"Envidio a los madrileños. Con todo lo que estoy pasando, cada vez que sale Madrid en la televisión pienso: por qué no nos habremos ido a vivir allí, por qué...". A Silvia Cardá (40) le es inevitable no hacerse esta pregunta varias veces al día, desde que su marido falleciese el pasado diciembre.
Y no es porque ella siempre haya soñado con vivir en la capital española. Sino porque se encuentra en un callejón sin salida por el impuesto de sucesiones que debe pagar tras quedarse viuda. Esta valenciana tiene dos opciones, ambas igual de aciagas. La primera, pagar 350.000 euros que no tiene y, por tanto, vivir embargada y endeudada con Hacienda de por vida. Y la segunda, renunciar a la herencia y quedarse en la calle.
Ese y no otro es el verdadero motivo por el que ahora piensa una y otra vez "en la suerte" que tienen los madrileños respecto a este gravamen. Y es que si el marido de esta catellonense estuviese empadronado en algún municipio de la Comunidad de Madrid, Silvia solo debería pagar por este tributo entre 3.000 y 4.000 euros.
"Dicen que lo que ocurre allí es dumping fiscal, pero yo creo que simplemente protegen a sus ciudadanos. Yo era ajena a lo que podía hacerte este impuesto, hasta ahora. Tengo depresión por la muerte de mi marido, ni siquiera he podido pagarme un psicólogo, gracias a dios una fundación madrileña me lo proporciona gratis. Mi situación económica es muy precaria. Y por si no fuera suficiente todo lo anterior, llaman a tu puerta para que pagues por todo lo que tu marido ha estado trabajando y pagando durante toda su vida", denuncia Silvia Cardá, en una entrevista con EL ESPAÑOL.
Diferencias entre CCAA
Lo cierto es que no sólo ocurre con la Comunidad de Madrid y la Comunidad Valenciana. Respecto al pago del impuesto de sucesiones, las diferencias entre algunas comunidades autónomas son abismales. Asturias es la región donde más se paga. Por ejemplo, si una persona de 30 años recibe una herencia de un padre por valor de 800.000 euros, de los cuales 200.000 son de la vivienda, tendrá que pagar 103.000 euros. En la Comunidad Valenciana, 63.000 euros. En Aragón, 55.000. Y en Cataluña debería abonar a Hacienda, unos 44.000.
Frente a estas cuatro comunidades, si heredase en Andalucía, Cantabria, Galicia no tendría que pagar nada porque la cuota líquida es de cero en estas regiones. Y si lo hiciesen en Madrid o en Castilla y León (en esta última, a partir del 29 de abril de 2021), el pago sería de unos mil euros, pues en ambas comunidades los descendientes directos de primer grado se pueden bonificar el 99% del impuesto, o lo que es lo mismo, tributar al 1%. También los cónyuges, como sería el caso de Silvia, pero solo en la Comunidad de Madrid.
No obstante, la bonificación madrileña podría tener los días contados, pues los candidatos a las elecciones autonómicas de Más Madrid y Podemos, Monica García y Pablo Iglesias, llevan en su programa electoral reducir dichas rebajas en el impuesto de sucesiones. Y también el Gobierno, según anunció la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, con la "armonización de los impuestos de herencias y patrimonio para abordar las situaciones de competencia desleal y el dumping fiscal que existe entre las comunidades autónomas. En otras palabras, que estos tributos sean lo más similares posible en todas las regiones.
Sobrevaloración
En la Comunidad Valenciana, los cónyuges del fallecido pueden bonificarse el 50% del impuesto de sucesiones, según se detalla en las figuras tributarias valencianas. Es decir, que Silvia Cardá, en teoría, solo tiene que pagar la mitad de lo debería pagar. 350.000 euros, recuerden. Leyendo esta cifra, más de uno pensará, siendo lógico, que si tiene que abonar esa cifra, la cantidad heredada será ampliamente superior. La respuesta es sí y no.
El legado que le ha dejado su marido está compuesto por un piso de una habitación en Castellón y de un solar en Oropesa, una ciudad cercana, que lleva en venta durante más de 10 años por unos 200.000 euros. Y es en esta última propiedad donde radican todos los problemas de esta afectada. La Comunidad Valenciana ha valorado este terreno en 953.000 euros, es decir, su precio real multiplicado por cinco. Una tasación que incrementa notablemente la masa hereditaria y que ha desencadenado ese pago tan alto del impuesto. ¿Ha recibido Silvia una herencia millonaria? Para la comunidad autónoma, sí, pero la realidad es que, de aceptarla, tendría un piso pequeño en el que ha vivido con su marido siempre y un solar que nadie quiere comprar desde hace años.
