La denuncia de la concejal Eva al teniente de alcalde Fran dinamita el pacto de izquierdas en Leganés
La juez está investigando un posible delito de violencia de género de Fran Muñoz a su expareja, Eva Martínez, ambos miembros del Gobierno municipal.
26 julio, 2021 03:09Noticias relacionadas
“Fran es violento, lo sabe todo el mundo”. Son las primeras palabras que se le escapan a un funcionario del Ayuntamiento de Leganés (Madrid) cuando se pregunta por él, ‘Fran’, el que hasta hace unas semanas era segundo teniente de alcalde. Porque hasta entonces no era más que eso: concejal, teniente de alcalde, portavoz de su grupo y líder de Más Madrid-Leganemos, la marca municipal. Ahora es un presunto maltratador.
Por lo pronto, si lo es o no es algo que tendrá que decidir el juzgado de Violencia contra la Mujer número 1 de Leganés, que abrió fase de instrucción el 17 de junio. La mañana anterior, la del día 16, su expareja le denunció por "presuntos episodios violentos y malos tratos psíquicos" continuados, según consta en documentos de la instrucción a los que ha tenido acceso EL ESPAÑOL. También pidió una orden de alejamiento, pero hasta ahora se ha desestimado.
Ella se llama Eva Martínez, y hasta hace bien poco también formaba parte del Gobierno municipal como concejal de Servicios Sociales. Lo abandonó para, en sus palabras, garantizar su seguridad y no compartir espacio con Fran, su expareja desde hace tres años. Él la acusa de esconder una “motivación política”. Por si acaso, ha sido expulsado del partido y Mónica García le ha pedido su acta de concejal, que no ha entregado.
El episodio de la denuncia y la exposición del presunto maltratador han hecho saltar por los aires el Gobierno municipal del PSOE, que hasta ahora se apoyaba en los dos concejales de Más Madrid. El culmen fue la dimisión de Eva la semana después, fruto de un cóctel de frustración, inseguridad y decepciones; la última de ellas, con el alcalde socialista, Santiago Llorente, que no movió un dedo contra Fran, su teniente de alcalde, de baja desde abril.
“Han dejado en la estacada a una víctima”, dice ella, sintiéndose utilizada por un pacto de Gobierno que duraba ya dos años. El alcalde no se pronunció sobre las acusaciones de violencia de género, ni apoyó a Eva durante el proceso de demanda, una actitud que para ella demuestra "equidistancia e inacción". No fue hasta que ella dimitió de su cargo, evidenciando el problema, que el PSOE dio un paso al frente y disolvió unánimemente la coalición.
En cualquier caso, la ruptura política de Llorente y Fran Muñoz tiene más de estética de que de ética, o al menos así lo parece. Fran ya no está en el Gobierno, pero sigue siendo indispensable para darle a los socialistas la mayoría absoluta en los plenos y mantener -aunque sea desde fuera- el Ayuntamiento. Por parte del PSOE, el movimiento es lógico, ya que nadie querría encontrarse con un posible imputado por violencia machista dentro de su equipo de Gobierno.
En lo que respecta a la otra ruptura, la sentimental, el abismo que separaba a Fran y a Eva desde hacía años se vislumbró para todos, ya definitivamente, en el mismo momento en que la jueza aprobó investigar el delito de maltrato. Quién lo hubiera dicho hace no tantos años.
“Violencia psicológica”
Empezaron su relación en 2014, el año de nacimiento de Podemos. En 2015 entraron en el Ayuntamiento bajo la enseña de Leganemos, la marca municipal del partido, y decidieron compartir su vida y sus decisiones. Durante años siguieron el camino que había marcado Pablo Iglesias, pero lo abandonaron en 2018, el mismo año que se mudaron juntos, y el mismo que Íñigo Errejón se escindió para fundar Más Madrid. Después de las siguientes elecciones, en junio, decidieron tomar caminos separados.
En realidad, fue cosa de ella. El informe médico forense de la instrucción, al que ha tenido acceso este periódico, alude a “la continuidad de la violencia psicológica” como una de las causas del fin de la relación y, paralelamente, del principio de la ansiedad para Eva. De ella, el expediente dice que “siente mucho miedo por lo que pueda llegar a suceder, con pánico a bajar a la calle por si pudiera encontrarse con él”.
