peor parada de todo este movimiento es, sin duda, Ione Belarra. Su nombramiento como ministra de Derechos Sociales sorprendió tanto como la salida de Iglesias. Pero, con ello, el líder de Podemos premia a una persona que siempre se ha mantenido fiel a él y que además es íntima amiga de su pareja, la ministra de Igualdad, Irene Montero.
Como secretaria de Estado para la Agenda 2030, Ione Belarra cobró en 2020 118.248,58 euros. A ello hay que sumarle el plus como diputada de Podemos por Navarra, unos 27.434,68 euros, ya que aquellos que ocupan un escaño siempre reciben dietas exentas de tributación y destinadas para manutención y alojamiento. Ambos conceptos dejaban su salario en nada menos que 145.683,26 euros.
Si bien seguirá manteniendo el plus de diputada, su salario ahora como ministra que además no es vicepresidenta bajará a 74.858,16 euros, lo que hará que cobre 102.292,84. Se trata de un salario elevadísimo, sí, aunque en realidad es un 30% menor de lo que cobraba en su anterior cargo. Además, dejará de tener derecho a pagas extraordinarias y complementos de productividad que hasta ahora sí podía ingresar.
En cuanto los coches oficiales, tal y como se ha comentado, el Ministerio de Derechos Sociales tiene actualmente cinco. Pero Belarra puede perder dos de ellos. El resto de ministerios menores sólo tienen tres y, ahora que no ostenta ninguna vicepresidencia, podría pasar a tener los mismos tres que ostentan los titulares de Consumo, Igualdad y Universidades. A fin de cuentas, ya no se trata de un ministerio especial y su capacidad de gestión es tan escasa que puede rozar la irrelevancia.
En lo que sí que va a ganar es en su derecho a tener una vivienda oficial. El Estado tiene disponibles una serie de casas y apartamentos, muchos de ellos en las propias sedes ministeriales, para aquellos titulares de la cartera que sean de fuera de Madrid. Disfrutar de este derecho podría suponer un importante ahorro para Belarra. Sin embargo, se haría muy difícil de explicar a nivel político que accediera a la vivienda y que siguiera cobrando el plus de manutención y alojamiento que ingresa actualmente.
La ‘vice’ Díaz
Eso mismo es lo que le pasa a la actual ministra de Trabajo y próxima vicepresidenta tercera, Yolanda Díaz. Ella también es diputada en el Congreso y de fuera de Madrid, por lo que podría cobrar esos 27.434,68 euros. Pero cuando accedió a su primer cargo en el Ejecutivo ya los rechazó porque, según pudo comprobar EL ESPAÑOL, ella ya vive en una vivienda del Ministerio de Trabajo. Lo hace junto a su marido, Andrés, y su hija de ocho años, Carmela.
Al no querer disfrutar de ese plus, el salario de Yolanda Díaz pasará de los 74.858,16 euros anuales que cobraba como ministra rasa a ingresar 79.746,24 como vicepresidenta tercera. Se trata de un incremento de menos de 5.000 euros y que representa sólo el 6,5%. Además, en cuanto a coches oficiales, su departamento ya contaba con cinco y seguramente se quede en la misma cantidad.
El gran ascenso de Díaz no es a la Vicepresidencia sino a ser la llamada para suceder a Pablo Iglesias al frente de Podemos. Su buena reputación, labrada durante la pandemia, achicó el camino y el destino de la heredera natural que hasta hace poco era Irene Montero. Por eso, Díaz es en realidad la más beneficiada de todos los movimientos. Sólo el tiempo dirá si le saca provecho o si elude la batalla por afianzarse al frente de la formación morada. Pero eso ya es una cuestión de política y no de dinero.
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