Tras la muerte de su marido, Silvia está sumida en una depresión. Y por si fuera poco perder a quien ha compartido contigo su vida, no se encuentra en una situación económica boyante Esto a Hacienda, obviamente, le trae sin cuidado. El tiempo para renunciar o aceptar la herencia y pagar se agota para esta valenciana, que todavía no sabe qué hacer y pide ayuda. Por el momento, es la plataforma Stop Sucesiones es la única que la está apoyando y guiando en este proceso.
"He pedido otra prórroga para decidirme. Me da mucho miedo lo que pueda ocurrirme si la acepto. Las dos opciones me llevan a perderlo todo. Sin tener antecedentes, habiendo pagado siempre todo, se te cierran todas las puertas. Intentas ahorrar y hacer un patrimonio trabajando a destajo y ahora te dicen que eres rico. Yo siempre he tirado del carro, pero para mí ahora es muy complicado. Hasta que no pase una desgracia por todo lo que te hace este impuesto, nada va a cambiar. Siento mucha indefensión", critica esta afectada.
400.000 euros
María Felisa Blanco (40) cuenta que tiene pesadillas con el buzón de su casa constantemente. Le entre nerviosismo, dice, cada vez que lo abre y puede encontrarse una carta nueva de Hacienda. Su infierno empezó en 2013, cuando su madre falleció con 52 años. Y siguió cuando su padre también les dejó, de repente, cuatro años después. La historia de esta familia andaluza, de El Ejido (Almería), no es tan cruda como la de la anterior protagonista, pues han podido pagar gracias al ahorro de sus padres los 400.000 euros que en un primer momento les pidió el fisco. Pero aún así, el impuesto de sucesiones ha supuesto María y su hermana una auténtica tortura.
En febrero de 2013, seis meses después del fallecimiento de su progenitora, María presenta la autoliquidación del impuesto, como exige la legislación. Y paga 175.000 euros a la Junta de Andalucía y 65.000 al Ayuntamiento de El Ejido por la plusvalía. Cuando una persona hereda, debe hacer frente a estos dos impuestos, además de los gastos añadidos de notaría y gestoría.
"Afortunadamente, mi padre tenía un negocio de servicios relacionados con la agricultura y gracias a lo que él iba ahorrando pudimos pagarlo. Aunque para mí fue muy frustrante; mis padres estuvieron trabajando toda su vida para dejarnos protegidas y pagar el impuesto fue como tirar su dinero. Fuimos muy afortunadas en parte porque hay familias que están en la ruina, pero el tributo es igual de sangrante", cuenta esta almeriense a EL ESPAÑOL.
Hasta esa fecha, todo fue bien. Cuatro años y siete meses después, llegaron los problemas. Felisa recuerda la fecha perfectamente. "De pronto, empiezan a llegar cartas porque uno de los bienes, un local, que un tasador valoró en 80.000 euros, para la Junta de Andalucía valía 240.000 euros, y nos habían puesto una multa de 190.000 euros, la diferencia de lo que no habíamos pagado más 25.000 euros de intereses", recuerda.
Su hijo
Ante esta situación, a la familia no le queda otra opción que interponer un recurso al Tribunal Económico Administrativo Regional de Andalucía (TEARA) alegando, a través de una tasación pericial, que el valor real de dicha propiedad era de 80.000 euros. En diciembre de 2020, tres años después, el juzgado resuelve a favor de ellos y les devuelven 160.000 euros.
No obstante, para entonces ya habían tenido que hacer frente a otro impuesto de sucesiones, tras la muerte de su padre, Modesto. "Tuvimos que pagar 123.000 euros por el tributo, y otros 27.000 por heredar el usufructo que él tenía de los bienes de mi madre, y por el que él ya había pagado en 2013. Es decir, tuvimos que pagar dos veces por lo mismo", relata, con impotencia.
"Me altero mucho, es algo que no he superado", prosigue. Y es que lo que realmente le preocupa a Felisa es el futuro que le deja a su hijo si, como le paso a su padre, ella fallece repentinamente algún día. "Si a mí me pasa algo, mi hijo tendrá que volver a pagar por lo que pagó su abuelo y su madre. Le dejo un marrón enorme. Le tengo auténtico pánico a esto. Y lo peor es que no puedes vender lo que heredas porque hasta que no pagas el impuesto no está a tu nombre. Da gracias a que teníamos ese dinero, si no estamos en la calle. Son unas cantidades desorbitadas a las que no se puede hacer frente ni pidiendo una hipoteca", denuncia esta andaluza.
Las historias de Silvia y Felisa son distintas pero tienen el mismo hilo conductor. El impuesto de sucesiones es desorbitado en sus comunidades [En Andalucía está bonificado al 99% desde 2019] y mientras ellas tienen que pagar grandes cantidades de dinero, un madrileño paga 1.000 euros y un gallego, cero. Situaciones en las que, si tienes suerte (o mejor dicho, ahorros) puedes llegar a pagar, como en el caso de la familia de El Ejido. Pero que si no te pueden arruinar la vida como a Silvia.
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