Tampoco se siente segura en el Ayuntamiento, con Fran al otro lado de la pared. De él se dice que “empieza a buscarla en el trabajo y otros lugares ajenos a este”, como la casa de ella. Llegó a hacerlo incluso durante el confinamiento de 2020, alegando que estaba paseando a su perro. De ello pasa a presionarla para hacer “cosas que no desea, [generándole] ataques de ansiedad diarios debido al chantaje emocional diario”.
Los hechos en posesión de la jueza reconstruyen “una historia de malos tratos de tipo verbal, en forma de amenazas, humillaciones y vejaciones” de forma continuada y, aunque deja claro que nunca ha llegado a agredirla físicamente, sí recoge ha habido “situaciones de violencia con rotura de objetos en el domicilio compartido”. Eva, sin embargo, no percibe la violencia, y son sus compañeros de trabajo -y por tanto, también de Fran-, su madre e incluso los funcionarios del Ayuntamiento los que la incitan a tomar medidas.
De él, el informe le define como una persona “violenta en general, consumidora de hachís, alcohol y cocaína diariamente”. En 1995, mucho antes de entrar en política, Fran Muñoz fue sentenciado a dos años de prisión por un delito contra la salud pública por trapichear con droga. Evitó la cárcel al pagar 50.000 pesetas mensuales, unos 300 euros, durante 10 meses. Solamente estuvo entre rejas 72 horas.
Expulsado del partido
Cuando Eva dijo que su expareja le maltrataba, cada partido reaccionó de forma diferente. Leganemos, el municipal controlado por Fran, inició un proceso de Garantías y Control para investigar lo ocurrido, pero no actuó contra él. Por otro lado, Más Madrid, la marca autonómica, inició un plan de investigación y le suspendió de militancia.
“Era lento pero seguro. Más Madrid tenía un protocolo para estos casos a nivel de ciudad, por lo de Pablo Soto, pero no a nivel regional. Entonces se tardó, pero se hizo bien”, señala una fuente cercana al proceso. “Más tratándose de Fran, con su historial”, añade. En realidad, los problemas venían de lejos, incluso de antes de formar Más Madrid.
En 2016, cuando la relación con Eva todavía estaba en sus primeros compases, 122 compañeros de Leganemos hicieron público un manifiesto por el que acusaban a Fran Muñoz de “actitudes violentas” en su trabajo y en la propia formación. Este comportamiento, decían, fue la causa de la dimisión de un concejal, Javier Blanco, de una auxiliar, Susana Alvarado, y de la baja médica de una concejala, Rocío Cruz.
“Asimismo, se han dado numerosas dimisiones en la coordinadora y la baja de muchas de las personas inscritas”, concretaba el escrito. “En las cartas de dimisión presentadas y en las intervenciones de las últimas asambleas cinco de los ocho miembros del grupo municipal dejaron claro que eran víctimas de hostigamiento, intimidación y faltas de respeto constantes por parte del portavoz del grupo: insultos, agresiones verbales, mofas, etc”, en referencia al líder de Leganemos.
Al contrario que entonces, esta vez la formación municipal no se ha levantado contra Muñoz, ni ha planteado la expulsión del grupo que él dirige. La razón: mantener la alcaldía socialista de Santiago Llorente con los votos de Leganemos y el apoyo puntual de Ciudadanos, cuyos concejales no están en el Gobierno pero sí forman parte de la gestión municipal. Con Fran Muñoz pasará algo parecido: seguirá decidiendo y siendo indispensable, pero sin aparecer en la corporación local.
Con respecto a su expareja, dependerá de la jueza dictar si Fran es un maltratador. En sus círculos defienden que la denuncia busca acabar con él personalmente, y que es inocente; en los otros, que bastante se ha tardado en poner negro sobre blanco con una persona conocida por sus actitudes violentas. Por lo pronto, con el juicio todavía en instrucción, parece que el resto de las partes, unos y otros, ya lo tienen todo claro. En política funciona así.